De los fragmentos de
diferentes críticas que la editorial reproduce en la contraportada me quedo con
esta de Marc Bassets en El País:
“V13 es puro Carrère: el ritmo trepidante, la claridad expositiva, la exploración sin red de los recovecos humanos… Un esfuerzo notorio por ponerse en el lugar del otro. Pese a lo dramático del proceso, hay pocos sentimientos siniestros y mucha humanidad. Y trascendencia”.
La verdad es que es difícil
decirlo mejor y con menos palabras. En este fragmento está todo lo que es esta
extraordinaria crónica del juicio sobre los atentados en París de 2015 el
principal de los cuales se produjo en la sala Bataclan. Un juicio en el que los
inculpados fueron todos protagonistas secundarios ya que los principales
murieron en el momento de los hechos.
El juicio se llevó a cabo
durante nueve meses entre septiembre de 2021 y junio de 2022 y a él asistió el
autor como cronista de L’Obs, unas
crónicas limitadas a algo menos de 8.000 palabras y que son el origen de este
libro que parte de ellas aunque ampliando algunos aspectos de forma que, como el
propio Carrère comenta, ha ocupado un tercio más de espacio que los originales.
El libro se divide en tres
grandes apartados: Las víctimas, Los acusados, El Tribunal. Estos enunciados
ilustran perfectamente el contenido fundamental de cada parte.
Carrère da la palabra tanto
a víctimas, como a acusados, abogados civiles (como llaman en Francia a los
abogados de la acusación particular), abogados de la defensa y fiscales, pero,
además, y sobre todo, cuenta cosas de la vida tanto de algunas víctimas como de
algunos acusados y es aquí donde se puede percibir mejor esa “exploración de
los recovecos humanos” y la “mucha
humanidad” que menciona Bassets.
Hay momentos impactantes
pues, aunque no se regodea en ellos, sí que reproduce algunos fragmentos de
declaraciones de víctimas que son difíciles de leer, como por ejemplo la
siguiente:
“Percibí que la mejilla se
me había desgajado entera y me colgaba por la cara. Metí la mano derecha dentro
de la boca para recoger los dientes y evitar tragármelos, porque, si no, corría
el riesgo de toser y llamar la atención de los terroristas” (Gaëlle)
Este apartado que tiene como
protagonista a las víctimas es bastante sobrecogedor por lo que narra y por
cómo lo hace. No en vano ya al final del libro comenta que nunca estuvo tentado
de marcharse de la sala y que el juicio fue: “(…) una experiencia única de
espanto, de piedad, de proximidad, de presencia. Tardé en darme cuenta de que
la sala de juicio se parece a una iglesia moderna y de que en ella se ha celebrado
algo sagrado”. (p. 250)
Hay también interesantes
reflexiones en las que intenta comprender lo que ha pasado, el porqué ha
pasado e, incluso, el contexto de los acusados y sus referencias a lo sucedido
en Irak o en Siria.
Algo que me ha resultado muy
curioso es el espacio que dedica a hablar del dinero del juicio, de la parte
dedicada a indemnizaciones y de la dedicada a los abogados.
Para terminar he de
reconocer que me ha resultado difícil seguir la trama en varias ocasiones. Me
he perdido más de una vez con los nombres árabes, pero no importa porque no
pretendía conocer a fondo lo sucedido sino disfrutar de la narración de un
escritor que me parece un verdadero mago.
Evidentemente es un libro
que recomiendo más allá del interés que pueda suscitar el tema.
Emmanuel Carrère, V13 Crónica judicial. Traducción Jaime Zulaika.
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