Hace ya más de
once años que hacía una entrada sobre Khadra dentro de la sección de Mis
autores favoritos. Desde entonces he seguido leyendo todo lo que se traducía de
este magnífico escritor argelino (publica bajo pseudónimo) afincado en Francia
desde hace muchos años.
De los más de
quince libros leídos solo recuerdo un par de ellos que me hayan defraudado.
Khadra, tanto en su versión como escritor de novela negra como en la que toca
temas relacionados con la situación de su país de origen, es un escritor que
despierta el interés del lector y es capaz de mantenerlo todo el tiempo. Es muy
buen narrador y tiene gran fuerza expresiva cuando el tema lo requiere.
La novela que
hoy comento se sale un tanto de su tradición. Por un lado, por su extensión
que, con sus 476 páginas, creo que es la más extensa que conozco de un autor
que solía escribir novelas de tamaño medio. Por otro lado, se trata
fundamentalmente de una novela de aventuras situada en la Argelia de 1914 a
1938 aproximadamente. Su protagonista y narrador, Yacín, cuenta los diferentes
avatares por los que pasó en esos años desde su participación en la Primera
Guerra Mundial sustituyendo al hijo del jefe de su aduar hasta terminar en la cárcel en los años 30. En medio le
sucederán todo tipo de desgracias y tendrá también buenos momentos. Vivirá en
Orán, en alguna ciudad más pequeña y, durante bastante tiempo, en la hamada (el desierto pedregoso) con un
grupo que quiere hacer la revolución contra la potencia colonial.
En ese largo
periplo, Khadra tiene ocasión de
criticar las desigualdades provocadas por la presencia francesa, pero
también de mostrar los sentimientos de amistad, fraternidad o lealtad.
El libro está
dividido en cuatro partes. Me han gustado sobre todo las dos primeras por el
tratamiento que hace de la Primera Guerra Mundial en la primera parte y por lo
interesante que resulta todo lo que le pasa en la vuelta al protagonista. La
tercera, la más típica de una novela de aventuras, la he encontrado demasiado
extensa y en algunos momentos aburrida. En la cuarta, la más corta, vuelve en
parte el interés.
Una novela que
está bien, que merece la pena leer, pero que no está ni mucho menos entre las
mejores del autor, un autor, por cierto, al que creo que debo de releer porque
tiene una primera época que me parece que es donde está lo mejor de su
producción.
Sobre la
edición habría que decir que hubiese sido útil explicar en notas a pie de
página los términos escritos en cursiva.
Yasmina Khadra,
Los virtuosos. Traducción Wenceslao-Carlos
Lozano
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