Hace poco más de un mes que comentaba el último
libro publicado de Volpi, una espléndida novela muy en la línea de la no
ficción tan en boga hoy y con tan buenos representantes.
Este que ahora comento es inmediatamente anterior y
también se trata de otro espléndido libro al que es difícil adjudicar -tampoco es
que haga falta-, género. Yo esperaba un conjunto de recuerdos y de aspectos
biográficos de su padre, pero me he encontrado con que si bien eso está en el
libro, este es algo mucho más amplio pues contiene desde amplias referencias al
funcionamiento del cuerpo humano, a reflexiones sobre la historia de México,
pasando por aspectos de la vida del autor y críticas a la religión o a las
identidades nacionales entre otras cosas. Realmente el espacio dedicado a
explicar el funcionamiento del cuerpo es quizá el más extenso del libro; de
hecho los diez capítulos se titulan según diferentes partes del cuerpo:
cerebro, corazón, ojo, etc. Tengo que reconocer que he aprendido muchas cosas
sobre este tema aunque también es cierto que de otras no me he enterado mucho.
Como decía, el texto está plagado de reflexiones
sobre la historia de México, pero también sobre temas como el amor, los
colores y el arte, la música (verdadera pasión del autor), el sexo muy
relacionado aquí con la religión (dedica un buen espacio al caso de Marcial
Maciel), la piel, que le lleva a hablar del racismo y la emigración, la
melancolía, la violencia (tan presente hoy en el país), y un largo etcétera.
Reflexiones interesantes y nada dogmáticas de un escritor que demuestra una
amplia cultura y una gran erudición, no muy sorprendente si, como afirma, a los
quince años leía a Freud y a Nietzsche.
Reproduzco a continuación tres fragmentos que
reflejan muy bien su posición ante la política, la identidad y la religión:
“Pero, insisto, lo más grave es que la ideología
neoconservadora o neoliberal, disfrazada de sentido común, egoísmo heroico o
individualismo a ultranza, se ha infiltrado en todas nuestras conductas y hoy
nos rodea por doquier, como si nadáramos en arenas movedizas. Sus valores y
miedos se hallan presentes en el discursos de los grandes medios de
comunicación; en las películas de Hollywood y en la cultura mainstream; en las palabras de los
líderes de la derecha, ultraderecha, centroderecha, nacionalistas, liberales,
libertarios y de la izquierda derechizada; en esa actitud apolítica que
prefiere no intervenir y no manifestarse; y, en fin, en una vida social en la
que la solidaridad y la persecución de la equidad han desaparecido como metas
centrales de la acción política y la discusión pública. Obligado a elegir entre
una postura y otra me declaro, sí, a la izquierda” (p. 107)
“Pocas instituciones
han hecho tanto daño a tantos seres humanos, sobre todo en su sexualidad y sus
deseos, como las religiones, el cristianismo y el Islam de maneras evidentes.
Ambas comparten el horror al sexo libre, es decir, el horror a la libertad
individual.” (p.211)
“¿Qué significa ser mexicano, francés, malayo o
chipriota? Si somos sinceros, no demasiado: haber nacido y crecido en un
territorio particular, tener un pasaporte, haber sido adoctrinado para asumir
ciertas ideas por encima de otras y haber copiado, de modo más o menos
involuntario, las conductas, costumbres y prejuicios de nuestros padres y
vecinos. Todo en nuestro tiempo refuerza esta adscripción tribal y primitiva,
empezando por las Olimpíadas y los mundiales de fútbol con su exaltación de
colores, banderas e himnos.” (p.281)
Reconozco varias coincidencias con el autor. Yo
también estudié con los maristas y recuerdo algunos comentarios sobre posibles
comportamientos inadecuados de algún “hermano”. Soy ateo y también llegué a
serlo tras la lectura de un libro, aunque no del mismo. E igualmente estoy a la
izquierda (o algo así). Eso sí, en lo que se refiere a la salud estoy más cerca
de lo que cuenta de su padre.
Un libro muy interesante y muy bien escrito en
el que no hay ningún punto y aparte lo que en un primer momento asusta un poco,
pero enseguida se supera.
Hay un buen comentario de María Teresa Cárdenas en
eltiempo.com y otro de Jorge Morla en elpais.com.
Jorge Volpi, Examen
de mi padre.
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