Desde luego no es muy habitual encontrarse con textos como
este que, en forma de reportaje, hacen un trabajo antropológico de primera
magnitud. El autor es un periodista, escritor y fotógrafo que, como explica al
final del libro, pasó cerca de un año en las seis visitas que hizo entre 2014 y
2017 al poblado de Lamarela situado al sur de la isla de Lembata que es una de
las miles de islas que forman parte de Indonesia y que está a más de 1.500
kilómetro de Yakarta.
Los habitantes de este lugar se dedican a la caza de las
ballenas, cachalotes principalmente, aunque también cazan mantarrayas,
tiburones y peces voladores. Tienen, además, la particularidad de que lo hacen
utilizando las técnicas tradicionales por lo que respecta a las embarcaciones,
que son a remo, y a los arpones, si bien
últimamente han empezado a aparecer los motores fuera borda que, eso sí, solo
los utilizan a veces para acercar las barcas a remo a los cachalotes.
Bock hace una descripción muy precisa de la vida de las
gentes del poblado, el libro tiene más de 400 páginas, y para ello se centra en
una serie de personas tanto jóvenes como mayores que convierten el texto en
algo más que un reportaje meramente antropológico a la vieja usanza.
Hay momentos muy brillantes, como las descripciones que hace
de la actividad de la caza y en particular la odisea que sufrió una tripulación
tras perderse persiguiendo a un cachalote (esta es una historia que a él le
contaron pues sucedió mucho antes de llegar él a la isla); también hay momentos
muy emotivos y tiernos tanto en las relaciones personales como en las
familiares (estos centrados en el cuidado de los mayores), y no faltan las
reflexiones del autor sobre la evolución que están sufriendo y los conflictos
que surgen entre la tradición y la modernidad.
Uno de los aspectos interesantes del libro es la presencia
del catolicismo en una sociedad que rinde culto a los antepasados. Fruto de esa
mezcla son momentos como el que se refleja en el siguiente fragmento:
“Marsianuns pidió a los fantasmagóricos Antepasados,
reunidos para asistir a la ceremonia, que regresasen al cabo de dos días para
el Llamado a las Ballenas, y seguidamente los instó a retirarse. Cuando la Cruz
del Sur parpadeó en el firmamento dejándose ver entre las nubes de la tormenta
seca, los balleneros rezaron un padrenuestro”. (p. 255)
Otras cosas que me han resultado curiosas son, por ejemplo:
que Ben, un joven de una de las tres familias que protagonizan el libro, no
pueda casarse pese a tener ya dos hijos con su novia al no poder ofrecer la
dote que le pide la familia de ella; el hecho de que la tasa de intercambio en
el mercado que se celebra para intercambiar, mediante trueque, productos con la
gente de los pueblos agrícolas de la montaña, no ha variado en siglos; o los
intentos de asimilación de las autoridades indonesias para integrar a estas
gentes haciéndoles pagar impuestos.
En fin, es un libro muy interesante y muy entretenido que,
además, está escrito con una gran agilidad. Un texto en el que el narrador
apenas aparece ya al final cuando hace las reflexiones que mencionaba antes.
La edición se completa con un buen glosario, una útil
relación de los personajes y sus familias y la posibilidad de acceder a un
archivo de fotos que son muy buenas.
También se puede entrar en YouTube donde hay algunas
grabaciones de la caza de las ballenas que ayudan a entender mejor lo que se
lee en el libro.
Al principio asusta un poco la dificultad para seguir los
nombres de los diferentes elementos que se utilizan para la caza e incluso los
nombres de los habitantes, pero en poco tiempo se termina conociendo todo.
Hay una buena reseña de Ricardo Martínez en culturamas.es
Doug Bock Clark, Los
últimos balleneros. Traducción Miguel Antón.
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