El enunciado de
algunos capítulos da una idea precisa de cuál es el tema del libro:
Privatización, Financiarización, Turistificación, Gentrificación, Rentismo o
Desarrollismo son términos que aparecen en los títulos de la primera parte del
libro. En la segunda, Un Singapur en el Támesis, Los detroits del turismo o Queremos un Calatrava, muestran también de
forma explícita que ahora se trata de ver algunos ejemplos concretos.
El autor
demuestra que se ha documentado bien para escribir el libro y deja constancia
de ello en la bibliografía que aparece al final con el buen criterio de que
está comentada y no solo enumerada. Esta es una práctica muy poco habitual, pero muy útil para el
lector interesado en los diferentes temas.
Con lo dicho
sobre los capítulos creo que queda claro el contenido del libro. Un libro en el
que el autor es muy crítico con lo que está sucediendo gracias a la política
neoliberal que se ha implantado en España desde hace tiempo. De hecho el
neoliberalismo está presente en cada página y algo muy interesante además es
cómo el autor lo enfrenta al liberalismo en diversos momentos como, por
ejemplo, en el siguiente fragmento que reproduzco de forma extensa porque
aporta informaciones relevantes:
“El problema del Partido Inmobiliario no es su
comité central, en el que conviven fondos de inversión, grandes fortunas y
órdenes religiosas, sino su base, la enorme militancia de la que, quizá
involuntariamente, formamos parte millones de personas. En España, la vivienda
constituye de momento la principal forma de ahorro y transmisión de riqueza
entre generaciones. En el franquismo, la vivienda en propiedad pasó del 20 al
70%. Es nuestra hucha. De ahí, el éxito de los discursos sobre la desaparición
de los impuestos sobre las herencias, uno de los principales legados del
liberalismo clásico. Estamos en una sociedad de propietarios. Es muy complicado
pinchar la burbuja de los fondos sin romper la hucha de millones de personas.”
(p. 89-90)
Una crítica que
abarca diferentes aspectos. Así:
“Todo tiende a lo grande. Macrogranjas, megahuertos,
solares, macrourbanizaciones, macroeventos, megacruceros, megafestivales,
megaricos, superfondos, superliga,… Por abajo, todo se reduce: minijobs,
minipisos, microcréditos para microempresas, salario mínimo. Desigualdad. Este
es el modelo.” (p. 163)
“Ni un centímetro de costa sin urbanización. Ni un
monte sin coto de caza. Ni un humedal sin campo de golf o regadío. Ni una plaza
sin terraza. La materia prima de España es España. Hasta que se agote.” (p. 164)
Dioni no utiliza en exceso los datos, imagino que
por aquello de que los árboles a veces no dejan ver el bosque, pero sí los
suficientes para que el lector entienda bien el proceso que se está
produciendo. Así, por ejemplo, da el número de viviendas propiedad de los
fondos (de inversión, pensiones, etc.) en varias ciudades y el dato, increíble,
de lo que pagan por esa propiedad en Oslo que es prácticamente nada. Desde otro
punto de vista, me ha resultado muy curiosa, y aleccionadora, la historia del origen
y desarrollo del juego del Monopoly.
Hay un capítulo en la segunda parte, Queremos un
Calatrava, en el que menciona la cantidad de proyectos urbanísticos fracasados
que son una buena muestra de cómo está funcionado el urbanismo en nuestro país.
En algunos momentos el libro no es fácil de seguir
si no se conoce bien la ciudad de la que escribe. Por ejemplo, los desarrollos
que explica de Málaga o Baltimore, entre otros, me han resultado complicados,
pero tampoco es necesario seguir todo perfectamente.
Volviendo al
neoliberalismo que, como decía, impregna todo el texto, hay una frase que me
parece que resume muy bien su papel:
“En el neoliberalismo, las administraciones públicas
tienen un papel muy activo, ya que deben garantizar las condiciones para la
redistribución de la riqueza hacia arriba.” (p .240)
Finalmente, en
el siguiente fragmento afirma algo que llevo años, de hecho desde que llegué a
Mallorca hace casi 40 años, diciendo y discutiendo:
“El concepto turismo de calidad está dentro de una
visión que recicla las ideas del darwinismo social: hay gente válida y gente
que no lo es, gente creativa que aporta valor añadido y una enorme masa de
mediocres a los que no queremos aquí. Entre ellos, suelen estar los
residentes.” (p. 308)
Darwinismo que
utiliza gente de todo el arco político e ideológico. Evidentemente sé que es un
tema que no se puede despachar con una línea, pero también sé que es muy fácil
defender el turismo de calidad y contraponerlo al de, por ejemplo, Magalluf,
pero entre el blanco y el negro hay un amplio abanico de grises.
En fin, un
magnífico libro, muy bien escrito y con muchos elementos para el debate. Como
siempre me pasa con este tipo de análisis, al final resultan un tanto descorazonadores porque no
se ve que exista ni conciencia de lo que sucede ni muchas ganas de cambiarlo.
Y, peor aún, cuando algo se inicia, como es el caso de la Barcelona de Colau
(que el autor por cierto menciona de forma favorable), se ponen en marcha todos
los resortes del sistema para acabar con ello.
Hay una
interesante entrevista de Olivia Carballar con el autor en lamarea.com
Jorge Dioni
López. El malestar de las ciudades.
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