A pesar de que suelo estar atento
a lo que publica la editorial Cabaret Voltaire, y al hecho de que este es el
cuarto libro que edita de Taia, no conocía al autor. Una pena ya que he podido
comprobar que es alguien que tiene cosas que decir y tiene una interesante
forma de hacerlo.
En este libro habla de lo que
seguramente son los temas que trata también en otros porque deben de ser aquellos
que más le afectan. Así, el trato que se da a los inmigrantes incluidos sus
hijos ya franceses, las dificultades para la integración, la situación política
en Marruecos, el amor homosexual, etc.
Dejo un par de fragmentos en los
que se puede apreciar muy bien el tratamiento que da a estos temas:
“Antoine me ha matado. Cree que
me he convertido en un islamista. Un terrorista en potencia. Un marroquí. Eres
marroquí, ¿no?...
Eso, viniendo de su boca quería
decirlo todo. Marroquí. Pronunciado de la misma manera que los periodistas de
las cadenas informativas cuando hay atentados. Se habla de los presuntos
autores precisando su país de origen. Eran franceses. Son franceses. Se
convierten en marroquíes. Argelinos. Sirios. Tunecinos.” (p. 107)
“Desconfían. Se sobresaltan.
Rechazan, sin sentirse culpables por ello, al otro, a los otros. En el metro es
aún peor, te asesinan con la mirada.” (p. 111)
En el libro parte de la anécdota
de la relación del protagonista, Munir, un marroquí que vive en un buen
apartamento de 45 metros cuadrados, con su vecina del piso de arriba Madame
Marty, una señora de 80 años que vive en tan solo 14 metros y que, según Munir, le molesta permanentemente
con sus ruidos. A pesar de ello establecerán una buena relación en la que se
hacen confidencias. Él le cuenta sus amores y ella la historia de su hermana
que fue represaliada tras la guerra por haber tenido relación con soldados
alemanes. Aparecen también Antoine, un policía, y una prima de Munir que se
comunica con él desde Bruselas por Skype.
Con todo, lo importante, lo que
más me ha gustado del libro, es la manera de construir la historia y de narrarla que tiene Taia. Cada capítulo está
dedicado a un personaje o a una situación y narrado a través de diálogos y
monólogos muy bien elaborados.
Sobre el autor y el libro dice un
buen conocedor de su obra como es Luis Antonio de Villena:
“El drama de sus últimos libros
-también de Una vida lenta- es la de
un árabe marroquí que vive en París (porque Marruecos sigue sin aceptar la
homosexualidad, pese a que allí se practique tanto) y que no logra ni puede
sentirse francés, aunque escribe en esa lengua, y siente cada vez con más
fuerza el llamado de una cultura islámica. Taia no es francés y acaso ya no del
todo marroquí, aunque esa sea su raíz, y se debate por tanto entre dos mundos.
(…)
Abdelá Taia, un escritor refinado
y de muy buen tono, aunque menor, sigue esa saga de fondo autobiográfico, que
incide en el problema de la mala colonización francesa, que al rehuir el
mestizaje (que se da en España y en Portugal) desdeña a unos nativos que
pretende asimilar y al par infravalorar.”
Un libro que merece le pena leer
porque plantea temas muy interesantes y actuales haciéndolo además con un buen
estilo.
Adelá Taia, La vida lenta. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.
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