Desde luego Kennedy no obtendrá el Premio Nobel de
Literatura, pero me imagino que cuenta con muchos lectores que, como yo, siguen
su obra porque es capaz de contar historias interesantes creando además un
conjunto de personajes creíbles y con los que resulta fácil identificarse.
En esta En
busca de la felicidad se centra en los años cincuenta del siglo pasado, en
la época del macartismo, pero para llegar a ese momento presenta antes a un
personaje, Kate, que cuenta en primera persona su historia actual para ir poco
a poco llegando a conocer a Sara, la auténtica protagonista de la novela, que
contará también en primera persona todo lo que le sucedió en esos años
cincuenta. Además de estas dos mujeres hay otros personajes importantes: Eric,
el hermano de Sara, un escritor y guionista a través del cual veremos actuar lo
peor del macartismo y de la represión en esa época; o Jack protagonista de la
gran historia de amor con Sara que es la base de la novela.
Con estos cuatro personajes perfectamente trazados y
algunos secundarios también interesantes, Kennedy escribe un auténtico novelón
de 600 páginas que se leen no diré que de un tirón, pero sí con ese carácter un
tanto compulsivo que se dice en uno de los fragmentos reproducidos antes.
Además de un magnífico creador de personajes,
Kennedy es también un gran narrador que hace que la trama tenga los giros
suficientes y los momentos de tensión necesarios para mantener viva la atención
del lector en todo momento gracias, sobre todo, a que lo que cuenta resulta muy
creíble hasta en aquello que puede resultar un poco folletinesco, que lo hay.
En esa verosimilitud juegan un importante papel los diálogos que son, además, un
elemento clave para lograr la agilidad narrativa que tienen todos sus libros.
Por otra parte, también suele introducir en sus
historias críticas a distintos aspectos de la realidad. Si en uno de los
anteriores lo hacía con los antiabortistas, aquí se centra en los republicanos,
a raíz del macartismo, y en algunos
comportamientos de la Iglesia católica.
En fin, un libro que se lee con fruición sobre todo
para quien esté dispuesto a disfrutar con historias normales contadas de forma
tradicional. Evidentemente, no estamos ante un creador que busque nuevos
caminos para la literatura ni nuevas formas de expresión, pero para eso ya hay
otros que también merece la pena leer. Creo que lo más importante cuando se lee
es ser capaz de disfrutar e incluso de sentir con lo que se nos cuenta y eso se
puede lograr con muy diferentes formas de escritura.
Douglas Kennedy, En
busca de la felicidad. Traducción Esther Roig.
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