Si en 2016
obtuvo el premio Goncourt con su magnífica novela Canción dulce y el año pasado en esta editorial se publicó su
interesante estudio sobre la mujer y el sexo en Marruecos, no me extraña que
ahora se traduzca su primera novela que, desde luego, ya anunciaba que se
trataba de una buena escritora.
Esta
novela se publicó en 2014. Tiene una protagonista casi única, Adèle, una mujer
de clase media acomodada, buena profesional (es periodista especialista en
asuntos internacionales del norte de África), casada y con un hijo de tres
años, pero también con una pasión por el sexo bastante desenfrenada. Esta
pasión la lleva a tener aventuras constantes con todo tipo de hombres, desde
compañeros de trabajo a amigos de su marido, pasando por los que conoce en un
bar y por el sexo de pago.
Escribe
Alejandro Luque en su magnífica reseña en msur.es:
“Con el estilo seco, hasta cierto punto frío, que
caracterizaba Canción dulce; y con la misma perspectiva omnisciente,
si bien muy hábilmente orientada según lo que la autora quiera mostrarnos o
dejar a nuestra imaginación, la historia discurre en un clima de tensión
progresiva, más afín al thriller que a la novela erótica. De hecho, Slimani
cuida mucho el equilibrio de las escenas de cama, de modo que resulten
reveladoras a lo justo sin caer en patéticas sobreadjetivaciones.”
Y en este fragmento están todas las claves de esta
estupenda novela: el estilo (frase corta y precisa, pocos diálogos y también
muy cortos); la tensión, que hace que cueste dejar de leerla esperando saber
qué puede pasar; el tratamiento del sexo que, incluso cuando se trata de sexo
duro, está hecho sin detenerse demasiado en lo físico, es decir, sin recrearse;
y, muy importante, sin juzgar el comportamiento de la protagonista. Se
describe, pero no se juzga y tampoco se dan explicaciones de dónde puede venir
esa pasión salvo quizá en un par de detalles pero no definitivos.
Casada y con un hijo, pero:
“Tuvo un hijo por el mismo motivo por el que se
casó. Para pertenecer al mundo y protegerse de cualquier diferencia con los
demás. Al convertirse en esposa y madre, se rodeó de un aura de respetabilidad
que nadie puede arrebatarle. Se construyó un refugio para las noches de
angustia y un retiro para los días de desenfreno.” (p. 45)
Interesante también el siguiente fragmento sobre lo
que significan los hombres para Adèle:
“No recuerda nada en concreto, pero los hombres son
las únicas referencias de su vida. A cada estación, cada cumpleaños, cada
acontecimiento de su existencia, corresponde un amante de rostro borroso. En su
amnesia perdura la sensación vivificante de haber existido mil veces a través
del deseo de otros.” (p. 164)
Una novela con una protagonista absoluta y en la que
el resto de las apariciones, incluida la de Richard, su marido, están en función de ella y de su pasión
desenfrenada. Una obra bien construida, desarrollada y resuelta que muestran ya
lo que puede conseguir esta escritora franco-marroquí de la que seguramente se
traducirá su siguiente publicación poco después de publicarse en Francia.
Hay un interesante artículo de Carles Geli en elpais.com
en el que además de reseñar el libro se reproducen algunas opiniones de la autora.
Leila
Slimani, En el jardín del ogro.
Traducción Malika Embarek López.
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