miércoles, 31 de marzo de 2021

Un Carrère muy Carrère


Ver un libro de Carrère en las estanterías de una librería es una de las mayores alegrías que me puedo llevar en ese lugar. Es quizá el escritor que más me gusta en los últimos años, aquel cuyos libros, salvo El reino, más me han emocionado en unos casos e inquietado en otros.

No sabía qué podía encontrarme en un libro con un título tan concreto y específico; además, no había leído ni oído nada sobre él. Empecé la lectura y poco a poco me fui desilusionando porque, efectivamente, el libro iba sobre el yoga, la meditación y el taichí con mucha información y detalles que se me iban haciendo cada vez más aburridos (y eso que practiqué taichí hace unos años aunque de una escuela diferente), pero…esta es la gran ventaja de leer a alguien como Carrère: una vez que termina esta primera parte de las cinco en que está dividido el libro, entramos en otros territorios que resultan, por un lado, más interesantes hasta convertirse en muchos momentos en absorbentes; de hecho me he leído el libro en dos o tres sentadas a pesar del cansancio que últimamente me produce la lectura por un problema con las gafas. No en vano dice muy acertadamente Ana Fornaro al final de su extensa y muy completa reseña en pagina12.com.ar: “Yoga, que iba a ser un librito liviano pero profundo sobre los beneficios de la meditación, con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un artefacto complejo y peligroso como una bomba, una camisa de once varas fascinante en la que, a pesar de sus agujeros e imperfecciones, vale la pena meterse”. (Subrayado en el original).

En la segunda parte, Carrère habla sobre su amigo Bernard y su muerte en el atentado en la sede de Charlie Hebdo. Es una parte corta pero en la que  el autor hace algunas reflexiones interesantes.

Entra así de lleno, a lo largo de la tercera parte, que titula nada menos que Historia de mi locura, en lo más personal y absorbente del libro. Cuenta los meses que pasó internado y reproduce fragmentos de los diferentes diagnósticos que le hicieron y de las terapias que le aplicaron. Aquí está el Carrère más abierto, desnudo me atrevería a decir, que he leído nunca lo que es mucho decir de un autor que en sus libros se expone constantemente y que tiene a gala lo siguiente:

“Tengo una convicción, una sola, relativa a la literatura, bueno, al género de literatura que yo practico: es el lugar donde no se miente. Es el imperativo absoluto, todo lo demás es accesorio, y creo haberme atenido siempre a este imperativo. Lo que escribo es quizá narcisista y vanidoso, pero no miento.”. (p. 157)

Sinceridad de la que ya había hecho gala mucho antes afirmando: “Me gustaría  tener pensamientos más dignos, pensamientos de los que pudiera enorgullecerme, pensamientos altruistas, por ejemplo.  (…) Soy un hombre narcisista, inestable, lastrado por la obsesión de ser un gran escritor”. (p. 118)

Pasa a continuación, en la cuarta parte, Los chicos, a dar otra vuelta de tuerca al narrar su estancia en la isla griega de Leros colaborando con una peculiar profesora universitaria jubilada norteamericana, Frederica Mojave, en un taller de escritura con cuatro jóvenes de 15 y 16 años, tres afganos y un pakistaní, a lo que dedica la parte más extensa del libro. La inmigración como tema con momentos de mucha intensidad emocional sobre todo cuando transmite alguno de los escritos que hacen estos jóvenes.

Cierra el libro con una quinta parte cuyo título, Sigo sin morirme, ya es casi una declaración. Es bastante corta y enormemente positiva y hasta divertida con una anécdota sobre Alain  Finkielkraut o la explicación de cómo escribe a máquina con solo el dedo índice de la mano derecha incluso para el espaciador, hasta concluir con un verdadero happy end un libro que tiene muchos momentos muy desgraciados.

Hasta aquí algunas de las muchísimas cosas que se pueden decir sobre el contenido del libro, pero en Carrère también es muy importante la escritura. Si bien en la primera parte prima la descripción, eso sí, muy bien hecha como es habitual en él, a partir de ahí el Carrère más personal no solo lo es por los temas que aborda sino porque los aborda con un lenguaje también más intimista.

Una magnífico libro, una vez más, de un escritor realmente distinto y fascinante para todo aquel que se deje fascinar por sus temas y la forma de tratarlos, pero que entiendo que también pueda irritar y no interesar a un tipo de lector.

No obstante coincido con el autor cuando dice que De vidas ajenas “es con mucho mi preferido”. Lo he releído recientemente y me ha vuelto a emocionar como la primera vez o más. Espero que me pase también con este Yoga que, seguro, releeré antes de que pase mucho tiempo.

Además de la reseña mencionada, hay una buena entrevista de Andrés Seoane en elcultural.com.

Por cierto, muy buena la traducción, como siempre, de Zulaika.

¡Ah, se me olvidaba! Es rarísimo ver en un texto editado por Anagrama nada menos que cuatro erratas; en las páginas: 218, 220, 238 y 295.

 

Emmanuel Carrère, Yoga. Traducción Jaime Zulaika.

 


 

martes, 30 de marzo de 2021

Sobre el colonialismo portugués

El imperio colonial africano portugués fue el último en desaparecer y lo hizo tras una larga guerra en las colonias y un golpe de estado en la metrópoli encabezado, precisamente, por militares que estaban destinado en África. Ese golpe lo vivimos en España con gran esperanza porque terminaba con la dictadura más duradera de Europa occidental y pensábamos que podía ser el comienzo para quitarnos de encima la nuestra. Como ya se sabe, eso sucedió pero por la extinción natural de nuestro dictador con las consecuencias que tuvo para el tipo de transición a la democracia que se hizo en España, pero ese es otro tema.

La autora, nacida en 1963, era una niña cuando Mozambique se independizó. En este libro, que fue escrito y publicado en 2009 en Portugal, nos cuenta sus recuerdos de la vida en la colonia y sus primeras impresiones cuando sus padres la enviaron a Portugal dado el cariz que estaban tomando los acontecimientos en Lourenço Marques, la actual Maputo.

Creo que es el texto más claro y combativo que he leído nunca contra el colonialismo escrito, además, por una blanca con la vida bastante bien resuelta pues su padre era el encargado de la electrificación. Precisamente a la relación con su padre le dedica bastante espacio porque, aun queriéndolo mucho, veía en él al mujeriego, pero sobre todo al racista que era. Así, en referencia a esta relación dice lo siguiente:

“Recibí todos los discursos de odio de mi padre. Los escuché a dos centímetros de mi rostro. Sentí el salivazo del odio, que sale más caro que la saliva del amor, y enfrenté, mirándole a los ojos, su rabia, su frustración, su ideología, tan torpe. Escuchando, sin decir nada, sin asentir nunca, jamás me permití mover un músculo, y yo, entera, fui una contundente negación”. (p. 166)

Si bien es cierto que también apunta que era capaz de tener una buena relación con su vecino negro al que ayudaba con frecuencia.

Sobre el racismo imperante en la colonia valga el siguiente fragmento: 

“El negro estaba por debajo de todo. No tenía derechos. Tenía los de la caridad, y si la merecía. Si era humilde. Si sonreía, si hablaba bajo, con la columna vertebral ligeramente inclinada hacia el frente y las manos cerradas la una dentro de la otra, como si rezase”. (p. 35)

Y sobre el carácter del colonialismo, en este caso de los portugueses, creo que el texto que reproduzco a continuación es un buen alegato: 

“Las personas no cambian. Cuando las reencontramos, muchos años después, entendemos por qué nos apartamos de ellas.

“Los negros, los cabrones, los hijos de puta. Llegué de allí hace un año. Nunca dejé que me faltasen al respeto. Me llamaban mamá, me llamaban tía, y yo les decía, no soy tu madre, que yo no soy puta. Ni tía, querido cabrón. Y no me asaltas porque soy blanca y extrajera; y pongo a la policía detrás de ti, querido africano de mierda”.

Escuché esto toda mi vida. Vengan a hablarme del colonialismo suavecito de los portugueses… Vengan a contarme la historia de los burros que vuelan”. (p. 192)

(Se refiere a una amiga de su madre) 

Como se ve, más que comentar el libro he preferido dejar que este hablase por sí mismo. Es una magnífico texto, muy bien escrito, con gran sensibilidad y hasta lírico en ocasiones, pero también duro en otras como, por ejemplo, cuando narra las vejaciones a las que al tomar el poder los africanos sometieron a algunos colonos. Otro tema es si estaban explicadas y/o justificadas  por toda la historia anterior

Un libro de lectura muy recomendable porque al interés y la novedad del tema se añade una buena escritura.

Acompaña esta edición un conjunto de fotos que en su mayor parte, en mi opinión, no aportan nada especial al texto porque son fotos de la autora en esos años, pero que desde luego tampoco estorban.

Hay una buena reseña de Andrés Seoane que incluye también opiniones de Figueiredo en elcultural.com.

Portugal tardó muchos años en recuperarse de esa pérdida y en asimilar a toda la población tanto de colonos como de africanos que llegaron al país.

Es curioso que en el caso de España en la que, aunque tuvo poca presencia africana, sí dominó durante mucho tiempo Guinea Ecuatorial, no ha habido al menos que yo conozca ningún relato similar al de este libro.

 

Isabela Figueiredo, Cuaderno de memorias coloniales. Traducción Antonio Jiménez Morato.

 

 

 

 

jueves, 25 de marzo de 2021

Podemos Mallorca por dentro


Este libro es la visión personal del recorrido que esta abogada argentina hizo en Podemos desde al año 2015 hasta hace poco. Casi desde el principio la “ficharon” para ocupar el puesto, ¿cuota?, de mujer abogada en la Comisión de Garantías Autonómicas, puesto que ocupó durante gran parte de su militancia en la organización hasta que la desplazaron del mismo.

¿Qué la motivó a entrar en la organización? Recogiendo sus propias palabras:

“En aquellos tiempos, el denominador común en Podemos era la esperanza. La vitalidad era su consecuencia, y esas circunstancias hicieron que me involucrara, física y emocionalmente, en el proyecto”. (p. 40) 

Ahora no me queda más remedio que contar algo de mi experiencia personal en esa época. Si existiera una Asociación de exmilitantes anónimos, yo acudiría y diría: “Me llamo Carlos y yo también milité. Ahora hace ya un tiempo que no lo hago”. Efectivamente, me inscribí en Podemos y fui apoderado en las dos primeras elecciones, en las autonómicas y municipales y en las generales. Colaboré con varios microcréditos y durante un par de años con una aportación económica mensual. Sin embargo, nunca se me ocurrió acudir a ninguna reunión del círculo de mi barrio -mi mujer sí lo hizo a varias-, porque no quería que me pasase lo que me sucedió cuando milité en el PSOE entre 1975y 1983 que resume muy bien Nauda en la siguiente frase: “(…) hoy ya no me extraña escuchar que, en política,  el enemigo a batir se encuentra dentro del propio partido”. (p. 64) Aquí está el meollo del tema y el contenido fundamental del libro.

Algunos nos creímos que Podemos venía a regenerar la vida política partiendo de la regeneración de la vida interna de los partidos. Así: debate permanente, primarias para elegir todos los cargos, retribuciones limitadas para evitar la acomodación de la gente en los cargos, cambiar el eje izquierda-derecha, y un largo etcétera. Si algo queda claro tras la lectura de este libro es que nada de eso ha sucedido y, lo que es peor, que ya desde el principio no era así, pues como dice Nauda: “Ya existía en ese entonces (está hablando de 2015) un grupo de personas que llevaban las riendas del partido, aunque yo no lo supiera, y pienso que la mayoría de la militancia tampoco”. (p 46) “Llevar las riendas del partido” significaba entre otras cosas organizar las listas para las distintas elecciones tantos internas como externas que luego se votaban dando esa apariencia de democracia interna que pensábamos que había.

Siguiendo con este tema porque creo que es muy importante al ser el primer fiasco y, además, porque este sí que no dependía de ningún tipo de coyuntura, cuenta la autora dos casos muy significativos: ante las primeras elecciones internas, un grupo de un círculo se plantó en la Plaza de España para recabar firmas con DNI que luego inscribieron con tarjetas prepago para votar sin que el firmante lo supiera o el caso descubierto por la empresa Agora Voting que controla las votaciones telemáticas del envío de 350 votos desde una misma dirección IP.

Nauda se muestra muy crítica con algunos personajes del partido a los que achaca gran parte de los comportamientos no democráticos y en algún caso algo más pues reproduzco algo bastante sorprendente puesto en la boca de una de las personas más influyentes en el partido en Mallorca: “–Qué apoyo va a tener –intervino bruscamente Pascual Ribot-, la lista de Laura (Camargo) está llena de sudacas y maricones.” (p. 152)

Evidentemente, todo lo que se cuenta es la versión de una parte aunque hay muchas informaciones que da que, según me han informado, también se pudieron conocer por los medios de comunicación locales, medios que yo no sigo. De todas formas, algunos de los que salen peor tratados seguro que tienen otra versión, pero eso es algo inevitable.

Hay dos cosas en el libro que me gustaría comentar desde otro punto de vista. Por un lado, la ausencia de cualquier tipo de debate político o ideológico en los diferentes conflictos que se relatan. Todo aparece como una lucha por el poder sin más aunque, seguramente, también debe de tener su componente alimenticio en la medida en que estamos hablando de puestos de trabajo bastante bien remunerados. Por otro lado, me ha sorprendido bastante el hecho de que Nauda aceptase ir en la candidatura a las generales de Más País cuando se declara pablista en más de una ocasión y cuando afirma que la dirección en Baleares es errejonista. Creo que es algo ciertamente contradictorio y que no me ha quedado del todo claro leyendo el libro, un libro en el que, por cierto, la autora no se limita a criticar comportamientos ajenos sino que también hace más de una autocrítica.

Otro tema en el que me hubiera gustado que la autora profundizase más son los problemas en el círculo de Calvià porque en él creo recordar que tuvieron cierto protagonismo algunos exalumnos del instituto en el que estuve dando clase muchos años.

El libro me parece interesante porque no es habitual que alguien sin una relevancia política especial se lance a explicar su paso por un partido y su trayectoria desde la ilusión y la esperanza hasta la frustración.

El hecho de que pudiera ser utilizado por los adversarios del partido es irrelevante por varias razones, pero principalmente porque todo lo que cuenta sucede y muy amplificado en el resto de los partidos; no hay más que recordar lo que pasó en el PSOE con Sánchez en el famoso Comité Federal o lo que está pasando estos días en Ciudadanos. Hoy los partidos se han convertido sobre todo en agencias de colocación y por eso son fundamentalmente partidos de cuadros. La propia autora escribe sobre la práctica desaparición de los círculos, un instrumento que no les sirve para nada a los que dirigen el cotarro.

De todo lo visto sale una visión muy pesimista, pero creo que es lo que hay y lo peor es que dependemos de lo que hagan los políticos para muchas cosas. No bastante, al menos en lo que pretenden hacer sigo pensando que no todos son iguales.

Un libro de recomendable lectura que, además, se lee con facilidad porque está escrito con una agilidad impropia de una abogada.

 

Victoria Nauda, ¿Qué hemos hecho?

 

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

Otro buen Steinbeck



El nombre de este premio Nobel norteamericano aparece de vez en cuando en el blog, bien para comentar alguna novela que se reedita, o simplemente, como hace muy poco, para constatar que es uno de los pocos escritores de esa procedencia a los que sigo.

Esta novela no será seguramente una de sus grandes obras, pero tiene los alicientes suficientes para despertar el interés del lector y una escritura tan sólida como siempre para disfrutar de su lectura.

La historia es muy simple: un conjunto de personas se desplazan en autobús entre dos localidades de California, en los años cuarenta,  poco tiempo después de terminada la guerra mundial. En ese conjunto hay una buena representación de la sociedad norteamericana. Así: un excombatiente que ahora se ha convertido en vendedor de raros artilugios de broma; un empresario que va con su mujer y su hija en viaje de placer a México; una camarera que trabaja en la estación de autobuses que se va hacia Los Ángeles buscando un futuro mejor; el conductor del vehículo, curiosa mezcla de padre mexicano y madre irlandesa, y su esposa alcoholizada, seguramente por la poca atención que recibe del marido; una joven “rubia” y muy guapa que vuelve a Los Ángeles después de un tiempo en que ha estado trabajando fuera, etc.

Un conjunto como se puede apreciar muy variopinto con el que Steinbeck nos muestra algunos aspectos de la sociedad del momento: insatisfacción, ambiciones, frustraciones,… a partir de la interrelación que se establece entre los protagonistas en los distintos ambientes en los que se desarrolla la novela: la estación de autobuses, el propio vehículo, una gasolinera donde tienen que parar porque la lluvia ha destruido un puente por el que tenían que pasar,…

Para ello, el método del autor es bastante teatral pues va montando, en muchos de los 22 capítulos de que consta la obra, escenas en los distintos ambientes en las que van entrando y saliendo los diferentes personajes. Por otro lado, tiene también algún capítulo dedicado casi de forma monográfica a alguno de ellos.

Buenos diálogos, excelente forma de dar las entradas y las salidas y coherencia en las reacciones de los personajes hacen que la lectura sea muy interesante aunque no exista una trama propiamente dicha; tan es así que termina en un momento como podría haberlo hecho en otro anterior o haber seguido contándonos la continuación el viaje.

Todo narrado, como es habitual en el autor, con un elevado grado de realismo y con mucha atención a los detalles, tanta que, por ejemplo, un personaje secundario dedica más de una página a describir a una de las pasajeras.

Como decía al principio, no estamos ante una de la grandes novelas de Steinbeck, pero sí lo suficientemente buena como para que sea recomendable su lectura.

Se hizo la adaptación al cine en 1957.

Hay una buena reseña, en la que se describen  muy bien los distintos protagonistas, en confiesoqueheleido.blogspot.com.

 

John Steinbeck, El autobús perdido. Traducción Federico y Antón Corriente.

 

 

domingo, 21 de marzo de 2021

Buen descubrimiento chileno

A pesar de que ya se han publicado varios libros de Zambra tengo que decir que no le conocía seguramente porque no suelo prestar mucha atención a la colección Narrativas hispánicas de la editorial Anagrama. Otro error del que, por lo que estoy viendo, me debo arrepentir de vez en cuando.

Parece ser que esta es la novela más extensa del autor ya que tiene 421 páginas y él suele escribir novelas más cortas. No obstante creo que no le sobra nada.

La obra se divide en cuatro partes bastante diferenciadas. En la primera, la más reducida, se plantea la relación entre dos de los protagonistas Clara y Gonzalo, jóvenes novios que pronto se separarán. En la segunda, se encuentran después de unos años y Clara tiene un hijo, Vicente, que será el hijastro de Gonzalo que ahora es un aspirante a poeta. En la tercera, Gonzalo se ha ido becado a Nueva York y Vicente, el protagonista único de esta parte, se inicia en la poesía, se relaciona con varios poetas y conoce a una norteamericana, Pru, que quiere escribir una artículo sobre la poesía en Chile. Finalmente, en la cuarta y para mí la mejor del libro, Gonzalo vuelve a Chile y se restablece la relación con Vicente.

Así contado podría parecer que son temas no demasiado atractivos, pero el tratamiento que les da Zambra, en el que tiene mucho que ver su sentido del humor y su gran manejo del idioma, los hace no solo interesantes sino capaces de lograr una lectura enormemente gratificante.

En la tercera parte destacaría la alternancia que va haciendo de las diferentes historias y el uso de los recuerdos, todo ello de una forma magistral que ayuda a comprender a los personajes y a conocerlos un poco mejor. Al mismo tiempo, también en esta parte hay varios momentos en los que por mi absoluto desconocimiento de la poesía chilena, que no pasa de los dos o tres nombres más conocidos, me pierdo muchas de las cosas que se cuentan a partir de las entrevistas que hace Pru para la elaboración de su artículo. En la cuarta, por el contrario, todo lo que se narra sobre la relación entre padrastro e hijastro me ha resultado muy sugerente y me ha servido incluso para ciertos análisis y reflexiones.

Dice Nadal Suau en su reseña en elcultural.com:

“(…) es un narrador amigo, consciente de que sus personajes no hacen nada muy distinto de lo que hacemos todos: se enamoran o al menos se convencen de estar enamorados, se traicionan casi sin desearlo, son cretinos o encantadores de un modo que no cabe generalizar del todo, fracasan inevitablemente en algún parámetro o en muchos, tienen sexo bueno o malo…

En ocasiones, asistimos a los momentos importantes de sus vidas, pero otros muchos se nos cuentan de pasada”. (Subrayados en el original.)

Creo que en estas palabras se resume muy bien una de las grandes virtudes del libro porque, efectivamente, hacen cosas muy parecidas a las que hacemos todos (con la salvedad, quizá, de que escriben poesía lo que a lo mejor casi todos hemos hecho alguna vez, pero también hemos abandonado enseguida).

Un libro muy recomendable. Estuvo en una de esas listas que se hacen al final del año como uno de los mejores de 2020 creo que de forma muy merecida. A mí me motiva, además, para conocer algo más de la obra de Zambra.

Otra buena reseña es la de Carlos Pardo en elpais.com.

Alejandro Zambra, Poeta chileno.

 

 



 

miércoles, 17 de marzo de 2021

Más relatos divertidos


Segunda entrega de los relatos de este estupendo escritor australiano. Hace un par de meses comenté la primera que me sorprendió muy favorablemente por lo divertidos que eran y lo bien escritos que estaban. Sobre esta segunda entrega no puedo sino repetir lo mismo. También están escritos en primera persona y con el autor como protagonista dando la imagen de que todo le hubiera sucedido realmente a él, algo que le da mucho juego a la hora de hacer reír al lector en la medida en que se ríe de sí mismo.

Componen esta edición 14 relatos con gran presencia de animales típicos de la fauna australiana como: koalas, wonbats, serpientes, cocodrilos, quokkas, canguros, cerdos,…que en su mayoría ya aparecían en los anteriores relatos y que llegan a tener a veces comportamientos casi humanos. Asimismo, y quizá con mayor protagonismo que en los anteriores, hay una fuerte presencia de los hombres típicos de algunas regiones de Australia, el Outback sobre todo,  por los que da la impresión de que el autor sentía un gran afecto y también alguna idea crítica, como se puede apreciar en el siguiente fragmento:

“Capturar cerdos salvajes era la profesión de Les Murphy cuando le conocí. Se encontraba sentado en la barra de uno de los deprimentes pubs de Wilcannia, y sorbía cerveza con la fuerte concentración y la total ausencia de alegría que caracterizan al bebedor del Outback. Formaba parte de una fiesta compuesta por seis o siete hombres de semblante parecido, eso es, abúlicos, embotados y más bien sucios”. (p. 59)

También hay buenos ejemplos de esa especie de “humanización” de los animales como en esta descripción que hace del quokka:

“Tiene una cara mezquina y viciosa, y unos ojos pequeños, malvados y faltos de compasión”. (p. 71)

Prácticamente en todos los relatos hay motivos para la diversión y en algunos incluso para la carcajada. Yo me lo ha pasado bien con todos aunque reconozco que hay dos que me ha parecido que merecen ser destacados: El quokka asesino y ¿Alguien quiere una granada de mano?

Me felicito de que aún me queda la tercera entrega de estos relatos. Haciendo memoria de lecturas que me hayan hecho reír tanto tengo que remontarme a algunos libros de Tom Sharpe de hace ya muchos años.

La edición incluye unas ilustraciones muy buenas del traductor que en algunos casos son casi un relato en sí mismas y que siempre son un magnífico complemento del texto.

Kenneth Cook, El lagarto astronauta. Traducción Güido Sender Montes.

 

 

 

 

 

 

domingo, 14 de marzo de 2021

Unos grandes desconocidos

Una primera consideración que surge de la lectura de este libro es la sana envidia que produce que existan medios que, como el New York Times, puedan tener varios años a un periodista dedicado a investigar y escribir sobre los problemas de los océanos. Este es el caso de Ian Urbina, hijo de hispano e irlandesa, que ha recorrido los principales lugares del mundo persiguiendo las noticias sobre los diferentes problemas que sacuden las aguas que forman las dos terceras partes del planeta.

En este recorrido se ha subido a multitud de barcos ya sea para acompañar a los ecologistas persiguiendo a furtivos que pescan merluza negra o a los policías que persiguen a los barcos tailandeses que faenan frente a las costas de Somalia; al barco donde una doctora holandesa practica abortos en las aguas internacionales frente a México, Polonia o Marruecos o a pesqueros vietnamitas para describir las condiciones de vida de los trabajadores. Y así, a lo largo de los 15 capítulos en los que está dividido este extenso libro de 531 páginas de texto más casi otras cien de notas y bibliografía.

Es mucho lo que se aprende con su lectura. Tengo que reconocer que yo desconocía la mayoría de los problemas de los que escribe Urbina, algo relativamente normal teniendo en cuenta que es muy raro que aparezcan en los medios de comunicación salvo que se produzca un caso especialmente llamativo por lo dramático. Ahora bien, casi todo lo que se aprende, por no decir todo, es negativo, esto es, la situación en los mares es bastante descorazonadora desde casi cualquier punto de vista: maltrato a las personas y a los animales; búsqueda del beneficio inmediato sin tener en cuenta las consecuencias de la sobrepesca; cruceros de lujo vertiendo ilegalmente los detritus y desperdicios; plataformas petrolíferas que se hunden cuando dejan de ser útiles; barcos que son verdaderos depósitos de armas y hoteles de mercenarios; compraventa de personas, en este caso por deudas ,sí, lo más parecido a la esclavitud… Basten estos ejemplos de la riqueza de informaciones que  ofrece Urbina.

Además, estamos ante un periodista que trabaja en los lugares de los que va a escribir, que investiga in situ aunque, obviamente, también obtenga información de otros trabajos tanto de prensa como de libros. También ante alguien que es capaz de transmitir la información de una forma muy clara y con una gran agilidad narrativa. En algunos momentos parece que estamos leyendo más una novela de acción que un reportaje por la dinámica de los hechos y la manera de contarlos. No diré que es un libro que se lee de un tirón, pero sí que es de los que apetece leer un rato cada día.

Del Epílogo del autor reproduzco un par de fragmentos que son muy significativos de su trabajo y sus conclusiones:

Los cerca de cuatro años que pasé informando de los océanos sin ley me tuvieron en constante movimiento, una experiencia a la vez desconcertante y sublime. Considerando una unidad, este viaje me ha llevado a lugares tan ajenos que la experiencia parece la de un viaje por el espacio. Y un viaje en el tiempo: he visto cosas –piratería, pesca de ballenas, esclavitud, corsarios…- que había asumido que pertenecían por completo al pasado…

(…)

La impunidad es la norma en el mar (…) Son burócratas y no investigadores los que llevan a cabo las escasas inspecciones (…) Justicieros y mercenarios privados, en la misma medida que la policía o las fuerzas navales, patrullan en alta mar…”. (p 513-514)

También quiero dejar constancia de la magnífica entrevista de David Ruiz con el autor en lavanguardia.com en la que hay una repuesta que nos concierne y que demuestra que muchas de las malas prácticas que se producen en los océanos son para nuestro “beneficio”:

 

“El océano es un lugar oscuro. ¿El nuevo Salvaje Oeste, un lugar sin ley lleno de oportunidades?

Todos los tipos de abusos, ya sean contra los derechos humanos o delitos ambientales, se derivan de un problema fundamental, que es la falta de gobernanza en el mar, especialmente en alta mar. Hay tres formas en las que las malas conductas ocurren de manera rutinaria y con impunidad: muy pocas reglas, falta de cumplimiento e insuficiente conciencia de lo que está sucediendo allí. Estos problemas también están conectados en el sentido de que ocurren con una cierta complicidad tácita de todos los que vivimos en tierra. Todos somos los beneficiarios del desorden en alta mar. El 90% de los productos que consumimos viajan por vía marítima, y los gobiernos se despreocupan de los canales comerciales y, por lo tanto, de las reglas. Podemos acceder a productos increíblemente baratos que llegan a nuestros estantes con una velocidad increíble”.

Un libro algo más que interesante como, por otra parte, suelen serlo los que está publicando la editorial Capitán Swing traduciendo obras de periodistas estadounidenses.

Eso sí, al cierto sabor amargo que deja su lectura por cómo están los mares, se une el hecho de la escasísima información que nos llega lo que demuestra, una vez más, que los medios sirven para otras cosas bastante menos importantes para el futuro de la humanidad.

Hay una buena reseña de Mario Amadas en culturamas.es

Ian Urbina. Océanos sin ley. Viajes a través de la última frontera salvaje. Traducción Enrique Maldonado.



 

jueves, 11 de marzo de 2021

El último Black


Mi caso con Black es cuanto menos original. He leído creo que todas sus novelas y, sin embargo, apenas alguna de John Banville, a pesar de que la mayoría están en mi casa. Es algo que tendré que subsanar en algún momento porque lo que más me atrae de Black es su estilo.

De vez en cuando me gusta intercalar entre mis lecturas alguna novela negra o novela policíaca, siempre son entretenidas y tienen otra forma de ver las cosas. En los últimos tiempos han sido el recientemente desaparecido Philip Kerr y Benjamin Black los encargados de cubrir esa faceta. Es curioso: un escocés y un irlandés aunque con novelas radicalmente diferentes en sus temas, no tanto en su estilo muy cuidado en ambos.

Esta vez Black desarrolla una parte de su historia en la ciudad de San Sebastián a la que ha acudido Quirke, el patólogo forense protagonista de toda la serie, para pasar unos días de vacaciones en compañía de su mujer. Un día, al acudir a un hospital para curarse una herida, cree ver a una amiga de su hija a la que daban por muerta. Este será el origen de una trama que nos llevará a Dublín, con la presencia y el protagonismo de esa hija, y a Londres donde veremos moverse a un asesino peculiar.

Como siempre sucede con las novelas de este autor, la trama no es lo más importante. Suele estar bien construida y no ser demasiado compleja, pero lo que interesa verdaderamente es la actuaciónde los personajes y, sobre todo, la atmósfera que consigue gracias a un gran estilo narrativo.

Evidentemente, en una novela de Quirke no podían faltar las alusiones a la religión practicada en Irlanda. Aquí vuelven a aparecer los abusos sexuales pero de una forma muy anecdótica en comparación con el casi protagonismo que tiene en otras novelas de la serie. También hay alguna referencia más concreta como puede ser la siguiente: 

“Había dos curas al fondo del bar, cada uno con un vaso de whisky en la mano.  O sea que eso no había cambiado. Rubicundos, bien alimentados y medio borrachos”. (p. 161)

Al desarrollarse una parte sustancial en San Sebastián no podían faltar tampoco algunas referencias a cosas del país. Así, los toros, el flamenco o los ajos, y también una visión de los españoles como bajitos y casi siempre enfadados. La novela, aunque no me suena que en algún momento se diga la época, por las otras supongo que se desarrolla en los años cincuenta del siglo pasado.

Una novela que es recomendable porque se trata de un entretenimiento escrito con una buena calidad literaria.

Benjamin Black, Quirke en San Sebastián. Traducción Miguel Temprano García.

 

 

 

 


 

martes, 9 de marzo de 2021

ANDAMIO

 

Hacía tiempo que en  una entrada de este tipo no ganaban las películas ni en número ni en calidad como lo hacen esta vez. Hay mucha calidad y mucho interés en lo que se nos cuenta en la mayoría. Sin embargo, las series, con el absoluto predominio de las nórdicas, son algo más flojas de lo habitual.

En cualquier caso hay material de sobra para pasar buenos ratos y para disfrutar de grandes interpretaciones.

 

Películas

 

Public speaking. En la entrada anterior hablaba de la serie protagonizada por Fran Lebowitz. Esta película, con la misma protagonista y dirigida también por Martin Scorsese, se podría decir que es el antecedente de la serie. El mismo planteamiento, pero con una duración menor. También hay entrevistas más antiguas. Lebowitz siendo Lebowitz. Divertida.

 

Noticias del fin del mundo. Un western estadounidense como solo ellos saben hacerlos. Tiene todos los tópicos y estereotipos del género y una gran interpretación de Tom Hanks. Quizá baja un poco hacia la mitad para luego recuperarse. Es cierto que se puede adivinar prácticamente todo lo que va a pasar, pero lo cuentan tan bien que no importa porque lo relevante es ir viendo cómo lo hacen.

 

Bajocero. Película española del género que en estos momentos es quizá el que mejor se practica aquí: el thiller. Un grupo de presos han de ser trasladados en un furgón policial y a partir de ahí se desencadenarán distintos episodios bastante bien organizados y tratados por los guionistas. Muy entretenida y bien realizada.

 

Punto rojo. Un thriller sueco en que no hay policías pero sí varios muertos. Un buen guion con interesantes giros, una buena dirección y unas ajustadas interpretaciones, logra mantener la tensión y el interés por saber qué está pasando. Por supuesto, gran parte de la película se desarrolla entre la nieve. Muy entretenida y un tanto diferente.

 

The assistant. Película estadounidense de corta duración, apenas 80 minutos, pero de gran intensidad. Magnífica interpretación de Julia Garner, que ya en la serie Ozark dejó buena muestra de su capacidad, en un papel en el que la mirada y el gesto lo expresan todo porque hay muy pocas palabras. Es una mirada muy dura sobre el mundo laboral y el tema de los abusos sexuales sin que estos aparezcan en pantalla en ningún momento. Muy buena.

 

Nomadland. La ganadora de los Globos de este año. Es una película realmente magnífica por muchas razones: un tema importante como es el de los efectos de la crisis de 2008; un conjunto de personajes espectacular para dejar constancia de esos efectos (por cierto, interpretados por las personas reales); una buenísima dirección de Chloé Zhao y otra gran interpretación de Frances McDormand. Hay mucha vida, y también la presencia de la muerte, en esas historias; mucha soledad pero también mucha solidaridad (¡qué palabra tan desgastada!); muchos trabajos basura,… Pero por encima de todo está la vida en una forma que está muy lejos de lo que acostumbramos a vivir los que vemos la película y, sin embargo, podemos llegar a comprender el porqué lo hacen así. En fin, una película que no hay que perderse.

 

Series

 

Héroes invisibles. Miniserie finlandesa de 6 capítulos de 45 minutos cada uno. Cuenta, parece ser que basada en hechos reales, la labor de dos diplomáticos de la embajada de Finlandia salvando a ciudadanos chilenos tras el golpe de estado de Pinochet en septiembre de 1973. Aunque no tenga una gran calidad y se note que ha faltado presupuesto para hacerla, trata un tema muy relevante y lo hace con mucha dignidad y, salvo en algún personaje, sin caer en el maniqueísmo.

 

Paranoid. Miniserie británica de 2106 con 8 episodios de unos 45 minutos cada uno. Siendo una serie policiaca tiene la originalidad de que dedica el mismo tiempo a tratar los problemas personales de los protagonistas que a la trama policial propiamente dicha.  En general es entretenida aunque quizá hubiera sido mejor resolverla con un par de episodios menos.

 

Home ground. Serie noruega de 10 episodios de unos 50 minutos cada uno. Un equipo de fútbol de una pequeña ciudad del norte recién ascendido a la primera división ficha a una mujer como entrenadora. A partir de ahí casi todo lo que sucede resulta bastante previsible, pero a pesar de todo es bastante entretenida y, en mi caso, muy útil para poder verla la familia al completo algo que es muy difícil que suceda con las series. Claro, mi hijo es muy aficionado al fútbol.

 

Amor y anarquía. Serie sueca de 8 episodios de menos de 30 minutos. Al principio es una comedia con algún toque crítico hacia el mundo cultural sueco, pero se termina convirtiendo casi en un drama. Muy irregular aunque en general es entretenida y se aprenden cosas sobre esa sociedad.

Microhistoria


Este es el libro de un historiador que también es novelista y eso se nota mucho. El libro toca diferentes géneros pues va de la biografía a la política pasando por la historia propiamente dicha hasta el ensayo, y todo adobado con un toque de un cierto suspense. Por todo ello, se lee con mucha facilidad y resulta especialmente entretenido.

El 7 de noviembre de 1938 el joven Herschel Grynszpan compró una pistola, se dirigió a la embajada alemana en París y disparó contra un miembro del cuerpo diplomático. Poco antes se había enterado de la expulsión de sus padres a Polonia por ser judíos. A él lo habían enviado a Francia precisamente para evitarle problemas. Su actuación fue una venganza por lo sucedido a sus padres y tuvo una consecuencia enormemente grave al ser aprovechado por el régimen nazi para, al culpar a un judío del atentado, lanzar dos días después la “Noche de los cristales rotos” que tantas víctimas causó.

Koch reconstruye en el libro, basándose casi exclusivamente en fuentes secundarias, aspectos de la vida del joven Grynszpan y, sobre todo, lo que le sucedió una vez detenido por las autoridades francesas hasta terminar siendo entregado a las alemanas para ser juzgado.

En este proceso el autor entra en los entresijos de la política francesa con interesantes informaciones en las que el ministro Bonnet no sale precisamente muy bien parado. A mí me ha recordado en muchos momentos cosas que aparecen en La tristeza y la piedad, el extraordinario documental de Marcel Ophüls,. También hay buenas interpretaciones sobre la política alemana e incluso sobre el famoso pacto de Munich. En todo caso, lo más relevante es lo que sucede con ese joven y la estrategia que se le ocurre para defenderse e incluso evitar el juicio al plantear que el atentado se debió a un problema en la relación personal con Ernst von Rath, dada la presunta homosexualidad de este, a quien por cierto Grynszpan no conocía y que tuvo la mala suerte de ser el primero que se cruzó en su camino al entrar en la embajada.

Koch va desgranando lo que pasó con muchas informaciones entresacadas de diferentes fuentes con la honradez intelectual de decir abiertamente que desconoce algunos datos.

En el recorrido son muy interesantes las reflexiones sobre el uso de la mentira por parte de Goebbels con magníficos textos en los que este explica las ventajas de su uso (algo, por cierto, de plena actualidad y no solo en Estados Unidos). También unos fragmentos de discursos de Himmler dirigidos a reclutas de las S.S. donde ya, a la altura de 1938, anticipa el Holocausto que ya empieza su camino a partir de la Noche de los cristales rotos.

Un interesante libro de historia que se lee casi como una novela en la que, eso sí, todo lo que se cuenta es real. Un magnífico ejemplo de cómo se pueden ilustrar momentos de la historia haciéndolos entretenidos para el lector.

 

Stephen Koch, El chivo expiatorio de Hitler. La historia de Herschel Grynszpan y el inicio del Holocausto. Herschel Grynszpan Traducción  Ana Bustelo Tortella.

 

 

 

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viernes, 5 de marzo de 2021

Decepción


Como ya he comentado muchas veces en este blog, quizá demasiadas, hace tiempo que dejé de interesarme por la literatura anglosajona en general y norteamericana en particular. Evidentemente, no he dejado de leer completamente a escritores de esa procedencia como Steinbeck, Baldwin, Fante, entre otros, y tampoco me he negado a descubrir a gente como Lucia Berlin o Edwad Bunker. De Moore desconocía que ya había un par de libros en mi casa -mi mujer sí la ha leído-, y si me animé a comprar este libro de relatos fue por una referencia muy positiva que hace de la autora alguien a quien admiro como es Leila Guerriero.

En este caso siento no poder coincidir con ella pues de los ocho  relatos que componen el libro solo me han gustado de verdad dos y en el último abandoné su lectura al poco de comenzarlo. En general no me han interesado y en alguno no he llegado a entender el sentido de lo que me contaba. Tengo también la impresión de que más de uno están dirigidos a un público determinado de su país por el tipo de referencias que hace la autora.

No obstante, reconozco la gran facilidad que tiene para construir diálogos y frases tan ingeniosas como, por ejemplo, las dos siguientes:

“Una mujer tiene que elegir su infelicidad particular con cuidado. Es la única felicidad de la vida: elegir la mejor infelicidad”. (p. 75)

“En una época su hijo sólo quería un dolor que lo distrajera, pero pronto quiso hacer un agujero en sí mismo y huir a través de él”. (p. 162)

(Se está refiriendo al intento de suicidio de un joven.) 

Pero, al menos para mi gusto, con esto no basta aunque,  por los fragmentos que reproduce la editorial en la solapa de algunas críticas que tuvo en Estados Unidos, parece que el equivocado soy yo. Así: “Maravillosa. Magistral. Profunda. Conmovedora. Virtuosismo semántico. Extraordinaria,…” Yo me adhiero al comentario de Juan G.B. en unlibroaldia.blogspot.com porque es capaz de sintetizar perfectamente lo que pienso sobre este libro: 

“(…) me ocurre con estos relatos de Moore lo mismo que con los escritos por otros autores norteamericanos, al menos los contemporáneos: que me despistan. Me despista la combinación de pretendida profundidad existencial y banalidad doméstica; me despistan las referencias a una cotidianeidad que no conozco bien del todo (pese a todas las películas y novelas made in USA que me he tragado); me despista el énfasis -guiño, guiño- que se hace en detalles que a mí me resultan absolutamente indiferentes y, en este caso, al menos, me despista la voluntad de la autora de darle un doble sentido a cada frase, de que haya una intención -pretendidamente- humorística en cada párrafo, de dotarle de una profundidad irónicamente lúcida etc, etc... “

Y termina su reseña con algo que también comparto plenamente:

“En fin, doña Lorrie tampoco escribe tan mal, en realidad, así que el problema será mío como lector. Pero no creo que vaya a repetir, para comprobarlo”.

Esa idea de que el problema pueda ser mío como lector es algo  recurrente cuando un libro que viene avalado con críticas muy favorables  no me gusta, pero es que como se suele decir: “Para gustos los colores”. Además, tengo la sensación de que un libro tiene que ser realmente horrible para que no haya críticos que encuentren algo por lo que alabarlo.

Para un comentario favorable al libro se puede acudir al de Carlos Pardo en elpais.es.

 

Lorrie Moore, Gracias por la compañía. Traducción Daniel Gascón.

 


 

martes, 2 de marzo de 2021

Interesante escritora argelina



Mi conocimiento de la literatura argelina es bastante limitado pues se limita a Yasmina Khadra quien, eso sí, ha aparecido en múltiples entradas de este blog, y a  Boualem Sansal del que he leído varios libros. Ambos tienen en común que escriben en francés, idioma en el que también lo hace Kaouther Adimi. Me imagino que esto se debe fundamentalmente a la presencia francesa y a la potencia de esa lengua. De todas formas, es curioso que de lo que he leído de las literaturas de países cercanos a Argelia como Marruecos o Egipto, sí hay bastantes escritos en árabe.

Adimi es una escritora muy joven, nació en 1986, que ha publicado ya varios libros, dos de ellos traducidos ya al castellano. Por lo tanto, hay que pensar de entrada que tiene cosas que decir. Efectivamente, así es.

En esta breve novela, apenas 174 páginas de las que en algunas hay solo una frase, es capaz de trasmitir muy bien las sensaciones de la protagonista, una argelina que se traslada a París a los veinticinco años, tanto en su estancia en esa gran ciudad como en lo que deja atrás en su Argelia natal. Para ello relata en primera persona muchos aspectos de su vida cotidiana y también muchos recuerdos de su vida anterior. En ambos casos, resalta sobre todo los aspectos más negativos: Creo que los dos fragmentos siguientes son una buena muestra de ello:

“(…) en Francia hay que dar la impresión de que se trabaja mucho y de que constantemente llegas tarde a todo. Dedico unas dos horas al día a leer novelas de amor. Mi bonito despacho acristalado no debe quedarse vacío más que el rato que me lleva ducharme y dormir. Por la crisis, la competitividad sana, los extranjeros que quieren quedarse con el trabajo de los demás, en fin, todo eso”. (p. 45)

“Nuestro programa educativo era el mismo desde hacía treinta años. La URSS ya no existía pero los libros de historia no hablaban de la caída del Muro de Berlín. Se nos pedía arreglárnoslas con eso. Había cosas peores: los cristales estaban rotos, las tuberías cedían y el agua sucia inundaba las clases, los profesores tenían las manos blancas por la tiza, los manuales escolares eran fotocopias de fotocopias. Algunos alumnos protestaban. Les respondían que no servía para nada, ¡no estábamos en París! Eran los mismos que desfilaban delante de la pizarra verde para tratar de ser elegidos delegados de clase. Seguramente, nuestros profesores mandaban la lista a la comisaría. Una elección de delegados era mucho más comprometida que cualquier investigación en el vecindario” (p. 69-70)

En París apenas ha conectado con gente. Su única amiga es Clothilde, una vagabunda que ofrece interesantes reflexiones. Tan sola se encuentra que llega a comprarse un olivo para que le haga compañía. Por otro lado, su conexión con Argel se limita prácticamente a su madre que la llama para saber si ya ha preparado el viaje para asistir a la boda de su hermana pequeña. Tema este, el del matrimonio, que está presente en forma recurrente a lo largo de todo el libro, pues es casi lo único que parece que importa de lo que puede hacer una mujer en la vida. En un momento determinado, la protagonista cuenta cómo su hermana ya a los ¡seis años! se dedicaba a organizar su boda.

Un pasado no muy feliz que la lleva a abandonar su país, y un presente que tampoco parece que sea precisamente la realización de sus sueños, en el que además tiene que vivir como emigrante con todo lo que eso supone y que la misma Adimi pone de manifiesto en una entrevista con NúriaEscur en lavanguardia.com.

Un libro aparentemente sencillo pero lleno de matices y de momentos interesantes además de muy bien escrito.

En palabras de José L. Solé en su reseña ennegraymortal.com:

“Con una estructura mínima de ágil narración distribuida en capítulos cortos, además de una prosa tan sencilla como contundente y rica en matices, Kaouther Adimi consigue levantar todo un castillo de reflexiones interiores, encerrarse en él a la defensiva… y arrojar la llave por la almena de sus sueños. Para ello se vale de toda una serie de experiencias que acarrea su paso por la vida, reflejadas en esas piedras que va recogiendo aquí y allá y conserva con mimo en los bolsillos”.

Habrá que leer el otro libro de la autora publicado también por la misma editorial ya que tiene varios premios y fue finalista en el Goncourt. 

Kaouther Admi, Piedras en el bolsillo. Traducción Aloma Rodríguez.