Descubrí a Martínez a finales del año pasado y este es ya el
tercer libro que leo y tengo ya comprado y pendiente otro. En este caso se
trata del primer libro que publicó, en 2010, con apenas 27 años, pero es que,
además, el “trabajo de campo” lo hizo entre 2008 y 2010. Dicho trabajo
consistió en acompañar, junto con un fotógrafo, a una serie de migrantes que
desde la frontera norte de Guatemala se dirigían al norte de México para luego
cruzar a los Estados Unidos, su destino final.
En el libro se recogen a lo largo de sus 16 capítulos
multitud de situaciones y de historias personales. Imagino que todos ellos
fueron primero reportajes publicados en Elfaro.net, el digital en cuya creación
participó el autor, y luego reunidos en este libro.
Es interesante el orden en el que los ha situado Martínez
para su publicación conjunta. Los primeros capítulos se corresponden con los
procesos de cruce de la frontera entre Guatemala y México y los primeros pasos
en el trayecto, y son de 2008. A continuación están los de la frontera norte
entre México y Estados Unidos, y son de 2009 junto con otros dos que son
posteriores a la primera publicación del libro. Un aspecto que hay que destacar
son las breves introducciones que se han hecho a cada capítulo para esta
edición y que son muy interesantes para situarse en el momento y tener un
contexto.
Dice al autor en el Prólogo a la edición española:
“Este es un libro de no ficción: Su prosa narrativa tiene
dos propósitos: intentar que el lector permanezca, sepa, e intentar mostrar en
lugar de decir. Hacer algo más parecido a abrir una ventana tras la que ocurren
cosas y no presentar un informe. Tras esta ventana no ocurren cosas buenas”.
(p. 8)
Efectivamente, tras esa ventana el mundo que se nos aparece
es realmente terrible: violencia de diversa índole, malos tratos, abusos,
robos, secuestros, peligros de todo tipo y, además, todo practicado contra la
gente que huye (porque en el fondo todos huyen de algo), que no son
precisamente los privilegiados de sus sociedades, por otra gente que tampoco
está en la zona alta de la suya: De alguna manera me atrevería a decir que son
pobres robando a pobres; o desgraciados robando a desgraciados (tomando este
término en sus dos acepciones: crítica en el primero y descriptiva en el
segundo).
Hay viajes peligrosísimos en el techo de La Bestia, el tren;
entrevistas con tres “esclavas invisibles”; descripción de secuestros y de la
existencia de las “casas de seguridad” donde se amontonan los secuestrados;
explicaciones de por qué y de qué huyen; visita a pueblos fantasma en la
frontera norte; paseos acompañando a un patrullero estadounidense; datos escalofriantes
de la violencia en Ciudad Juárez; acompañamientos a la búsqueda de zonas para
cruzar, a nado, el Río Bravo. En fin, una descripción exhaustiva de la
migración de los centroamericanos hacia el norte.
En este viaje, el tramo más importante es la travesía de
México. De ella se dice:
“En (cita varios
lugares de México), la historia era parecida: las autoridades locales y los
grupos criminales formaban un engranaje de reloj suizo, una máquina de moler
carne que solo funciona si todos los actores jalan su palanca: alcaldes,
gobernadores, agentes de Migración, sicarios, coyotes, secretarios,
presidentes”. (p 12)
En todos los reportajes hay presencia de migrantes porque,
como dije al principio, Martínez lo que hizo fue acompañar y así poder contar
lo que sucedía. Evidentemente, tanto él como el fotógrafo (no siempre fue el
mismo), tuvieron que pasar sus momentos de miedo, pero es algo que hay que
imaginar porque Martínez no suele expresarlo. En todo caso, y como creo que
dice en algún momento, ellos se podían volver a su casa; los migrantes no
(aunque sí que hay alguno que abandona).
Hasta ahora solo he mencionado el contenido, pero también
hay que decir que el autor ya demuestra su calidad literaria y su gran
capacidad de transmisión que ha ido creciendo tal y como he podido comprobar en
sus últimos escritos, especialmente en Los
muertos y el periodista.
Una última cita que es el segundo párrafo del Prólogo:
“Digámosla: somos sociedades de mierda. Reformulemos: somos
sociedades crueles. Sigamos: somos sociedades capaces de hacer que decenas de
miles de personas envidien el cuidado que reciben nuestras mascotas”. (p. 7)
Hace dos días estuve viendo con mi hijo de doce años la
película Mediterráneo que cuenta la
participación de Óscar Camps, su hija y un+ par de compañeros en el salvamento
de migrantes en la isla de Lesbos. Una experiencia que le llevó a crear la ONG
Open Arms (una organización que tantos problemas ha tenido para desembarcar a
la gente que salvaba). Después de verla creo que la cita que acabo de
reproducir se queda algo corta sobre la mierda y la crueldad porque, además,
aquí se trata de la privilegiada Europa.
En fin, otro magnífico libro de este gran periodista que
demuestra en cada texto su compromiso y su batalla por una sociedad mejor.
Hay una reseña muy completa de Francisco Goldman en
letraslibres.com.
Óscar Martínez, Los
migrantes que no importan.