miércoles, 17 de julio de 2019

Mujeres en el Gulag



Esta escritora nacida en Praga pero residente en Barcelona desde hace muchos años y que escribe en castellano, ha aparecido ya en el blog en dos ocasiones. Por una decepcionante novela y por un magnífico libro sobre la vida de Svetlana Stalin, la hija del dictador.
En este libro cambia radicalmente de registro. En el año 2008 fue a Moscú donde se entrevistó con varias mujeres que habían sido represaliadas en el Gulag en diferentes momentos. Posteriormente, entrevistó a otras dos rusas  en París y a una polaca en Londres. Con todo ello, y a  partir de las narraciones de las nueve mujeres, Zgustova pretende ofrecer al lector una imagen de lo que fue aquella época para mucha gente.
Como ya advertía recientemente al comentar el libro de Lilianna Lunguina, Versión original, no hay aportación de grandes novedades; quien haya leído cualquiera de los libros de Evgenia Ginzburg, Anna Lárina y  Nadiezhda Mandelstam e incluso el de Margarete Buber-Neumann, ya ha tenido ocasión de comprobar la arbitrariedad, la sinrazón, la dureza y la extensión que tuvo la represión en la época estalinista. En este que ahora comento puede encontrar, eso sí, diferentes casos y narraciones muy resumidas en las que se recogen hechos y situaciones como las de cualquiera de los libros mencionados. Es, en definitiva, un  buen resumen y una buena introducción al tema.
La única novedad que he encontrado es que algunas de las entrevistadas, tal y como menciona la autora en la Presentación, llegan a hablar de experiencia positiva su estancia en los campos de trabajo por lo que supuso de conocimiento de ellas mismas, de superación y de valoración de la amistad. Evidentemente, no lo dicen todas pues hay quien también afirma que: “El gulag fue una pérdida de tiempo, de salud, de energía. (…) No, desde ningún punto de vista mi experiencia en el gulag valió la pena.” (p. 128)
Las causas de las detenciones y deportaciones abarcan un amplio espectro: desde la afirmación de que la penicilina americana era mejor, lo que le supuso a la autora de la frase 10 años de condena, a la simple detención tras la denuncia de alguien que lo que pretendía era ocupar su piso.
Las penalidades por las que pasaron las nueve mujeres que ha entrevistado, y algunos otros casos que ellas cuentan, abarcan todo lo que uno se pueda imaginar y más. Lo realmente difícil es entender cómo lograron sobrevivir. Quizá, como afirma la polaca Janina Misk: “¿Cómo pude sobrevivir a todo esto? Tal vez gracias a la esperanza de que todo terminaría y vendrían tiempos mejores. Esa esperanza absolutamente ilógica no me abandonó nunca.” (p. 200) Hay también un elemento común a todas las entrevistadas y es que se trataba de mujeres jóvenes cuando estuvieron en los campos.
En este sentido Zgustova comenta los problemas físicos que padecen la mayoría de ellas en el momento de la entrevista y que son consecuencia directa de los padecimientos y el hambre que tuvieron que soportar.
En fin, se trata de un libro muy interesante aunque no siempre fácil de leer. De hecho creo que la mejor recomendación es ir espaciando la lectura y en ningún caso leerlo de forma seguida, por un lado, por la dureza de las historias, pero, además, porque resulta fácil terminar mezclando las historias.
Hay una reseña de Anna Caballé con más información en elpais.com



Monika Zgustova, Vestidas para un baile en la nieve.








lunes, 15 de julio de 2019

Retrato de mujer



Hace poco comentaba una de las últimas novelas publicadas por la autora y ahora lo hago con una de las primeras. Fue publicada en 1981, es decir, cuando Ernaux acababa de cumplir 40 años. Como parece ser que es habitual en esta escritora, esta novela es básicamente autobiográfica. De hecho he leído en algún comentario que en la edición francesa pidió que se retirara de la portada la palabra novela y que se dejase la de autobiografía.
Sea como sea, lo cierto es que se trata de un libro magnífico, uno de los mejores que he leído últimamente, de los que más recuerdos me han traído y también de los que más me han hecho pensar.
El libro cuenta en primera persona la historia de una mujer desde la infancia hasta su matrimonio y su doble maternidad.
Aunque no hay división ni en partes ni en capítulos, creo que se pueden percibir tres momentos bastante diferentes.
En el primero habla de su infancia y tienen auténtico protagonismo los padres. Unos padres bastante peculiares ya que él se encarga de las principales tareas domésticas, algo no solo poco habitual para la época, años cuarenta, sino que yo diría que era algo realmente extraordinario, sobre todo teniendo en cuenta que ambos trabajaban: ella llevando una tienda de ultramarinos y él un bar.
En la segunda asistimos a la época de estudiante de bachillerato y universidad. Se producen los primeros escarceos amorosos y las amistades que van a ir fijando los diferentes modelos de mujer entre los que deberá elegir la protagonista.
Finalmente, en lo que para mí es lo mejor del libro, en el tercer momento relata su temprano matrimonio a los veinte años seguido muy pronto del primer embarazo y parto.
A lo largo de toda esta trayectoria vemos a una niña que escribe preciosas palabras sobre sus padres; a una estudiante que tiene muy buenas notas pero que pierde algunas opciones por la clase social a la que pertenece; una joven que tiene una madre que no coincide en absoluto con la idea de madre que le dan en el colegio (religioso, claro); y a una mujer que una vez casada va descubriendo que es más importante el trabajo de su marido que el suyo, que se tiene que encargar en solitario de las labores de la casa algo para lo que no estaba preparada en absoluto, pero que es la máxima realización de una mujer según su suegra (las dos extraordinarias páginas que dedica a este personaje son un verdadero manifiesto feminista).
He dedicado bastante espacio a contar de qué va el libro y, sin embargo, creo que no le he hecho justicia porque lo importante de este magnífico texto no es solo que cuenta, sino cómo lo hace, con qué precisión y sinceridad está reflejada la realidad de una joven y de una mujer de esa generación. Este es un libro que seguramente disfrutará más una mujer sobre todo si es de una generación parecida a la de Ernaux, pero también tengo que decir que yo como hombre de casi la misma época de la autora me he sentido concernido y he entendido perfectamente los problemas y las dudas de la protagonista.
Un texto que termina siendo un alegato feminista sin necesidad de hacerlo demasiado explícito que es como resultan mejores los alegatos, esto es, basta con mostrar la realidad para darse cuenta de lo injusta que es.
Un libro absolutamente recomendable porque llega al corazón y a la cabeza, y porque está magníficamente escrito. Sin duda uno de mis libros del año.
Hay una reseña muy buena y muy completa de Marc Peig (quien precisamente me recomendó a esta escritora) en unlibroaldia.blogspot.com. También hay una entrevista interesante con Jacinta Cremades en elcultural.com.

Annie Ernaux, La mujer helada. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.

viernes, 12 de julio de 2019

Un buen descubrimiento



A pesar de que ya lleva varias novelas publicadas, desconocía totalmente a este escritor. No tiene nada de extraño porque no suelo prestar demasiada atención a los escritores españoles, algo parecido a lo que me sucede con los anglosajones. No obstante, de vez en cuando leo libros de ambas procedencias y, además, es bastante habitual que me gusten, sobre todo, si se salen de los tópicos con los que tengo marcadas ambas literaturas. (Sí, es cierto, hay un componente maniático e irracional, pero también de cansancio de muchas lecturas en otra épocas.)
De este libro me llamó la atención el título y los comentarios que la editorial recoge en la faja que acompaña al libro como, por ejemplo, este de Manuel Vilas:

“Esta novela rabia por los cuatro costados, es sátira de la buena, e inventa una clase social llamada “Mochufa”, una palabra que una vez leída no olvidas jamás, porque vivimos rodeados de mochufas.”

Este comentario me recordó, por lo de la rabia y la sátira, la novela Lectura fácil de Cristina Morales que es uno de los textos que más me gustó e impactó el año pasado. Esto me animó y no me arrepiento.
Lorenzo ha escrito un libro con un interesante contenido, pero sobre todo con una gran libertad gramatical y de lenguaje. En este aspecto crea multitud de palabras que vienen a cuento y reflejan muy bien lo que quieren significar. Algunos ejemplos serían: Desnecesidad, desruido, despresencia, desdesvalimiento… Otras, no siendo de su propia cosecha, sí es cierto que no son de uso frecuente. Además, altera a veces los signos de puntuación y la sintaxis, pero haciéndolo en general con sentido. Con todo ello construye un mundo y una escritura que resulta enormemente personal y fácilmente identificable. (Aquí surge otra vez la referencia a Cristina Morales).
La historia que cuenta en forma muy resumida sería: Manuel, tras atacar a un policía con un destornillador, huye de la ciudad a una casa de un pueblo perdido y sin habitantes. Su tío, el narrador, le remite los alimentos y útiles que necesita. Manuel encuentra allí la felicidad hasta que, en un momento determinado aparecen unos urbanitas en la casa de al lado y… (aunque no se trate de un thriller es mejor no contar más)
Lorenzo aprovecha el personaje de Manuel para hacer una defensa acérrima de conceptos como: soledad, silencio o austeridad; y una crítica de los urbanitas que van al campo para convertirlo en una prolongación de la ciudad, de algunas actuaciones policiales o del fraude de algunas empresas (en este caso de teleoperadores). Eso sí, todo con un amplio sentido del humor y cariño hacia algunos de los personajes.
Dejo a continuación tres fragmentos que son un magnífico ejemplo tanto de la vida de Manuel y sus deseos, como de la forma de contarlo de Lorenzo:


“Que no quería comiditas complejas si para poder adquirirlas debía acortar sus paseos, o interrumpir la lectura de los Austral, o descuidar sus calabazas, o dejar de tirar con sus gomas, o levantarse de un sitial en el que estaba mirando una nube con forma de Rusia. Porque esto era lo que de verdad le interesaba.
(…)
Porque pasaba ratos mucho mejores en el mercado de horas que en el de frutas y verduras. (p. 85)

“Estas banales eran las labores mejores, porque le sumergían hasta las trancas en su actividad favorita: ensimismarse, como quehacer central. Empapuzarse en su aquietamiento como un des-normal, un ante-normal o un pre-normal, que era desde siempre su pasatiempo favorito.” (. 99-100)

“Su capital no crecía por adición, sino por sustracción. Su riqueza señera era que no necesitaba pelas, ni gente, ni afecto, ni reconocimientos ni ánimos ni amores.” (p. 109)

Un libro bastante recomendable. Hace pasar un buen rato, tiene una escritura original y trata un tema cada vez más actual.
Hay una breve y buena reseña de Nadal Suau en elcutural.com.

Santiago Lorenzo, Los asquerosos.


jueves, 11 de julio de 2019

Otra vez cierta decepción


Este escritor escribió en su día una gran novela como fue El lector y no sé hasta qué punto eso ha marcado su carrera y las opiniones de algunos críticos. Digo esto porque Mujer bajando la escalera, que es la otra que ha leído de Schlink, me supuso una decepción sobre todo tras leer los extractos de  algunas críticas que la editorial había puesto en la contraportada. Ahora, con esta Olga, si no llego a la misma decepción, sí que vuelvo a sorprenderme de algunos comentarios hechos por ciertos críticos.
Así: “un libro maravilloso…una obra maestra” (Ute Krebs, Freie Press) que, cuanto menos, resulta un tanto exagerado.
El libro tiene su interés y sus buenos momentos. Está dividido en tres partes muy diferentes en su enfoque y su tratamiento narrativo. En la primera, desde una tercera persona, se narran los primeros años de la vida de Olga: la muerte de sus padres, la vida con su abuela, sus amores con Herbert, un joven de una buena familia que no acepta esa relación. Herbert se dedicará a viajar y Olga le escribe cartas a una lista de correo. En la segunda parte, un joven en cuya casa trabaja ahora Olga de costurera, cuenta el resto de su vida a partir de la relación de amistad que se establece entre ambos. Finalmente, Schlink utiliza las cartas que mencionaba antes para en la tercera parte completar la visión del personaje y de la historia.
Dicho así parece muy interesante y lo es en muchos momentos porque, además, le sirve también para dar unas pinceladas de la evolución de Alemania a lo largo del siglo XX (Olga nació en la última década del XIX).
El problema que en mi opinión tiene el libro es que todo está contado como si el autor tuviera prisa porque pasara el tiempo y sucedieran los diferentes acontecimientos. No puedo hablar de algunos porque sería hacer spoiler y, aunque no estemos ante un thriller, sí merece la pena ir enterándose de las cosas  poco a poco. Esta velocidad hace que no se llegue a conocer bien a algunos personajes ni a entender algunos comportamientos.
La sensación con la que he acabado la novela es la de que el autor ha querido escribirla rápido para poder publicarla; que la tenía bien pensada, pero que a la hora de ponerla negro sobre blanco se le ha acelerado el pulso.
Evidentemente  es un libro que se puede leer, que resulta entretenido, que está narrado con agilidad, pero que cuando se acaba deja una cierta sensación de que a una historia así se le podía haber sacado mucho más partido.

Bernhard Schlink, Olga. Traducción Carles Andreu.


martes, 9 de julio de 2019

ANDAMIO


En esta entrega la desproporción entre películas y series es abismal. No me había pasado hasta ahora, pero es que no estrenan, al menos en Palma, cine que merezca demasiado la pena. De hecho de las dos películas que pongo una la he visto en casa.
Sin embargo, en las series además de gran variedad de procedencias hay calidad y entretenimiento garantizado.


Películas

Spider-Man: lejos de casa. Una película que no hubiese visto nunca a no ser por acompañar a mi hijo. Tiene dos partes muy diferenciadas. En una se trata de un viaje a Europa de un grupo de estudiantes americanos acompañados de dos peculiares profesores. Durante el viaje, en el que obviamente va Peter Parker, sucederán los habituales momentos de acción propios de la serie, en lo que constituye la otra parte que decía antes. La primera me ha entretenido bastante y en  la segunda me he aburrido soberanamente por el exceso y la reiteración. Eso sí, mi hijo ha salido encantado por lo que la película cumple sus objetivos.

El buen pastor. Esta película tiene ya más de diez años, pero es tan buena que se puede ver, y con mi memoria como si fuera la primera vez, porque no ha envejecido nada. Creo que es una de las mejores películas de espías que se ha hecho y confirmó a su director Robert de Niro como un magnífico narrador. 


Series

Así nos ven. Miniserie estadounidense de cuatro capítulos de más de una hora cada uno. Basada en hechos reales, cuenta la historia de los llamados en su día Los cinco de Central Park, un grupo de cuatro jóvenes negros y un hispano que fueron acusados y juzgados por el asalto, abusos sexuales, violación, etc., de una mujer  que corría en abril de 1989 por ese parque.
La serie recoge muy bien el tratamiento que recibieron por parte de la policía (todos blancos, por cierto), la fiscalía y los medios de comunicación. Pero también dedica tiempo a reflejar la situación de las familias. Obviamente fueron condenados y pasaron entre seis y trece años en correccionales al principio y cárceles cuando tenían edad para ello.
En 2002 Reyes, un hispano condenado a cadena perpetua por varias violaciones y asesinatos, se confesó autor del crimen.
En la serie hay momentos muy duros como los interrogatorios a los chicos y la forma en que los policías les fuerzan a reconocer su participación que luego será grabada en vídeo y será así la prueba fundamental, y única, para su condena. También todo lo que se refiere a la estancia en la cárcel del único que había cumplido los 16 años.
Una serie que muestra, una vez más, que en Estados Unidos la justicia tiene mucho que mejorar. Eso sí, también que es un país donde se pueden hacer estas películas.
Además, es muy interesante ver después el documental hecho por Ken Burns en 2012 y titulado Los cinco de Central Park en el que los propios protagonistas, junto con algunos familiares, abogados y periodistas, reproducen todo lo que pasó.
No hay novedades con respecto a lo visto en la serie, pero es un buen complemento.

Black mirror. Quinta temporada de una de las series más originales de los últimos tiempos. Tiene tres episodios y ninguno es realmente bueno aunque en todos haya momentos conseguidos e ideas originales.
El primero sobre videojuegos es demasiado reiterativo, pero tiene un buen final. El segundo sobre redes sociales está bien llevado y mantiene una cierta tensión, pero se sale bastante de lo habitual en la serie. El tercero, en principio el mejor, contiene  los elementos típicos de otros episodios, pero lo estropean con un final que parece de una película de adolescentes.
En general, un tanto decepcionante.

Chernóbil. Magnífica miniserie norteamericana sobre el accidente de la central nuclear ocurrido en abril 1986. Ha recibido algunas críticas por la visión que se da del sistema soviético, pero creo que quitando un par de detalles no demasiado importantes la serie recoge bastante bien lo que debió de ser la actuación de los técnicos y de las autoridades. La ambientación y la fotografía son muy buenas así como la interpretación.
La mejor recomendación sería completar la serie con la lectura del libro de la premio Nobel Svetlana Alexievich, Voces de Chernóbil, donde se da la palabra a los habitantes de la zona. Un libro realmente escalofriante.

Aber/Bergen. Entretenida serie noruega de abogados que se desarrolla en la ciudad de Bergen, aunque el Bergen del título es el de una abogada socia del bufete. Hay un caso que va apareciendo en cada capítulo y luego algunos otros que se suelen resolver en el mismo capítulo. Además, los dos socios principales son un matrimonio que se acaba de separar. A pesar de que en las series nórdicas el paisaje suele ser un integrante importante de las series, en este caso no sucede así aunque Bergen sea un sitio realmente bonito. Se puede ver, pero tampoco aporta demasiado.

Mrs. Wilson. Original miniserie británica de solo tres capítulos basada en hechos reales. La protagoniza Ruth Wilson que tiene la particularidad de que es la nieta de la protagonista en la realidad, Allison Wilson. Es una historia muy curiosa sobre hechos sucedidos durante la Segunda Guerra Mundial y en los años sesenta. Muy bien contada y con la tradicional buena ambientación de las series británicas. Además, deja sin despejar algunas de las incógnitas que hay en la serie.

Bajo la superficie. Entretenida serie danesa en ocho capítulos. Un grupo secuestra a 15 pasajeros del metro para obtener un rescate. A la cabeza del grupo antiterrorista ponen a un militar que se ha fugado tras ser secuestrado en Afganistán. Bastante bien lograda la tensión y con cierto interés por saber qué ha pasado.

Tabula Rasa. Un thriller psicológico de producción belga compuesto por nueve capítulos. Tiene un guion muy bien construido y trabajado, con los giros propios del género, pero sin que haya las típicas y demasiado habituales trampas que suele haber en otros productos de este género. Resulta a veces un tanto premiosa, como si le costase avanzar, pero en general se deja ver bien y es entretenida.

lunes, 8 de julio de 2019

En el mundo rural de la Carintia austríaca



No queda muy claro si se trata de una novela con tintes autobiográficos o de una autobiografía novelada. Las coincidencias de lugar, profesión y edad de la protagonista con la autora son demasiadas. En todo caso, sea lo que sea, lo importante es que es un libro espléndido.
Dice José María Guelbenzu en su magnífica reseña en elpais.com:

“Es una historia familiar de fragmentos y secuencias unidos por una misma voz; una historia llena de vida, de dureza y de valor cuya fuerza expresiva nos traslada a un mundo de supervivientes noqueados por la guerra reciente y que crea un cuadro en el que la memoria reciente es la que se ocupa de aunar el horror pasado y las dificultades de vivir en el presente.”

Aquí está muy bien expresado el núcleo de la obra: Historia familiar a partir de la narración en primera persona de los recuerdos de una niña al principio, de una joven después y de una mujer madura en el tramo final. El mundo rural de los años sesenta es el lugar y momento desde el que se empieza a recordar, pero son los difíciles momentos de la Segunda Guerra Mundial lo que se recuerda, y sobre todo la detención y envío a los campos nazis de la abuela, verdadera protagonista de toda la primera parte de la novela. La representación de ese mundo rural está hecha con una gran precisión y sensibilidad; de hecho a mí me ha traído innumerables recuerdos porque por esos años yo pasaba largas temporadas en el verano en el campo.
Toda esta parte es lo mejor de una novela que decae un tanto cuando, sobre todo a partir de la muerte de la abuela, el personaje narrador termina la universidad y empieza una nueva vida. Cambia el registro y lo que antes eran sobre todo descripciones, ahora se convierten en parte en reflexiones de otro tipo. Por un lado, por las alusiones a la situación del padre, pero también a la situación política de la zona, ya que la obra se desarrolla en la Carintia austríaca y tiene como protagonistas a los miembros de la minoría eslovena cuyos problemas irán apareciendo en este tramo final. Así, en los dos fragmentos siguientes podemos apreciar alguno de ellos:

“¿Quién soy, a  qué lugar pertenezco, por qué escribo en esloveno o hablo alemán? Esas declaraciones tienen un claustro de sombra por el que deambulan fantasmas con nombre como lealtad y traición, posesión y territorio, mío y tuyo. El cruce de la frontera no es aquí un proceso natural, es un acto político.” (p. 216)

“Y como en la historiografía yugoslava y eslovena de la postguerra sólo estaba permitido glorificar los méritos de los comunistas, parece obvio que los demás partisanos, creyentes y no creyentes, apolíticos y tibios, decepcionados, escépticos o desencantados, desaparecieran de la percepción general.” (. 219)

Este aspecto reconozco que me ha resultado bastante interesante por lo novedoso ya que no conocía en absoluto la existencia de esa minoría y sus problemas.
Tampoco ahorra alguna crítica a Austria, país del que llega a afirmar algo tan duro como que:

“Nadie en aquel país tan hábil en las artes de la simulación dio la bienvenida a los nazis, nadie añoró el Gran Reich Alemán, nadie se convirtió en culpable, nadie participó en la solución final, sólo participaron un poquito, mataron un poquito, gasearon un poquito, pero no cuenta, nada cuenta.” (p. 244)

De todas formas, más allá de estos detalles históricos concretos, lo realmente bueno de esta novela es lo bien que está contado todo, la magnífica recreación de todo un mundo rural hoy prácticamente desaparecido en esa zona y la creación (o recuerdo) de unos personajes muy interesantes y con una vida muy intensa por la época que les tocó en suerte.

Maja  Haderlap, El ángel del olvido. Traducción José Aníbal Campos.


jueves, 4 de julio de 2019

Con la guerra de Biafra de fondo



En medio año este es el tercer libro que leo de la autora lo que implica que me gustan las historias que cuenta y la forma tan ágil como las cuenta. Si en Americanah, la primera que leí aunque es la última que ha publicado, iba alternando la localización entre Estados Unidos y Nigeria, ahora se centra exclusivamente en este país, su país de origen, y en la época más convulsa de su corta historia: lo que en occidente conocimos como la guerra de Biafra.
El libro está dividido en cuatro partes, dos dedicadas al principio de los años sesenta y las otras dos al tramo final de esos años. Además, las va tratando de forma alterna algo que no he terminado de entender muy bien porque supone un rompimiento de la narración que no aporta nada en especial ya que en la tercera parte, dedicada otra vez a los inicios de los sesenta, los dos hechos que ocurren los podía haber desarrollado de forma continuada, pero, en fin, es una decisión de la autora y sus razones habrá tenido para hacerlo así.
Se podría pensar que estamos ante una novela sobre esa guerra y creo que no es exactamente así. En los capítulos dedicados a la época anterior al conflicto, Adichie nos va presentando a los principales protagonistas: Odenigbo, un profesor universitario de matemáticas y acérrimo partidario de la independencia; Olanna, su mujer; Kainene, la hermana gemela de Olanna; Richard, un inglés apasionado por Biafra, que será marido de esta; y Ugwu, el criado de Odenigbo. Todos, salvo Richard claro,  pertenecen a la etnia igbo que es la absolutamente predominante en la parte sudeste de Nigeria, esto es, en Biafra. Además, hay varios secundarios importantes también igbos en su inmensa mayoría.
Cuando se inicie la guerra lo que realmente nos cuenta Adichie es cómo esta va afectando a los protagonistas, es decir, no nos cuenta la guerra, aunque sí da alguna información del porqué y de las reacciones internacionales, sino cómo esta es capaz de modificar la vida de la gente.
Los protagonistas, excepto Ugwu, forman parte de la clase media alta por lo que los efectos de la guerra los vemos sobre todo sobre esa clase aunque, de vez en cuando, sí se menciona y se ven los efectos de la hambruna sobre el resto de la población.
Un comentario muy personal. Tengo algunos recuerdos de juventud de esa guerra, pero sobre todo  recuerdo perfectamente cómo se utilizaba el calificativo de “biafreño” cuando alguien estaba especialmente delgado.
Volviendo a la novela hay que decir que Adichie va repartiendo críticas a lo largo del texto de una forma a veces casi imperceptible, con apenas una frase aunque, eso sí, de una forma significativa. Así, critica a la clase alta nigeriana, a los ingleses o a la iglesia católica a partir del comportamiento de algún sacerdote no dando asilo a perseguidos o a la actitud tomada por muchos países apoyando al gobierno nigeriano.
De esta novelista, además del interés que tienen sus historias hay que remarcar el estilo y la actitud que en palabras de CristinaDomínguez en su reseña para  libropatas.com:

“Es suave pero despiadada, lúcida pero tierna, cuidada pero intensa, y consigue hacer que vivamos a través de los tres personajes, creíbles y bien construidos, cada una de sus emociones.”

Añadir que refleja muy bien la cotidianidad tanto en la paz como en la guerra y construye personajes de carne y hueso, absolutamente creíbles en sus comportamientos.
Si tuviera que decir algo negativo del libro sería que quizá alarga de forma innecesaria la tercera parte y que, seguramente, sobran los ocho brevísimos capítulos de un libro que, escrito por Ugwu, aparecen de vez en cuando  con los que parece que quiere poner al lector en situación de entender mejor lo que se cuenta, pero que dan una información a nivel de Wikipedia.
También es cierto que el libro pierde vigor en algunos momentos de la parte intermedia, pero lo retoma en el tramo final.
Finalmente, es de agradecer a la autora que huya del maniqueísmo fácil y que nos presente también situaciones negativas en el sector controlado por el gobierno de Biafra como, por ejemplo, a ese alto cargo que construye un búnker en su jardín mientras sus compatriotas se mueren de hambre o esos soldados biafreños que asaltan, violan y asesinan.
Un libro recomendable por lo bien que está narrado y porque no es habitual encontrarse con historias netamente africanas contadas por africanos, más allá de que Adichie viva entre Estados Unidos y Nigeria.
Hay otra interesante reseña de Carlos Ciprés en unlibroaldia.blogspot.com.


Chimamanda Ngozi Adichie, Medio sol amarillo.  Laura Rins Calahorra.

martes, 2 de julio de 2019

Los inicios de un grande del periodismo



Caparrós es uno de mis escritores favoritos y como tal ha aparecido en la serie del blog en la que recojo aquellos autores que más me gustan cada uno, eso sí,  por razones a veces bien diferentes.
Estamos ante uno de los grandes periodistas, a mí en este caso me gusta más hablar de reportero o cronista, en castellano. Empezó a hacerlo muy joven y aquí sigue con, por ejemplo, la serie que está realizando para El País sobre ciudades sudamericanas, serie que no leo semanalmente porque prefiero esperar a su edición en libro.
En esta Larga distancia que ahora comento se recogen textos de sus primeras épocas. Los hay de 1983 (cuando al autor tenía apenas veintiséis años), pero el bloque fundamental lo forman artículos escritos en 1989 y 1991.
Los temas que trata son muy variados tanto en su contenido como en la forma de tratarlos. Predominan en extensión las crónicas viajeras desde Hong Kong a Haití, pasando por Bolivia, Lima, Moscú o China, pero también hay espacio para breves relatos en los que los protagonistas pueden ser personajes como Cervantes, Malcom Lowry, Alcibíades o el Che Guevara.
Sea cual sea el texto, y como dice Tomás Eloy Martínez en la breve introducción que titula Apogeo de un género:

“Tres cualidades saltan a la primera lectura: la belleza de una escritura que desconfía de la belleza, la ternura con que el autor se relaciona con sus personajes, la ironía con que se distancia de ellos para no falsear el retrato.” (p. 7)

Estas cualidades, que con tanto acierto y precisión menciona Martínez, las ha mantenido Caparrós a lo largo de toda su carrera y son las claves de su éxito. Es un periodista que escribe muy bien, que domina además de forma espléndida los diferentes registros de la lengua y que es capaz de captar muy bien el lenguaje de la calle. En este libro hay más de un artículo en los que retrata muy bien el habla de Perú o Bolivia. La ternura es otra de sus señas de identidad. En este libro ya apuntaba esta característica que luego ha sido una de sus mayores cualidades.
Reconozco que aunque he leído varias de sus obras de ficción, de las que unas me han gustado bastante más que otras, el Caparrós que más me interesa y al que leo con más placer es al cronista y al reportero por la agudeza con la que es capaz de ver la realidad y la crudeza con la que la describe. Por eso, de este libro yo destacaría tres o cuatro artículos por encima de los otros: el dedicado a Bolivia y la coca con un Evo Morales como dirigente cocalero; el que se desarrolla en Lima con una gran variedad de temas: adopciones, Fujimori, Sendero Luminoso, Cárcel,..; aquel en el que se traslada al lugar en el que asesinaron al Che y habla con la gente del pueblo o, finalmente, el que trata sobre Haití en la época de Aristide.
Destaco los anteriores por mi predilección como he dicho por una de las facetas del autor, pero creo que prácticamente en todos ellos el lector puede encontrar aspectos interesantes.
Un libro absolutamente recomendable como lo son todos los del autor. En este caso, además, con la curiosidad de ver sus orígenes.
Hay dos reseñas que están muy bien: la de Nadal Suauen elcultural.com. y la de Koldo en unlibroaldia.blogspot.com.


Martín Caparrós, Larga distancia.


lunes, 1 de julio de 2019

“Gracias a todos”: Nuevas citas XIX


Hace ya siete años que autoedité Gracias a todos en el que recogía la mayoría de las citas que había ido recopilando hasta entonces. En este tiempo he seguido con mi vieja costumbre y he pensado que sería una buena idea publicarlas en el blog organizadas por temas, con algún comentario si se tercia, tal y como hice en el libro.




Neoliberalismo

El neoliberalismo es un conjunto de ideas muy rentables, y por eso a veces soy un poco reacia a describirlo como una ideología. Lo que es, en el fondo, es una justificación de la codicia.
Naomi Klein, Decir no no basta


Odio 

Una pizca de odio aviva la circulación sanguínea, dilata las venas y devuelve al corazón su actividad; pero en exceso lo destruye todo.
Mohamed Chukri, Rostros, amores, maldiciones


Olvido

El olvido es el hijo consentido de la historia y el alero bajo el cual palpita la convivencia. No lo digo solo  por este país, sino también por el mío, que también, quizá como todos, ha sido construido sobre el olvido.
Roberto Ampuero,  El último tango de Salvador Allende



Opinión

“Una regla de oro: no hay que juzgar a los hombre por sus opiniones, sino por aquello en lo que sus opiniones los convierte.”
Lichtenberg citado en
Luis Gonzalo Díez, La barbarie de la virtud





Optimismo

“Cuando hay que reflexionar, es evidente que ser optimista cuesta.”
Pablo Iglesias en
Pablo Iglesias y Enric Juliana, Nudo España





Padre, paternidad

(…) porque de haber sabido antes de ser padre lo profundamente agotador que resulta, hasta qué punto hay que olvidarse de uno mismo, nunca habría sido padre de esa niña extraordinaria.
Chris Bachelder, A propósito de Abbott



En aquella ocasión me pregunté qué me habían enseñado mis padres y llegué a la conclusión de que me había  inculcado “un sentimiento de independencia”.
Richard Ford, El periodista deportivo



Vos sabés que lo adoro a mi hijo. Lo quiero más que a nadie en el mundo. Pero a veces me agota, no tanto él sino mi constante preocupación por él. A veces pienso que no tendría que haber tenido un hijo a esta edad. Es horrendo pensarlo, pero se me llenó la vida con un miedo que antes no tenía, miedo de que me pase algo y se quede huérfano, que le pase algo a él, que te pase algo a vos. Es una nueva fragilidad, un lado vulnerable que no conocía.
Pedro Mairal, La uruguaya



Pensar

Esa es una de las mayores injusticias del mundo en el que vivimos, que algunas personas tengan tiempo para pensar mientras que a otras nunca se les ofrece esa posibilidad. Poder buscar el sentido de la vida debería incluirse en las declaraciones de derechos como algo obvio.
Henning Mankell, Arenas movedizas


Bertolt Brecht escribió que pensar era una de las actividades más placenteras que conocía. Estoy de acuerdo con él. Tratar de resolver una cuestión dando un paseo o concentrado ante el escritorio es liberador y vigorizante al mismo tiempo. Y, desde luego, también placentero.
Henning Mankell, Arenas movedizas





Periodismo, prensa

Somos testigos incómodos cuyo trabajo consiste en tocar las pelotas al poder, no en servirlo ni en lanzarse contra él en las barricadas. En eso consiste el periodismo; lo otro es sumisión o militancia, dos defectos similares y extendidos.
Ramón Lobo, Todos náufragos



La relación de los periódicos con la vida coincide más o  menos con la de las echadoras de cartas con la metafísica.
Karl Kraus, Dichos y contradichos


El peluquero cuenta novedades cuando ha de limitarse a peinar. El periodista se muestra ingenioso cuando ha de limitarse a contar novedades. Ambos son ambiciosos.
Karl Kraus, Dichos y contradichos




Faltan dependientes de comercio. Todos se apuntan al periodismo.
Karl Kraus, Dichos y contradichos


Llamamos periodista a aquel que expresa lo que el lector ya pensaba de todos modos y lo plasma en una forma de la que no cualquier dependiente de comercio es capaz.
Karl Kraus, Dichos y contradichos


La idea de que un periodista escribe con la misma precisión sobre una nueva ópera que sobre un nuevo reglamente parlamentario resulta acongojante. Podría sentar cátedra ante un bacteriólogo, un astrónomo y quizá incluso ante un párroco, de ello no cabe la menor duda. Y si un experto en matemáticas se le cruzara en el camino, le demostraría que se mueve como Pedro por su casa en unas matemáticas aún más altas.
Karl Kraus, Dichos y contradichos


“(…) habría que hacer periodismo contra la demanda más primaria del público: contra el público. Que periodismo no es solo contar las cosas que algunos no quieren que se sepan. Que periodismo es, cada vez más, contar las cosas que muchos no quieren saber.”
Martín Caparrós en
Enric González editor, Cada mesa, un Vietnam. Sobre el oficio del periodismo


Todo periodista que no sea tan estúpido o engreído como para no ver la realidad sabe que lo que hace es moralmente indefendible. El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno.
Janet Malcolm, El periodista y el asesino





Pesimismo




Digamos que soy un pesimista preventivo: siempre espero lo peor. Por eso disfruto más de lo mejor. O eso creo.
Javier Cercas, Las leyes de la frontera


La miseria, la injusticia social,  todas las injusticias del mundo, y éstas son innumerables, no desaparecerán más que con la raza humana. Se alivian centenares de sufrimientos para ver aparecer millones de otros. Esfuerzo inútil. Y además está el hambre del cuerpo y la del alma; la de la inteligencia y la de los sentidos.
Marie Vieux-Chauvet, Amor, ira y locura


Escribió Bertrand Russell que un optimista es un idiota simpático, mientras que un pesimista no pasa de ser un idiota antipático.
Juan Carlos Monedero, Curso urgente de política para gente decente


Así que adquirí muy pronto una certeza que había de acompañarme todos los días de mi vida: el pesimista solo puede recibir buenas noticias.
Lucien Jerphagnon, Elogio del pesimismo. Cualquier tiempo pasado fue mejor, (p.18)


“El hombre es un lobo para el hombre”, dijo Plauto. ¡Cuántas veces no lo habremos repetido! Sin embargo, cuando veo esas películas que muestran en directo la vida de los lobos, esos documentales que siguen tan de cerca el comportamiento de sus jaurías, no puedo evitar preguntarme qué tenía Plauto contra esos pobres animales.
Lucien Jerphagnon, Elogio del pesimismo. Cualquier tiempo pasado fue mejor


“…los hombres vacilan menos en hacer daño a quien se hace amar que a quien se hace temer, pues el amor emana de una vinculación basada en la obligación, la cual (por la maldad humana) queda rota siempre que la propia utilidad da motivo para ello, mientras que el temor emana del miedo al castigo, lo cual jamás te abandona”.
Maquiavelo citado en
 Lucien Jerphagnon, Elogio del pesimismo. Cualquier tiempo pasado fue mejor


“El mejor de los mundos es sólo el menos malo”
Vladimir Jankélévitch citado en
Lucien Jerphagnon, Elogio del pesimismo. Cualquier tiempo pasado fue mejor


“Precisamente el ser a la larga pesimista me causa cierto aumento de la capacidad de goce: tomar ahora sólo todo lo bueno, mientras sea posible disfrutarlo.”
De una carta de Stefan Zweig a una amiga de Salzburgo
Volker Weidermann, Ostende 1936, el verano de la amistad


Tiene mucha razón Chukri con la cantidad de odio. Yo me lo noto.
Efectivamente, se juzgan siempre los actos.
Yo al revés que la cita, a pesar de lo agotador y del olvido, nunca agradeceré bastante el momento en que decidí ser padre. Eso sí, lo que dice Mairal es muy cierto. Una experiencia única aunque difícilmente transmisible.
Muy bien Mankell relacionando pensar con placer.
Ojalá los periodistas cumplieran lo de Lobo o Caparrós. Kraus en este tema está especialmente cáustico, pero muy acertado.
En esta entrega gana en número el término pesimismo; no es casualidad, claro. Hasta uno de los libros se titula: Elogio del pesimismo. Creo que una actitud así no se elige, al menos yo no creo haberla elegido, viene de serie.