Hace ya tiempo que me intereso especialmente por los
escritores de la Europa Central y Oriental. Dentro de este grupo los húngaros
son quizá los que más conozco y los que más me gustan. No sé si será por su
lengua o por su historia, el caso es que suelen contar cosas interesantes, muy
bien narradas y con personajes bastante complejos.
Móricz, como la mayoría de los que he leído, es un
escritor de la primera mitad del siglo pasado, murió en 1942. Aquí nos cuenta
una historia que sucede en los primeros noventa del siglo XIX y que tiene como
protagonista a un niño de once años. La anécdota no es especialmente relevante,
lo verdaderamente interesante del libro es la vida en el internado en el que
estudia y las diferentes familias que aparecen con las que refleja muy bien
cómo era la vida y las relaciones familiares en un hogar burgués. (En algunos
momentos me ha recodado algo las Confesiones
de un burgués del también húngaro Sándor Márai).
Me ha costado un poco entrar en la novela por el
ritmo que emplea el autor, pero una vez acostumbrado he disfrutado mucho con su
lectura sobre todo con los pasajes en que
habla de las clases en el internado, de las relaciones entre profesores y
alumnos, y de estos entre sí.
El conjunto de personajes que retrata el autor es
bastante completo pues va desde el protagonista, Misi, que proviene de una
familia humilde de provincias y que
estudia gracias a una beca, hasta varios de sus compañeros que pertenecen a la
burguesía de la ciudad en la que se encuentra el internado.
También va dejando Móricz algunos retazos de crítica
como se puede apreciar en los dos siguientes fragmentos sobre el sistema
educativo uno, y el papel asignado a la mujer el otro:
“Las clases particulares terminaron siendo un suplicio;
a Misi se le secaba la garganta de tanto preguntar. Profesor nato, prefería
instintivamente formular veinte mil preguntas a dar una explicación: quería que
el alumno dedujera por sí solo la lógica del lenguaje.” (p. 120-121)
“Cuanto más estudia una muchacha peor le va porque
solo crecen sus expectativas y, en el fondo, no va a llegar a nada…” (p. 129) (Lo dice Viola, la hermana mayor de una amiga
del protagonista).
Un libro bastante recomendable.
Hay una buena reseña de Rafael Narbona en
elcultural,com.
Zsigmond Móricz, Sé
bueno hasta la muerte. Traducción Judit Faller y Andrés Cienfuegos
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