Como bien se dice en un acertado comentario sobre el
libro: “ha vuelto a reafirmarme en muchas cosas, a
sorprenderme en varias, a cuestionarme en algunas y, por primera vez, también a
incomodarme en bastantes”.
Esa es la experiencia que yo he tenido
durante la lectura de este ensayo. Por momentos me parece que lo que dice es lo
más acertado, por ejemplo sobre el uso del velo; en otros, me hace cuestionarme
ideas que ya últimamente tengo en revisión como, por ejemplo, el
multiculturalismo y en otras ocasiones me parece que está totalmente fuera del
tiempo, como cuando escribe sobre la enseñanza. En este último caso, hace
afirmaciones que contienen una parte de verdad, incluso utiliza textos de
profesores de secundaria, pero se limita a una crítica demasiado obvia sin
entrar en ninguna de las causas por lo que todo eso se produce y quedándose en
la mera anécdota.
Desde luego se trata de un libro
interesante de los que ayudan a pensar y replantearse los temas aunque solo sea
para llevar la contraria al autor lo que siempre es bueno como ejercicio de
higiene mental.
Es el primero que leo de Finkielkraut aunque
he leído alguno de Bernard-Henri Lévy y André Gluksmann con los que formó una
especie de grupo hace ya muchos años. En los tres casos se ha producido una
evolución en parte similar desde el 68 a no se sabe muy bien qué, pero en todo
caso muy alejado de lo que pensaban en sus inicios.
Alain Finkielkraut, La identidad desdichada
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