miércoles, 12 de mayo de 2021

Entre el ensayo y la ficción



Conocía a la autora por un libro que leí hace dos años y que estaba en las antípodas de este pues se trataba de un thriller, eso sí, muy bien escrito. Ahora se traduce este que en palabras de un medio sueco, Vasabladet:  “Crea un delicado equilibrio entre el ensayo, la autobiografía y la autoficción y encuentra su voz en el híbrido entre ambos registros”. (Reproducido por la editorial en la contraportada.) 

Equilibrio inestable me atrevería a añadir. Ramqvist cuenta en este libro su búsqueda de unos sucesos de 1541 en los que una mujer, Marguerite, fue expulsada de un barco junto con su criada y un marinero con el que, al parecer, había tenido una relación. El barco lo capitaneaba el tutor de Marguerite y la zona donde se los dejó abandonados es una isla en la costa nororiental del actual Canadá.

La autora se interesa por la historia y se dedica a una búsqueda de información en las pocas fuentes que existen de esos hechos. Para ello viajará a París y luego al castillo del caballero que capitaneaba el barco. También irá a Nueva York para indagar en sus bibliotecas y lo mismo a California.

En esos viajes le acompaña su hija lo que le da pie a mostrar algunos aspectos autobiográficos y a algunas reflexiones sobre la familia, aunque el núcleo fundamental de sus reflexiones está centrado en la escritura y en el  complejo proceso de creación. Un ejemplo:

 

“Escribir era una forma de explorar lo humano, de investigar esa vida en la que todo el mundo parecía participar; al mismo tiempo, era un modo de librarse de ella, de no tener que necesitar a otros y obedecer las mismas leyes implacables que todo el mundo obedece, y que regula la pérdida y la vulnerabilidad. Sin embargo, también era una forma de no tener que ser mujer; de ver, en lugar de que me vieran. Gracias a la escritura podía visitar los lugares que me viniera en gana impunemente y sin ser vista, en ocasiones; lugares físicos y emocionales, los escenarios de las experiencias, sin tener que estar allí de verdad, sin tener que someterme a las normas que regían en ellos, puesto que no les debía lealtad”. (p. 84-85)

 

Antes hablaba de equilibrio inestable entre los diferentes elementos del texto. El libro tiene un aspecto que no solo es original, sino que es muy atractivo: consiste en que Ramqvist va dando a conocer la historia de Margurite a la manera de un escultor cuando obtiene la figura que desea: “sacándola” de un bloque de piedra, esto es, que al final llegamos a saber lo que la autora llegó a saber, pero nos lo va mostrando en pequeñas dosis. Esto es algo interesante y que está muy bien desarrollado a lo largo del libro, pero tiene un problema, al menos en mi opinión, que es el excesivo espacio que dedica al análisis y crítica de las diferentes fuentes que maneja. Esto ocupa una buena parte del centro de la novela y resulta por momentos tedioso, aburrido y carente de interés. Es el típico trabajo que hace cualquier investigador sea historiador o periodista, pero creo que es muy excesivo contado en un libro como este.

En ese proceso de indagación, además, a veces hay referencias a temas que el lector aún desconoce por esa forma que ha elegido la autora de darnos a conocer lo que le sucedió a la protagonista.

Por todo lo dicho, el libro me parece bastante irregular. Hay partes que se leen con verdadero interés, momentos emocionantes cuando empezamos a atisbar qué pasó y por qué, reflexiones oportunas sobre el proceso de la creación literaria, algún apunte también interesante sobre trabajo y familia, etc., pero también otros que resultan bastante prescindibles y en los que es fácil que el lector pueda llegar a perderse, al menos a mí me ha pasado.

Quizá algo de esto tenga que ver con esta afirmación de la autora:

“Yo era una mujer que dedicaba sus días a pensar en otra mujer y en el modo en que esa otra mujer pensaba en un hombre. Para mí se había convertido en algo normal.”. (p. 209) 

Este cierto carácter obsesivo es el que se transmite al comentar las fuentes.

Para terminar el comentario quiero reproducir un fragmento que me ha llamado la atención por lo bien que expresa algo que siempre he sentido cuando he visto reproducciones de mapas antiguos:


“Recordaba que siempre quise saber cómo habrían procedido los primeros cartógrafos. ¿Cómo podían forjarse una imagen tan clara de la tierra? Aún resultaba difícil comprender cómo estaba organizado todo, los territorio y los mares y las islas y las cadenas montañosas, y daba vértigo pensar en cómo quienes todavía teníamos posibilidad de movernos a nuestro antojo podíamos desplazarnos por todos esos territorios a toda velocidad”. (p. 132-133)


Por cierto, es un libro que está muy en la línea de lo que hace Javier Cercas con la única diferencia, quizá, que aquí el objeto de estudio es algo sucedido en el siglo XVI y Cercas trabaja sobre cosas y casos más recientes, pero su trabajo es muy parecido.

 

 Karolina Ramqvist, La cazadora de osos. Traducción Carmen Montes Cano.

 

 

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