Este joven autor, desconocido para mí hasta ahora, que
nació en Estados Unidos y creció en Nigeria, nos ofrece en apenas 140 páginas
un excelente resumen de cómo es la vida en el país africano. Partiendo de la
visita familiar que un médico psiquiatra en prácticas hace a su país de origen
(realmente se trata por la edad y los años que menciona de un verdadero
trasunto del autor), Cole nos va contando de manera bastante crítica algunas de
las características de la vida en él.
Destaca por encima de todos el tema de la corrupción
por lo extendida que está, ya que afecta a casi todas las facetas de la vida, y
la naturalidad con que la gente la vive. Así, enseguida aparecerá este resumen:
“La exigencia del oficial de migraciones, la
historia del peaje, los policías de Ikeja: a los cuarenta y cinco minutos de
dejar el aeropuerto ya me he encontrado con tres ejemplos claros de
corrupción.” (p. 20)
Las dificultades de la vida en general también están
muy bien resumidas en el siguiente fragmento:
“Dada la combinación de atascos de tráfico –un
problema muy grave en Lagos- y las mil conmociones naturales a que está sometido el nigeriano
medio- policía, atracos, funcionarios públicos, Gobierno, ausencia absoluta de
servicios sociales, escasas
comodidades-, el ambiente está lejos de ser tranquilo.” (p. 63-64)
Evidentemente las críticas las está haciendo alguien
que vive en un país desarrollado, pero no por ello dejan de ser significativas.
Además de lo mencionado, Cole escribe también sobre
los fraudes a través de internet, las tiendas de música que se dedican a hacer
copias piratas de discos también piratas, del caso de un niño de 11 años
linchado y quemado vivo por ladrón o de la cantidad de pandilleros que existen.
Incluso se atreve con aspectos religiosos como en el
siguiente fragmento:
“La Iglesia se ha convertido en uno de los mayores
negocios; ramas y “ministerios” brotan como hongos en cada calle y esquina. Sus
militantes predican una combinación potente de miedo al infierno y amor a la
prosperidad financiera.” (p. 123)
En general, pues, da una visión bastante negativa del
país. Solamente la visita a una entidad privada que ha creado un conservatorio
y un centro para la música le parecen algo para resaltar en forma positiva.
El libro está escrito con mucha agilidad, en forma
muy concisa y se lee de un tirón porque, además, es muy poco lo que se sabe de
los aspectos más cotidianos de este tipo de países.
Este fue el primer libro que escribió Cole. Con
posterioridad ha publicado una novela, ya traducida en la misma editorial, que
ha obtenido varios premios y que habrá que leer.
Hay una buena reseña de José María Guelbenzu en elpais.com.
Teju Cole, Cada
día es del ladrón. Traducción de Marcelo Cohen
No hay comentarios:
Publicar un comentario