El adoctrinamiento
Si hay un concepto que está teniendo recorrido
últimamente es este, el adoctrinamiento. Hay un partido político,
Ciudadanos, que lo tiene como verdadero leitmotiv desde su fundación y un
diario, El Mundo, que ha hecho de él
su campo de batalla contra el catalanismo ya sea cultural o político. Hace solo
unos días, sin ir más lejos, Albert Rivera presentaba un proyecto de ley para
crear una agencia que luche contra el adoctrinamiento que, según ellos, se está
produciendo en Cataluña y no solo en la educación sino incluso en la
programación infantil de algunas televisiones. Creo que a un tema tan
importante y tan grave merece la pena que le dediquemos algunas reflexiones y
muchas, muchísimas, matizaciones y aclaraciones. Nos jugamos mucho en este
envite.
Comencemos por acudir al diccionario de la RAE para tener
claro de qué hablamos cuando empleamos este concepto:
Adoctrinar. Inculcar a alguien determinadas ideas
o creencias.
Inculcar
2. Repetir con empeño muchas veces algo a
alguien.
3. Infundir con ahínco en el ánimo de
alguien una idea, un concepto, etc.
Ahínco. Eficacia, empeño o diligencia grande
con que se hace o solicita algo.
Si atendemos a las distintas definiciones, podemos
concluir que hablamos de adoctrinamiento cuando de forma deliberada se repiten
determinadas ideas y conceptos con la intención de influir en los otros.
Teniendo todo esto en cuenta, creo que se puede hablar de
diferentes formas de adoctrinamiento con efectos también diferentes y, sobre
todo, lo más importante, con diversos orígenes. Vamos a verlos en referencia
solo a la educación.
En primer lugar, está el que yo llamaría adoctrinamiento “institucional” o adoctrinamiento “invisible”. Este lo realizan la
escuela y los profesores de manera más o menos inconsciente e involuntaria. Los
alumnos entran a las aulas para iniciar su jornada laboral a partir del sonido
de un timbre o similar y de la misma forma la terminarán. Los retrasos tendrán
algún tipo de sanción y las ausencias tendrán que ser debidamente justificadas
incluso con certificado médico en algunos casos. Durante la jornada tienen
siempre delante un jefe, el profesor, que les dirá en cada momento lo que
tienen que hacer y controlará que lo hagan. La falta de atención y el bajo
rendimiento tendrán también su correspondiente correctivo en forma de sanción o
bajada de sueldo (la nota). Y esto un día tras otros a lo largo de un período
de tiempo variable, pero en cualquier caso muy largo. ¿Qué se consigue con
ello? Creo que no hace falta aclararlo demasiado. Está claro que el alumno se
va adaptando poco a poco a un sistema similar en parte al que tendrá en el
mundo laboral. ¿Podemos hablar aquí de adoctrinamiento? Hay repetición, es
deliberado y se pretende influir en comportamientos, actitudes e ideas, por lo
tanto la respuesta no puede ser otra que sí. De esta función del sistema
educativo se habla poco o nada. Yo tuve ocasión de escucharla por primera vez
cuando hice el CAP (Curso de Aptitud
Pedagógica) y tuve como profesor de Sociología
de la Educación a Mariano Fernández Enguita. Luego lo he leído varias veces
sus libros y artículos. En clase lo he comentado muchas veces con los alumnos e
incluso he hecho ejercicios para demostrar hasta qué punto el timbre y yo
éramos los dos ejes vertebradores de su vida laboral. Lo entendían
perfectamente. Hay quien llama a esta forma de adoctrinamiento “preparación
para la vida”.
En segundo lugar, está lo que podríamos llamar el
adoctrinamiento “ideológico” que es
el único al que se refieren tanto Ciudadanos como El Mundo, pero se refieren a él en “versión reducida”. ¿Por qué
digo esto?. Este tipo de adoctrinamiento se puede dividir en dos muy diferentes sobre todo por
sus orígenes y efectos.
Por un lado, el “legal”
o también “administrativo”. Me
refiero al planteamiento ideológico que tienen las distintas normas con las que
se regula la educación y que van desde los planes de estudio, escogiendo unas
asignaturas y eliminando otras, hasta los contenidos concretos de las
diferentes materias especialmente las que en sí mismas ya tiene una fuerte
carga ideológica como pueden ser: Geografía, Historia, Economía o Filosofía.
Solo un ejemplo. Cuando Esperanza Aguirre fue ministra de educación, se cambió
el contenido de la asignatura Historia de España de 2º de bachillerato. Antes
se estudiaba solo la historia contemporánea y desde entonces se estudia desde
la prehistoria. El objetivo, lo dijo explícitamente la ministra, era fomentar
la identidad nacional. Este tipo puede darse también, y seguramente se da, en
alguna comunidad autónoma sobre todo en aquellas que se consideran una nación.
Este es igual de legítimo que el que se hace desde el estado.
Por otro lado, se puede dar un adoctrinamiento por parte
de un colectivo, normalmente un centro escolar o un departamento, o también por
parte de profesores de forma individual. En el primer caso, podemos imaginar
que un departamento de matemáticas decide plantear problemas en los que se
muestren las desigualdades del mundo actual y lo haga sistemáticamente. De la
misma forma podemos imaginar otro que lo que plantee en sus problemas sean
cálculos de beneficios de las empresas o de valoración de las acciones en la
bolsa y también lo haga sistemáticamente. Es evidente que los alumnos saldrán
con percepciones bien diferentes. Y eso que las matemáticas son una ciencia
pura. En el caso de un profesor particular puede suceder los mismo y en
cualquiera de las asignaturas. La pregunta pertinente es: ¿están generalizados
estos comportamientos? ¿se están inculcando de manera sistemática en los
alumnos ideas y conceptos que les marquen y dirijan sus pasos hacia
determinadas ideologías? Desde luego, en los veinticinco años que he dedicado a
la enseñanza no he conocido ningún caso aunque, evidentemente, estoy seguro de
que los hay, pero también de que deben de ser muy minoritarios.
Se podría concluir, por tanto, que el mayor adoctrinamiento se produce desde
la administración y en un sentido bien distinto al que se denuncia. A este
respecto es muy interesante, y a mí me ha abierto mucho los ojos, el artículo
de Rosa Cañadell publicado recientemente en eldiariodeleducacion.com.
Y en cualquier caso, adoctrinar no es necesariamente
algo negativo. De hecho, todos los profesores lo hacen con sus palabras,
pero, sobre todo, con su comportamiento, con su actitud. Hace poco pudo ver una
imagen con una composición de mensajes en los que se podía leer “Yo adoctrino
en la tolerancia”, “Yo adoctrino en la solidaridad”, “Yo adoctrino en el respeto”,
y seguía con “creatividad”, “trabajo en equipo”, “democracia”, “no violencia”,…
Y creo que este es un magnífico programa de adoctrinamiento.
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