Soy un apasionado del periodismo como ya
he demostrado muchas veces por las lecturas del blog. Cuando veo un libro sobre
cualquier aspecto del tema me ilusiono con lo que podré encontrar en él. Hace
solo un par de días vi este en la librería, lo compré y leí de un tirón. Apenas
conocía a Ayestaran aunque precisamente le vi en el programa que Jordi Évole
dedicó hace una semana al Dáesh. A Lobo sí lo conozco bastante, he leído más de
un libro suyo y el último, Todos
náufragos, me pareció magnífico y, como tuve ocasión de comentar por
escrito al propio Lobo, encontré en él muchas referencias de carácter personal
que tenían que ver también con mi propia historia.
Ahora se han juntado ambos periodistas y
durante dos días han conversado sobre diversos aspectos de su profesión, en
concreto creo que se puede dividir el libro en tres partes: por un lado, están
sus reflexiones sobre la situación internacional centrada sobre todo en Oriente
Medio; por otra parte, comentan algunas de las vivencias que más les han afectado
personalmente ; y, finalmente, dedican un tiempo a analizar el estado actual de
su profesión.
En los tres apartados he encontrado
buenos análisis y sugerentes cuestiones. En la primera es Ayestaran, que vive y
trabaja sobre el terreno, el que más
aporta. En la segunda me han impactado las historias que cuenta Lobo. En la
tercera ambos ofrecen buenos análisis.
Hay una gran cantidad de coincidencias
entre ellos, pero desde luego la fundamental, creo, es la fuerte crítica a la
actitud occidental con respecto a los diferentes conflictos. Reproduzco algunos
fragmentos de la conversación como ejemplo:
“R.: ¿Quién decide quiénes son los
buenos y quiénes los malos? Una cosa está clara: son tan malos los que
degüellan a un sacerdote en Francia como los que ponen una bomba en Bagdad,
aunque esto último reciba muy poca atención mediática.
M.: Ninguna.” (p. 62)
(Sobre
esta realidad ya he comentado en la reciente a un libro sobre la situación en
África porque me parece un tema realmente sangrante.)
“M.: Creo que Europa sí tenía antes un
papel de garante de la moral, pero lo ha perdido. El silencio durante el
intento de golpe de Estado en Turquía o lo que pasó en Egipto lo demuestran. A
Mohamed Morsi lo eligieron presidente de Egipto democráticamente, pero los militares
dieron un golpe y no solo no se condenó o censuró, sino que se le dio la
bienvenida. La UE abraza este tipo de golpes y dictaduras militares desde el
minuto uno.” (p.63)
“R.: Plantamos las urnas en países que
no tienen ninguna estructura social ni tradición democrática, hacemos la foto y
nos vamos diciendo que ya están en democracia. Más del 80% de las mujeres
afganas y más de la mitad de los hombres son analfabetos. Votan lo que les
manda el jefe del pueblo. Estados Unidos pone urnas para poder decir a las
madres de los soldados que su hijo murió para proteger su país y para llevar la
democracia a Afganistán. Es mentira. Los políticos lo saben. Pero hay un momento
en que nos olvidamos de que estamos mintiendo.” (p. 72)
Especialmente duras me parecen las
siguientes palabras de Lobo aunque reconozco que reflejan muy bien la realidad:
“R.: ¿No te pasa, Mikel, que cuando
vuelves a casa la gente te pide que le cuentes lo que has vivido, pero que en
realidad se la suda? Al llegar no tienes palabras para contar nada, y cuando
llegan las palabras a nadie le importa una mierda lo que tienes que contar.”
(p. 95)
Un libro absolutamente recomendable y
que solo tiene un defecto aunque este sea grande, su tamaño: son apenas 140
páginas en formato bolsillo. Con estos temas y estos contertulios me hubiera
gustado un libro de al menos el doble de espacio. Me han hecho disfrutar con la
lectura y también plantearme algunas cuestiones. No se le puede pedir más a un
libro.
Por cierto, ya estoy buscando el libro
que Ayestaran acaba de publicar sobre Oriente Medio y espero que Lobo termine
pronto la novela que según anuncia está escribiendo.
Mikel Ayestaran y Ramón Lobo, Guerras de ayer y de hoy.
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