jueves, 8 de marzo de 2018

Concepto e historia del jazz



Hay que agradecer la reedición actualizada y ampliada de este libro que fue publicado por vez primera en 1978. El autor, un barcelonés arquitecto y músico de jazz, ha tenido la buena idea de volver a retomar el texto después de cuarenta años un alejamiento que según dice en la nota a esta edición: “ aumenta la panorámica general y permite valorar y ponderar de forma más ajustada y matizada la naturaleza y la importancia de los acontecimientos, la trayectoria de los músicos, el contenido y el sentido de los sucesivos estilos, etc.”
El libro se divide en nueve capítulos. En los tres primeros se centra en aspectos más generales como los antecedentes y las características de esta música llegando incluso a elaborar su propia definición: “El jazz es la forma de interpretar música creada y desarrollada por el pueblo negro norteamericano, la cual se identifica por un tratamiento determinado del sonido (o técnica instrumental) y por un determinado tratamiento del ritmo (llamado “swing”).” (p. 24)
Esta definición la usará a lo largo del libro para ir matizando lo que es  y lo que no es realmente música de jazz. Así, ya desde el principio plantea que no lo son: el dixieland, el jazz sinfónico, la third stream, el cool, el progresivo, el free, el jazz-rock, etc. Mis conocimientos del tema no me permiten ningún comentario sobre este aspecto del libro. Sí me parece un tanto extremo Gili en estas y alguna otra de sus apreciaciones, pero eso no es demasiado importante e incluso algunas termina matizándolas en la parte final.
En los capítulos del 4 al 7 hace un buen repaso por la historia del jazz clásico, ese que es para él realmente el jazz que podríamos decir puro o canónico. Lo hace dedicando cada capítulo a una década.
Los dos capítulos que cierran el libro los dedica al tercer y al último cuarto del siglo XX.
Son muy interesantes las introducciones que hace en cada capítulo dedicado a la historia, porque en ella plantea los cambios que se producen debidos en parte a los cambios en la sociedad y en la economía de los Estados Unidos. También hay muy buenas informaciones sobre algunos intérpretes que han sido fundamentales en la creación de esta música. Quizá encuentro un tanto excesiva la información que da sobre las orquestas ya que, en algunos casos, recoge multitud de cambios de componentes que se fueron produciendo.
Completan el libro una discografía, una bibliografía y un buen índice onomástico.
Creo que es un libro muy adecuado tanto para simples aficionados sin grandes conocimientos, como es mi caso, como para conocedores más profundos de esta música ya que encontrarán suficientes elementos para el debate y el contraste de opiniones, así como una información muy detallada y completa.
Es una suerte contar con editoriales como Ma Non Troppo que pone a nuestro alcance libros de un género que es hoy por hoy bastante minoritario.

Ricard Gili, Puro jazz.

martes, 6 de marzo de 2018

Familia y memoria



Dice Henrique Mariño en una entrevista con la autora en publico.es:

“Honrarás a tu padre y a tu madre (Anagrama) no es una novela. No es un reportaje. No es una crónica. No es una investigación. No es una entrevista. No es un monólogo. No es un diario. No es un making of. No es una memoria; tampoco histórica. Pero podría ser todo ello, cada cosa, o nada: una inmersión sin botellas; acaso una exhumación.


Fallarás lo negará todo: es una novela. A Fallarás le interesa la forma, el artificio, el estilo.”

 Y la propia Fallarás dirá más adelante en la misma entrevista:

“Hay de todo, pero es una novela, en tanto en cuanto es una construcción literaria. No es un documento, sino un acto literario: íntimo y profundamente impúdico, porque me interesa mucho la impudicia. Y, sobre todo, un acto de belleza, porque en el trabajo de la novela la estética está por encima de lo íntimo. Mi trabajo es amor y belleza. La memoria soy yo, no forma parte de mi trabajo. Y eso es muy difícil de explicar, porque mi ser es político. ¿Me explico? Yo soy política. Sin embargo, si no consigo alcanzar la belleza con mi trabajo, no vale de nada”.

¿Novela, crónica, indagación histórica, búsqueda y combate contra los demonios familiares, faction o no faction, algo de psicoanálisis en algunos momentos, reconstrucción o invención? A fin de cuentas qué más da. Seguramente un poco de todo, pero por encima de todo un gran libro, un texto sorprendente al menos para quien, como es mi caso, solo conocemos a “la Fallarás” de las tertulias televisivas. Tertulias en las que derrocha energía en defensa de sus tesis tanta al menos como la que emplea en la primera de las tres partes de las que consta el libro.
En esa primera parte, El asesinato, se nos cuenta el fusilamiento del abuelo paterno con una gran técnica y fuerza narrativa y con una narradora que aparece de vez en cuando en un viaje huyendo de Zaragoza y que dice cosas que, como la siguiente, no sé si son una declaración de intenciones o una definición:

“Toda familia guarda memoria de personajes excéntricos, normalmente deformada por el uso, y memoria de hombres y mujeres sensatos, o sea vulgares, o sea cobardes. Uno debe optar, y esto sucede muy pronto, uno debe elegir a cuál de los dos bandos pertenece. El paso siguiente podría ser dilucidar si la locura y las adicciones son hereditarias.” (p. 61)

En las otras dos partes, El coronel y La familia, reconstruye de una forma tremendamente atractiva  y eficaz la historia de una parte de su familia. (No se puede decir demasiado para no anticipar alguna pequeña sorpresa).
Novela que atrapa desde las primeras líneas hasta esa frase final tan “fallarasiana”: “Ahora ya no tengo miedo. Apártense los vivos.” Que no es, ni mucho menos, la única en la que podemos reconocer fácilmente a su autora y valga esta otra como demostración:

“Mi herida queda.

Luminosa, dolorosa, cruel o flotante, nuestra existencia física es instante, mota en el tiempo, nada. Nuestra existencia es memoria. Somos finalmente, en la idea que queda, recuerdo.

Maldigo, pues, a quienes matan la memoria. Maldigo a los oscuros constructores del silencio.” (p. 85)

Un libro magnífico por lo original de su planteamiento y porque nos muestra cómo se producen, pero al mismo tiempo cómo se curan algunas heridas. Absolutamente recomendable.
Además de la interesante entrevista ya mencionada hay una buena reseña de Gustau Nerín en elnacional.cat.

Cristina Fallarás, Honrarás a tu padre y a tu madre.

lunes, 5 de marzo de 2018

Interesante aunque irregular novela


Me gusta leer novelas escritas por gentes de otros continentes porque sus historias suelen ser diferentes y sus personajes ofrecen matices y contrastes en sus comportamientos con lo habitual en nuestras latitudes. Últimamente se publican bastantes libros de esa procedencia aunque suelen tener una pega: muchos están escritos en inglés porque sus autores han vivido, estudiado e incluso están ya establecidos en Gran Bretaña sobre todo o en Estados Unidos. El caso de la autora de esta novela no es una excepción pues aunque nacida en Pakistán vive entre Londres y Karachi, pero se graduó en Escritura Creativa en Estados Unidos. (Hago un inciso: siempre tengo cierto miedo cuando leo libros escritos por gente que ha hecho cursos o talleres de escritura creativa). En todo caso, sí cumple con algo de lo que afirmaba antes sobre los temas y personajes en este tipo de autores.
La novela está dividida en cuatro partes bien diferenciadas tanto espacial como cronológicamente. 
La primera, la más breve, transcurre durante el 9 de agosto de 1945 en la ciudad de Nagasaki durante el lanzamiento de la bomba atómica. Allí conoceremos a Hiroko, la principal protagonista de la historia. 
La segunda se sitúa en la ciudad india de Delhi en 1947 en los momentos previos a la independencia. A medida que iba leyendo me entró por un momento la tentación de abandonar el libro. Me parecía una forma de contar la historia un tanto antigua, tanto por algunas construcciones como por algunas reacciones de los personajes. Un ejemplo de lo primero podría ser el siguiente fragmento:

“Mientras ambas se apartaban de la reunión, James observó desde lejos y vio cómo la luz rielaba en el collar tachonado de esmeraldas de su esposa; cuando él se la había abrochado la primera vez, el mundo estaba tan resplandeciente de amor que, en comparación, las gemas verdes de habían parecido apagadas.” (p. 76)

No obstante, como el tema me interesaba decidí continuar y acerté, porque en la parte siguiente todo cambió de repente, de tal manera que he llegado a dudar de si realmente la autora no habrá querido escribir lo que sucedía en 1947 como si hubiera sido escrito en ese año. 
La tercera parte se desarrolla en Pakistán en los años 1982 y 1983. Es junto con la primera lo mejor de la novela. Todos los protagonistas están en ella: la citada Hiroko, su esposo pakistaní y el hijo de ambos así como los miembros de la familia Burton que son los que comparten la historia con los citados.
La cuarta parte vuelve a ser un poco inferior porque prima demasiado la acción de forma que hay momentos en que parece realmente una película. Sucede entre 2011 y 2002 y comparten escenario Nueva York y Afganistán.
A lo largo de todo el libro asistimos a los avatares felices y desgraciados de una serie de personajes que están en general bastante bien perfilados y que resultan en su mayoría bastante verosímiles. Además, Shamsie ha cuidado muy bien el contexto histórico que es un elemento fundamental en la novela porque explica muchas de las cosas que les suceden a los protagonistas y muchos de sus comportamientos. Es interesante también por las situaciones que plantea sobre los grupos étnicos en Afganistán y Pakistán. 
En determinados momentos de la obra aprovecha también para hacer algunas críticas sobre todo a los Estados Unidos por el lanzamiento de la bomba atómica en Nagasaki y por su política en Asia, pero no olvida criticar también otros comportamientos como el que recojo en el siguiente fragmento:

“A nadie se le escapaba que la “islamización” era un instrumento político propio de dictadores, pero aun así, la gente permitía que le cambiara la vida.” (p. 195)

 Una novela interesante y entretenida aunque demasiado irregular en su interés y en su escritura algo raro porque se trata nada menos que de la quinta publicada por esta escritora nacida en 1981. Hay que advertir que está publicada en inglés en 2009 y traducida en 2011.
Hay una buena reseña de J. Salavert en downunder-literatura.blogspot.com.

Kamila Shamsie, Sombras quemadas. Traducción Victoria Malet y Caspar Hodgkinson.

domingo, 4 de marzo de 2018

Periodismo de calidad



Se reedita, aprovechando el cincuenta aniversario de la inauguración del puente que unió Staten Island con Brooklyn, este libro que fue el segundo que publicó el autor con poco más de treinta años.
De Talese he leído prácticamente todo lo traducido (solo me falta esa monumental biografía familiar titulada Los hijos) y solo me ha defraudado un tanto precisamente el último, El motel del voyeur. Ha sido un grandísimo periodista, un enorme contador de historias, alguien capaz de “sacar petróleo” de cualquier acontecimiento como demuestra, y de qué manera, en este libro que ahora comento.
Entre 1959 y 1964 se construyó en Nueva York el puente llamado Verrazano-Narrows que unía las localidades antes citadas y, parafraseando un título de Chaves Nogales –otro grande del periodismo-, el maestro Gay Talese estaba allí y en poco más de 200 páginas nos cuenta los avatares que tuvieron lugar durante la construcción de esta magna obra.
A lo largo de los diez capítulos en los que se divide el libro, nos describe desde el rechazo que tuvo la obra entre los habitantes de los lugares que tenían que ser ocupados por las torres del puente y las carreteras de entrada y salida, hasta los aspectos puramente técnicos de su construcción, pasando desde luego y sobre todo por las historias de quienes participaron con su duro trabajo en la obra. 
Lo que hace grande este pequeño libro es la capacidad de Talese para poner al lector en la piel de ese colectivo de los “trabajadores del hierro” que son los protagonistas absolutos del libro. Algunos con su nombre, apellido, alias y hasta foto, y  la mayoría como parte de ese colectivo. Unos trabajadores  “a la antigua”, con una gran pasión por su trabajo y con un gran orgullo por la obra terminada; gente que vivía de la construcción de puentes y rascacielos; de colocación de grandes antenas en elevadas alturas; es decir, de hacer trabajos siempre peligrosos que en el libro aparecen bajo el nombre de los boomers porque iban allí donde el boom de la construcción de aquellos años los llevaba.
Cuando Talese individualiza a alguno de estos trabajadores es capaz con apenas cuatro rasgos de situarnos perfectamente al personaje. Cuando, como hace en el capítulo 6, relata un accidente que termina con la muerte de un trabajador, es capaz también de hacerlo de forma extraordinariamente breve pero con emoción y sin morbo alguno. Cuando habla de aspectos técnicos hace que a alguien, como es mi caso, al que eso no le llama la atención le termine interesando y resultando curioso. En fin, que estamos ante otro estupendo texto de uno de esos periodistas que no abundan.
El libro tiene, además, un conjunto de fotos realmente magníficas que ayudan a comprender muy bien los trabajos que se cuentan en el libro y también a conocer a algunos de sus personajes. Una gran edición.
De la entrevista de Jan Martínez Ahrens con el autor en elpais.com reproduzco el siguiente diálogo que da algunas de las claves del libro.

Pregunta. ¿Qué ha sentido al releerla?
Respuesta. Pues me he vuelto a ver a mí mismo, he vuelto a visitar mi juventud.
P. ¿Y le ha gustado?
R. Sí, claro. Mire, mi vida son los otros. Yo me he conocido conociendo a otros; me he descubierto descubriendo a los demás. Y en este libro los he vuelto a reencontrar.
¿Y pasado todo este tiempo, no cambiaría nada?
R. No. Soy un escritor lento, primero recojo mucha información, luego escribo y reescribo hasta que no puedo más. Pero no tomo atajos, doy lo mejor de mí mismo. No me arrepiento de lo que hice.
P. ¿Y cómo dosifica tanta información?
R. Busco una escena y luego desarrollo la película. Todo lo que escribo tiene una imagen. Pero lo más difícil no es eso, lo más difícil es hacer fácil la lectura.
P. Pues un puente no parece un tema fácil.
R. Me gusta escribir sobre gente real, haciendo cosas reales. Eso es El puente

Sé que hay otros, pero en mi caso Kapuscinski, Talese y, entre nosotros, Chaves Nogales, son mis periodistas favoritos. De los actuales acabo de descubrir a un magnífico Xavier Aldekoa. Todos sus libros son recomendables.

Gay Talese, El puente. Traducción Antonio Lozano

miércoles, 28 de febrero de 2018

Sobre la Primera Guerra Mundial



Después de leer con gran placer la trilogía de Echenoz dedicada a sendas “biografías”, me encuentro con esta especie también de biografía de la Primera Guerra Mundial. Qué capacidad tiene este escritor para decir tantas cosas con tan pocas palabras; para meternos en una historia tan dura con solo pequeños detalles y sin hacer uso del morbo tan peligroso en estos temas; y, además, de hacerlo sin que aparentemente se implique en la historia contada.
No suelo reproducir en mis comentarios críticas que las editoriales ponen a veces en los libros porque huelen a propaganda (de hecho son propaganda), pero en este caso creo que merece la pena hacerlo con la siguiente:

“Noventa y ocho páginas bastan para recorrer cuatro años de conflicto. El autor incluso se permite con frecuencia el lujo de un humor irresistible, especialmente en medio del horror. En cada frase, todo tiene sentido y resonancia, y así, cada una de las existencias exploradas, aun en el espacio de unas pocas líneas, le permiten al escritor añadir un nuevo matiz a su gran fresco histórico.” (Arnaud Lapointe, Le Magazine Littérarire)

Resume perfectamente el contenido y el sentido de este magnífico libro que tendré que leer más de una vez a lo que anima también su reducido tamaño y el hecho de que ninguna página, y hasta diría que ninguna frase, tiene desperdicio.
Un solo ejemplo bastará para ver el estilo característico de Echenoz:

“Pero no se abandona una guerra así como así. No hay vuelta de hoja, está uno atrapado: el enemigo delante, las ratas y los piojos encima y detrás los gendarmes. La única solución es dejar de ser útil para el servicio, lo que esperamos por supuesto a falta de otra cosa, lo que terminamos deseando, es una buena herida…” (p. 74)

Por cierto que después de haber leído mucho sobre este tema, no en balde he sido profesor de historia, es la vez en que he visto mejor retratada  la función de los que salen detrás de las tropas para evitar que haya desbandadas y huidas. (Los gendarmes en la cita que he reproducido.)
Un libro absolutamente recomendable. A mí es el que más me ha gustado junto con Correr de los que he leído hasta ahora de este gran escritor francés.
Hay un buen resumen de las críticas que el libro tuvo en Francia hecho por Miguel Mora en elpais.com. También es útil la reseña de Francesc Bon en unlibroaldia.blogspot.com.

Jean Echenoz, 14. Traducción Javier Albiñana

martes, 27 de febrero de 2018

Novela negra en Cuba



Es la segunda novela que leo de Padura y la primera de esta serie negra o policiaca que tiene como protagonista al ex policía Mario Conde. Me imagino que a lo largo de las anteriores siete novelas de que hasta ahora consta la serie el autor habrá ido desarrollando el perfil del personaje. Desde luego en esta entrega es algo que yo echo en falta porque a pesar de su extensión, 440 páginas, es muy poco lo que sale de la vida o del pasado del protagonista.
La historia es sencilla: un amigo, Bobby,  que se dedica a la compraventa de antigüedades y otros objetos le encarga la búsqueda de la estatua de una virgen negra, Virgen de Regla la llama, que le han robado. A partir de ahí la trama se desarrolla en dos niveles muy distintos. Por un lado, lógicamente, el de la búsqueda de la estatua y, por otro, y aquí la novela es realmente novedosa, el de la historia, contada en un sentido cronológicamente inverso,  de esa estatua hasta llegar a Cuba. Estos capítulos, que se van intercalando con los otros, resultan bastante atractivos porque en ellos aparece desde la guerra civil española hasta la cruzada del siglo XIII con la batalla por San Juan de Acre, pasando por el mundo de los Templarios y con alusiones hasta al nacionalismo catalán y la creación de su bandera.
Por lo que se refiere a la parte de novela negra propiamente dicha, resulta mucho más interesante toda la primera parte en la que Conde, buscando principalmente en La Habana, le da pie a Padura para plantear críticas puntuales al sistema. Así: el tratamiento que da a la homosexualidad, la existencia de la libreta de abastecimiento o desabastecimiento como también la califica, la  pobreza y el abandono histórico de las calles del centro de La Habana, la presencia de la ortodoxia, los Asentamientos (barrios marginales para los inmigrantes del oriente cubano) con su “miseria exultante“,… y también a utilizar expresiones como “la mierda en que se ha convertido este país” o “y gente jodida es lo que nos sobra”. Como se ve todo un catálogo de observaciones con una fuerte carga crítica en la mejor tradición de la auténtica novela negra.
Sin embargo, a medida que la novela avanza no lo hace el interés de la trama que, bien al contrario, decae bastante porque como dice J.Ernesto Ayala-Dip en su reseña para elpais.com: “El foco de interés de la novela se va desdibujando cada vez que al lector se le exige un cambio de perspectiva, sin que ello aporte nada al relato medular.”
La historia se hace así demasiado larga y algo premiosa aunque siempre queda la buena escritura de que hace gala Padura así como la originalidad de muchas expresiones  y términos del lenguaje de la isla.
Dejo a continuación dos fragmentos en los que la crítica se hace de forma más contundente:

“Y me pasé los primeros cuarenta años de mi vida fingiendo, reprimiéndome, torturándome, para que mis padres, para que ustedes, mis compañeros, para que todo el mundo en esta patria machista-socialista creyera que yo era lo que debía ser y no me riparan la vida: un joven ejemplar, varón y militante, ateo y obediente… Tú no te imaginas lo que fue mi vida, qué va…” (p. 25) (Bobby el homosexual amigo de Conde homosexual que le encarga la búsqueda de la virgen)

“El país estaba cerrado a cal y canto y la llave la tenían otros, los que decidían quién viajaba y cómo, los que determinaban qué era lo bueno y lo malo para ti, qué libros debías o no debías leer, cómo pelarte  y qué música oír. Para nosotros siempre ha sido así, sigue siendo así: alguien decide por nosotros, para cuidarnos y salvarnos, ¿no?... Y Ahora han abierto una puertecita:¡nos dejan viajar chico!... Si tienes dinero o no para hacerlo es cuestión tuya, como en todas partes” (p. 374) (Uno de los amigos de Conde)

En definitiva, una novela que ofrece mucho al principio, pero que termina defraudando un tanto; una demostración de que a veces basta con menos páginas para contar una buena historia que al final se estropea por el exceso. Desde luego yo me quedo con el magnífico Padura de El hombre que amaba a los perros.
Hay una buena reseña de Laura Fernández en elcultural.com.

Leonardo Padura. La transparencia del tiempo.

lunes, 26 de febrero de 2018

Sobre la izquierda desde la izquierda



Interesante esfuerzo de uno de los pocos intelectuales que desde la izquierda se atreve con estos temas y con otros aún más difíciles como hace en La desfachatez intelectual criticando a muchos “intelectuales” dedicados en tertulias y columnas a opinar de todo lo que se mueva, tengan o no conocimiento de aquello de lo que opinan.
En este librito de poco más de 100 páginas Sánchez-Cuenca plantea el tema de la existencia de una superioridad moral de la izquierda y, al mismo tiempo, otra superioridad intelectual de la derecha que, además, tiene un predominio casi absoluto en los gobiernos europeos.
Esa contradicción queda ya expresada en el extenso Prólogo de Íñigo Errejón, cuando afirma:

“La izquierda podría así definirse como aquel colectivo que fundamentalmente discute sobre la izquierda. Es muy probable que las personas progresistas guarden con eso que se llama la izquierda una relación paradójica: están bastante orgullosos de sus valores y al mismo tiempo viven en una insatisfacción permanente con los actores políticos que deberían convertirlos en transformaciones del presente.” (p. XII)

Efectivamente, superioridad moral, pero clara inferioridad en la acción política.
Sánchez-Cuenca ve la superioridad de la izquierda en los valores de justicia, libertad frente a la opresión y solidaridad que enfrenta al predominio en la derecha de los de obediencia, lealtad, autoridad o en la existencia de valores intocables. Lo más interesante es que utiliza el problema actual en Cataluña para ejemplificar el funcionamiento de estos valores. También lo hace analizando las respuestas a la relación contractual entre trabajador y empleador, así como la que ambos dan al tema de la inmigración. Como se ve no se trata solo de enunciar los valores sino de ver cómo funcionan en sus aplicaciones prácticas. Ni que decir tiene que todo esto es tremendamente discutible y es una pena que el autor no haya dado alguna otra versión aunque solo fuera para rebatirla.
Sobre la procedencia de la  superioridad moral, dice lo siguiente:

“A causa de su universalismo, la izquierda tiene la capacidad de reinventarse apelando de formas nuevas a su ideal emancipatorio. Justamente de ahí procede su superioridad moral frente a otras ideologías. Esta es la mayor paradoja: a pesar de su lado oscuro, mantiene una capacidad casi ilimitada para continuar siendo una inspiración de las luchas por un mundo más justo.” (p. 86)

Hay también en el libro un capítulo, muy interesante pero que tengo la impresión de que poco trabajado, sobre el posible origen de la ideología en las personas, esto es, sobre por qué alguien se hace de derechas o de izquierdas. Reproduce diferentes teorías (interés material, pertenencia de clase, educación familiar,…), pero termina haciendo alusión a un cierto carácter moral que no explica de dónde sale. Es una pena porque me parece uno de los temas capitales del libro.
Como decía antes, también plantea la superioridad intelectual de la derecha en un breve pero muy interesante capítulo porque de lo que en él se dice se deriva en gran parte la crisis que actualmente tiene, tenemos, la izquierda. Además, esas ideas las aplica muy bien en el Epílogo que tiene el sugerente título de Elogio (fúnebre) de la socialdemocracia. En este título queda bien reflejada una de las ideas principales que transmite Sánchez-Cuenca en este librito: la socialdemocracia, que cumplió un gran papel de redistribución de la riqueza en el pasado, actualmente ha fracasado y hay que buscar nuevas fórmulas.
El problema, como siempre y como ya he dicho en los comentarios a varios libros leídos recientemente (por cierto el último con Prólogo del propio Sánchez-Cuenca), es llegar a discernir qué hay que hacer, cómo hay que hacerlo y con quién. Esta es en el fondo la madre del cordero a la que tampoco responde de forma clara Errejón en el citado Prólogo.
Sánchez-Cuenca termina su texto con las siguientes palabras:

“Sea quien sea quien tome el relevo, tendrá que inventar nuevas fórmulas que se ganan la confianza de la gente. Quizá sea la renta básica universal, o un modelo de integración supranacional diferente al de la UE (hoy casi totalmente dominado por tendencias neoliberales), o una coalición internacional de lucha contra el cambio climático, o una nueva regulación del capitalismo financiero, o una mezcla de varios de estos elementos: sin algo de esta naturaleza, que vaya más allá del Estado del bienestar, las socialdemocracia continuará languideciendo mientras se producen diversos seísmos políticos.” (p 111)

Ahora solo queda ver la forma de articular un programa así y encontrar los sujetos y/o los grupos dispuestos a ello (y a más cosas por supuesto).
Un libro que deja bastantes temas abiertos y que es muy interesante para plantear debates. Un buen esfuerzo que, como dice al autor, tiene su origen en unos artículos en ctxt.es, una de las mejores revistas digitales del momento que, además, coedita el libro.


Ignacio Sánchez-Cuenca, La superioridad moral de la izquierda. Prólogo de Íñigo Errejón.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Una historia muy diferente



Dice Porochista Khakpour en la crítica hecha en The New York Times que reproduce elcultural.com:

“Fuera de occidente hay todo un universo literario que no se adapta a nuestros mercados, no se debe a nuestras tendencias ni se pliega a nuestra política.”

Quizás esa fue la primera idea que me vino a la cabeza cuando leía este libro: que no me imagino a ninguno de los escritores que suelo leer ya sean anglosajones, centroeuropeos, mediterráneos o ni siquiera africanos, contando una historia como la de esta novela ni tampoco de la manera en que la cuenta Han Kang.
El libro narra el abandono de su protagonista, una mujer normal que vive en Seúl, del consumo de carne y su conversión al vegetarianismo. La autora lo divide en tres partes bien diferenciadas y con distintos narradores. En la primera, el marido cuenta el proceso de ese abandono que sigue su mujer. En la segunda, es el marido de su hermana el narrador de una historia que es la más extraña de la novela (al menos la que a mí me ha resultado más alejada de lo que suelo leer). En la tercera, la más angustiosa, es su hermana la que nos cuenta la continuación del proceso de la protagonista.

Dice la traductora en una especie de explicación del porqué tradujo este libro:

 “Me pareció una novela singularmente lírica y bella, pero no con la belleza serena y placentera que nos transmiten las cosas convencionalmente bonitas y agradables sino con esa belleza perturbadora e inusitada que nos corta el aliento y nos deja temblorosos, como cuando nos asomamos a un precipicio sin fondo (…)”

Aparecen aquí otras ideas que caracterizan bastante bien en lo que consiste la novela y, sobre todo, en las sensaciones que puede provocar.
Ha sido mi primera aproximación a la literatura coreana y tengo que reconocer que me ha sorprendido. Aunque no soy muy aficionado al cine de ese país, sí he visto alguna película y esta novela creo que tiene bastante que ver con algunas cosas que vagamente recuerdo de ese cine. Es un mundo muy diferente no solo por lo que puede imaginar un creador, en este caso creadora, sino también por la forma en que nos lo transmite.
Al igual que yo accedí a este texto por el boca a boca, me permito recomendarlo como una experiencia de lectura diferente. Agobia un poco y a veces no se llegan a entender todos los comportamientos, pero merece la pena.
Hay una buena reseña de Santi en unlibroaldia.blogspot.com.
Acabo de enterarme de que justo dentro de un mes la editorial publica otro libro de Kang.
  
Han Kang, La vegetariana. Traducción Sunme Yoon.

lunes, 19 de febrero de 2018

Viajando por el Nilo



No hace aún un mes terminaba mi comentario al libro de Alkorta Océano África con estas palabras:
“Solo queda recomendar muy especialmente el libro y esperar que el autor se anime pronto  a una nueva publicación.”
El propio autor me sacó del error a través de twitter comunicándome que ya había publicado otro libro el año anterior. He tardado un poco en hacerme con él (vivir en una isla tiene sus inconvenientes), pero nada en ponerme a su lectura.
Alkorta vuelve a África. Esta vez en el año 2016 y a una zona que no aparecía en su anterior libro: la parte nororiental o más en concreto, tal  como indica su título, la zona recorrida por el Nilo desde sus inicios como Nilo Blanco y Nilo Azul. Así, cada capítulo se dedica a uno de los países atravesados por el río: Uganda, Sudán del Sur, Etiopía, Sudán y Egipto.
Como ya sucedía en su libro anterior, Alkorta nos va contando los diferentes itinerarios con alusiones a aspectos históricos en unos casos, a la evolución política en otros e incluso con alguna referencia al arte sobre todo en el caso de Egipto y también, por supuesto, va tomando contacto con personajes de cada lugar y dejando constancia de ello.
Tengo la impresión al terminar el libro de que con respecto al anterior hay un par de diferencias no tanto de contenido como de grado. Me refiero a que en este hay más información sobre aspectos históricos o políticos y algo menos de presencia de habitantes del lugar y  más de las peripecias  del propio autor y sus diferentes acompañantes. ¿Cambia esto el interés del libro? En mi opinión evidentemente no, pero sí que es cierto que las sensaciones que produce son algo diferentes.
En línea con lo dicho, y en parte para desmentirlo, a mí me han gustado mucho y me han emocionado tres historias de tres personajes: la de la joven ugandesa Grace cuyos estudios financia un jubilado español, la del joven secuestrado y convertido en soldado por el ejército rebelde de Uganda y, aunque este sea un caso muy distinto, el de Awad, un periodista sudanés que parece sacado de una serie televisiva (antigua desde luego), que me reconcilia con una profesión que tanto respeto y aprecio.
También  colaboran a esta reconciliación, como ya he dicho en otra ocasión, gentes como Ramón Lobo, Mikel Ayestaran o el propio Alkorta que es capaz de escribir los siguiente: “Durante toda mi vida he defendido la necesidad de no discriminar a los demás por su aspecto, de no temer la diferencia, y ahí estaba yo, caminando calle abajo con un bocadillo mordisqueado en la mano. Me asqueó mi reacción. Mi temor. Lo más perverso del miedo es que busca excusas.” (p. 93) (Se refiere  al miedo que sintió ante un chico con mochila y kufiyya roja y blanca)
Una reflexión con la que me identifico totalmente y que muestra lo difícil que es eliminar estereotipos sean del tipo que sean.
Otro magnífico texto que en este caso la editorial ha tenido el detalle de acompañar con un mapa plastificado y en colores que resulta muy útil para seguir el itinerario que se nos cuenta.
Hay una buena reseña de Francesc Bon en unlibroaldia.blogsport.com y una interesante entrevista de Lola Hierro con el autor en elpais.com.
Evidentemente, tengo que terminar este comentario con la misma frase con el que terminaba el del libro anterior: “Solo queda recomendar muy especialmente el libro y esperar que el autor se anime pronto  a una nueva publicación.”
 Xavier Aldekoa, Hijos del Nilo

domingo, 18 de febrero de 2018

Artículos interesantes

Esta semana hay una variedad de temas mayor de lo habitual.

Ignacio Sánchez-Cuenca, del que esta semana comentaré su último libro en el blog, se despacha con un curiosos e interesante artículo sobre los pianistas de jazz. Dado que el jazz es la música que escucho a diario y el piano mi instrumento favorito, se explica bien que lo recomiende. (ctxt.es)

El artículo sobre política más interesante que he leído me parece, como es algo más que habitual, el de Josep Ramoneda. (elpais.com)
(Hago la aclaración de que no es que lea ese diario sino que busco los artículos de este intelectual.)

El gran tema de la semana que, en el fondo, lo ha sacado el PP con dos motivos bien espurios ambos, es la idea de aprovechar el 155 para que los padres puedan elegir la lengua vehicular de enseñanza de sus hijos. Esos dos motivos son: por un lado, intentar recuperar  la iniciativa ante Ciudadanos y de paso mostrarse fuerte ante los que defienden que se aplique la estaca en Cataluña.

Sobre el tema de la inmersión lingüística hay un magnífico escrito por lo clarificador que resulta y lo documentado que está de Eduard Vallory. (politikon.es)

Desde otra perspectiva también ha entrado en el tema Elisa Beni. (eldiario.es)

También trata sobre la enseñanza, pero en este caso sobre la función dentro del capitalismo la entrevista de Eduardo Azumendi con Christian Felber. (eldiario.es)

viernes, 16 de febrero de 2018

Interesante primera novela


En Francia se han  vendido 700.000 ejemplares del libro y ha obtenido premios como el Prix du roman de la FNAC o el Goncourt des Lyéens, ambos en 2016. Algo debe de tener esta novela de poco más de 200 páginas escrita por alguien cuya verdadera dedicación es la música.
En un intento de explicar este éxito Älex Vicente afirma en elpais.com:

 Otra posible respuesta pasaría por citar su talento narrativo, la contención que desprende un libro alérgico al pathos barato y el poderío del testimonio histórico que contiene. Sin olvidarse de una pequeña dosis de mala conciencia en cada lector, que puede que, en su día, presenciase los hechos que describe este libro como si no fueran con él. “Sí, es posible”, concede Faye. “Es ese discurso tan europeo de creer que esa fue una historia de africanos, de pueblos acostumbrados a matarse los unos a los otros.””

Y en el fragmento de la crítica del Süddeutsche Zeitung que la editorial recoge en la solapa se dice:

Pequeño país es lo contrario de una novela de grandes palabras y mucho ruido. No se nos impone pero nos afecta, porque nos muestra cómo la guerra se introduce poco a poco, sigilosamente, en nuestras vidas.”

En ambos textos están las claves del éxito obtenido por esta novela. Por un lado, la capacidad narrativa de este joven escritor y, por otro, por la historia que nos cuenta.

El libro tiene dos partes que se diferencian por los acontecimientos externos a los protagonistas aunque el autor no las separa con ninguna señal. En la primera, Gaby, el protagonista, que no es otro que el propio autor, vive en Burundi con su padre, un empresario francés, una vida típica de un niño de clase media y se divierte con un grupo de amigos haciendo las cosas habituales que se hacen en una pandilla a los 10 años de edad. Todo transcurre pacíficamente y está narrado con gran agilidad. Pero, en un momento determinado irrumpe la guerra y los conflictos tanto en Burundi como en la Ruanda de la que es su madre y gran parte de su familia. Aquí la tranquilidad se ve alterada y Faye escribe las que para mí son las mejores páginas del texto porque es capaz de transmitir muchas sensaciones con pocas palabras y sin usar truculencias innecesarias. Creo que aquí radica uno de los grandes méritos de un libro que he leído prácticamente de un tirón porque la historia iba ganando en intensidad y era difícil abandonarla.

Como debut literario no está nada mal. Una lectura muy recomendable tanto por la frescura con la que está narrado, como porque pone en contacto con realidades muy diferentes a las que estamos habituados.

Además de la reseña mencionada al principio, hay otra interesante de Carlos Bajo en wiriko.org.


Gaël Faye, Pequeño país. Traducción José Manuel Fajardo




jueves, 15 de febrero de 2018

Mis autores favoritos XXVI: Emmanuel Carrère





En la ya larga lista de autores favoritos le toca hoy el turno al último llegado a mi biblioteca. Hasta hace unos cuatro años desconocía totalmente la existencia de Carrère. Fue un comentario en un programa de radio el que me llevó a leer El adversario,  y desde entonces he buscado sus otros libros ya publicados o he estado atento a las nuevas traducciones. Solo hay uno que no he podido conseguir, precisamente el único no publicado por la editorial Anagrama a la que hay que agradecer el esfuerzo de publicar la obra de este gran escritor francés.
Su obra se podría dividir en dos partes. En su primera época, que es la que se ha traducido en último lugar, escribía novelas más tradicionales aunque siempre con un toque diferente. Luego, se ha dedicado a lo que se suele denominar como la faction o, por aquí, no ficción. Tengo que decir que esta segunda parte es la que más me ha interesado del autor y donde creo que están sus mejores libros desde el ya citado a Limónov pasando por el que más me ha impresionado de todos, De vidas ajenas.
Hay que decir que estamos ante un gran contador de historias; un escritor que, además, sabe manejar muy bien los tiempos del relato y graduar la intensidad; y también alguien que elige extraordinariamente bien los temas.
De los nueve libros que aparecen en esta entrada solo me queda por leer Bravura que creo que es su primera novela. Por otra parte es un autor al que dentro de no mucho tiempo habrá que releer porque tengo la impresión de que alguno de sus libros, como el buen vino, incluso mejorarán con el tiempo.
No suelo hacerlo en las entradas de esta serie, pero por su interés dejo dos enlaces: el de Daniel Gascón en letraslibres.com porque hace un interesante recorrido por toda la trayectoria de Carrère,  y el de infobae.com porque recoge los cinco mejores libros con un breve comentario.
Solo me queda animar a la lectura de cualquiera de sus libros excepto quizá el único que no me ha gustado, El reino, pero en este caso soy un poco sospechoso por mi ateísmo y anticlericalismo.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Una sorprendente primera novela



Creo que no hago sino repetir un lugar común si afirmo que lo primero que sorprende en esta magnífica novela es el hecho de que haya sido escrita por alguien de veintitrés años. Parece una obra de la plena madurez de alguien que se dedica a la literatura.
Si hace unos meses al comentar la primera novela que leía de la autora decía que me había parecido un tanto desigual, ahora tengo que decir que esta me parece una obra prácticamente redonda. Los personajes están plenamente conseguidos en su concepción y en sus matices; las historias que va contando tienen gran interés y, en muchos casos, hondura psicológica; la alternancia del protagonismo de los diferentes personajes en los capítulos está muy bien organizada; la novela va avanzando poco a poco y, además, tiene un componente de crítica social y política como recoge Elvira Lindo en el Prólogo:

“Si encuentro un halo visionario en la prosa de McCullers es debido a que los discursos enardecidos de sus personajes, discursos porque en ocasiones hablan como si estuvieran ante un público que no ven, poseen una enorme cualidad política, están empapados del espíritu de su tiempo.” (p. 9)

Esto se puede ver bien reflejado en los dos siguientes fragmentos:

“Observa la lenta aglutinación capital y poder, y cómo ha llegado hoy a su cúspide. Ve América como una casa de locos. Ve cómo los hombres tienen que robar a sus hermanos para poder vivir. Ve cómo los niños se mueren de hambre y las mujeres trabajan sesenta horas por semana para ganarse la comida. Ve a todo ese maldito ejército de parados y los miles de millones de dólares y miles de kilómetros de tierras desperdiciada.. Contempla cómo se aproxima la guerra.” (p 169) (De un extenso monólogo de Jake.)

“Los cinco pacientes no se habían perdido por ninguna negligencia de su parte. La culpa había que buscarla en los largos años de necesidades que habían tenido que soportar. Las dietas a base de pan de maíz, vientre de cerdo y jarabe, el amontonamiento de cuatro o cinco personas en una sola habitación. La muerte de los pobres.” (p.273)

Hay bastantes momentos más en los que se habla de la situación política a partir de monólogos de dos de los principales personajes protagonistas: Jake Blount, un marxista que incluso está intentando crear una organización  -Acción-, y Copeland, el médico negro que es uno de los personajes que más me ha llegado en una novela en la que la resulta muy difícil destacar a alguien porque también hay otros grandes personajes como la joven Misk –que parece que es un trasunto de la autora-; el dueño del restaurante y buena persona que es Biff Brannon y, por supuesto, el para mí enigmático sordomudo Singer que recibe a todos y a todos acoge y escucha, un personaje positivo pero tan solitario como en el fondo la mayoría.
Además de en esos monólogos, a lo largo de todo le texto se van deslizando ideas contra el racismo de forma directa o, indirectamente,  mostrando la situación de algunos miembros de la comunidad negra. Hay que tener en cuenta que el libro aunque nunca se dice en qué lugar concreto se desarrolla la historia, sí menciona que es en el sur. También aparecen en más de una ocasión referencias a Hitler y al fascismo.
Se dice también muy acertadamente en el Prólogo que la autora tiene: “(…) perspicacia psicológica, sentido social, observación sensitiva, intuición sexual…” (p. 12)
Esa gran sensibilidad creo que es lo que hace tan grande esta primera novela de McCullers que se lee no solo con total interés sino, como sucede con las grandes obras, participando de alguna manera en la historia que se nos está contando.
Más que recomendable. Habrá que acercarse a más obras de la autora.
Existe una buena reseña de Montuenga en unlibroaldía.blogspot.com.

Carson McCullers, El corazón es un cazador solitario. Traducción Rosa María Bassols Camarasa.