A pesar de que tiene ya varios libros publicados no
tenía ni idea de la existencia de este escritor. Me llamó la atención el tema
que se anunciaba en la contraportada y por eso lo compré. No me ha defraudado.
El libro, aunque de corta extensión pues no llega a
las 200 páginas, trata varios temas si bien con un elemento común: la
participación en la política desde una posición de izquierdas.
Hay una parte del libro en que el protagonismo
corresponde al autor y un par de viajes que hizo, uno a San Petersburgo y luego
a Hungría en 1997, y otro anterior con el resto de su familia al Berlín tras la
caída del muro. Es quizá lo menos interesante del libro. Otra parte, la que
constituye el verdadero objetivo, está dedicada a narrar lo que le cuentan sus
padres sobre sus experiencias políticas sobre todo en el Chile de Allende
(Argüello nació en 1970 precisamente durante esa estancia de sus padres en
Chile). Es la que más me ha gustado y la que me ha traído gran cantidad de
recuerdos. Finalmente, en lo que yo considero otro apartado, Argüello va
haciendo una serie de consideraciones a lo largo de todo el libro para al final
insistir en las principales ideas. Estas reflexiones me han hecho repensar
cosas y volver a replantear ideas, como sucede siempre que uno se enfrenta a
hechos del pasado y repasa, desde la visión actual, las posturas que adoptó
ante ellos.
Sobre este último aspecto reproduzco un fragmento
que me parece que ejemplifica muy bien el tema:
“Éramos tan esquemáticos, me confiesa, tan llenos de
prejuicios. Para nosotros estaba la gente que participaba activamente en
política y la otra, a la que supongo que veíamos como el enemigo al que había
que vencer o adoctrinar.” (p. 32)
Sobre la experiencia chilena -por cierto, una
experiencia que a mí me marcó muy profundamente durante mucho tiempo-, un par
de textos significativos:
“Cuando una parte de Chile aceptó aliarse con la CIA
para restaurar el orden, de algún modo entregó su alma. Les arreglaron sus
problemas, pero habían invitado al demonio a entrar en casa, y cuando eso
ocurre ya no hay vuelta atrás. Me pregunto si en el mundo entero no estaría
pasando algo parecido. Si palabras como honor, lealtad, justicia o esperanza no
tenían hasta ese momento un significado que ya no volvieron a recuperar. Y también
expresiones como hacer lo correcto, por más que eso suponga poner en riesgo la
propia integridad.
(…)
Y por supuesto que podían estar equivocados respecto
de lo que consideraban correcto y de los modos en que había que alcanzarlo,
pero creían que el intento valía la pena y ponían ese valor por encima de cuestiones
como la conveniencia o la seguridad.” (p. 135-136)
“Qué íbamos a hacer, me dice, supongo que pensábamos
que era lo correcto.” (p. 132) (A raíz de
un comentario del hijo de por qué no se fueron de Chile tras el golpe)
Y sobre las reflexiones el siguiente fragmento
constituye una buena síntesis:
“¿Qué fue entonces lo que fracasó, la idea o quienes
la llevaron a cabo? Y si lo que fracasó fue quienes la llevaron a cabo, ¿por qué
culpamos a la idea en vez de revisarnos nosotros?
Esta fue la gran lección que la generación de mis
padres nos legó; mientras sigamos siendo los mismos no podemos esperar que el
mundo sea diferente, porque somos nosotros los que damos forma al mundo. Si de
verdad queremos producir un cambio, lo primero que tenemos que hacer es empezar
por nosotros.”(p. 167)
En la segunda mitad de esta cita está lo que
considero la parte de las ideas del autor más endeble, no porque no tenga
razón, ya un sector importante del anarquismo español del primer tercio del
siglo XX lo decía, sino por la imposibilidad real de que esto se pueda llevar a
cabo. Obviamente, no es este el lugar para discutir el tema en profundidad,
pero sí me gustaría al menos dejar algunas preguntas en el aire: ¿cómo
empezamos por nosotros mismos?¿quién decide cuáles deben ser los cambios?¿qué
se hace con los que no quieren cambiar?
En otro orden de cosas tengo que decir que el libro
no aporta novedades para el conocimiento de lo sucedido en Chile para quien haya
leído sobre el particular, pero sí hace una buena síntesis de las diferencias
dentro de la izquierda sobre cómo llevar adelante el proceso y hay una
interesante crítica del padre a la política agraria llevada a cabo por el
gobierno de la Unidad Popular.
En fin, un libro muy interesante, bien escrito y que
hace repensar y replantear temas tanto del pasado como del momento actual lo
que no es fácil encontrar hoy en la literatura.
Javier Argüello, Ser
rojo.
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