“En un principio no quise publicar este libro porque creía, ingenuamente, que tras la desintegración de la URSS el pasado soviético de Georgia se convertiría tan solo en un amargo recuerdo. Estaba equivocado. Resultó que el pasado puede volver en forma de venganza, especialmente si no somos capaces de dejarlo atrás.” (p. 9)
Desde luego no sé si hubiese sido posible publicarlo
cuando se escribió porque, aunque ya era la época de la Perestroika, el libro es una crítica durísima del régimen
soviético.
La historia que narra es una historia real. En 1983
un grupo de jóvenes georgianos intentó secuestrar un avión para huir de un país,
la URSS, en el que no querían seguir viviendo. El secuestro fracasó y los
jóvenes fueron juzgados.
Turashvili cuenta estos hechos de una manera muy
cinematográfica y me atrevería a decir que con la técnica del documental.
Vemos a algunos de los jóvenes en su vida cotidiana anterior (uno, por ejemplo,
se casa y asistimos a su boda), las relaciones que había entre ellos e incluso
de alguno con su familia. Además, se narran momentos clave del secuestro y del
juicio. Todo ello haciendo gala de una agilidad narrativa realmente notable y
de unos diálogos enormemente expresivos. Es una historia muy interesante, pero
sobre todo está muy bien contada.
Mencionaba antes que contiene una fuerte carga
crítica del régimen. Solo dos ejemplos: uno, menos superficial de lo que
parece, es la importancia que se daba a los pantalones vaqueros, un síntoma de
cómo ya conocían las diferencias con occidente y no solo en lo que al consumo
se refiere; otro, realmente impactante, es que los familiares de un fusilado
tenían que pagar tres rublos por cada bala empleada en el fusilamiento.
Ahora bien, el hecho de criticar el régimen soviético no impide que Turashvili cuestione también lo que hicieron los secuestradores. Así, al final del libro deja la siguiente reflexión:
“No eran héroes. Lo que hicieron es un delito en
cualquier sitio.
Por
consiguiente:
Los
padres, familiares, amigos y conocidos de los secuestradores nunca dijeron que
Gega y sus amigos fueran inocentes y que no tuvieran que responder por lo que
habían hecho. El secuestro del avión era un delito en todas partes, y aún más
cuando acaba con muertes. Los secuestradores se merecían un castigo.
Pero:
Fusilar a alguien que no había matado a nadie es un delito igual que el secuestro, incluso peor.” (p. 176)
La edición se acompaña con un conjunto de fotos en
las que podemos ver a todos los protagonistas. Esto a mí me ha resultado muy
útil para poder seguir mejor la historia ya que algunos nombres son bastante
difíciles y pueden dar lugar a confusiones.
Un libro muy recomendable por lo interesante de la
historia y, sobre todo, por el trabajo del autor para contarla.
Nota sin importancia: El original del texto está en
georgiano y no sé si es de esa lengua desde donde se ha traducido. No se dice y
me ha extrañado ver una par de palabras que no se han traducido ni explicado su
significado en la típica nota a pie de página.
Dato Turashvili, Vuelo
desde la URSS. Traducción Inés Condoy Franco.
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