Desde septiembre de 1943 y durante un año Lewis
formó parte del Cuerpo de Seguridad de Campaña del ejército estadounidense. En
este libro cuenta, en forma de diario,
lo que vio de una forma bastante descarnada y sin temor a relatar sucesos no
muy favorables para las tropas aliadas. Así, nada más empezar su estancia en
Italia comenta:
“Lo que no nos dijo fue que él y los demás oficiales
se disponían a retirarse sigilosamente dejando abandonados a sus hombres”
(p.20)
“Muchos de los soldados que vemos deambulando por
aquí no tienen ni idea de dónde están sus oficiales ni los han visto desde que
empezó el contraataque alemán.” (p.21)
Órdenes de no hacer prisioneros alemanes, amas de
casa prostituyéndose por unas latas de comida, Battipoglia convertida en el
“Guernica italiano”, saqueos de las tropas aliadas sobre todo por parte de los
oficiales, corrupción policial, caos y sobornos en la administración de
justicia, robos hasta de una locomotora, y un largo etcétera son algunas de las
cosas que encuentra en Nápoles y sus alrededores.
También creo que en algún caso se basa más en el
rumor que en la información o, al menos, a mí me cuesta creer cosas como: que
hubiera un plan para enviar prostitutas contagiadas de sífilis al norte, a la
zona controlada por Alemania, para que contagiasen al mayor número posible de soldados alemanes; o que en un camión de
provisiones fuese escondido un soldado quien con una bayoneta cortaba dedos o
manos de quien intentara coger algún producto; o que “las tropas coloniales
francesas han violado a todas las mujeres de los poblados de…” y más adelante
lo generaliza también a niños y ancianos.
Lo anterior no quita que la mayor parte del relato
no solo sea totalmente creíble sino que es seguro que se adapta a lo que
sucedía en esos días de caos y miseria total.
Lewis lo cuenta todo con un estilo muy periodístico,
como se si se tratara de un gran reportaje en el que incluye también aspectos
como la religiosidad, sobre todo la devoción por San Gennaro y San Antonio
Abad, la erupción del Vesubio que pudo presenciar o el papel que jugaba nada
menos que Vito Genovese (el lugarteniente de Al Capone) en la organización del
territorio.
Muy entretenido, interesante e iluminador sobre lo
que significa la guerra, los desastres que deja tras de sí y las dificultades
que se encuentran para recuperar las instituciones y, sobre todo, las personas
tras el conflicto. (En este caso, la guerra no había terminado, pero al entrar
los aliados sí que había dejado de ser frente de batalla.)
Norman Lewis, Nápoles
1944. Un oficial del Servicio de Inteligencia en el laberinto italiano
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