“Se me acabó John Fante, ¡qué pena!” Con este expresivo
título abría la última entrada que hacía, hace más de siete años, de un libro
del autor del que había leído, en menos de un año, todos los publicados por
Anagrama además de uno sobre su obra. Inmediatamente después leí los dos
publicados por su hijo Dan.
Se entiende así la ilusión al ver después de tanto tiempo
otro libro de Fante. En este se recogen un conjunto de 18 relatos escritos
entre 1932 y 1959 en su gran mayoría no publicados. Predominan los escritos en
los años 30, es decir cuando el autor no había llegado aún a la treintena, y solo dos son de los cincuenta.
Tratándose de Fante los temas no pueden ser muy variados. Ya
están presentes la familia (en varios es la suya aunque con nombres cambiados)
y sus innumerables conflictos, la pobreza, los problemas de un escritor, la
situación de los inmigrantes (aquí hay más de uno sobre los filipinos) y sus
costumbres, las relaciones amorosas, y, claro, Bandini.
El estilo no puede ser otro que el suyo, esto es, frases
cortas, yendo al grano, buenos diálogos, gran capacidad narrativa, sentido del
humor, etc.
A mí tengo que decir que me han gustado más los primeros,
aunque no sé si la crítica los considerará mejores, y de entre ellos me parece
que el titulado El delincuente es un
magnífico ejemplo de su escritura. También, por los personajes y el momento
histórico en el que se desarrolla, me ha llamado la atención la historia que
cuenta en Mary Osaka, te quiero, un
buen ejemplo de un cierto compromiso con la realidad que vivían los habitantes
japoneses y filipinos en Estados Unidos.
En fin, un buen conjunto de historias contadas por un gran narrador. Recomendable como lo es cualquiera de los libros del autor.
John Fante, Hambre.
Traducción Antonio-Prometeo Moya.
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