Hasta este libro desconocía a Reparaz; a partir de
ahora me comprometo a seguirlo de cerca. Es un periodista de la estirpe de
Mikel Ayestaran y Xavier Aldekoa, es decir, gente joven, comprometida con
aquellos sobre los que escriben, con gran facilidad para narrar las historias
y, por encima de todo, con una gran sensibilidad para captar el sufrimiento
humano.
Reparaz ha escrito un extenso texto sobre algunos
aspectos de la realidad de los Estados Unidos centrándose fundamentalmente en
el racismo y la gran división que se ha producido, y lo sigue haciendo, entre
los blancos y el resto de la población.
En muchos momentos me ha recordado a El color de la justicia, el espléndido
libro en el que Michelle Alexander explica con todo tipo de datos y gran
precisión, no en balde se trata de una abogada, cómo se ha llegado a esta
situación y, sobre todo, cómo no se trata de una casualidad. Reparaz no entra
lógicamente en los problemas jurídicos sino en los aspectos sociales.
El libro está dividido en cuatro capítulos. Hay una
Introducción, El viaje, en la que
hace un resumen del planteamiento del racismo tal como está y funciona hoy.
El segundo, Baltimore,
lo inicia con el asesinato en 2015 de un negro, Freddie Gray, por la policía. A
partir de ahí va tratando diferentes temas siempre con una referencia al tema
central Así, describe lo que supuso en su día el Café Society; explica lo que
él llama El Gran Arácnido; narra los
episodios de limpieza étnica que tuvieron lugar en 1919 con Woodrow Wilson
de presidente; y recoge las críticas que se hacen a la equidistancia de Obama.
En el tercero, Trumpistán,
no habla solo ni siquiera principalmente del presidente aunque sí plantea si se
trata de alguien racista. Es un capítulo curioso porque en él hay bastante
espacio dedicado a temas como: la corrupción del partido demócrata que trabajó para favorecer a Hillary Clinton en su
enfrentamiento con Bernie Sanders; la comparación entre la llegada al poder de
Nixon y la de Trump; la línea que se continúa de MacCarthy a Hoover y Roy Cohn
(antiguo asesor de D. Trump con gran influencia en cómo es y piensa hoy); y
sobre todo el extenso espacio que dedica a gente tan interesante como Bob
Dylan, Pete Seeger y Woody Guthrie.
La tercera parte, Charlottesville, vuelve a estar centrada en un suceso violento como
fue el atropello que perpetró en 2017 un supremacista blanco lanzando su coche
contra una manifestación. A partir de ese hecho dedica bastante espacio a
hablar sobre el supremacismo blanco, el orgullo sureño y los grupos
paramilitares que se han ido creando; también de los Antifa surgidos para
contrarrestar a los anteriores; de la separación de los niños en la frontera e
incluye también una corta pero jugosa
reflexión sobre el periodismo. En este capítulo quiero destacar la magnífica
recreación tanto del atentado como del juicio posterior al causante del mismo;
son dos relatos con una técnica algo distinta al resto del libro y en la que demuestra
grandes dotes para narrar creando una tensión que atrapa al lector.
Reproduzco dos fragmentos que me parece que sintetizan muy bien dos de las ideas del libro:
“Mosby llegó a la misma conclusión a la que han
llegado miles de abogados a favor de los derechos civiles desde antes de la
lucha contra la segregación: el sistema de justicia en Estados Unidos está
blindado. Es un búnker de hormigón armado construido por y para la supremacía
blanca en el que no hay resquicios legales posibles. Protegidos dentro de ese
búnker, los miembros de los cuerpos policiales son intocables”. (p. 149-150) (Mosby es la
fiscal del caso de asesinato de un negro que, finalmente, retiró los cargos
contra los policías).
"En pleno siglo XXI, los medios –en su calidad de creadores de opinión- siguen teniendo una responsabilidad crucial en hacer algo aceptable o condenable para la mayoría. La narrativa siempre acaba imponiéndose a los hechos, en términos lakoffianos, al crear marcos y metáforas fácilmente comprensibles para todos
.(…)
Lo que menos importa es si esos marcos se ajustan a la realidad. Porque la realidad tiende a ser demasiado complicada, llena de matices y contradicciones. Por eso los medios –no todos, aunque cada vez son más los que se deslizan por esta senda- simplifican el mensaje, renunciando a explicar la complejidad, “dando las claves más importantes” en unos pocos caracteres o en clips de veinte segundos”. (p. 270) (Viene a cuento porque Trump afirmaba que “también hay buena gente” entre los supremacistas blancos después del atentado de Charlottesville).
En fin, un libro tremendamente interesante y que
cuesta trabajo dejar de leer porque en cada página hay buenas informaciones.
Además, está muy bien escrito. Sin duda será uno de mis libros del año. Solo le
pondría un pero: no siempre están claras las fechas de los sucesos (al menos yo
he tenido algún problema).
Hay una interesante entrevista de Javier Biosca con
el autor en eldiario.es.
Mikel Reparaz, Las
grietas de América. Bajo la piel de un país dividido.
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