Esta novela está considerada por muchos como la
mejor de la autora. Desde luego se trata de una obra magnífica. Desde que a
principios de este año descubrí, es verdad que muy tarde, a Ginzburg, este es el cuarto libro que leo
en apenas cuatro meses. Todos me han gustado mucho y este es desde luego el más
completo (también es el más extenso).
Los textos de esta autora, aparentemente sencillos,
muestran la complejidad de las relaciones personales y familiares. Una vez que
te metes en la historia quedas atrapado por ella entre otras cosas por la forma
en que está narrada.
En palabras de la prologuista de este libro Elena
Medel:
“Qué sencilla la prosa de Natalia Ginzburg, con qué
palabras nuestras –las de la conversación, las del secreto- entrelaza sus
relatos. Qué compleja, a la vez, a la hora de hilar varias novelas diferentes
–la emocional, la social- en una misma novela (…)” (p. 11)
En esta novela nos cuenta la historia de una serie
de personajes pertenecientes a dos familias durante el período que va más o
menos desde mediados de los años treinta hasta el final de la Segunda Guerra
Mundial. Tanto el trasfondo del fascismo como el de la guerra están
magníficamente presentados. Pocas alusiones, pero muy bien introducidas en la
trama de la novela.
Aunque hay un personaje, Anna, que va marcando los
principales momentos de la historia, la obra tiene un protagonismo colectivo y
todos los miembros de ambas familias así como sus maridos y mujeres aportan
aspectos relevantes.
A mí me ha recordado en algunas escenas el
neorrealismo tan en boga en el cine italiano por aquellas fechas (el libro está
escrito en 1952). También me han venido
a la cabeza, sobre todo en la segunda parte de la novela, cosas que cuenta Carlo Levi en su novela
autobiográfica Cristo se paró en Éboli.
Una novela muy completa que tiene la gran virtud de
que veamos cómo vivía la gente bajo el fascismo y durante la guerra sin que, al
menos aparentemente, ese sea el tema
principal.
Un libro totalmente recomendable como todos los de la
autora. Veo además que la editorial Lumen sigue publicando su obra por lo que
no será este el último que aparezca comentado en el blog.
Por cierto, la traducción, como sucede con otros
libros de esta autora, está hecha por Carmen Martín Gaite lo que la hace más
valiosa aún.
Muy buena reseña como siempre en
devoradoradelibros.com. También hay una interesante entrevista con la autora
del Prólogo, Elena Medel, sobre la obra de Ginzburg en letraslibres.com.
Natalia Ginzburg, Todos nuestros ayeres. Traducción Carmen Martín Gaite.
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