El autor ha sido calificado como “el gurú de la
renta básica” por ser uno de los creadores y de los máximos defensores de esa
idea. En todo caso se trata de un investigador muy crítico con el sistema
capitalista. En este caso lo concreta principalmente en lo que él llama “el
capitalismo rentista”, esto es, en un sistema en el que no funciona el mercado
libre sino que los que tienen posibilidad de ello se dedican a obtener diferentes tipos de
rentas que, desde luego, no provienen de su trabajo.
El libro está dividido en ocho capítulos en los que
estudia diferentes aspectos de ese capitalismo rentista. A mí particularmente
me han parecido especialmente interesantes los que dedica al análisis de las
subvenciones, a la creación de la deuda y a lo que llama “el saqueo de los bienes comunes”.
Es un texto lleno de sugerentes análisis y ofrece
una gran cantidad de cifras para justificar sus argumentos. De hecho, sobre
todo en el capítulo dedicado a las subvenciones, creo que hubiera sido mejor no
dar tantas porque a veces cuesta trabajo seguirlas y, además, son tan elevadas
en algunos casos que incluso resulta difícil terminar de creerlas.
Algunos de sus análisis no son especialmente novedosos,
ni él lo pretende, pero están muy bien traídos y resumidos como cuando
dice por ejemplo:
“En la actualidad, se mantienen bajos los salarios
por motivos de “competitividad” frente a los pagados en algún otro lugar del
mundo, mientras que el anhelado consumo doméstico se aviva mediante el crédito
fácil”. (p. 153)
Y a continuación, y en relación con ese crédito
fácil, da una de esas cifras que parecen
difíciles de creer aunque desgraciadamente será real:
“En EE.UU., las tiendas de préstamos por anticipo de
nómina superan en número de lejos a los restaurantes McDonald’s y son la
principal fuente de crédito para 90 millones de norteamericanos carentes de
cuenta bancaria.” (p. 154)
Desde otro punto de vista, el de los efectos de
algunos de los procesos que explica, el siguiente fragmento me parece muy significativo
de cosas que podemos ver casi a diario:
“Deberíamos hacer un último comentario acerca de las
sociedades que se basan en la deuda, como hacen todas las economías rentistas.
Los psicólogos han demostrado que la deuda afecta negativamente a la salud
mental y la lucidez, y lleva a tener una mentalidad más pasiva y conservadora.
La inseguridad asociada con la deuda hace que las personas sean menos resilientes
y tengan menos iniciativa. Tener un gran número de personas profundamente
endeudadas y expuestas a circunstancias que hacen más probable el endeudamiento
erosiona también la libertad, que necesita no verse dominada por presiones
externas.” (p. 167-168)
Como se ve, se trata de un texto tremendamente
sugerente, con muchos elementos para debatir y analizar, pero que, al igual que
me ha sucedido recientemente con otros libros que analizan la realidad actual,
también me lleva a acrecentar el pesimismo sobre las posibilidades de poder
cambiar, bien que sea mínimamente, la sociedad en la que vivo. De hecho,
siguiendo la costumbre en este tipo de libros, Standing dedica un capítulo
final a hacer algunas propuestas que, en mi opinión, no dejan de ser un
conjunto de parches sin ninguna
articulación y, sobre todo, algo también demasiado habitual, sin decir quién y
cómo se podrán llevar a cabo, porque como el propio autor reconoce:
“Si la mayoría de los medios están controlados por
una elite, si están vinculados a un partido político y a un conjunto de
intereses dominantes, si ese partido lo financia la plutocracia, y si los grupos
de presión forman una infantería de los interese en cuestión, necesitamos
preguntarnos cómo podrá conseguirse el cambio político.” (p 268)
En todo caso una lectura muy interesante.
Hay una entrevista de Lluís Pellicer Con Standing en
el país.com.
Guy Standing, La
corrupción del capitalismo, Traducción Antonio Iriarte.
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