Un buen ejemplo de
cómo bastan 137 páginas, en pequeño formato y con no demasiado texto al incluir
bastantes fotografías y dibujos, para crear en el lector una buena serie de
sensaciones y emociones. Eso sí, este tiene que ser alguien para quien los
libros sean una parte importante de su vida. Digo los libros y no la lectura
porque desde que existe el libro digital se puede dejar de establecer la
relación con los libros de la que habla Marchamalo.
El librito se divide
en cinco capítulos cuyo enunciado deja ya muy claro el contenido. Son: Vivir con libros, El orden y el concierto,
Cómo deshacerse de 500 libros, Un libro cada treinta segundos y Libros esguardamillados.
En definitiva,
cuántos libros tener, cómo ordenarlos, de cuáles deshacernos, cómo tratarlos,
etc. Además, el autor cuenta un montón de anécdotas y nos muestra las
bibliotecas de algunos escritores (impresionante, por cierto, la foto de la de
Cabrera Infante).
Algunas frases del
libro son una buena muestra de lo que se
puede encontrar en él.
Sobre el significado
y el valor de los libros:
“Los libros delimitan
nuestro mundo, señalan las fronteras difusas, intangibles, del territorio que
habitamos. Hablan no solo de los lectores que somos y de los que fuimos en su
momento, sino de los lectores que quisimos ser, y en los que finalmente no nos
convertimos.” (p. 26)
(Me parece especialmente interesante y llamativa esa idea de lectores
que “quisimos ser”)
“Octavio Paz nunca
consiguió sobreponerse al incendio de sus libros. Porque con los libros se
quemaron las historias, los personajes, los lugares. Con los libros ardieron
las dedicatorias, las anotaciones en los márgenes, las erratas corregidas a
mano. Con los libros ardieron las tardes luminosas en las que los había leído,
el olor del papel, el orden de las estanterías, el tacto de los amigos a los
que se los había prestado.” (p. 133)
“Una verdad
indiscutible es que los libros, en general, otorgan cierta autoridad cultural,
dotan de prestigio a sus poseedores y son un signo de aspiración intelectual.”
(p. 70)
“También los libros
aportan soluciones decorativas, dan tono a una casa y abrigan en invierno, por
supuesto.” (p. 71)
Sobre la cantidad de
libros:
“Umberto Eco cuenta
que una periodista visitó su casa y le preguntó respecto a la cantidad de
libros que tenía, ya saben: “¿Los ha leído usted todos?”. A lo que Eco
respondió que por supuesto que no, que cualquier lector mínimamente entrenado
sabe que hay libros que hay que leer y libros que hay que tener.” (p. 89-91)
“O eres un tipo
famoso (…), o quitarse los libros de encima puede llegar a convertirse en una
auténtica pesadilla.” (p. 81)
“(…) el poeta
Francisco Pino los tiraba directamente a la basura.” (p. 85)
Lo que se dice en
estas dos últimas frases lo he tenido que padecer y practicar este mismo año al
no ser, obviamente, un “tipo famoso”. Ninguna institución aceptaba la donación
de unas buenas colecciones de libros de Historia de España, Relaciones
Internacionales, Antropología, Filosofía o Sociología. “No tenemos capacidad
para almacenarlos,” me decían. Al final, algunos exalumnos y excompañeros de
trabajo se llevaron unos trescientos más o menos, una librería de libros de
segunda mano se llevó el volumen fundamental ¡sin cobrarme nada por ello! y,
finalmente, otro grupo terminó como los del poeta Francisco Rico, sí, ¡en la
basura!
De esos temas apenas
me quedé con algunos ejemplares bien por lo que hubieron podido significar o
bien porque forman parte de “los que hay que tener”.
En cualquier caso, es
una experiencia que no le deseo a nadie. Lo pasé fatal. Ha sido como
desprenderse de trozos de vida, deshacerse de vivencias que fueron en su día muy fuertes. Una pena, pero algo
que estoy seguro que le pasa a bastante gente ya que la acumulación de libros
llega un momento que resulta también algo agobiante y es inevitable la
eliminación. (No en balde hay un capítulo en este librito sobre el particular).
Pero volviendo al
texto de Marchamala, me ha gustado mucho lo que escribe sobre libros
abandonados o malditos -aunque no coincida con él en mis preferencias-, o sobre
libros dedicados –aunque, si no recuerdo mal, solo tengo uno dedicado por
Martín Caparrós porque siempre me ha dado apuro acudir a los escritores para
obtener esa firma.
Claro, hablar de
libros es también hablar de lectura y nada mejor para cerrar el comentario de
este estupendo librito que la siguiente cita:
“La maldición de los
que no leen, dijo en una ocasión el raro, el despechugado de Houellebecq, es
que deben conformarse con la vida.” (p. 33)
Recomiendo la lectura de este texto a todos
aquellos que “posean” libros y disfruten viéndolos y tocándolos.
Hay una buena reseña
en librosdecibola.wordpress.com.
Jesús Marchamalo, Tocar los libros.
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