“Años después de haber muerto su madre, Barbara
Honigmann afronta su historia sin más armas que las del recuerdo. Frente al
afán inquisitivo de nuestro tiempo, en que hasta el más pedestre reportaje
periodístico nos promete “todas las claves”, Un capítulo de mi vida reniega de esa pretensión inverosímil y
voraz…” (p. 164)
Esta cita del epílogo que hace el traductor bajo el
muy significativo título de No todo sobre
mi madre, deja muy claro que este libro no pretender ser una historia sobre
el personaje de la madre de la autora, ni mucho menos una biografía, de hecho
la propia Honigmann dice muy al final que no ha recurrido ni a entrevistas ni a
documentos más allá de lo contenido en una pequeña caja de cartón, sino un
conjunto de recuerdos directamente personales tanto vividos como escuchados.
Su madre ha sido conocida sobre todo por haberse
casado en segundas nupcias con Kim Philby, el intelectual británico que espió
para la Unión soviética adonde terminó huyendo en 1963. Pero, además, tuvo una
azarosa vida con estancias en Londres, huyendo de los nazis dada su condición
de judía; en París, como enlace de Philby que en esos momentos era corresponsal
en la guerra civil española; en Berlín, donde se instaló tras la segunda guerra
mundial y donde nació Barbara fruto de su tercer matrimonio; y, finalmente, en Viena
adonde se trasladó de forma casi furtiva en 1984. Nacida en 1910 pasó la parte
central de su vida en la RDA y aunque seguía siendo comunista, dice Honigmann
que cuando se reunían los viejos amigos discutían:
“(…) por expresar su insatisfacción con la alta de estilo
y gusto de esa soberanía popular que ellos mismos habían anhelado y con la que
seguían sintiéndose comprometidos.” (p. 43)
Un poco más adelante en ese mismo fragmento acusan a
las “democracias populares” de “fealdad, vulgaridad y ordinariez.”
Todo ello da también una idea de la procedencia
social de la madre y los amigos con los que se relacionaba.
También resulta curiosa la forma en la que su padre
se hizo comunista:
“”En Canadá me hice comunista”, contaba. “Lo puedo
fechar con toda exactitud, porque en aquel año de monótona ida en el campo y
absurdo talar de árboles necesitaba unirme a personas inteligentes, y sólo
podía elegir, o al menos a mí me lo pareció entonces, entre los judíos religiosos y los comunistas.”. Mi padre
prefirió los cursos sobre historia del PCUS…” (p. 119) (Estaba en Canadá porque allí enviaron a muchos alemanes que vivían en
Gran Bretaña cuando se produjo la guerra).
Decía antes que la madre tuvo una azarosa vida, pero
también muy interesante. Honigmann va dejando retazos de esa vida y lo hace sin
seguir ninguna línea ni cronológica ni temática. Quizá ahí está uno de los
mayores aciertos del libro. Nos vamos enterando de cosas, vamos conociendo
personajes, nos vamos acercando a sus diversos amores, un poco a salto de mata,
pero, eso sí, siempre a partir de una narración y una escritura muy sutil en la
que no se pueden perder detalles y en las que con una sola palabra se expresan
a veces muchas cosas.
Un libro interesante también por lo que tiene de
conocimiento de unos momentos históricos a partir de la intrahistoria y no de
los grandes acontecimientos.
Hay una reseña bastante completa de Alexander Zárate en elplural.com
Barbara Honigmann,
Un capítulo de mi vida. Traducción Ibon Zubiaur.
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