Basándose en las entrevistas y encuentros con Mujica
a lo largo de más de diez años y organizando la información en torno a
características del personaje (el anarco, el ejemplo, el zorro, el testigo,
etc.), estos dos periodistas uruguayos ofrecen una visión bastante completa y
caleidoscópica de uno de los políticos más admirados de los últimos tiempos.
Desde luego, el personaje ofrece multitud de
atractivos, desde su forma de vida austera
hasta algunas de sus propuestas (esa legalización de la producción de la
marihuana por poner un ejemplo significativo), desde su militancia en los
tupamaros, que le llevó a catorce años de cárcel, hasta terminar convirtiéndose
en presidente de la República Oriental y así un largo etcétera.
De todo ello se habla en este interesante libro. Lo
hacen los periodistas y también Mujica de quien se hace una espléndida y muy
acertada selección de fragmentos de sus conversaciones. (Por cierto, creo que
no se dice si están recogidas en algún medio electrónico, escritas a mano o
simplemente recordadas.)
Como hay de todo limitaré mi comentario a aquello
que más me ha llamado la atención o me parece más relevante de su personalidad
y sus ideas.
Por un lado, su elevado grado de pragmatismo que
desconocía y que se manifiesta en frases como: “Lo peor es cuando la matriz
ideológica no te permite percibir la realidad como es. Hace tiempo que abandoné
eso y me di cuenta de la importancia de los matices.” (p.51), o su defensa del capitalismo en: “Ser amigo
de un burgués es inconcebible para un tipo de esa izquierda. No ven lo que yo
veo, que es la capacidad de gerenciar,
de administrar, de generar trabajo, de todo eso. Es más complejo de lo que
parece. Los capitalistas son la energía creadora del mundo.” (p.143)
Ambas son bastante chocantes oídas de quien es uno
de los bastiones de la izquierda en Sudamérica.
También me ha parecido interesante su papel de
mediador entre Estados Unidos y Cuba o entre las FARC y el gobierno colombiano.
Desde un punto de vista muy diferente hay una
anécdota que demuestra el tipo de persona de que se trata. Cuando al jugador de
la selección Luis Suárez le castigaron por el famoso mordisco que dio a un
contrincante en el mundial, fue a recibirlo en persona al aeropuerto ya que:
“Le gusta ver cómo personas que nacieron en la pobreza llegan a ser los mejores
deportistas del mundo y se burlan de su pasado, sentir cómo a veces la calle se
impone a las grandes universidades. Respeta a los que muestran un camino
alternativo, por más que ese camino no sea del todo recto.” (p.135)
En una línea parecida: “¡El protocolo, la liturgia
del poder y todas esas estupideces me chupan un huevo!”, resumió en una de las
tantas charlas que tuvimos. (p.81)
En definitiva, un personaje original, rompedor,
iconoclasta, con un lenguaje absolutamente popular que los autores han dejado,
con muy buen criterio, en el texto. Alguien que no me extraña que levante
pasiones tanto a favor como en contra. En mi caso, reconozco que soy un
ferviente admirador desde hace mucho tiempo.
Un libro hecho desde una perspectiva bastante
favorable para Mujica y en el que he echado en falta dos cosas: mayor
información sobre el proceso en el que ganó las internas del Frente Amplio para
aspirar a la presidencia y mayor información también sobre sus tareas en el
gobierno.
Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, Una oveja negra al poder. Pepe Mujica, la
política de la gente
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