En apenas cinco meses este es el cuarto libro que
leo del autor. Esto ya da una idea de cómo en tan poco tiempo se me ha hecho
imprescindible. Tardé mucho en descubrirlo, pero una vez logrado estoy
intentando conseguir el resto de la obra ya traducida. Me encanta lo que
cuenta, pero sobre todo me encanta cómo cuenta las cosas, su gran sentido del
humor, sus vacilaciones, sus notas autobiográficas (nunca termino de saber qué
es cierto y qué no). Solamente ha habido un libro que no me ha gustado, La zona, puede ser que por el momento en
que lo leí o, sencillamente, porque no entré en esos relatos.
Desde luego no es lo que me ha pasado con este Oficio. Esta edición está compuesta en
realidad por dos libros: El libro
invisible, escrito en 1976, y El
periódico invisible, escrito en 1984.
En el primero se recogen sus intentos de publicar en
Leningrado al principio, y posteriormente en Tallin. Ofrece su visión crítica
del mundo cultural soviético, pero sin hacer demasiada sangre; hasta incluye un
informe oficial. También hace un relato bastante kafkiano de los entresijos en
torno a su intento de publicar La zona
en Tallin. Como curiosidad decir que reproduce una crítica que hizo al
concierto que dio el gran pianista norteamericano Oscar Peterson (este forma
junto con Bill Evans el par de intérpretes que me aficionaron al jazz).
La segunda novela se desarrolla toda en Nueva York,
una vez que Dovlátov se exilió, y está centrada en su mayor parte en los
intentos de crear un periódico en ruso para los emigrantes de esa lengua. Todo
se desarrolla en el ambiente de los emigrados rusos del que el autor da una visión
a veces dura, a veces comprensiva y siempre incisiva. Aquí incluye una extensa
carta al director de un diario del exilio ruso que existía desde 1919 en la que
resume muy bien su propio ideario.
Tanto en uno como en otro libro se hacen
numerosísimas menciones de personajes reales. Para facilitarnos su conocimiento
hay un Apéndice final de 30 páginas en el que se cuentan cosas de la mayoría.
Evidentemente, no es necesario estar acudiendo a consultarlo porque como ya se
advierte antes del inicio del libro: “en la narrativa de Dovlátov suele ser
innecesario el conocimiento detallado de las circunstancias reales de los
personajes…”. En cualquier caso se trata de una útil aportación.
Como ya advertía antes, este escritor además del
interés que pueda tener lo que narra, tiene sobre todo el que se deriva de su
forma de hacerlo. Tremendamente dinámico, preciso, incisivo y con un sentido
del humor que en el caso de estos dos libros, sobre todo en el segundo, me ha
hecho reír en alguna ocasión a carcajadas en una serie de textos en los que
bajo el título de Solo de Underwood cuenta
anécdotas, reales o inventadas, y lo que se podrían considerar chistes. Dejaré
dos ejemplos:
“En la Unión
Soviética a los negros se los trataba con respeto y cariño. Recuerdo que se
transmitía por televisión un partido de boxeo. Un púgil del color del betún
luchaba contra un polaco de cabellos rubios. El comentarista de Moscú
puntualizó con sutileza:
-
Pueden
identificar al boxeador de piel negra por el ribete azul celeste de su calzón
corto… (p. 155)
“Liova Drozdov
solía decir:
-
¿Por qué todo el mundo siente un oído tan exagerado por los judíos? Me parece a
mí que los rumanos y los chinos son peores aún…”
(p. 236)
(Ambas citas en cursiva en el original)
También es capaz Dovlátov de hacer descripciones tan
bellas y profundas como esta dedicada a la ciudad en la que, al fin, logró
publicar su obra:
“Nueva York es relajantemente imperturbable y
mortalmente peligrosa. Generosa hasta la prodigalidad y avara hasta lo
enfermizo. Dispuesta a colmarte de beneficios, pero capaz de arruinarte sin la
menor vacilación. Su arquitectura hace pensar en una montaña de juguetes. Es
hasta tal punto horrorosa que alcanza cierta armonía.
Produce la misa impresión estética que un accidente
ferroviario. Pisotea las leyes de la geometría escolar. Burla la gravedad terrícola. Aviva el recuerdo de lienzos cubistas de
tercera categoría.” (.p 173)
Si digo que es un libro recomendable creo que me
quedo corto. Quizá es el que más me ha gustado del autor hasta ahora. Solo me
queda agradecer a la editorial Fulgencio Pimentel su acierto al publicar tantos
libros de un autor que lleva tanto tiempo desaparecido, pero que significa un
tipo bien diferente de lo que se podría considerar la típica literatura rusa.
Hay una completa reseña de Juan G.B., otro gran
admirador del autor, en unlibroaldia.com.
Serguéi Dovlátov, Oficio. Traducción Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea.
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