Márai es uno de mis escritores favoritos; de hecho figura en
sexto lugar en la sección que dedico a este tema. Sin embargo, no hay
demasiados libros comentados en el blog porque los leí antes de crearlo en
2009. También es significativo que, en la relectura que estoy haciendo de
libros que me gustaron mucho en su momento, el siguiente en la lista es Confesiones de un burgués, las
magníficas memorias de Márai. Por todo ello, cuando vi que se publicaba este
librito no dudé en comprarlo aunque siempre queda la duda de si no se estarán
pasando y aprovechando para publicar obras más o menos intrascendentes de
autores que han tenido buenas ventas.
Desde luego no es este el caso. Esta novela corta, o relato
largo, tiene los suficientes ingredientes para interesar al lector y hacerle disfrutar con la escritura de este autor. El libro tiene 104 páginas y está
dividido en tres partes. En la primera vemos crecer a Otto, el protagonista,
desde que “nació a los diez meses y con dientes” hasta que se traslada de joven
a Berlín. En la segunda se convierte en matarife y luego participa como
soldado en la primera guerra mundial donde practica la violencia sin ningún
remordimiento. En la tercera vive como puede en el Berlín de la posguerra.
Otto se nos presenta como un niño con dificultad para
relacionarse y sentir empatía y, al mismo tiempo, alguien que con solo diez
años tras ver a su abuelo matar de un hachazo a un buey:
“Lo embargó una turbia satisfacción por el exitoso
sacrificio del animal, algo sobre lo que no cabía duda, pero también por la
matanza en sí, por el hecho de matar, que se le reveló como un acto
incondicionalmente positivo: la solución definitiva de un problema”. (p. 26)
Es mejor no contar más porque Márai va graduando muy bien
los pasos dados por su protagonista.
Desde luego quien conozca al autor no debería perderse este
relato, y para quienes no lo conozcan me parece una buena introducción al
estilo y la forma de narrar de uno de los grandes escritores centroeuropeos del
siglo XX.
Sándor Márai, El
matarife. Traducción Mária Szijj y José Miguel González Trevejo.
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