Repasando entradas de
comentarios sobre libros de esta escritora veo que el título de Inagotable
que le he puesto esta vez no es, ni mucho menos, la primera que lo hago. Es por
lo menos la tercera y es que, efectivamente, cuando parece que ya se ha traducido
toda su obra, siguen apareciendo textos de alguien que fue enormemente
prolífica antes de morir en un campo de concentración.
A mí es una escritora
que no me suele defraudar porque reúne dos cualidades que estimo: una gran
capacidad para crear historias y narrarlas bien y, esto es menos importante,
claro, hacerlo generalmente en menos de doscientas páginas.
Ambas se cumplen en
este que ahora comento. Se desarrolla en el año 34, el mismo de su publicación,
El protagonista, Christophe, es hijo de alguien que perdió su empresa en 1925
por la crisis, y lleva una vida que no le satisface. Está casado, pero tiene también
relaciones con Murielle, una prima suya que también está casada.
Una novela centrada en el amor, la frustración, el hastío por la existencia, en definitiva: en la infelicidad, tal y como se puede apreciar en el siguiente diálogo entre los dos personajes mencionados.
“
- - Pero, a ver, Murielle, ¿qué haces tú todo
el santo día? – le preguntó haciendo un extraño esfuerzo.
- - No lo sé. esperar la muerte. – Sacudió la
ceniza del cigarrillo sobre el hogar y, en tono más ligero, añadió-: Como tú.
Como todos, después de los veinte años…
-
- Es una ocupación normal, la de todos los
seres humanos. No tengo nada contra eso. La muerte, la renuncia, la vejez, las
acepto, me resigno. Pero odio la vida tal como me la han dado hecha. Me
levanto, espero a que llegue la hora de ir a mi despacho y, cuando estoy allí,
espero la hora de salida. Y, en general, espero el fin de mes”. (p. 92-93)
Otra buena e interesante novela de
esta magnífica escritora francesa de origen ucraniano de la que me imagino que
volveremos a tener noticias. (Creo que con este ya son quince los libros que he
leído de ella y aún tengo pendiente una breve biografía de Chéjov).
Irène Némirovsky, El
peón en el tablero. Traducción José Antonio soriano Marco.
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