Nación
“Por supuesto, dijo Z., “toda nación necesita
relatos fantásticos sobre los que edificar su historia. El templo destruido, la
doncella en la hoguera, la batalla de Kosovo, los partisanos en los bosques…,
para eso, el colectivo no necesita ningún novelista. Pasando por alto los hechos,
la nación se inventa lo que le viene bien y se lo cree. En vano intentan
arqueólogos e historiadores sacarla de su error.”
H.M. Enzensberger,
Reflexiones del señor K. o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes
En las discusiones habituales sobre el capitalismo,
declaró Z., le molestaba el singular. El capitalismo era uno de esos conceptos
comodín que andaban faltos de claridad. “¿Alguien creer que las circunstancias
que se consideran normales en Suecia y en el Congo, en Groenlandia y en Irán,
pueden meterse en el mismo saco? A la vista está que el sistema económico que
se designa con esta palabra puede convivir casi con cualquier régimen político:
la dictadura militar, el nacionalsocialismo, el imperio de la mafia, el partido
único comunista, el apartheid, el Estado judío o el Estado islámico, así como
la democracia parlamentaria. Lo que pasa por alto este singular es la proteica
capacidad de transformación de esta forma de economía, capacidad a la que debe
su supervivencia.”
H.M. Enzensberger,
Reflexiones del señor K. o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes
Hijos,
padres
Richard Ford, Canadá
Nacionalismo,
nación
Nací en un planeta, no en un país. Sí, claro,
también nací en un país, en una ciudad, en una comunidad, en una familia, en
una maternidad, en una cama,… Pero lo único importante, para mí y para todos
los seres humanos, es el hecho de haber venido al mundo. ¡Al mundo! Nacer es
venir al mundo, y no en tal o cual, país, ni en tal o cual casa.
Amin Maalouf, Los
desorientados
Esperanza
-Más vale equivocarse en la esperanza que acertar en
la desesperación.
Amin Maalouf, Los
desorientados
Libro,
lectura
Coger un libro y perderme en el texto en los
momentos difíciles ha sido siempre mi modo de buscar alivio, consuelo o, al
menos, respiro. Cuando los asuntos amorosos se torcían, echaba mano de un
libro. Como consuelo después de un fracaso en el trabajo teatral o con textos
cuyo final se me resistía, siempre he tenido los libros. Como linimento, pero
más aún como instrumentos para desviar los pensamientos hacia otro lugar. Para
hacer acopio de fuerzas.
Henning
Mankell, Arenas movedizas
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