Izagirre es un escritor y
periodista ciertamente original. Lo conocí leyendo su libro sobre las grandes
depresiones de la tierra y luego el que dedicó al Tour de Francia. Dos temas
bien diferentes, pero en ambos llama la atención la capacidad de interesar al
lector con lo que cuenta y con su gran capacidad narrativa.
Esta vuelta en bicicleta al
País Vasco es otro buen ejemplo de lo mismo. A lo largo de los 18 capítulos en
los que ha dividido el texto, Izagirre, partiendo de Getaria, se desplaza hacia
el oeste por la costa hasta Santurtzi para desde ahí penetrar en el interior
hasta Vitoria, Andoain o Pamplona, desde donde se dirige hasta Biarritz para
retomar de nuevo la costa para regresar al punto de partida.
En este viaje se habla mucho
del que tuvo lugar en el siglo XVI con el protagonismo de Elkano en la primera vuelta al
mundo porque le sirve sobre todo para remarcar la idea que preside todo el
libro de que los vascos han sido principalmente un pueblo de marineros, una
sociedad construida mirando al mar y en torno a él.
Izagirre ha escrito un libro
que si resulta tan interesante es porque es una mezcla, o mejor una
combinación, de libro de viajes con reportaje, narración de sucesos
históricos, sociología o antropología, con la introducción de vez en cuando de algunas
reflexiones personales como, por ejemplo, las que reproduzco a continuación:
“Si ahora Añana sobrevive y
no se termina de despoblar es, en parte, porque existen consumidores dispuestos
a pagar cien veces más por las exquisitas escamas de sal (a 25 euros el kilo)
que por la vulgar sal de mesa (a 25 céntimos el kilo). Añana sobrevive porque
algunos se permiten el lujo. Y esto a mí me desconcierta bastante”. (p. 172)
“Sé que hay lujos obscenos.
También sé que solemos poner el listón del comportamiento aceptable justo en
lo que hacemos nosotros”. (p 174)
“Los pescadores se exponían
a la ola de Belharra porque no tenían otra manera de llevar comida a casa, los
surfistas se lanzan porque quieren jugar. Somos gente afortunada”. (p. 282)
Para darse cuenta del enorme
caudal y variedad de temas e informaciones que ofrece al autor a lo largo de
las casi 400 páginas del libro, basta ver la siguiente relación de algunos de
ellos: la minería del hierro, las salinas (la de Añana de la cita), los caseríos
(con especial atención a la sidra), la bajada de la madera, la pesca del
bacalao en Terranova o de las ballenas en la costa vasca, los judíos en Baiona,
los corsarios vascos, las traineras, la presencia de inmigrantes en Irun, las
olas gigantes en Belharra (también presente en una cita anterior), los
senegaleses en Ondarroa (marineros en barcos de pesca) o, para no hacer la
lista demasiado larga, la explicación de la hidalguía histórica general de los
vascos.
Todos estos temas muy bien
documentados y, sobre todo, magníficamente narrados con la agilidad de un buen
periodista, pero también con la profundidad que permite un reportaje extenso y,
no podía faltar, con un buen sentido del humor cuando el tema lo requiere.
Al final de la lectura se
acaba con la idea de que hay que ir a conocer muchos de esos lugares y, como es
mi caso, si algunos ya se conocen, hay que volver para verlos con otra mirada.
Tengo que reconocer que he tenido
este libro varias veces en las manos en la librería y me daba un poco de pereza;
encontraba que eran muchas páginas para un territorio tan reducido. Un error.
No sobra nada, al revés, he echado en falta un mapa más detallado que el que se
ha incluido en esta edición y, sobre todo, unas cuantas fotos y algo de la
bibliografía utilizada.
Una lectura muy recomendable
de la que se sale entre otras cosas con una visión bastante completa de cómo
son las gentes de ese territorio.
Ander Izagirre, Vuelta al
país de Elkano.
Muchas gracias por la reseña, Carlos. Saludos.
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