Segundo título de la trilogía y tercero que leo de
la autora en muy poco tiempo. Me gustan las historias que cuenta y me gusta
cómo lo hace. Como bien dice José María Guelbenzu en su reseña en elpais.com
“¿Dónde está la importancia de este libro? Edna
O’Brien escribe de manera directa, sin virtuosismos e innovaciones, con una
escritura tradicional. Por tanto, todo el esfuerzo está puesto en su
insobornable y penetrante mirada, un don que desemboca, de primeras, en la
naturalidad expresiva.”
Esa naturalidad expresiva creo que es su mayor
virtud aunque me da la impresión de que,
precisamente, en este libro hubiera necesitado algo más de garra en algunos
momentos.
Continúa, lógicamente, la historia de las dos
jóvenes protagonistas. Ahora, será Kate
la principal y seguirá buscando el amor, como en la anterior entrega, en la relación con un hombre mayor que ella y
divorciado. Esto dará pie a los aspectos más interesantes del libro. Como dice
en su magnífico y muy completo comentario devoradoradelibros.com:
“O’Brien, como Jaffe, revalorizó el universo
femenino de la mujer joven cuando el feminismo aún tenía mucho recorrido por
delante, de modo que la novela sobresale, más allá de su valor literario, por el
retrato sociológico de una generación que se atrevió a desobedecer a sus
mayores y abrió, con este paso, las puertas de un futuro lleno de
oportunidades.”
En esta aventura tan rompedora en la Irlanda de los
cincuenta están los mejores y los peores momentos de la novela. Por un lado,
hay dos capítulos en los que se produce el intento por parte de su familia para
que abandone ese amor. En uno, realmente
magnífico, el padre envía al cura del pueblo para convencer a Kate, y en el
otro será el padre con otros familiares quienes acudan al domicilio donde vive
para llevársela al pueblo. En ambos se da un gran retrato de la religión y la
tradición en ese país. Por otro lado, sin embargo, la propia historia de ese
amor resulta a veces algo tediosa por lo insistente y por la escasa entidad del
protagonista masculino.
Por todo ello, aunque tiene, sobre todo en la
primera parte, un gran sentido del humor y esos interesantes capítulos, a mí me
ha gustado menos que el primer libro de la trilogía. Ese tiene más vida y más
variada intervención de personajes secundarios de interés.
En todo caso, un libro recomendable que se lee con
mucha facilidad, que muestra una época y unas situaciones que también se daban
prácticamente de la misma forma en nuestro país, pero también tengo la
impresión de que ha notado algo el paso del tiempo.
Edna O’Brien, La
chica de ojos verdes. Traducción de Regina López Muñoz.
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