Desde siempre ha habido en Argentina cierta
fascinación e interés por la presencia de los nazis que, una vez terminada la
guerra, se refugiaron en ese país. No es extraño, lo verdaderamente raro es lo
que pasa en España donde, lógicamente, se refugiaron también muchos dada la
proximidad geográfica y en ese momento ideológica, y sin embargo es muy poco lo
que se ha escrito sobre el particular.
Desde la ficción recuerdo el magnífico libro Wakolda
de Lucía Puenzo con el personaje de Joseph Mengele como protagonista.
Magnus ha elegido a otro protagonista del régimen nazi, Adolf Eichmann, que
además es uno de los pocos que fue descubierto, y en su caso secuestrado por el
Mossad, llevado a Israel, juzgado y condenado a la pena de muerte. Existe mucha
y muy conocida bibliografía sobre el personaje que también se hizo famoso
gracias al libro que al juicio dedicó Hannah Arendt.
Magnus cuenta algunos momentos de los años que
Eichmann pasó en Argentina. Al final del libro muestra las fuentes en las que
se ha basado que son bastante numerosas. Se trata por tanto de un libro de
ficción, pero en el que se pretende que lo contado recoja al menos una parte de
lo que realmente sucedió.
Para ello se ha dividido el libro en siete
capítulos: los cinco primeros recogen desde la llegada a Argentina hasta su
detención y traslado a Jerusalén; en el sexto el teórico escritor de la novela
recorre algunos de los lugares en los que vivió Eichmann y tiene un interesante
diálogo con una señora mayor que habita en una de esas casas; en el último, de
apenas dos páginas, se ofrece la información de lo que paso después con muchos
de los personajes que aparecen en el libro, fundamentalmente su familia y
algunos señalados nazis como, por ejemplo, Mengele.
Del diálogo que acabo de mencionar reproduzco un
fragmento en el que se describe lo que piensa el novelista sobre cómo es su
protagonista:
“- ¿Y cómo lo describe entonces. (Pregunta la señora mayor refiriéndose a
Eichmann.)
-No sé. Como
un mediocre que llegó lejos. Un tarado bastante vivo. Un acomplejado con sed de
venganza. Un antisemita de manual, aunque sin instrucciones de uso. Un sorete
que aprendió a disimular su olor. Un fanático vencido por el egoísmo. Un cínico
sentimental. Un valiente de la cobardía. Un pobre tipo rico en malevolencia.
Un asesino tímido. Un desafortunado al que la suerte acompañó demasiado
tiempo”. (p.252)
He reproducido el fragmento porque en él está la
clave de lo que me ha pasado a mí con la lectura de este libro.
Por un lado, me ha interesado mucho el primer
capítulo con ese Ricardo Klement -nombre que adoptó Eichmann al llegar a
Argentina- recién llegado que tiene que tratar a sus hijos como si fueran sus
sobrinos y también el capítulo, que bien podría haber sido el que cerrase el
libro, en el que es secuestrado y mantenido en el país hasta que pudieron
llevárselo a Israel. Sin embargo, en todo el núcleo central del libro me parece
que Magnus va dando palos de ciego y no he terminado de entender muy bien qué es lo
que me ha querido transmitir. Si su intención era mostrar esas características
del personaje tal y como se las resume a la señora en la conversación
reproducida, tengo que decir que desde luego yo no las he sabido ver. Puede ser
un problema mío, algo que me ha pasado ya más de una vez con otros libros, pero
me resulta extraño que se vea en la obligación de hacer esa especie de resumen
final.
Por todo ello, el libro no me ha gustado; es más me
ha defraudado porque el tema y el personaje dan para mucho y tengo la sensación
de que Magnus lo ha desperdiciado.
No obstante dejo constancia de dos reseñas bastante
favorables a la obra: la de Adrián Sanmartín en elimparcial.es y la deI.Letrado en distritojazz.com.
Ariel Magnus, El
afortunado.
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