jueves, 29 de septiembre de 2016

¡Qué gran periodista!




“En 1971, mientras consideraba posibles temáticas para su próximo libro, decidió que lo que más le intrigaba era la nueva apertura estadounidense, su creciente consumo erótico y la serena revolución que él percibía en la clase media contra los censores y los clérigos que habían sido la fuerza inhibidora desde la fundación de la república puritana.” (p. 474)

Con estas palabras, escritas en tercera persona aunque se refiera a él mismo, explica Talese en el magnífico capítulo final del libro qué es lo que le motivó para escribirlo, dedicándole nada menos que nueve años de su vida. Como buen creador, junto con otros, del llamado “nuevo periodismo”, el autor acudió como cliente a salas de masaje erótico e incluso estuvo varios meses de gerente en una de ellas para ver qué tipo de clientes acudían; también estuvo varias veces en Sandstone, la especie de comuna nudista creada por John Williamson donde se practicaba el amor libre, y mantuvo horas de conversaciones con multitud de protagonistas del cambio en los comportamientos sexuales de los estadounidenses, desde creadores de revistas como Playboy (Hugh Hefner es uno de los principales protagonistas del libro) o Screw, pasando por modelos que posaron para ellas hasta abogados que defendieron a estas personas de las acusaciones de obscenidad de las que fueron objeto en muchas ocasiones.
Con todos estos materiales va construyendo un extensísimo texto de más de 500 páginas (en una edición más habitual serían  700 u 800) que se lee con muchísimo interés sin que este apenas desfallezca salvo cuando expone, de manera demasiado prolija, los casos en los que hubo juicios o problemas con la ley, pues  creo que rompen un poco la dinámica del libro.
Publicado en 1980 recibió fuertes críticas negativas y también alguna positiva como la que reproduzco porque resulta útil para ver cómo es el libro:

“Este libro hará al señor Talese mucho más rico de lo que ya es, pero sospecho que un número considerable de sus lectores le encontrarán sorprendentemente comedido. Tiene un interés serio en observar a los demás seres humanos, por escucharles y por presentar con sinceridad lo que ha visto y oído. Escribe una prosa limpia y sin pretensiones. Mediante una frase aquí y una oración allá, posee el don de establecer importantes vínculos narrativos e históricos. Lo cierto es que se nos ofrecen historias bien contadas con un mensaje social acumulativo: la sexualidad en Estados Unidos se ha transformado drásticamente en las dos últimas décadas.” (p.498) (The New York Times Book Review)

También me parece un buen resumen este fragmento del Prólogo escrito  por Katie Rophe para la edición de 2009:

“Talese tenía un inigualable afán de historias, de contemplar la variedad de la experiencia humana en todo su esplendor y perversidad. Dedica una atención a los pormenores de las vidas de extraños que la mayoría de las personas apenas pueden reunir para sus amigos más íntimos y su familia. Lo que le distingue del periodista común y corriente es su interés inagotable por otras personas, famosas o no, su cariñosa inmersión en el pasado de estas, en lo que su madre les decía cuando eran niños y en el aspecto que tenía su dormitorio de la infancia.(…)
Sin excepción, los personajes de este libro autorizaron a Talese para que utilizase sus verdaderas nombres, lo cual resulta extraordinario dado que hablaban de infidelidades, de fantasías sexuales, de experiencias eróticas inusitadas. Pero Talese se ganó ese grado de confianza con la profundidad e intensidad de su compromiso, con la naturaleza humana y precisa de sus preguntas, con el encanto de la clase de atención que ofrecía, con su auténtica camaradería.” (p.13)

Poco queda por decir tras estos dos fragmentos. Desde luego yo lo he leído con gran interés y me ha hecho disfrutar y situarme en los años sesenta de Estados Unidos con unos problemas que desde luego en España estábamos desgraciadamente lejos de tener (obviamente no me refiero al puritanismo que aquí era dominante, sino a los intentos de acabar con él). Talese escribe con una claridad y una agilidad que han hecho de él uno de los grandes de todos los tiempos. Además, la sensación de verdad que tiene sus libros es una de sus características principales; el lector tiene siempre la impresión de que las cosas sucedieron tal y como nos las está contando.
Es el cuarto libro que leo y tendré que seguir al tanto de alguna nueva publicación pues es un autor que no defrauda.
Hay buena reseña de Marcelo Covián en latormentaenunvaso.blogspot.com




Gay Talese, La mujer de tu prójimo

martes, 27 de septiembre de 2016

Sorprendente y sugerente





Hace bien poco alababa la primera obra que leía de este escritor francés, Peste & Cólera, y ya avisaba que pensaba continuar conociendo su producción.  Lo he hecho saltando directamente a la última novela publicada hace pocos meses y tengo que decir que ha vuelto a sorprenderme. Si en la anterior hacía una especie de biografía de un poco conocido científico y aventurero relatándola de forma cronológica, en esta se centra en un espacio, la ciudad de México, y un momento histórico, básicamente finales de los treinta, para mostrarnos a un conjunto de muy conocidos personajes reales que estuvieron por allí y en esos momentos. Así, veremos a  Trotski, Malcolm Lowry, A. Artaud, Frida Kahlo, Diego Rivera, André Breton y un largo etcétera; pero, además, lo hace sin seguir una secuencia cronológica de tal manera que hay marchas hacia adelante y hacia atrás, pero siempre somos capaces de saber dónde y en qué  momento estamos (y lo digo yo que tengo gran facilidad en  perderme).
Aquí prefiero dar la palabra a Ricardo Martínez Llorca que en culturamas.es ha escrito a propósito del libro:

“Porque la estructura de la obra es más elaborada, exige una respuesta del lector para que vaya asociando los momentos temporales, obligados por las elipsis que existen al saltar de un personaje a otro. La sensación de mosaico diseñado por un orate, pero perfectamente planificado, da la impresión de que la obra estuviera escrita a vuelapluma. Pero para escribir Viva es necesario tener una erudición imposible como para soportar esa estrategia de escritura.”

Efectivamente, hay mucha erudición y mucha planificación en un libro así, y si de la primera se disfruta, la segunda se agradece.
Hay muchas cosas muy interesantes en el libro. A mí me ha encantado el juego que muestra del muralista Rivera; las distintas apariciones de Lowry (no me gustó hace años Bajo el volcán, pero creo que tras la lectura de Deville tendré que darle otra oportunidad); el contraproceso de Trotski presidido nada menos que por John Dewey; todo lo que rodea a la casa azul de Coyoacán; ese personaje que aparece con tantos nombres uno de los cuales es B.Traven, el autor de El tesoro de Sierra Madre;…
Una novela, si es que así se la puede calificar, con elementos de lo que se está llamando faction y que muestra una vez más el nivel que están alcanzando los escritores franceses, su capacidad de ser originales y de saltar por encima de la convenciones tradicionales de los géneros.
Tremendamente recomendable. Solo una crítica o más bien una sugerencia: hubiese estado muy bien publicar algunas de las fotos que comenta Deville.
Hay una buena reseña de Elena Hevia en elperiodico.com.


Patrick Deville, Viva

lunes, 26 de septiembre de 2016

Interesantes ensayos




Conozco al autor por haber leído en diferentes ocasiones artículos suyos  publicados en la prensa española, pero no he leído ninguno de sus libros ya sean novelas o ensayos. Me parece un intelectual interesante sobre todo por sus posiciones en el tema de las relaciones entre israelíes y palestinos.
En este libro se recogen  siete textos que son en su mayoría conferencias pronunciadas  hace unos diez años y que se refieren fundamentalmente a dos temas: por un lado,  la escritura y sus dificultades; y, por otro lado,  los problemas para conseguir la paz y la coexistencia entre palestinos e israelíes.
En ambos temas hace Grossman interesantes reflexiones y adopta como es habitual en él posturas comprometidas sobre todo en el segundo tema que es una pena que no sean demasiado generales en su país, Israel.
También hay opiniones sobre otros temas  principalmente en el texto con el que se cierra el libro del que destaco dos fragmentos que me parecen especialmente sugerentes y que comparto plenamente:

 “Con asombrosa facilidad creamos los mecanismo necesarios para distanciarnos del sufrimiento ajeno. Intelectual y emocionalmente conseguimos desprendernos de la relación causal entre, por ejemplo, nuestra opulencia económica –la de los países occidentales, saciados y prósperos- y la pobreza de los otros. Entre nuestros lujos y las vergonzosas condiciones de trabajo de otros. Entre nuestra calidad de vida climatizada y motorizada y los desastres ecológicos que provoca.” (p. 128)

“¿Tenemos en cuenta el hecho de que, en gran medida, actualmente los “medios de comunicación de masas” no son solo medios diseñados para las masas, sino que en muchos aspectos también convierten a sus usuarios en masa? (En cursiva en el original)
Lo hacen con la beligerancia y el cinismo que emanan de todas sus manifestaciones; con su lenguaje vulgar y superficial; con la supersimplificación y la autocomplacencia con las que tratan complejos problemas políticos y morales;(…)” (p.134)

Un libro interesante y recomendable sobre todo por venir de quien viene. Hay una buena reseña de un conocido de este blog, Juan Gabriel Vásquez, en elespectador.com


David Grossman, Escribir en la oscuridad

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Benjamin Black sin Quirke




Seguramente quien leyera esta novela en el momento de su publicación hace unos años disfrutaría bastante con ella. Black (Banville) la escribió poco después de iniciar la serie que tiene como protagonista al forense Quirke y gracias a un encargo hecho por The New York Times Magazine. Creo que el ser un encargo para una revista lastra de alguna forma el libro desde su tamaño, apenas 200 páginas, hasta el tono y el sentido del mismo.
Si algo caracteriza a este magnífico autor de novela negra es la creación de atmósferas, ese Dublín lluvioso, brumoso y frío, y de personajes, su forense Quirke es una de las buenas creaciones del género. Sin embargo, esta novela se desarrolla en Nueva York y sus protagonistas tienen el papel que tienen solo en función de las necesidades de la trama. Eso sí, esta, como sucede siempre en este escritor, está bien construida y resulta entretenida, pero no deja de ser una novela más dentro de su género. Abundan en exceso  las descripciones de los personajes sin que sean realmente necesarias para la historia.
Obviamente no podía faltar alguna referencia a los curas pedófilos, es una marca de la casa,  y la existencia de alguna adicción que en este caso es al tabaco.
Una novela menor aunque entretenida que no aporta nada a la producción de este buen escritor.



Bejamin Black, El lémur

lunes, 19 de septiembre de 2016

Relatos de un escritor francés recuperado



Ha sido una suerte para los aficionados a los buenos libros que los franceses redescubrieran a Bove en los años ochenta del siglo pasado. Aquí, gracias a la labor de unas editoriales pequeñas, lo estamos conociendo ahora poco a poco. En estos momentos hay cuatro libros traducidos pero estoy seguro de que no serán los únicos.
Este que comento es el tercero que leo y me ha gustado tanto como los dos anteriores. Realmente se trata de un escritor muy original tanto por las historias que cuenta como por la forma de hacerlo. En este libro se recogen siete relatos con diferentes protagonistas y con historias muy variadas aunque tienen algo en común: en todas resulta muy intrigante cómo se desarrollan los hechos; no se tiene nunca muy claro ni lo que está pasando ni cuál puede ser el final; no se trata una intriga de tipo policial aunque en una de ellas haya un muerto.
Además esa intriga, que dota a los diferentes relatos de una cierta atmósfera, da unidad al conjunto junto a ciertos rasgos que aparecen en algunos de los personajes como son: soledad, tristeza, abandono. Estos rasgos y la construcción de atmósferas son, por otra parte, elementos característicos de los libros que he leído de Bove.
Un autor muy recomendable y del que espero poder seguir disfrutando pues, aunque murió en 1945 relativamente joven, tiene una obra bastante considerable.


Emmanuel Bove, Henri Duchemin y sus sombras

sábado, 17 de septiembre de 2016

Citas últimas lecturas


Identidad

Dicen que no me interesa lo que significa ser húngaro. No, les respondo, a mí me interesa lo que significa ser.
Imre Kertész, La última posada



Libro, lectura

Las grande bi9bliotecas públicas han sido la base de la educación y la cultura del siglo XIX y de muchos genios del siglo XX. Pero tener una colección de libros propios, que te pertenecen, que no se tienen  en préstamo, es crucial. ¿Por qué? Porque es esencial leer lápìz en mano.
George Steiner, Un largo sábado. Conversaciones con Laure Adler



Eutanasia, muerte digna

Es inconcebible que sea posible mantener con vida, contra su voluntad, a aquellos cuya única esperanza es salir de la vida. Me parece un hecho de un sadismo salvaje. Y sobre esta cuestión, como sobre la del aborto, me parece que la actitud cristiana es horrible e indefendible; y lo diría con gusto públicamente.
George Steiner, Un largo sábado. Conversaciones con Laure Adler



Libro

No se puede interrogar a un libro, porque no sabe contestar. Se entienda o no, se sigue leyendo y, finalmente, uno cree haber entendido por el mero hecho de haber leído. Al terminar un libro, muchas veces, no se ha razonado nada, pero uno tiene la sensación de que sí.”
Carlos Fernández Liria, En defensa del populismo



Información

Ya veo… Seguramente conoces la famosa afirmación de Noam Chomsky: “Los medios de comunicación son a la democracia lo que la propaganda es a la dictadura”.

Sí, instrumentos de manipulación.

Elementos indispensables del sistema de control
Conversación con Julian Assenge en

Ignacio Ramonet, El imperio de la vigilancia

viernes, 16 de septiembre de 2016

Apasionante




Hay que estar muy agradecidos a la Academia Sueca porque gracias a la concesión del Premio Nobel de Literatura nos ha permitido conocer a esta gran escritora.
Es ya el tercer libro que leo y, como me ha sucedido con los anteriores, será uno de los mejores que haya leído este año.

“Yo escribo, reúno las briznas, las migas de la historia del socialismo “doméstico”, del socialismo “interior”… Estudio el modo en que consiguió habitar en el espíritu de la gente. Siempre me ha atraído ese espacio minúsculo, el espacio que ocupa un solo ser humano, uno solo… Porque, en verdad, es ahí donde ocurre todo.” (p.10)

Estas visiones y versiones de la vida en la Unión soviética y en los años inmediatamente posteriores a su desaparición dadas por diferentes protagonistas, no solo resultan enormemente interesantes sino que, además, son capaces de provocar muchas reflexiones y sentimientos. En mi caso, tristeza, desazón y hasta cierta angustia en algunos momentos por las condiciones penosas de la existencia de bastantes de los protagonistas.
Por las 640 páginas que componen este voluminoso texto van desfilando gentes de muy variada procedencia y relatando momentos importantes de su vida y en muchos casos también de la de su familia. No tengo claro cuál habrá sido el criterio de selección hecho por la autora, pero sea cual sea lo cierto es que los que hablan tienen muchas y muy interesantes cosas que contar.
A diferencia de los otros libros que he leído, en este hay intervenciones muy largas, de hasta 30 páginas, lo que permite una perspectiva muy amplia para entender lo que esas personas nos cuentan.
Por lo general, los entrevistados no tienen una visión negativa sin más de la época soviética ni positiva de lo que ha venido después. Así, en plan muy sintético diría que valoran de lo nuevo: la existencia de muchos más productos, la libertad de información y la desaparición del miedo, la represión y la tortura; pero al mismo tiempo critican: la inseguridad, los bajos sueldos, el capitalismo sin democracia, el pillaje y las mafias, la aparición de pordioseros y niños abandonados por las calles, las bajas pensiones de jubilación o el hecho de que los miembros de la antigua nomenklatura se hayan convertido en los dueños de todo el sistema productivo.
Como se ve, hay más elementos negativos en el cambio que positivos, pero es que hay muchas opiniones como las que siguen:

“Éste ya no es mi país. ¡Me resulta completamente ajeno! Antes, cuando nos reuníamos con nuestros amigos en torno a la mesa, hablábamos de literatura, de teatro… ¿Y ahora de qué hablamos? Pues de qué se ha comprado cada uno, de la tasa de cambio de la moneda o hacemos chistes mofándonos de lo que sea, porque ya nada es sagrado.” (p.360) (Quien lo dice estuvo en orfanatos por tener a los padres víctimas de la represión estalinista)

“-Hoy se vive mejor, pero el ambiente da asco.” (p.391)

“Antes vivíamos mal; ahora vivir da miedo.” (p.477) (Lo dice la víctima de un atentado)

Las dos partes en las que se divide el libro, una más centrada en la historia anterior y otra más en lo sucedido tras la caída del sistema soviético, tiene un enorme interés. En la primera sale de forma muy recurrente la Segunda Guerra Mundial, la posguerra y la represión estalinista (varios familiares de los entrevistados estuvieron en los campos de trabajo), pero se manifiesta en general un gran sentido del patriotismo que lleva a justificar algunas actuaciones no precisamente positivas. En la segunda hay muchas referencias a los problemas surgidos por la descomposición territorial y así da la palabra a armenios huidos, a inmigrantes tayikos, a familiares de soldados rusos en Chechenia o a bielorrusos opuestos a su gobierno.
En un libro de este tamaño y en el que se tocan tantos temas es muy difícil destacar algo. Si acaso podría hacerlo con algunos aspectos que me han llamado la atención especialmente. Así, por ejemplo, hay una insistencia bastante generalizada a la mentalidad de esclavos de la población rusa; el tema del consumo de alcohol recorre muchas de las historias y termina en bastantes casos en maltrato doméstico; la cantidad de suicidas que aparecen en el libro, desde un jubilado a una mujer joven pasando por un general golpista o una madre vagabunda; finalmente, hay también una gran insistencia en la importancia de los libros y la literatura en toda la época soviética y en cómo se ha perdido actualmente.
Un rasgo muy particular de los libros de esta escritora es el sentido de  unidad de que les dota teniendo en cuenta que las intervenciones han sido recogidas fundamentalmente mediante grabaciones de voz. No sé cuánto puede haber de edición, pero lo cierto es que consigue que se lean con gran facilidad y siguiendo perfectamente el hilo de lo narrado.
Un libro realmente extraordinario y apasionante que, eso sí, conviene ir leyendo poco a poco.



Svetlana Aleksiévich, El fin del “Homo sovieticus”

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Esperaba más por su autor




Sigo conociendo la obra de este autor recientemente redescubierto y que, hasta ahora, tantas satisfacciones me ha producido. Es el cuarto libro que leo en poco tiempo y tengo que decir que me ha defraudado.
Se trata de una novela un tanto peculiar. Si al principio un joven va relatando su vida desde el día de su nacimiento (precisamente el día de la muerte de Perón), pasando por su familia, estudios y primeros escarceos sexuales, a partir de un determinado momento la historia se va centrando en su relación con un Pastor brasileño y va adquiriendo un tono ciertamente surrealista que a mí me va alejando de la historia hasta estar deseando que termine de una vez. No obstante, hay unas páginas finales que me han parecido interesantes.
Tiene eso sí la novela, además de la buena escritura típica del autor, momentos en los que hay un gran sentido del humor y una fina ironía al tratar temas como las telenovelas, la guerra o el arte moderno (este por cierto sale bastante mal parado). También hay alguno que me ha costado leer porque remueve cosas que realmente me asustan como puede ser esa enfermedad maldita que es el Alzheimer.
No pueden faltar en un libro de Caparrós referencias a la realidad política argentina, pero son bastante escasas en un libro de 430 páginas y yo he echado de menos que estuviesen más desarrolladas.
La editorial refleja en la contraportada una serie de críticas enormemente positivas sobre el libro que seguramente son verdad. Desde luego, cuando inicié la lectura hubiese estado dispuesto a firmar cualquiera de ellas, pero como ya he comentado, el libro se me ha ido cayendo de las manos.
El libro obtuvo el Premio Herralde de Novela en 2011.



Martín Caparrós, Los Living

domingo, 11 de septiembre de 2016

Artículos interesantes

Un domingo más bastante flojo. Destaco dos artículos en los que, por distintas razones, Grecia tiene un gran protagonismo.

Soledad Gallego Díaz se sale de la tónica de su diario y propone otra alternativa. (elpaís.com)

Íñigo Sáenz de Ugarte da informaciones muy actualizadas sobre el problema de los refugiados y la inhibición de los países de la UE. (eldiario.es)

Pedro Olalla, especialista en el tema, hace una análisis muy detallado de la penosa situación de Grecia y de la ausencia de cambios con el gobierno de Syriza. El panorama que describe es realmente desolador. (ctxt.es)

jueves, 8 de septiembre de 2016

Novela corta pero no menor



Esta es la tercera novela que leo de un autor que desde que lo descubrí hace poco tiempo voy conociendo más aunque de una forma un tanto desordenada. Esta que comento está escrita entre las dos que he leído y, aunque tiene cosas en común con las otras, es sobre todo diferente en su tamaño pues se trata realmente de una novela corta de apenas 140 páginas.
Original historia la de este caricaturista, Javier Mallarino, buscando en su memoria unos hechos ocurridos muchos años antes. Interesante también el tema de la posible influencia de unas caricaturas – y de la prensa en general- en la marcha de la política y en los comportamientos de sus protagonistas. Pero siendo esto importante, lo mejor es la capacidad de Vásquez en la creación de estructuras originales para contar las historias y hacerlo con un lenguaje y un manejo del idioma que es lo que mejor caracteriza a este gran escritor.
Evidentemente resulta una novela inferior  a las otras que he leído, El ruido de las cosas al caer y La forma de las ruinas, pero es lógico pues, por un lado, se trata de dos grandes novelas en calidad y tamaño y, por otro, la pretensión de Vásquez es claramente menor en este caso. No obstante, como novela corta resulta muy interesante e incluso creo que habría dado para un mayor desarrollo de la historia.
Hay una buena reseña de Elsa Fernández-Santos elpaís.com.


Juan  Gabriel Vásquez, Las reputaciones

martes, 6 de septiembre de 2016

La guerra de Vietnam como fondo



Nueva publicación de la editorial Sajalín en su colección Al margen que supone un buen filón para descubrir autores anglosajones bastante desconocidos. A la ya larga lista de los Bunker, Kocan, Kerrigan, Barrett o Fante (Dan), se une ahora este Newton Thornburg.
Como dice el título de la colección, la mayoría de los personajes de estas novelas están un tanto al margen o en los límites de la sociedad y suelen ser personajes problemáticos, psicológicamente complejos, que abusan del alcohol o de otras drogas, en fin, tipos que despiertan el interés del lector.
En este caso se trata de dos amigos uno de los cuales, Cutter, combatió en Vietnam lo que le dejó varias secuelas físicas y también psicológicas; el otro, Bone, abandonó una relativamente exitosa carrera profesional y a su mujer y a sus hijas para vivir prácticamente como un gigoló. Con estos mimbres, Thornburg monta una historia con algún elemento de thriller, pero sobre todo centrada en el fracaso y “en los fantasmas de la sociedad norteamericana post Vietnam”, como se lee en la contraportada.
Hay críticas al crecimiento urbano a costa de los inmigrantes mejicanos y bastantes referencias a la guerra de Vietnam. Así, aunque de forma indirecta en este caso:

“Por otra parte, Bone no había visto nunca tantos letreros de calles con marcas de balazos, ni siquiera en un gueto. Pero luego pensó que no había nada de anómalo en ello: si la beatería y el patriotismo tenían un compañero de cama, ese era la violencia.” (p.352)

No obstante, la crítica no está tanto explicitada en frases o momentos concretos, como en el trasfondo social que atraviesa toda la novela.
Thornburg tiene un estilo muy directo y gran agilidad narrativa aunque a mí se me han hecho un poco largas las 386 páginas. Creo que hay un momento en que el autor podría haber resuelto el final sin necesidad de alargarlo tanto.
En todo caso creo que hay que destacar su facilidad para los diálogos, algo por otra parte muy típico de casi todos los libros de esta colección. Un ejemplo de un tipo de conversación:

 “Bone se comió otra gamba.
-        No te hacía una romántica –le dijo- .Parecías realista.
-        Y tú parecías un ser humano.
-        Publicidad engañosa ¡eh?
-        Algo así. “ (p.13)
-         
Libro recomendable como todos los de esta colección. La novela fue llevada al cine en 1981 en una película que parece ser también muy recomendable.
José Ángel Barrueco hace un interesante comentario en elplural.com.


Newton Thornburg, Cutter y Bone

lunes, 5 de septiembre de 2016

Recuerdos de la represión nazi




“Me da la sensación de que el mal alcanzó tal grado de existencia durante los años de la guerra que a aquellos que no lo vivieron les resulta difícil creerlo, o incluso enfrentarse a ello.” (p.90)

Seguramente esta idea expresada por Postel-inay explique que después de tantos años, setenta en concreto, de sucedidos los hechos que se cuentan en el libro, se muestre dispuesta a contarlos.
Son pocos los libros publicados que recogen testimonios de mujeres en los campos de concentración. Precisamente hace poco publiqué una entrada en el blog comentando Una mujer en Birkenau de la polaca Seweryna Szmaglewska y en su día leí el clásico Prisionera de Stalin y Hitler de Margarete Buber-Neumann. Esta escasez de visiones femeninas explica y justifica que se publique el que ahora comento.
Anise fue detenida poco después de iniciar sus actividades en la Resistencia francesa y tras pasar por varias prisiones terminó en el campo de concentración de Ravensbrück. Este periplo es lo que, con la colaboración de la escritora Laura Adler, nos cuenta de forma muy resumida, poco más de 100 páginas, en estos recuerdos.
Lógicamente están muy lejos en interés e intensidad con lo narrado en los otros textos citados, pero también es útil conocer la experiencia de una joven francesa, 21 años en el momento de la detención, sobre todo en el campo de concentración que es, por otra parte, lo que constituye el objeto central del libro.
Marta Medina hace un comentario muy completo en elconfidencial.com.



Anise Postel-Vinay con Laura Adler, Vivir

domingo, 4 de septiembre de 2016

Artículos interesantes

Sigo notando una escasez grande de artículos que analicen más en profundidad lo que está pasando y las perspectivas tanto en la política como, sobre todo, en los medios de comunicación. La expulsión de Fernando Berlín de la SER y los recientes nombramientos en TVE van todos en la misma línea. Una terceras elecciones pueden ser un desastre, pero a mí me preocupa mucho más la situación en que poco a poco va quedando la información que, en la de más audiencia, está puesta al servicio de El Poder.

Soledad Gallego hace en muy poco espacio una buen síntesis de la situación política. (elpaís.com)

La importancia de Cataluña, realmente de su utilización en el momento actual, está muy bien analizada por Josep Ramoneda. (elpaís.com)

Cualquier artículo sobre la situación del periodismo es interesante. Este de Rosa María Artal es anterior a la expulsión de Fernando Berlín de la cadena SER, pero habla de otros casos. (ctxt.es)

viernes, 2 de septiembre de 2016

Imprescindible y fundamental




“Éste es un libro sobre la fealdad, la más extrema que puedo concebir. Éste es un libro sobre el asco –que deberíamos tener por lo que hicimos y que, al no tenerlo, deberíamos tener por no tenerlo.” (p. 658)

“Creo que estoy enojado con este tiempo y que el hambre es la síntesis de todo lo que me enoja.
Creo que el enojo es la única relación interesante que uno puede tener con su tiempo.” (p. 677)

Ambas frases de Caparrós en el capítulo de reflexiones personales con el que cierra el libro resumen muy bien uno de los aspectos por los que este libro me parece tan importante, y es que nos pone a los lectores ante el espejo, nos interpela y no nos deja mantenernos al margen de lo que está pasando en el mundo.
No sé si estamos ante el libro definitivo sobre el tema, pero sí que se trata de un libro clave y fundamental. Un auténtico clásico.
No es un estudio sociológico, aunque hay datos de la sociología del hambre; no es un estudio teórico, aunque se recogen los principales argumentos sobre la existencia del hambre; no es un reportaje, aunque el autor ha recorrido muchos países y hablado con mucha gente; no es solamente una de esas cosas porque es todo al mismo tiempo y extraordinariamente bien conjuntado y organizado.
Estructuras del hambre, El capital, La desigualdad o La caridad bien entendida son títulos de algunos de los capítulos en los que Caparrós se dedica sobre todo a analizar y comprender el fenómeno. India, Bangladesh, Níger, Argentina, Sudán del Sur o Madagascar, algunos de los lugares en los que nos muestra la realidad a través de las personas que la padecen.
El libro tiene prácticamente 700 páginas en las que no hay desperdicio, ni informaciones irrelevantes, ni repeticiones innecesarias y sí fuertes críticas dirigidas sobre todo  a personas y organismos del mundo occidental. Algunos ejemplos:

“Los fondos de inversión son la forma en que millones de personas “comunes” –jubilados, prejubilados, ahorristas de diez o veinte mil dólares, ejecutivos agresivos, inspectores coimeros, despedidos que cuidan su indemnización, médicos exitosos, comerciantes de calzado de lujo, billonarios del gas siberiano, maestros belgas, putas holandesas, estrellas del rock y todo el resto- participan del hambre de millones: contribuyen, de lejos, como quien no quiere la cosa, en el mecanismo que hace que los precios de la comida suban y más y más personas no puedan pagarlos.” (p.3 47)

“Los Objetivos de Desarrollo del Milenio se convirtieron en el faro de la actuación “humanitaria”. Entre tanto, dieron lugar a bosques de informes y folletos, una documentación curiosa que dice cosas tan atinadas como ésta: “En algunas regiones, la preponderancia de niños que pesan menos de lo normal es mucho mayor entre los pobres.” Si no fuera porque lo escriben con su cara más seria personas que le dedican muchas horas y cobran mucha plata, sería un chiste mediocre. El mundo de las grandes organizaciones internacionales suele ser un ecosistema perfecto para la obviedad, poblado como está por esa mayoría de señores y señoras aferrados a sus privilegios. Aterrados ante la sola posibilidad de desentonar –que, por lo tanto, se solazan como nadie en el lugar común.” (p. 497)

“Para nosotros, ciudadanos globalizados, el mundo es un gran supermercado: recorremos sus góndolas comprando comidas, recuerdos, bluyín, un empleo, sensaciones distintas, playas, historias incluso, ilusiones de negocios o de grandes cambios. Para los mil millones de desechables – y para tantos más-  el mundo son 20 kilómetros a la redonda de sus casas y una vida siempre igual.
No es la menor desigualdad; es, en todo caso, la que más hace para que la palabra mundo no signifique lo mismo para unos y otros.” (p. 553)

Desde luego en un libro así es muy difícil destacar algo, pero a mí me han llamado la atención, por mi desconocimiento o por el tipo de reflexión, temas como: el uso del término “inseguridad alimentaria” para ocultar el más duro de “hambre”; el ejemplo de Níger en 2010 para ver lo que hay detrás de un golpe de estado; el lujo que supone comer carne; la durísima crítica que hace de la madre Teresa de Calcuta; la visión de resignación religiosa de la mayoría de los entrevistados; la existencia de la obesidad en USA como forma de la pobreza; las cifras que da sobre el desperdicio de alimentos; los datos y ejemplos que expone sobre la apropiación de tierras en el Otro Mundo (expresión que usa en lugar de la tan manoseada de Tercer Mundo); o en el importante papel que tiene  China, y no los organismos internacionales, en la reducción de la pobreza extrema.
La lista podría ser mucho más larga pero creo que es suficiente para ver de qué va el libro.
Además, el autor no solo conoce muy bien el tema y se ha documentado, sino que lo cuenta con la escritura de alguien que está acreditado también como un buen novelista. Tiene la claridad del periodista y la calidad del buen narrador de historias.
Es un gran libro, de los que marca un antes y un después y de los que el lector no sale indemne porque, como se puede apreciar por alguno de los fragmentos que he reproducido antes, es interpelado y convertido en partícipe, aunque solo sea por omisión, de la gran tragedia que supone un mundo en el que muchos millones de personas no tienen ni lo más elemental para sobrevivir formando el conjunto de los que Caparrós llama “los desechables”.
Obviamente no hay que decir que no se trata de un texto fácil de leer. Hay muchos momentos en que dan ganas de dejarlo y no” hacerse mala sangre” o, como me ha pasado a mí cuando cuenta la vida de los que sobreviven de la basura en una villamiseria de Buenos Aires, que he estado a punto de derramar algunas lágrimas.
Aunque sé que sería un trabajo complicado y laborioso, creo que una edición de unas 200 páginas en la se recogiese lo fundamental sería enormemente útil pues se podría poner como lectura en los centros de enseñanza.
No se me ocurre nada mejor que terminar con este diálogo del autor con una campesina de Níger:

“-¿Y entonces cómo van a comer el año que viene?
-Uy, para eso falta mucho.” (p. 28)

Hay una buena reseña de Carlos Laorden en elpaís.com y, sobre todo, una interesantísima entrevista de Edu Galán en eldiario.es.


Martín Caparrós, El hambre