“Es un texto admirable. Por supuesto, la dureza del discurso nos sedujo,
pero también su humanidad, su voluntad de expresar la desnuda violencia con una
terrible sencillez. (…)
Su carácter extrañamente poético nos desconcertaba. La autora consigue,
efectivamente, conciliar lirismo y barbarie.” (p.105)
“En este texto, muy trabajado, la sucesión de episodios no está marcada por
ningún encadenamiento lógico. Las palabras son imágenes, y las imágenes nos conmueven. Éstas, a veces
salpican, a veces afloran, pero la escritura, sobria, conserva siempre su
fuerza evocativa.” (p.107)
Ambos textos pertenecen al Posfacio de Sylvie Jedinak y me ahorran gran parte del
comentario porque reflejan perfectamente en qué consiste el libro.
Sin embargo, me gustaría comentar un par de cosas. Por un lado, tiene este
librito -pues no llega ni a las 80 páginas y no siempre completadas- el interés
de estar escrito por una deportada francesa lo que no es muy habitual en la
literatura sobre el tema y, sobre todo, por otro lado, recuerda lo mejor de los
mejores libros sobre los campos de concentración, esto es, tocando todos los
temas a veces simplemente dedicándoles una línea, lo hace con una sensibilidad
realmente notable no exenta a veces de una cierta crudeza. (Aquí se impone el recuerdo del gran Primo Levi, mi autor preferido sobre la Shoah)
Tengo que reconocer que siendo uno de los temas de los que más he leído,
pocas veces me he emocionado tanto como con algunos pasajes de este libro.
Odette Elina, Sin flores ni coronas.
Auschwitz-Birkenau, 1944-1945
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