El libro de esta periodista y
fotógrafa fue publicado en 2012 y recoge las impresiones de un viaje de diez
días realizado un par de años antes.
Tratándose de un país como Corea del Norte esto no tiene demasiada importancia
pues allí la vida permanece prácticamente igual desde hace lustros.
Quien haya leído alguno de los pocos
libros que se han publicado sobre el tema o haya visto documentales hechos casi
en la misma época, encontrarán pocas novedades en las informaciones que
proporciona Beatriz Pitarch. Sin embargo, merece la pena leerlo por varias
razones. En primer lugar, es capaz de transmitir muy bien aquello que ve y
hacerlo, además, con gran agilidad y desenfado no exento de un cierto sentido
del humor. Por otro lado, tiene la particularidad de contar no solo sus
impresiones sino que incluye bastantes veces la de los miembros del grupo con
el que hizo el viaje. Esta es la principal novedad de este libro con respecto a
los que se han publicado hasta ahora. El grupo estaba formado por gente muy
variopinta y de muy diversa procedencia: un estadounidense incordión, un belga
tranquilo, una argentina, un mexicano rico, una rusa muy joven y guapa y el
propio novio de la autora. Si añadimos los dos “guías” norcoreanos, Kim y Kang,
tenemos un grupo que le da mucho juego a Pitarch para convertir su libro en
algo más que un mero viaje a Corea.
De las informaciones que da me he
quedado con varias que o desconocía o no recordaba. Así: los guías que van a
Cuba a formarse viven en residencias para norcoreanos de las que no pueden
salir y, por lo tanto, no tienen apenas contacto con la población de la isla;
en el museo en el que se guardan los miles de regalos que recibió Kim Il Sung,
el “padre de la patria”, figura uno con el símbolo del PSOE donado por la
Fundación Pablo Iglesias; en las lápidas funerarias se inscriben cuatro fechas:
nacimiento, ingreso en el ejército, primera participación en la revolución y
muerte; y finalmente, la existencia de dos flores, kimilsungia y kimjongilia,
creadas en Indonesia y Japón respectivamente en honor de los líderes cuyo
nombre reflejan.
En fin, un libro bastante entretenido
que puede ser útil sobre todo para quienes desconozcan la situación de ese
país, pero cuya lectura en todo caso proporciona un rato ameno y hasta
divertido a veces.
Beatriz Pitarch, Cerrado 24 horas. Crónica de un viaje a Corea del Norte.
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