Una vez más al reseñar un
libro del redescubierto Emmanuel Bove tengo que hablar del placer de la
lectura, porque eso es lo que he sentido con los cuatro libros que se han
publicado, y he leído, en los dos últimos años.
Siempre cuenta historias
interesantes, con personajes bien perfilados y con un estilo que, aunque sea
diferente según el libro, siempre es el adecuado para la historia. Es decir,
que en Bove el fondo y la forma constituyen un conjunto casi perfecto. Además,
y esto reconozco que responde más una manía personal que a otra cosa, sus
libros no llegan ni a las 200 páginas aunque en ellos se muestren muchas
situaciones, pero es grande su capacidad de condensar y sintetizar.
En este caso, el
protagonista abandona familia, amigos y trabajo y se traslada a otra parte de
la ciudad para vivir tranquilo y dedicarse a escribir. Pero:
“Solo él tenía la culpa de
lo que pasaba. Debería haber sospechado que esa gente humilde con la que ahora
convivía no era muy diferente de aquellos que había dejado atrás. Cuando rompió
con su pasado, pensó que nada de lo que hiciese tendría consecuencias, que
sería libre, que ya nunca más tendría que rendir cuentas a nadie. Pero ahora
estaba seguro de que, viviera donde viviera, le sería imposible pasar
desapercibido. Por mucho empeño que pusiese en no llamar la atención, todos y
cada uno de sus actos seguían siendo objeto de examen.” (p. 72)
O también:
“Cuando vino a vivir a la
calle Vanves, lo hizo creyendo que jamás se aburriría, que todo le interesaría,
que hablaría con los vecinos, que sería una hormiga más del hormiguero, que
simpatizaría con todo el mundo. Pero ese día, al regresar de la calle Helder,
tenía la sensación de que todo era gris a su alrededor, de que en ninguna parte
reinaba la alegría. Y lo peor de todo era que ni siquiera estaba seguro de
haber cambiado.” (p. 116-117)
Es decir, que la
tranquilidad buscada no era tan fácil de conseguir y que los mismos problemas
terminan apareciendo en los diversos lugares. Como muy bien afirma Bárbara Pérez en
instruccionesdeuso.es:
“Charles
(el protagonista) desea convertirse
de manera inconsciente en un salvador de varias de esas almas torturadas y
perdidas y, lejos de encontrar agradecimiento, recibe el odio sinsentido y
grandes dosis de envidia. En lugar de huir a un nuevo refugio, y aislarse por
fin de una humanidad que le hastía, parece dejarse morir, resignado al fracaso
de su tan ansiado proyecto.”
En
apenas 160 páginas Bove es capaz de radiografiar a una parte importante de su
sociedad (el libro fue escrito en 1935) y hacerlo de la forma brillante en él
habitual.
Un
libro absolutamente recomendable como lo son todos los suyos hasta ahora
traducidos.
Manolo Haro hace una buena reseña con bastante información sobre el contenido en
criticoestado.es.
Emmanuel Bove, El presentimiento
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