Como se afirma en la contraportada, una auténtica delicia de libro; un
texto de esos que se disfrutan desde el principio hasta el final. En 1960, a
los 58 años, Steinbeck decide encargarse una especie de caravana y realizar un
largo viaje, 16.000 kilómetros, acompañado de su perro para conocer mejor el
país y sus gentes después de haber escrito bastante sobre ambos. De hecho, ya
había publicado la mayor parte de su importante obra. Dos años después le concederían el premio Nobel de literatura.
Con este libro no creo haber aprendido demasiado de los estadounidenses ni
de su país, pero sí de la enorme capacidad narrativa, así como de la fina
ironía y sentido del humor, de su autor. Un ejemplo de esto último:”…hasta
escondido en el piso de arriba te comunica que está rezando para que te vayas”
(Claro que se trata de un gato).
Infinidad de momentos son los que se pueden resaltar del libro: bebiendo
con francocanadienses que van a USA a recoger patatas, el incidente con la
policía de fronteras por el perro, el aprieto en que le ponen un padre y un
hijo para que tome partido en su discusión sobre si el segundo debe de ser o no
peluquero, aguantando un sermón en una ciudad de Vermont, etc.
También son interesantes algunas reflexiones de Steinbeck sobre diferentes
aspectos como: la utilización de los rusos como objeto de descarga emocional, el
racismo a partir de su presencia en Nueva Orleans en pleno incidente por el
inicio de la escolarización de los negros en escuelas no segregadas (es un
momento del libro en el que abandona cualquier sentido del humor y se pone
realmente serio e incluso diría que se enfurece), sus críticas al crecimiento
desmesurado de las ciudades y los atascos de tráfico consiguientes (¡en 1960!),
etc.
En fin, un libro totalmente recomendable para disfrutar leyendo a uno de
los grandes autores estadounidenses del siglo xx.
Pongo a continuación dos frases del libro; una, verdadera confesión del
autor, con la que me identifico
totalmente y la otra para darnos cuenta de que algunas cosas ya estaban
descubiertas hace mucho tiempo.
“(…) en estos tiempos de obsolescencia planificada” (p.56)
“Además, confieso sin el menor recato que soy un mirón incorregible. Jamás
he pasado por delante de una ventana sin persianas o visillos sin que hay
mirado por ella, jamás he hecho oídos sordos a una conversación que no era
asunto mío”. (p.128)
Por cierto, no hace mucho comenté otro libro estupendo de viajes de otro
gran escritor estadounidense, Paul Theroux
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