Sobre el estilo del autor se dice en la introducción:
“Manto se guía por el modelo de los autores realistas
franceses y rudos que tanto había leído, y escribe con un estilo directo,
haciendo uso de la tercera persona, empleando una trama bien estructurada, y
recurriendo con frecuencia a los finales inesperados.
(…)
La novedad de su obra no se debe tanto al estilo como a los
temas que aborda”. (p. 22-23)
Temas que, en el caso de los dieciocho relatos que se han
seleccionado para esta edición, se pueden resumir en: la prostitución o el tema
sexual en general, la política centrada sobre todo en la partición tras la
independencia y en algunos problemas anteriores a esta, otros se centran en el
protagonismo de los niños y el volumen se cierra con dos que tienen un tono más
poético.
Parece ser que por alguno de los temas que trataba en
algunos de los más más de 240 relatos que publicó, fue detenido y condenado por
inmoral. Claro, habría que conocer cómo era la sociedad de la época en que
publicaba que son los años 30, 40 y primera mitad de los 50. Por cierto que en
esta edición no hay ninguna referencia a la fecha en que fueron publicados.
Vistos los temas hay que decir que en ellos hace crítica
social cuando escribe, por ejemplo, de la creación de sindicatos de facinerosos
o de lo que roban los ricos; también crítica política cuando escribe sobre una
ley de 1935 que pretendía dar mayor autonomía a los territorios pero que no
cambió nada y, desde luego, cuando habla sobre la matanza de Amristar. Algo que
llama la atención en todos los relatos es la gran sensibilidad que demuestra
Manto y el cuidado, no exento en muchos casos de cariño, con el que trata a la mayoría de sus
personajes.
Para mí ha sido una gratísima sorpresa la lectura de este
libro. De los dieciocho relatos que lo componen solo hay un par que no me han
gustado demasiado, pero con el resto he disfrutado y me ha hecho tener
sensaciones muy diversas desde la emoción a la indignación.
Debió de ser un personaje peculiar pues murió relativamente
joven, a los 43 años, por la mala vida que llevaba dependiente del alcohol y
con tan poco dinero que, como cuenta la traductora, escribía con mucha rapidez
e incluso alguna vez llegó a escribir alguna historia de una sentada en la
editorial para así poder cobrar y poder comprar bebida.
Creo que merecería la pena que se publicasen más relatos
porque tienen interés y calidad tanto literaria como humana.
Para terminar dejo un fragmento, reproducido en la introducción, muy significativo de su pensamiento:
“La India se había independizado. Había nacido Pakistán, pero en esas dos naciones el hombre era un esclavo. Esclavo del fanatismo, esclavo de la locura religiosa, esclavo de la bestialidad y la barbarie”. (p. 33)
Hay una reseña muy buena y muy completa de Jesús Aguado en
elpais.com.
Saadat Hasan Manto, Diez
rupias. Historias de la India. Traducción Rocío Moriones Alonso.
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