Es el primer libro que leo de
Vásquez y con seguridad no va a ser el único. Recojo un momento de la
entrevista que para El País le hizo Ana Marcos:
“PREGUNTA. ¿Qué es exactamente La forma de las ruinas?
RESPUESTA. Una de las
cosas fascinantes de este género, y una de las razones por las que ha
sobrevivido, es porque tiene esa capacidad fantástica de asumir todos los
estilos y mezclar todos los procedimientos. Esta novela en particular es
investigación, autobiografía, por partecitas cortas es ensayo, novela
histórica, policial e investigación criminal… He vivido obsesionado con la idea
de que las novelas deberían contar lo que solo ellas pueden contar: ir a
lugares donde nadie más ha ido antes, donde la historia o el periodismo no
pueden llegar.”
Efectivamente, este
libro, esta novela, está compuesta con materiales muy diversos. A mí me
recuerda mucho algunos libros de Javier Cercas, sobre todo Soldados de Salamina, y
también en alguna medida los de E. Carrére.
El libro tiene dos
grandes partes. En la primera, en la que Vásquez es uno de los protagonistas,
se plantea el tema de las teorías de la conspiración y se dedican muchas
páginas, seguramente demasiadas, a los asesinatos de Jorge Eliécer Gaitán en 1948
y J.F. Kennedy en 1963. Aquí, además, el autor hace algunas reflexiones
personales sobre temas que se salen un tanto de lo narrado, pero que me han
gustado porque, además, las comparto plenamente: una trata de los comentarios
que se hacen en las páginas webs donde se ponen
de manifiesto: “La irresponsabilidad intelectual, la calumnia, el matoneo
de patio de colegio, (…)”; la otra, mucho más importante, se refiere a la
defensa de la ortotanasia o derecho a una muerte digna.
Más o menos hacia la
mitad del libro se inicia la segunda parte en la que aparece el que, en mi
opinión, es el verdadero protagonista de la novela y aquél cuya aparición la
transforma de alguna manera. Me refiero a Marco Tulio Anzola a quien le
encargan la investigación de la muerte del general Rafael Uribe Uribe en 1914.
(Se trata, una vez más, de un personaje real que escribió un libro con sus
investigaciones, ¿Quiénes fueron?, publicado
en 1917). Esa investigación y el juicio de los asesinos detenidos son lo mejor
de la novela y la convierte en una lectura apasionante. Quizá la única crítica
que le haría es que tarda mucho en centrarse en esta historia y dedica demasiado
espacio a lo que se podrían considerar los prolegómenos.
Una de las grandes
cualidades que tiene Vásquez es su capacidad para la narración. A lo largo de las
550 páginas del libro es capaz de mantener la atención del lector gracias a la buena
estructuración y a la dosificación de las informaciones, todo ello además con
un lenguaje rico, claro y preciso.
Al final, no sé si
salgo más o menos partidario de las teorías conspirativas, pero desde luego sí
lo hago satisfecho de haber leído un buen libro.
Juan Gabriel Vásquez, La forma de las ruinas
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