Vásquez ha
elegido para esta novela un tema bastante cercano ya que se trata de novelar
parte de la vida de un gran amigo suyo: el director de cine colombiano Sergio
Cabrera. “Volver la vista atrás es
una obra de ficción, pero no hay en ella episodios imaginarios. (…) el acto de
la ficción ha consistido en extraer la figura de esta novela del gigantesco
pedazo de montaña que es la experiencia de Sergio Cabrera y su familia, tal
como me fue revelada a lo largo de siete años de encuentros y más de treinta horas
de conversaciones grabadas”. (Así inicia la Nota del autor al final del libro,
p. 473).
Vásquez, en
la mayoría de los libros suyos que he leído, suele trabajar de esta manera con
materiales de la realidad, pero creo que esta es la vez que lo hace de una
forma tan absoluta.
El libro está
dividido en tres partes. La primera se centra sobre todo en el personaje
fundamental de Fausto Cabrera, el padre de Sergio, y en su peripecia hasta
llegar a establecerse en Colombia desde su salida de España. También vemos los
inicios de Sergio y su hermana Marianella, que será otro de los personajes
claves del libro. La segunda está centrada en la estancia de varios años en
China de toda la familia durante los años de la revolución cultural en la que
tanto Sergio como Marianella se convertirán en guardias rojos, con todo lo que
significó eso en su día. En la tercera también toda la familia terminará en
Colombia, primero los padres y un tiempo después los hijos, participando en la
lucha de la guerrilla. Una vida, pues, llena de aventuras y momentos
culminantes, pero también llena de dificultades, tensiones y dudas.
Como afirma
Vásquez en su interesantísima entrevista con Andrés Seoane en elcultural.com:
“Esta novela condensa las
principales obsesiones de toda mi obra. Por un lado, el peso del
pasado, que en realidad no es pasado, sino que nos acompaña y determina,
incluso de forma inconsciente, muchos aspectos de nuestra vida. Por otro, la
manera en que eso que llamamos historia o política o realidad social se
inmiscuye y moldea las vidas de los individuos”.(Subrayado en el original.)
En ese
moldear la vida de los individuos creo que está una de las claves de la novela
y uno de los aspectos que la hacen tan atractiva. Tanto Sergio como Marianella
están moldeados tanto por su padre como por una realidad política en la que
estuvieron inmersos durante muchos años.
Reproduzco
dos breves fragmentos para ilustrar hasta qué punto se produjo esto:
“Presidente Mao, ¡te amo
más! Puedo prescindir de padre y madre, ¡pero no puedo prescindir de tu gran
ideología!” (p. 266) (Del diario de
Marianella en 1968, por cierto, un diario escrito en chino en muchas de sus
páginas.)
“(…) Sergio pensó lo mismo
que pensaría durante los siguientes años. Le había tocado una época en la que
todo el mundo, en todas partes, por todos los medios, tenía un solo objetivo:
hacer la revolución. Qué suerte era estar vivo.” (p. 254)
“La lucha armada se le había
convertido en una rutina obscena: ganar la confianza de los campesinos para
llevar a cabo operativos de guerra, y contemplar cómo las víctimas de los
operativos, a la larga, eran los campesinos cuya confianza habían ganado. No,
la revolución no podía ser esto.” (p. 363-364)
En el caso de Marianella el
rechazo fue anterior y mucho más fuerte ya que no solo se arrepintió del tiempo
dedicado a la guerrilla sino que manifestó que también sentía odio.
En fin, todo esto no es más que una mínima parte de todo lo que se cuenta en una novela que abarca 50 años (desde mediados de los años veinte hasta mediados de los setenta), que se desarrolla en países donde se estaban produciendo hechos relevantes (hoy diríamos históricos) y que tiene 471 páginas. Una novela que tiene un cuadro de personajes magnífico porque a los ya mencionados hay que añadir Luz Elena, la madre, David Crook, un británico que espiaba al POUM y que terminó en China, y un conjunto interesante de miembros de la guerrilla de variado pelaje que va desde el asesino y abusador hasta el idealista.
Hay una serie de cuestiones
que aparecen y que llaman la atención de forma más concreta. Así: lo que se
cuenta sobre el referéndum que se hizo para aprobar o no los acuerdos de paz
entre el gobierno y la guerrilla; las recomendaciones que deja escritas Fausto
a sus hijos, cuando el matrimonio se va a Colombia y los dejan solos en China,
que son una clara muestra de la rigidez moral y de cómo la ideología se
superpone a todo; la guasa con el cambio del sentido de la luz en los semáforos
durante la revolución cultural o el rechazo de una novia de Sergio por ser
yugoslava, es decir, de un país “revisionista”. En fin, de este tipo de cosas
hay bastantes en el texto.
Además de todo lo visto
sobre el contenido no menos importante es la calidad de narrador que tiene el
autor capaz de contar las cosas de forma ágil, comprensible y con una gran
escritura en la que no faltan los modismos colombianos.
La edición se acompaña con
una serie de fotos muy interesantes que sirven para conocer mejor a los
personajes.
Muy recomendable tanto por
el interés de lo narrado como por la magnífica escritura de uno de los grandes
escritores en castellano de la actualidad del que tengo la suerte de tener aún
dos libros pendientes: Historia secreta
de Costaguana y Los informantes.
Juan Gabriel Vásquez, Volver la vista atrás.
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