El autor es un prestigioso
director de cine húngaro y esta es su primera novela. Según cuenta Javier Yuste
en su buena reseña para elculturaLcom, la idea surgió primero como guion cinematográfico
que le llevó nueve años de trabajo, pero al no poderse hacer la película,
escribió la novela para lo que empleó tan solo tres meses.
Es interesante esta
información porque, de alguna manera, la obra está marcada por esos orígenes.
Tiene buenas escenas y excelentes diálogos, pero cuando entra en otros
territorios podemos encontrar fragmentos como este:
“El puente de madera
atravesaba un valle y medía por lo menos treinta metros. Alrededor, y por
debajo, montaban guardia unos pinos centenarios sobre cuyas nevadas ramas se
despeñaba helado un silencio henchido de luz. No soplaba ni la más mínima
brisa, ni se oía el gorjeo de ningún pájaro. Tan solo sus voces alteraban la
sublime belleza del lugar.” (p. 230)
Gárdos nos relata la
historia de amor de sus padres que se inició y mantuvo a través de su
correspondencia en un corto periodo de tiempo que va de septiembre de 1945 a
febrero de 1946. Tras pasar por campos de concentración -se trataba de dos
personas de origen judío-, al acabar la guerra encontraron refugio en Suecia
donde estuvieron ingresados en distintos hospitales. Desde ellos iniciaron la correspondencia que es
utilizada ampliamente por su hijo para escribir la novela.
Tiene el autor una forma muy
ágil de narrar la historia y hace una magnífica selección de fragmentos de las
cartas para lograr un hilo conductor. En este sentido la novela se lee con
facilidad e interés por lo que les va sucediendo a los protagonistas. Además,
ha logrado también introducir unos personajes secundarios muy bien perfilados.
Evita, y esto creo que es uno de los mayores logros del libro, tratar la
estancia de sus padres en los campos de concentración pues dedica al tema
apenas una página. No era necesario para la historia aunque siempre es un tema
tentador.
Gárdos ha logrado una novela
original por el tema y el planteamiento, y emotiva en muchos momentos, aunque
no creo que sea suficiente para llegar a lo que se dice en alguna de las
críticas que la editorial reproduce, como por ejemplo: “Una novela para recordar
durante el resto de la vida.” (Por cierto, la mayoría de estos comentarios
pertenecen a prensa australiana o neozelandesa y, sorprendentemente, no hay ninguna de origen húngaro.)
Novela para pasar un buen
rato, que se lee con gusto y que muestra también lo importante que puede ser el
amor para vencer algunos obstáculos.
Péter Gárdos, Fiebre al amanecer
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