lunes, 31 de agosto de 2020

Andamio


Como corresponde al momento que vivimos, apenas hay películas y, por el contrario, hay muchas series que, como suele ser habitual en estas entradas, tienen una procedencia y una temática muy variada.


Películas


Las herederas. Es la primera película producida en Paraguay que veo. En realidad coproducida con empresas de varios países europeos y sudamericanos. Un magnífico guion, una dirección muy buena y una gran interpretación hacen que sea una gran película, eso sí no apta para quienes gustan del ritmo y la acción pues pasan, aparentemente, pocas cosas aunque, gracias a la interpretación de la protagonista, sabemos que son más de las que parece. Una película minimalista en todo, en la que se habla poco, pero en la que las miradas y los gestos explican mucho. Muy recomendable.

Woody Allen: El documental. Tres horas dedicadas a analizar algunos momentos de la vida y sobre todo la obra de este gran director. Elaborado a partir de entrevistas con actores que han intervenido en sus películas, con sus representantes, con muchos de sus colaboradores (guion, fotografía, casting, etc.), con críticos de cine,…, todo ello combinado con muchos fragmentos de sus películas. Se consigue dar una visión bastante completa tanto de la personalidad de Allen como de su obra. Para quienes somos seguidores de este director, el documental resulta apasionante. En casa lo hemos visto prácticamente seguido.


Series


Algo en que creer. Serie danesa de diez episodios de una hora cada uno. Tiene como protagonista a un pastor luterano de la Iglesia nacional danesa y su familia. Todos ellos son personajes muy potentes como también algún secundario. Hay religión, sí, pero también mucho de relaciones familiares y de luchas por el poder en el seno de esa iglesia. Muy bien interpretada y con un buen guion la serie se sigue con mucho interés y, además, ayuda a conocer algo tan desconocido como es la religión que se practica en ese país. Es una lástima que algunas cosas del último capítulo lastren el resultado global de una serie con temas difíciles de encontrar en el mundo del cine actual.

White lines. Producción británica de un creador español y que se desarrolla en Ibiza con alguna breve excursión a Manchester. Son diez episodios de una hora de duración Un guion muy trabajado con continuas sorpresas y variantes que van moviendo a sus muchos protagonistas y haciendo que la acción y el interés no decaigan. Bien interpretada y con unos escenarios muy bien escogidos (parece subvencionada por el Consell Insular de la isla). Muy entretenida aunque quizá yo la hubiera dejado en ocho episodios porque hay algunas escenas un tanto reiterativas.

Merlí. Segunda temporada que consta de 13 episodios como la primera. Sigue en la misma línea y, aunque parece una serie pensada sobre todo para adolescentes, se ve con gusto e interés porque trata temas cruciales para la educación y, además, suele ofrecer más de una perspectiva. Evidentemente, no deja de ser una serie de televisión y muchos de los temas apenas aparecen apuntados, pero se agradece el esfuerzo de tratarlos aunque a veces sea como mero esbozo.

Llegar a ser Dios en Florida. Serie estadounidense de 10 capítulos. Se trata de una crítica a algunos aspectos de esa sociedad, sobre todo a su relación con el dinero y el afán de llegar ser rico. La serie alterna momentos muy buenos con otros un tanto desenfocados. En general resulta entretenida y con varias buenas interpretaciones, pero también a veces se le va la mano con una cierta desmesura. Por la estética y algunos personajes me ha recordado a Better call Saul. Es una serie que seguramente de haber tenido 6 o como mucho 8 capítulos hubiera sido mejor.

The politician. Serie estadounidense de ocho capítulos. Si en el anterior comentario hablaba de una serie que critica el sistema económico, en esta la crítica se dirige al sistema político. A partir de las elecciones a presidente de los alumnos de un instituto la serie va mostrando varios aspectos negativos del comportamiento de los políticos. En especial el capítulo 5, dedicado al votante, resulta totalmente demoledor. Además, aprovecha para mostrar también el ambiente de algunas familias de la clase alta. Tanto la fotografía y la puesta en escena como las interpretaciones están pensadas para alejar la serie del realismo. En algún momento recuerda la estética de las películas de Wes Anderson.

El escándalo de Christine Keeler. Miniserie británica de seis episodios de una hora de duración cada uno. Basado en los hechos reales de principios de los sesenta, se centra no tanto en lo que se llamó “el caso Profumo”, como en la vida tanto de Keeler como de Stephen Ward, un personaje este realmente interesante. En la serie salen bastante mal parados los políticos, pero sobre todo la policía. Un buen guion y unas buenas interpretaciones hacen que la serie resulte muy interesante, entretenida e instructiva.

City on a hill. Serie estadounidense de 10 capítulos de una hora cada uno. Se desarrolla en Boston en los primeros noventa del siglo pasado. Es un policiaco que, inspirado en hechos reales, pretende también reflejar los intentos hechos desde las comunidades religiosas para frenar la violencia callejera en determinados barrios de la ciudad. Tiene buenos momentos sobre todo cuando trata los problemas familiares de los protagonistas, pero estos son demasiado estereotipos y ya los hemos visto otras veces en series y películas. Entretenida, pero es una pena que no se termine de entender bien precisamente lo que podría resultar más interesante como es ese intento de formar una coalición para frenar la violencia.

Stieg Larsson: el hombre que jugó con el fuego. Interesantísima serie documental sueca de cuatro capítulos de unos 45 minutos cada uno. Larsson está lógicamente presente en todos, pero los dos primeros se dedican a mostrar el auge de la extrema derecha en Suecia, incluida la propiamente nazi, en los ochenta y noventa. El tercero se dedica sobre todo al asesinato de Olof Palmer y el cuarto se centra más en la figura de Larsson. Muy buenas entrevistas, entre otras personas con su viuda, y muy buenas imágenes reales. Una serie que explica mucho de lo que está pasando hoy en Europa y que deja al final un cierto temor a que no sepamos afrontar lo que se nos puede venir encima.

Ben. Serie francesa de seis episodios. Cada dos de ellos cuenta un caso diferente aunque da unidad el hecho de que la periodista protagonista sea la misma. Es bastante floja. Unos guiones que dejan mucho que desear y en los que hay algunas cosas realmente increíbles y que llevan a que las interpretaciones tampoco sean especialmente buenas. Serie muy prescindible.


domingo, 30 de agosto de 2020

En la Argentina de 1982




Tras leer muy recientemente la última publicación del autor, Confesión, me propuse conocer algo más de su obra ya que la mencionada me pareció muy interesante tanto en el fondo como en la forma.
Esta que ahora comento ganó en 2007 el XXV Premio Herralde de Novela que es un premio con un cierto prestigio y tradición.
Al igual que me pasó con Confesión, de esta me ha interesado tanto el fondo como la forma. Kohan es un escritor que cuida mucho la escritura y al que le gusta crear ambientes y hacer que la acción transcurra con cierta, y a veces gran, morosidad. Lo importante es si esto va a favor de lo que se está contando o es una manifestación de cierta incapacidad narrativa. Yo creo que es más bien lo primero lo que impulsa al autor a seguir esta forma de narrar.
La anécdota del libro es bien sencilla: Marita (María Teresa), es una joven de veinte años que trabaja de prefectora en el Colegio Nacional de Buenos Aires, el colegio con más tradición de la ciudad; su hermano Francisco está haciendo el servicio militar y escribe unas postales prácticamente sin texto; su madre llora casi permanentemente por la ausencia del hijo (no sabemos si algo también por la del padre); en el colegio trabaja como jefe de prefectores el señor Biasutto. Estos son los personajes principales y, salvo por la breve aparición de algún alumno, casi únicos de la novela. Pero, dato importante, esta transcurre en 1982, esto es, en plena dictadura argentina que se convierte en algo más que el telón de fondo de la historia.  El  argumento, el trabajo de María Teresa y sus pesquisas sobre quién fuma en el centro y dónde, algo aparentemente trivial y poco trascendente, le permite a Kohan reflejar el ambiente del colegio que, de alguna manera, se convierte en una especie de alegoría sobre la Argentina de la época.
Hay una atmósfera bastante opresiva, una vigilancia constante de cosas tan estúpidas como si llevan bien puesta la corbata o el cuello del pulóver no es en pico y un personaje, Biasutto, que en su día “hizo listas” (evidentemente eran listas de profesores para que fuesen represaliados) y que ahora representa los aspectos más lúgubres de esa dictadura.
Joaquín Marco en su reseña en elcultural.com resume muy bien los valores del libro:

“No resulta sencillo mantener la tensión narrativa con unas dosis de escatología; otras, de represión sexual y un mucho de ignorancia vital. Quizá el lector se pregunte cómo ha ido a parar esta joven al centro educativo de mayor prestigio social bonaerense, pero nada se dice sobre ello y muy poco sobre la formación de los alumnos. Kohan sostiene las más de 200 páginas con buen pulso. Los análisis psicológicos son de gran finura y el novelista dispone de un lenguaje preciso. La lección que puede extraerse del libro es que la inmoralidad de las autoridades y el pesado silencio ocultan la opresiva dictadura que se adivina a través de sus páginas.”

Hay una reseña bastante menos positiva de Purificación Mascarell en unlibroaldia.blogspot.com.
A mí me ha gustado mucho el libro aunque reconozco que es un tipo de literatura en la que si no entras desde el principio y te dejas llevar por su ritmo pausado y sus escenas desarrolladas con gran morosidad puede resultar aburrida.
Yo seguiré buscando algún texto más del autor.

Marín Kohan, Ciencias morales.



miércoles, 26 de agosto de 2020

Descubriendo Bahréin




Este libro obtuvo el 1º Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez otorgado por un jurado en el que estaban, entre otros, nada menos que Martín Caparrós y Leila Guerriero, dos periodistas argentinos que están entre los mejores cronistas en lengua castellana y de los que hay bastantes entradas en este blog comentando la gran mayoría de sus libros.
Con esto quiero subrayar que el libro tiene que tener necesariamente algo y, efectivamente, así es. El autor ha sabido conjugar muy bien tres elementos: la información con datos  sobre distintos aspectos de la sociedad de Bahréin, entrevistas con algunos personajes relevantes y, sobre todo, con gente de la calle y, finalmente, su propia peripecia personal para mostrar algunos aspectos del funcionamiento de ese país. Además, y creo que esto caracteriza muy bien el libro, lo hace mezclando todo en cada capítulo de tal manera que va narrando las cosas sin que, al menos aparentemente, haya una sistematización fijada de antemano.
Sánchez pasó dos años en Bahréin porque a su entonces novia, luego esposa, Carla la trasladó su empresa a ese país. Aprovechó ese tiempo para conocer el país y preparar el contenido de este libro que, según dice al final, unos amigos le animaron a presentar a este premio.
En el libro podemos encontrar temas tan variados como: una descripción de Bahréin, los problemas que supone la búsqueda de vivienda (esa dacha que da título al libro), el trato que se da a los chiíes en una país en el que siendo mayoría gobierna la minoría suní, las diferentes lenguas que se hablan, los problemas de las mujeres, el denigrante trato que reciben muchos de los emigrantes asiáticos próximo a la esclavitud, los problemas burocráticos para una boda (la suya en este caso), las referencias que hace en diferentes momentos a la primavera árabe que se produjo en febrero de 2011 y la gran represión que hubo por parte del gobierno que, de alguna manera, continúa todavía sobre los chiíes. Estos son algunos ejemplos de los muchos aspectos y temas interesantes que se tratan en el libro.
El Bahréin que Sánchez refleja es un caso curioso de país árabe y musulmán que, aunque ha hecho algunas reformas, sigue siendo en lo fundamental la dictadura, y casi podríamos decir la propiedad, de una familia. Sobre las reformas llevadas a cabo es interesante lo que se dice en el siguiente fragmento al explicar los viajes de fin de semana de los saudíes (Arabia Saudí está unida por un puente a la isla de Bahréin):

“En Barhéin pueden hacer cosas prohibidas en casa: pasear sin habaya ni hiyab, ir al cine, comer en familia en una terraza al aire libre, hacer un pícnic en un parque sin separación de sexos, beber alcohol. El lado sórdido de estas escapadas son los frecuentes episodios de abuso y maltrato a las prostitutas.” (p. 53)

En un libro de estas características he echado de menos alguna foto y, desde luego, un pequeño mapa para situar algunos de los lugares que se mencionan máxime teniendo en cuenta que, como dice el autor, Bahréin tiene el tamaño de la isla de Menorca.
En fin un texto que se lee con gusto, que ayuda a comprender mejor un mundo del que llegan noticias muy fragmentarias y del que el mejor elogio que puedo hacer es que me he quedado con ganas de otras doscientas páginas.
Habrá que estar atentos a la obra de este periodista que, por cierto, también es cofundador de la editorial Libros del K.O.

Hay una interesante reseña de Rosa Marqués en traveler.es.

Emilio Sánchez Mediavilla, Una dacha en el Golfo.




lunes, 24 de agosto de 2020

Novelón




Desde luego la literatura en castellano tiene en Sudamérica en general y en  México en particular un buen lugar de desarrollo. En la lista de los premios de novela que otorga la editorial Alfaguara es altísimo el porcentaje de escritores de ese continente y, entre ellos, varios mexicanos como el autor del libro que comento.
Dice el Jurado del premio de este año en su explicación del fallo:

“Salvar el fuego es una novela polifónica que narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles. El autor se sirve tanto de una extraordinaria fuerza visual como de la creación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud”

Estamos ante una historia de amor que, aunque parece difícil de aceptar en un primer momento, poco a poco termina resultando verosímil. Historia de amor entre dos personas, Marina y José Cuauhtémoc, de muy diferente extracción social y momento vital. Ella felizmente casada y con tres hijos, tiene también una buena carrera como bailarina y coreógrafa; él está en la cárcel cumpliendo una condena de cincuenta años por homicidio y antes había cumplido otra de quince por el mismo motivo. Bien diferentes pues y sin embargo…
La novela está narrada a partir de tres perspectivas distintas. Por un lado, Marina va narrando en primera persona su peripecia vital antes y durante la relación. La historia de José se narra en tercera persona. Además, el hermano mayor de él, Francisco, va contándole al padre muerto, un intelectual indígena defensor de la causa del pueblo originario, cuál ha sido su penoso comportamiento con los hijos y la mujer. Para completar el cuadro, de vez en cuando aparecen textos de reclusos que, suponemos, se corresponden con sus trabajos en un taller de escritura que se hace en la cárcel.
En cada una de esas perspectivas el lenguaje es diferente y en particular llama la atención el que emplea el autor cuando cuenta la historia de José que, aunque no siempre se entienda todo, resulta tremendamente rico en sus expresiones y muy explicativo de la situación social de sus hablantes.
Decía antes que estamos ante una gran historia de amor, pero de una historia que se desarrolla en un país muy convulso y del que Arriaga critica bastantes cosas. Así, una policía a la que se compra fácilmente; exmilitares trabajando con los narcos; un ambiente carcelario de gran dureza en el que también hay lugar para la corrupción; una sociedad muy desigual que se manifiesta hasta en el diferente trato que se recibe en la cárcel según la posición social; una burocracia lenta salvo que se la “engrase” debidamente y, finalmente, un líder del sindicato de maestros que vive en una gran mansión como ejemplo de hasta dónde llega la corrupción.
Un ejemplo de algo de esto es el siguiente fragmento que corresponde a un momento de la narración hecha por Marina:

“La esquizofrenia nacional. México fue equivocadamente adjetivado como un país surrealista. Nada más lejos de ello. Es un país hiperrealista, donde hasta los mínimos detalles se magnifican. Un país con propensión a los extremos. Y mientras la mayoría de la población lidia con una lucha cotidiana por subsistir, mis hijos y sus compañeritos asistían a clase de música, de inglés, de francés y practicaban deportes elitistas. Mis niños crecían tan en la pendeja como había crecido yo, encapsulados para no contaminarnos de ese país paralelo teñido de miseria, impunidad, corrupción y abusos.” (p 483)

También es muy interesante el tema del indigenismo tal y como lo plantea Arriaga a partir del personaje de Ceferino, el padre de José. Se trata de un personaje muy negativo por lo que hace al trato que da a su familia, pero que al mismo tiempo es alguien muy formado y que pretende que sus hijos lo estén para defender sus orígenes.
Es muy significativo el siguiente fragmento  que narra Francisco de una conversación con una indígena: (A mí me ha traído a la mente algunas cosas que se plantean hoy en nuestro país)

“En náhuatl le revelé que mi padre también provenía de la sierra. Ella soltó una risilla: “Usté me va a perdonar, pero apenas entiendo lo que dice. A nosotros ya no nos gusta hablar la lengua mexicana” ¿Cuánto se perdió en el camino para que esa mujer se haya alienado de su idioma y por tanto, de su identidad? Tú la hubieras reprendido: La lengua es el último baluarte de la resistencia” (p. 368)

Dice Arriaga en una interesante entrevista con Enrique Clemente en lavozdegalicia.es: “Me gustan los escritores que hieren y sanan, que escriben con las entrañas”.
Desde luego él escribe con las entrañas y hace que el lector quede atrapado en el libro de tal manera que, aunque yo suelo compartir la lectura de dos o tres libros y en este caso uno de ellos me interesa muchísimo, me he centrado solo en la novela porque necesitaba saber qué iba a pasar con sus protagonistas.
Se ha dicho que al leer la novela se adivina una película. Es posible dado que, además, su autor en un afamado director de cine. Sin embargo yo creo que no será fácil llevar a la pantalla algunos aspectos del libro que son fundamentales.
Una novela que, como ya he dicho, atrapa siempre que te dejes llevar por una historia que al principio sobre todo no resulta fácil aceptar. Un libro que está entre lo mejor que he leído este año.

Guillermo Arriaga, Salvar el fuego.


miércoles, 19 de agosto de 2020

Esperando más traducciones




Hace apenas unos meses comentaba en el blog el libro La vida sin maquillaje que es, precisamente, la continuación de estas memorias. En el comentario decía que esperaba una pronta traducción de alguna obra de ficción de la autora. Ahora, tras leer esta primera parte de esas memorias,  tengo que reiterar ese deseo que parece ser que va a ser pronto satisfecho por la misma editorial, Impedimenta, que ha publicado ambos libros.
Este libro tiene como subtítulo Cuentos verdaderos de mi infancia, lo que da una buena idea de en qué consiste: La narración de su vida desde su nacimiento en 1937 como octava hija de un matrimonio de negros en la isla de Guadalupe, uno de los territorios de ultramar franceses, hasta el inicio de sus estudios en Francia, es decir, su infancia, pero también su adolescencia y parte de su juventud.
Evidentemente, la parte de su infancia tiene muchos elementos más propios del cuento que de la autobiografía y, creo, de ahí el subtítulo. Sea como sea, el libro se compone de diecisiete relatos en los que van apareciendo los distintos momentos de su vida y los principales personajes entre los que ocupa un lugar predominante su madre y en un plano algo inferior su hermano mayor.
La familia de Condé, con su padre funcionario y su madre profesora,  pertenecía a la burguesía de la colonia como deja constancia en el siguiente fragmento:

“De acuerdo con la rígida geografía social de aquel tiempo, las regiones de Trois-Rivières, Gourbeyre y Basse-Terre pertenecían  a los mulatos. Saint- Claude y Matouba eran los feudos de los terratenientes blancos, que se los disputaban con los hindúes Mis padres, por su parte, tenían su sitio en Grande-Terre. Allí donde los negros habían evolucionado, donde habían conquistado la política y demás ámbitos.” (p. 137-138)

Burguesía cuya vida y aspiraciones la autora refleja muy bien en las páginas del libro sobre todo a través de la visión de su padre. Es una burguesía negra pero muy prooccidental. Algo que es muy interesante para entender mejor la vida y las ideas de Condé tal y como quedan recogidas en el segundo volumen de las memorias que abarca aproximadamente el período que va de 1957 a 1967, cuando la escritora estuvo residiendo en África.
El libro tiene un estilo narrativo tradicional en el que hay que destacar la gran fluidez con la que la autora va narrando las distintas peripecias y la atención a los pequeños detalles que enseñan muchos de algunos personajes y situaciones.
Me ha extrañado la poca presencia del resto de sus hermanos y hermanas salvo un poco en los últimos capítulos. Extrañado porque parece lógico pensar que tuvieron que influir lo suficiente, para bien y para mal, en su vida para que esa presencia fuera mayor. Un dato interesante es que su madre la tuvo con 43 años y su padre tenía 63.
No es un libro de grandes aportaciones, pero sí que ayuda a conocer una sociedad de la que es muy escasa, por no decir nula, la información que se tiene. Además, todo viene de la mano de una gran escritora –le dieron el Premio Nobel Alternativo de Literatura en 2018, y de alguien que es capaz de decir de ella misma cosas como la siguiente:

“A los quince años, me miraba en el espejo y me encontraba fea. Fea a rabiar. Para rematar un cuerpo tieso como una vara sin fin, aquella cara mía, triste y hermética. Ojos prácticamente cerrados. Pelo escaso y mal peinado. Sonrisa inexistente. Por todo adorno, un cutis de terciopelo que el acné no se atrevía a destrozar.” (p. 146)

Libro recomendable por el buen rato que hace pasar y uno de esos textos que dejan al lector con ganas de que hubiese sido más extenso.
Hay una buena y muy completa reseña de Begoña Méndez en elcultural.com.


Maryse Condé, Corazón que ríe, corazón que llora. Traducción Martha Asunción Alonso.



lunes, 17 de agosto de 2020

Otro intento de tumbar el gobierno




 A partir del subtítulo se puede entender este libro como una continuación del de Jesús Cintora ya comentado en el blog. No creo que sea esta la intención de Ekaizer, pero desde luego el libro se inicia prácticamente donde lo dejó Cintora. Sea como sea, lo que queda meridianamente claro tras la lectura de ambos textos es que hay mucha gente, muchos poderes, trabajando primero para que no se lograra formar el actual gobierno de coalición y, una vez formado, para romperlo como sea y para ello nada mejor que intentarlo por el eslabón más débil -que en esto son muy leninistas-, que no es otro que UP e Iglesias como su máximo representante.
Ekaizer es uno de los mejores periodistas que hay en España donde llegó en 1977 desde su Argentina natal. Trajo algo muy típico de cierto periodismo de ese país: el gusto por la crónica y la investigación. Así ha escrito libros muy relevantes sobre sucesos y personajes de los últimos cuarenta años y en todos ellos ha demostrado que además de un buen investigador es alguien con muy buenos contactos en bastantes sectores y, por lo que hace a este libro que ahora comento, en el ámbito del poder judicial.
Esto es fundamental para haber podido escribir este libro. No hay más que ver el título de algunos de sus catorce capítulos para darse cuenta de que es precisamente en el ámbito judicial donde se está llevando a cabo este nuevo intento. Así, Lola Delgado sola ante el peligro (cap. 3); El 8-M: la juez se va de pesca (cap.7); Consuelo Madrigal: “Yo acuso” (cap. 10); Vox, a por el Tribunal Constitucional (cap. 9). Y donde no está ya directamente en el título, está en el contenido.
Utiliza Ekaizer a menudo textos legales para justificar sus afirmaciones lo que hace su lectura a veces un tanto pesada y confusa porque los juristas tienen la bendita manía de escribir para juristas y no para el resto de los mortales. A ello se une, sobre todo al principio, la abundancia de fechas que despistan un poco.
No obstante, salvado lo anterior, el libro se lee casi como un thriller en el que los malos ya los conocemos porque hemos oído hablar mucho de ellos y sus fechorías y también sabemos, o creemos saber, el final de la historia. El mismo autor en una entrevista con María José Iglesias en eldia.es afirma: “El plan de 'desensillar' a Pedro Sánchez, al que se apuntó la derecha en todos los ámbitos de poder, ha fracasado.” Afirmación que a la vista del nuevo ataque por tierra, mar y aire, es decir, por el poder judicial, mediático y parte del político de los últimos días no sé si se confirmará.
A propósito del “poder mediático” -el cuarto-, se echa muchos de menos en el libro la referencia a la participación, ¿desinteresada?, de algunos medios y de muchos profesionales en todos los entresijos de la trama.
Un libro de lectura muy recomendable s pesar del mal sabor de boca que deja ver en qué clase de país vivimos y cuán difícil es intentar reformar los aspectos más retrógrados y los que más perjudican a la gente menos poderosa.

Ernesto Ekaizer, El crispavirus. Crónica de la conspiración

jueves, 13 de agosto de 2020

Buen comienzo literario




Esta es la primera novela de una joven dramaturga (nació en Rusia en 1985) que ha obtenido varios galardones por su obra teatral y también por esta novela. A los diez años su familia emigró a Alemania y por eso el libro está escrito en alemán.
Es una novela bastante desconcertante de la que IsidroM. Gimeno en su reseña en criticaspolares.com afirma:

“Se agradece que la autora haya puesto un cuadro de personajes al inicio del libro, en realidad no pasan de una docena, y que los capítulos se dediquen preferentemente a cada uno de ellos o a las parejas que conforman cada matrimonio, pero, aún así, hay una complejidad que puede hacer la lectura confusa si no se está atento a los cruces de información.
Por eso, “Fuera de sí” es un libro que hay que leer línea a línea, y que se va asentando poco a poco porque va de menos a más. En mi caso, al principio no despertó un interés especial, pero conforme uno se adentra en  el texto, debe aceptar que los galardones que ha recibido no son gratuitos.”
(Subrayado en el original)

A mí me ha pasado exactamente lo mismo, de hecho estuve a punto de abandonarla, pero decidí seguir a ver si lograba entrar en la historia porque tanto el tema como los fragmentos de críticas puestos por la editorial en la solapa me interesaban. Un acierto.
Desde luego no es una novela fácil de seguir y reconozco que me ha desconcertado en muchos momentos. Además, a pesar de la relación de personajes puestos al principio por la autora, algo por cierto muy de agradecer, dada mi mala memoria me ha costado a veces seguir la historia. Una historia que tiene momentos culminantes cuando entran en escena los bisabuelos y los abuelos de la protagonista. Es la parte del libro que más me ha interesado y gustado. Me ha salido la palabra escena de forma natural y caigo en que la autora es fundamentalmente una dramaturga por lo que creo que tiene cierta lógica que así construya partes de la novela.
Parece ser que tiene mucho de autobiográfica de tal manera que en la reseña citada, que recomiendo encarecidamente porque me parece muy completa y da bastantes claves para entender algunas cosas del libro, Gimeno habla de autoficción.
Aunque el libro tiene algo más de 400 páginas, es cierto que como se dice en una de las críticas de la solapa: “te sorprende que no sea un libro más extenso porque la historia contiene mucho más.” Desde luego a mí me hubiese encantado que dedicase más espacio a sus predecesores ya que, como decía antes, me han parecido lo más interesante del libro.
Las diferentes historias se desarrollan también y lógicamente en diferentes lugares: varias ciudades rusas, Berlín y Estambul. En esta, la más actual, adquiere el protagonismo la propia autora y reconozco que no me ha resultado fácil de seguir en todo momento. Leyendo la reseña varias veces citada he descubierto que no había sabido interpretar bien algunas cosas. Seguramente tiene que ver con que no estoy muy al corriente del mundo trans y de las polémicas actuales dentro del feminismo.
En fin, un libro diferente que tiene alicientes para lectores muy diversos.

Sasha Marianna Salzmann, Fuera de sí. Traducción Maria Bosom.