En poco tiempo he tenido ocasión de leer tres libros
sobre el tema de la Transición: La
Transición contada a nuestros padres de Juan Carlos Monedero, Por qué fracasó la democracia en España
de Emmanuel Rodríguez y El PCE y el PSOE
en (la) transición de Juan Andrade. De los tres he dejado comentario en el
blog y a él me remito, pero sí quiero comentar ahora que los tres coinciden en
dos cosas: un tratamiento bastante desigual de los distintos temas que abordan
y, lo realmente importante, todos se muestran muy críticos sobre cómo se ha contado hasta ahora lo que sucedió
en ese fundamental momento histórico. Todo lo anterior viene a cuento porque
tras la lectura del libro de Morán, reeditado ahora después de su primera
publicación en 1991, la sensación que he sacado es la de que se trata de un
texto que alguna manera está en el origen de estas más modernas versiones de la
Transición.
Hay muchas frases del libro que pueden resumir la
idea clave, pero creo que la siguiente es la que lo hace mejor: “(…) la
Transición debe enfocarse como una derrota. Una derrota de todo aquello que
era, para muchos antifranquistas, objetivos ineludibles del futuro: la libertad
sin oligarquías que la limiten, la transformación social y la política como actividad
abierta de la ciudadanía. Eso que no debe interpretarse de otra manera que como
el patrimonio de la izquierda dilapidado durante el periodo.” (p. 35-36)
El autor partiendo de esta idea base irá desgranando
a lo largo de ocho capítulos y un curioso Epílogo los diferentes elementos que le llevan a esta
conclusión.
El texto está plagado de sugerencias, de
descripciones “a lo Morán” (duras y a veces muy descalificadoras), de análisis
que en su mayor parte puedo compartir y de una visión del fenómeno histórico
que en su momento tuvo que ser muy combatida.
El debate sobre la caracterización del franquismo,
sus afirmaciones sobre la monarquía y sobre Juan Carlos, y, sobre todo, el
capítulo Formación y vocación de la clase política,
son los aspectos que más me han llamado la atención de un libro que
también me parece un tanto desigual en el tratamiento de los diversos temas
teniendo en cuenta, eso sí, que es más un ensayo que un libro de historia.
Es también un libro que resulta a veces un tanto
confuso pues tiene el autor un estilo de escritura que no siempre es todo lo
claro que desearía el lector aunque, en todo caso, sí que es contundente en sus
opiniones que suelen estar bien fundamentadas.
Quiero recoger aquí una idea de Morán que no solo
comparto, sino que he vivido y vivo de la misma forma:
“Es una generación (se refiere a la suya) que no puede escuchar el himno nacional sin que
le chirríen en sus oídos y en su memoria los compases de charanga de esa Marcha Real. Que no puede contemplar la
bandera rojo y gualda sin un sentimiento irreprimible de rechazo histórico. Que
no puede oír con unción el nombre del rey sin una cierta sonrisa de malévola
complicidad, como quien está en un secreto intransferible.” (p.139)
En otro orden de cosas, también quiero dejar
constancia de esta otra frase anticipatoria de procesos actuales:
“Lo único que garantiza la responsabilidad de unos
profesionales políticos, su atención y su permeabilidad, es que existan amplios
sectores que “hagan” política sin querer competir con ellos en la “carrera
política”. Solo las bases ciudadanas pueden evitar la política como negocio,
como empresa; o cuando menos, atenuarla. Entre profesionales es obvio que han
de regir las reglas del mercado, y el fin del mercado es el beneficio
económico.” (p.202)
Un libro de Morán siempre es recomendable pues hable
de lo que hable siempre lo hace de una manera comprometida y poniendo en dedo
en la llaga. Lo mismo sucede en este caso más aún al tratarse de un tema que hoy
está tan en candelero y que genera tantas controversias.
Gregorio Morán, El
precio de la Transición
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