miércoles, 30 de agosto de 2017

Para mejorar el conocimiento del jazz




No es muy habitual encontrarse con libros de jazz y mucho menos si son de publicación reciente en su versión original. En este caso, el libro se publicó el año pasado. Además, mucho más raro es todavía si el tema del libro no es meramente la historia del jazz o de alguna de sus figuras más importantes sino, como es el caso, mostrar elementos para una mejor comprensión y audición de este tipo de música, pues como dice el autor: ”Mi objetivo… (es)  ayudar al lector a desarrollar el oído y crear estrategias de audición que le acerquen a la esencia de la obra de cada artista.” (p. 197)
El libro se compone de tres partes bien diferenciadas: los tres primeros capítulos, que suponen la mitad del texto, en los que nos enseña a escuchar mejor y para ello habla del ritmo, la estructura, el swing, el compás, etc.; en la segunda parte, capítulos IV y V, hace un resumen de la historia del jazz; y en la tercera, concreta alguna de las ideas centrándose en la obra de una serie de figuras históricas desde Parker a Davis, pasando por Ellington o Coltrane.
En cualquier caso, el enfoque de cada una de las partes es siempre el mismo: hacer que el lector sea capaz de lograr una mejora en su capacidad para apreciar este tipo de música.
Desde mi posición de aficionado al jazz desde hace unos cuantos años, pero al mismo tiempo gran desconocedor de los verdaderos intríngulis de esta música, tengo que decir que este libro me ha abierto bastante los ojos, y espero que los oídos, para buscar algo más que la mera escucha e intentar fijarme en determinados aspectos. Así, en palabras de Gioia:

“Conforme vaya  desarrollando el lector su habilidad auditiva, intente calibrar qué tendencia está en ascenso.  ¿Los músicos tocan las notas con precisión, casi como si estuviesen leyendo la música de una partitura platónica ideal, o las tratan bruscamente, torturándolas para que digan la verdad?”  (p. 51)

El autor, del que ya leí en su día su libro dedicado a la historia del jazz, es un verdadero especialista tanto como estudioso como incluso como intérprete y tiene la capacidad de transmitir ideas un tanto complejas de forma que se puedan llegar a entender. Creo que ha escrito un libro que no aportará grandes cosas para los buenos conocedores del jazz, aunque sea una valiosa síntesis de algunos aspectos relevantes, pero sí será útil para gente que, como es mi caso, disfrutan escuchando jazz pero apenas son capaces de distinguir más allá de qué instrumentos suenan. Para nosotros está escrito este libro y así lo recomiendo.
Hay una frase que me ha llegado especialmente porque la comparto con referencia al tercer nombre que cita. Dice Gioia: “Cuando alabo la maestría de, digamos, un Charles Mingus o un Lester Young o un Bill Evans, lo hago entre otras cosas porque su música me ha aportado cierta relación con ellos.” (p. 57)
Efectivamente, en mi caso creo que he llegado a establecer una cierta relación con Evans. Esto no me había pasado nunca con ningún músico de ninguna época ni estilo.

Ted Gioia, Cómo escuchar jazz. Traducción Inmaculada Pérez Parra.

lunes, 28 de agosto de 2017

Escritor ruso del exilio parisino



Gaito Gazdánov es  un escritor del exilio ruso en París poco conocido hasta no hace mucho y totalmente desconocido para mí. Ahora tiene varios libros traducidos en la editorial Acantilado, pero creo que este es el primero que se publicó en castellano (el original ruso es de 1941). No se trata de una lectura fácil ni por momentos demasiado agradable. El narrador, sin nombre y parece que verdadero trasunto del autor, nos va contando aspectos de su vida sobre todo durante el tiempo que ejerció del taxista (Gazdánov lo hizo entre 1928 y 1953), pero también durante sus trabajos en fábricas.
Como taxista de noche conoce a multitud de personajes principal y casi exclusivamente del mundo de la marginación y del exilio ruso. Hay varias prostitutas y más de un alcohólico, así como rusos de variada condición como el que abre un restaurante y al poco tiempo invita a todo el mundo hasta que se arruina, se pone a trabajar para ahorrar y abrir el negocio otra vez. El autor dedica mucho tiempo a su relación con Raldy, una “madame” en otro tiempo pero que ha caído en desgracia y ahora ejerce la prostitución callejera; Platón, un alcohólico al que le gusta filosofar; y Fedórchencko, otro exiliado que terminará mal y del que se dice lo siguiente: “Él dijo que estaba dispuesto a sacrificar, en sus propias palabras, todo lo que le había importado hasta ahora por este amor: sus amigos, su familia, su patria. Lo más aterrador de todo era que no había nada que sacrificar, puesto que no tenía ningún amigo, hacía mucho tiempo que no tenía relación con su familia, y la palabra patria acababa de pronunciarla por primera vez.” (p. 105)

Además, aparecen muchos tipos de mendigos y vagabundos.
A la hora de escribir sobre ellos reproduzco lo que dice James Womack en el Prólogo:

“(…) muchas de las descripciones de Gazdánov poseen una precisión de forense cuando describe sentimientos algo más complejos que la lujuria, la rabia, el odio, tales como los intrincados estados mentales de la nostalgia, la pérdida, la apatía, la fatiga espiritual extrema.” (p. 9)

Cambiando de tema, llama poderosamente la atención varias referencias que hace  sobre el trabajo en Francia de las que pueden ser buen ejemplo los siguientes fragmentos:

 “Durante la época que pasé trabajando en fábricas, mi vida entera consistía en esperar la sirena que marcaba el final de la jornada laboral, y me interesaba muy poco cuanto ocurría a mi alrededor. E incluso así no podía evitar darme cuenta de la forma insensata en que el trabajo se encontraba organizado en todas las fábricas, la cantidad de tiempo que se perdía, así como las ingentes cantidades de dinero que se pagaban todos los días a cientos de personas que apenas hacían nada.” (p. 199)

“Y en Francia llaman trabajo a cualquier cosa: la pederastia, el proxenetismo, echar las cartas, los funerales, coleccionar colillas de cigarrillos, el trabajo del Institute Pasteur, las clases magistrales de la Sorbona, los conciertos y la literatura, la música y la venta de productos lácteos.” (p. 214)

También resulta un tanto sorprendente que tratándose de un exiliado por haber pertenecido al ejército blanco durante la revolución, y que el mundo que refleja sea en gran parte el de ese exilio, no haya prácticamente alusiones al tema; e incluso una de las pocas sea la siguiente:

“Pero mis comentarios sobre este tema solían ser inútiles; sólo sirvieron para convencerme de que la mayoría de las personas son absolutamente incapaces de asumir el esfuerzo titánico de ir más allá de ellos mismos, algo necesario para entender a seres de otra atmósfera vital, o tal vez  de orígenes distintos, alguien cuyo cerebro se halla configurado de forma distinta a como estas personas suelen imaginarse.” (p. 98-99)
(Se refiere a rusos exiliados incapaces de ponerse en la situación del proletariado y por lo tanto del camino que este debía tomar).

Un libro que más allá del interés de los temas y los personajes, tiene el problema de que no siempre es capaz de mantener la atención del lector. Sí lo consigue la mayor parte del tiempo, pero de repente decae y hay que darle un margen para volver a retomarlo. Además, es un libro bastante desesperanzado y oscuro.

Gaito Gazdánov, Caminos nocturnos. Traducción James y Marian Womack.

domingo, 27 de agosto de 2017

Artículos interesantes

Ignacio Sánchez Cuenca se sale de lo habitual estos días en su artículo sobre os atentados. (ctxt.es)


Entrevista con los periodistas Mónica G. Prieto y Javier Espinosa a raíz de su libro sobre Siria. (ctxt.es)

Información con ejemplos sobre cómo funciona la televisión pública española. (eldiario.es)

viernes, 25 de agosto de 2017

Sobre el oficio de periodista



Soy muy aficionado a los libros sobre periodismo, información y comunicación porque creo, además, que en este tema nos estamos jugando mucho el cómo será el mundo en el futuro. En la sección del blog de Mis temas recurrentes ha aparecido ya hace tiempo un recorrido por los libros que he leído sobre el particular. Aparece ahora este completo recorrido para el que Enric González ha reunido a un nutrido grupo de buenos profesionales con el objetivo de que expliquen los fundamentos de su especialidad.
Así, a lo largo de algo más de una veintena de artículos nos comentan desde el periodismo deportivo al de divulgación científica, desde el económico al digital o desde el reportaje a la cultura. Prácticamente están presentes todas las secciones de la prensa escrita porque, eso sí, de ese periodismo habla el libro. Solo hay una pequeña concesión: el dedicado a la política se le ha encargado a Pepa Bueno y lo hace desde su experiencia en la radio y la televisión. 
Los responsables de los textos son muy variados pues van desde Manuel Jabois a Rosa Montero, desde Martín Caparrós a José Sámano o desde Herman Tertsch a Claudi Pérez. Quizá ha pecado el editor de una sobrerepresentación de periodistas de El País pues en ese medio trabajan, o han trabajado, la gran  mayoría de los que participan en el libro (los que no, lo hacen casi todos en El Mundo ). Teniendo en cuenta que en España hay bastantes cabeceras y que se trata de hablar de cómo se puede y/o debe hacer cada tipo de periodismo, el abanico podría haber sido algo más amplio.
Lógicamente, en un libro de estas características hay textos que llaman más la atención por el propio texto o por los intereses del lector. En mi caso han sido: el de Leila Guerriero (creo que además es el único que no está escrito específicamente para el libro sino que se trata de una conferencia que le encargaron) porque pone una serie de ejemplos magníficos de cómo debe ser un tipo de periodismo; el de Claudi Pérez sobre el periodismo económico que me parece muy claro y sincero; el de Echevarría sobre la crítica me ha resultado útil incluso para plantearme mis comentarios en el blog; divertido el de Jabois; entrañable el del propio González con alusiones a corresponsales de “toda la vida”; y, finalmente, muy bueno, muy reflexivo y comprometido, el de Martín Caparrós, un escritor al que sigo mucho en los últimos tiempos porque además de tocar temas cruciales, escribe magníficamente. De él recojo dos fragmentos que me parecen tremendamente iluminadores de cómo debería ser la información y que,  desgraciadamente, muestran lo lejos que estamos de algo así:

“(…) habría que hacer periodismo contra la demanda más primaria del público: contra el público. Que periodismo no es solo contar las cosas que algunos no quieren que se sepan. Que periodismo es, cada vez más, contar las cosas que muchos no quieren saber.”

“La información –tal como existe- consiste en decirle a muchísima gente qué  le pasa a muy poca: la que tiene el poder. Decirle, entonces, a muchísima gente que lo que debe importarle es lo que les pasa a esos. La información postula –impone- una idea del mundo: un modelo del mundo en el que importan esos pocos. Una política del mundo." (p. 57)

 Por otra parte, hay un par de artículos que me han parecido otra cosa. 
El de Pepa Bueno, que ya advierte curándose en salud al cerrarlo con el siguiente fragmento:“(…) que de la línea editorial no es responsable el periodista sino sus jefes y uno tiene que llegar a la redacción a pelear su información; y que un capítulo de periodismo político como este encontrará quien lo discuta en menos tiempo del que empleo en poner punto final.” (p. 360), no me ha gustado. Hace tiempo que la escucho cada mañana y también hace tiempo que la veo o muy desnortada o, en el peor de los casos, demasiado orientada. No hay más que leer el artículo para darse cuenta de lo que comento.
Capítulo aparte merece el de Herman Tersch. Le han encargado el de la información internacional para lo que tiene conocimiento y galones suficientes. Cuando se centra en el tema lo hace bien, cuenta cosas interesantes y lleva el texto bien hilvanado (por cierto, si lo normal son entre 15 y 20 páginas por artículo, el de Tersch tiene 40). El problema es que da la impresión de que quiere aprovechar la ocasión para meter el dedo en algunos ojos. Así, hablando de los problemas con el conocimiento de otros idiomas de los periodistas españoles, y de los españoles en general, hace las siguientes afirmaciones:

“Hay por tanto algo más que el retraso general en la educación pública española en la enseñanza de idiomas. (…) En gran parte, nadie lo dude, hay que atribuirlo a la desgracia de las guerras lingüísticas desatadas en varias regiones españolas ya en la Transición y nunca resueltas.”
Y más adelante en la misma página
“Lo que no quiere decir que no esté por supuesto presente el español, cuya pujanza en toda América contrasta con las ridículas trabas y la persecución que sufre en algunas regiones españolas.” (p. 312)

Dos breves comentarios. Es curioso que los únicos presidentes a los que he oído expresarse correctamente en inglés sean Artur Mas y Carles Puigdemont. Buscar en esas “guerras” el origen de nuestro pobre bagaje lingüístico me parece disparar a un blanco equivocado. Y qué decir de la “persecución en algunas regiones”. Vivo en una región de habla catalana y desde luego la situación está muy lejos de lo que afirma.
También aprovecha Tersch para darse un poco de autobombo -quizá porque tenga la autoestima un poco baja-: “Igual que me han querido matar en alguna otra ocasión y me han maltratado en varias, también he sido agasajado como periodista extranjero hasta el aburrimiento.” (p. 314)
En fin, en las casi 400 páginas del libro  tenía que haber de todo y casi todo es muy interesante, clarificador, sugerente y escrito desde la profesionalidad más estricta. Estas salidas de pata de banco lo que hacen es manifestar la grandeza del resto de colaboradores.
Un libro muy recomendable para todo el mundo e imprescindible para los interesados en estos temas.

Enric González editor, Cada mesa, un Vietnam. Sobre el oficio del periodismo.

jueves, 24 de agosto de 2017

Pequeña gran obra


De esta novela de apenas 165 páginas leí  en muy poco tiempo muchas referencias y todas ellas algo más que positivas. No exageraban. Es uno de esos libros que se leen y se disfrutan de una manera especial; uno de esos libros ante los que uno se da cuenta de que está delante de literatura con mayúsculas.
En devoradoradelibros.com, un blog donde se hacen magníficos comentarios literarios,   se puede leer lo siguiente:

“(…) con este libro consiguió lo que solo los maestros logran: escribir una obra redonda, con la fuerza de un pequeño clásico y la precisión que solo está al alcance de los narradores más dotados. Dicen que la primera frase resulta fundamental, que debe condensar el alma de la novela, seducir al lector y no soltarlo. Esta, sin duda, lo logra, pero eso no es lo mejor de Agua salada. No: lo mejor es que la última frase, ciento sesenta páginas después, es tan implacable o más que la primera.” (Esa primera frase que menciona es: “En el verano de 1963 yo me enamoré y mi padre se ahogó.”)

Desconozco la novela de Turguénev, Primer amor, en la que se inspira o versiona según quien lo diga, pero creo que será interesante poder leerla porque, al contrario de lo que sucede en el cine,  no es algo que resulte muy habitual en la literatura.
A mí en algunos momentos por el ambiente y algunas escenas me ha traído a la memoria aquella famosa película de principios de los setenta  Verano del 42 y, desde luego, no me extraña que se haya comparado a Simmons con Salinger.
Simmons consigue unos personajes redondos aunque tengan breves apariciones y un protagonista verdaderamente especial. Todos actúan de una forma que parece totalmente natural dando la impresión de que la historia estuviese sucediendo ahí mismo, delante de nosotros, pero como dice José María Guelbenzu en su reseña en elpais.com:

Esta naturalidad, que más parece un don que fruto de un trabajo laborioso, es un trabajo verdaderamente laborioso. La elaboración literaria apenas se percibe, aunque un lector exigente en seguida se percata de que tras la apariencia de serenidad narrativa se esconde una sabiduría de lo indispensable, ese saber contar con absoluta precisión lo indispensable para atrapar la imaginación del lector —­no olvidemos que el lector lee con la imaginación— y dejar que, entonces, se cobre vida la historia y se propague en el imaginario del lector lo que verdaderamente le está contando: la lucha entre fascinación y egoísmo del primer amor.”

He aprovechado los comentarios de dos auténticos especialistas porque me daba miedo quedarme demasiado corto en la valoración de esta espléndida novela que será, seguramente, una de las grandes del año.
Libro absolutamente recomendable que constituye otro acierto de Errata Naturae, una de las mejores editoriales del momento.

Charles Simmons, Agua salada. Traducción Regina López Muñoz

miércoles, 23 de agosto de 2017

Los inicios de Ferrante





En mayo terminé la tetralogía que ha hecho tan famosa, y con mucha razón, a Ferrante. Como decía en la entrada correspondiente del blog, me costó decidirme a su lectura pero luego quedé atrapado por ella. Esta escritora (o escritor ya que no se sabe quién está detrás de este seudónimo) tiene algo en su forma de contar y en las historias que cuenta que hace que te metas en ellas sin casi percatarte.
Me ha vuelto a pasar en  este caso con una novela anterior a las que forman la tetralogía, pues está escrita en 2004 y es, creo, la segunda que se publicó.
Una mujer, Olga, es abandonada por su marido, Mario, al enamorarse este de una joven, Carla. Olga que se queda con dos hijos pequeños y un perro, nos narra  en primera persona lo que supone para ella ese abandono. Nos describe sus sentimientos y padecimientos, su frustración como mujer y como persona, sus ansiedades, sus temores, su rabia, sus celos, en fin, todo aquello que puede dejar en una persona una situación así.
Como dijo La Stampa y reproduce la editorial en la contraportada: “Duro y rigurosamente antisentimental, vertiginoso y oscuro, la fuerza perturbadora del tormento psicológico que describe consigue, con seca persuasión, mantener en vilo al lector.”
Efectivamente, se trata de un libro duro en el que, además, hay momentos en que utiliza un lenguaje grosero y soez  muy apropiado para esa situación.
La primera parte del libro, la que muestra los primeros momentos del abandono y las reacciones de Olga,  me parece la más lograda del libro, en especial el capítulo 8 en el que se produce la primera visita de Mario, Olga se arregla y pretende ser educada al máximo para ver si puede conseguir su vuelta hasta que en un momento dado le sale toda la rabia y la bilis acumulada y estalla. Algo parecido sucederá en el capítulo 11 con el perro. También me ha parecido especialmente lograda la escena en la que Olga tiene una relación con el vecino (algo que ya me llamó la atención en uno de los libros de la tetralogía: la capacidad de relatar escenas de sexo). 
Poco a poco se irá adaptando aunque siempre desde esa frustración que mencionaba antes y que queda reflejada muy bien en el siguiente fragmento:

“¡Qué error había sido encerrar el significado de mi existencia en los ritos que Mario me ofrecía con prudente emoción conyugal! ¡Qué error había sido confiar el sentido de mi vida a sus gratificaciones, a sus arrebatos de entusiasmo, al recorrido cada vez más fructífero de su vida! ¡Qué error había sido, sobre todo, creer que no podía vivir sin él, cuando hacía tiempo tenía serias dudas de que con él estuviese viva!” (p. 161)

Un libro magnífico que me conducirá inevitablemente a leer las otras dos novelas previas a su gran obra. Son lecturas para disfrutar, eso sí, muchas veces desde el padecimiento a poca empatía que se logre desarrollar.

Elena Ferrante, Los días del abandono. Traducción Nieves López Burell.

martes, 22 de agosto de 2017

Citas últimas lecturas



Periodista

Llamamos periodista a aquel que expresa lo que el lector ya pensaba de todos modos y lo plasma en una forma de la que no cualquier dependiente de comercio es capaz.
Karl Kraus, Dichos y contradichos

La idea de que un periodista escribe con la misma precisión sobre una nueva ópera que sobre un nuevo reglamente parlamentario resulta acongojante. Podría sentar cátedra ante un bacteriólogo, un astrónomo y quizá incluso ante un párroco, de ello no cabe la menor duda. Y si un experto en matemáticas se le cruzara en el camino, le demostraría que se mueve como Pedro por su casa en unas matemáticas aún más altas.
Karl Kraus, Dichos y contradichos



Escritura. Lectura

Para aprender, un escritor debe vivir más que leer. Para entretenerse, un escritor debe escribir más que leer. Así podrán surgir libros que el público lea para aprender y entretenerse.
Karl Kraus, Dichos y contradichos



Vida

Antes de aguantar la vida habría que hacerse anestesiar.
Karl Kraus, Dichos y contradichos



Varios

¡Perdónalos, Señor, porque saben lo que hacen!
 Karl Kraus, Dichos y contradichos



Mentira, verdad

Una mentira piadosa siempre es perdonable. Pero quien dice la verdad sin estar obligado a ello no merece perdón.
Karl Kraus, Dichos y contradichos

La verdad es un criado torpe que rompe platos mientras limpia.
Karl Kraus, Dichos y contradichos



Nacionalismo

El nacionalismo es el amor que me une a los estúpidos de mi país, a los que ultrajan mis costumbres y a los que violan mi lengua.
Karl Kraus, Dichos y contradichos

lunes, 21 de agosto de 2017

Berlín a fines de los cincuenta




Una de esas novelas que cae en mis manos casi por casualidad y que me descubre una obra realmente magnífica. En palabras de José María Guelbenzu en elpais.com: “Queda una novela formidable, de una honestidad, una limpieza y una calidad moral e intelectual de primer orden; queda una escritura solvente e inteligente como pocas; queda, en fin, la asombrosa sensibilidad de esta mujer y su temple para narrar una realidad recurrente en la historia de la humanidad sin un desmayo y sin una concesión.”
Si en la entrada anterior del blog comentaba unas memorias de la época de Hitler y la posguerra, ahora estamos a finales de los cincuenta (la novela se publicó en 1959)  en el Berlín dividido y en reconstrucción. La narradora acompaña a un matrimonio de inglesa y alemán a visitar la ciudad y, en el caso de él, a recuperar la memoria. Aunque la novela tiene un inicio un tanto flojo cuando los protagonistas se conocen en el barco que los trae de camino a Europa, una vez que llegan a Berlín la historia no solo coge impulso sino que se convierte en un repaso muy interesante de la época y las diferentes posiciones que sobre todo los alemanes adoptaron.
Hay varios momentos en los que se critica abiertamente la postura de muchos alemanes. Así, por ejemplo:

“- (…) Si lees la prensa alemana verás que hay gente que proclama que ya no hay antisemitismo en Alemania. Bueno, es que ya no quedan judíos a los que odiar. Por eso…” (p. 216)

También hay un personaje bastante antipático, Grubach,  que encarna de alguna manera el cambio de algunos desde el nazismo hasta la adaptación total a la nueva situación.
Es una novela en la que los protagonistas principales están muy bien logrados. Tienen cosas que decir, sentimientos encontrados, recuerdos amargos y vivencias muy profundas de la época anterior en general duras y tristes. Destacan especialmente, además de Eric, o Erich si se dirigen a él en alemán, el gran protagonista, la tía Rosie, los primos Albrecht y Käthe o la criada Else. Todos ellos tienen escenas muy bien tratadas, muy interesantes y a veces muy emotivas. Apenas hay personajes de procedencia judía, pero uno de los pocos da ocasión a la autora para la siguiente reflexión:

“- Herr Rosen… ¿No odia a los alemanes por lo que les hicieron a los judíos? 
El rostro desmejorado de Herr Rosen no mostró emoción alguna.
-Mi familia lleva viviendo en Berlín cinco generaciones. Si me permito odiar a los alemanes, me estoy odiando a mí mismo. Si me pongo a chillar “No soy alemán sino judío”, entonces estoy diciéndole al mundo “Hitler tenía razón.”” (p. 218)

Una novela en la mejor tradición de la novela de la época. Muy entretenida, bien construida y que se lee de un tirón.
Una reseña muy completa en devoradoradelibros.com.

Verna B. Carleton, Regreso a Berlín. Traducción Laura Salas Rodríguez

sábado, 19 de agosto de 2017

Peculiares memorias de la época nazi



Fest, nacido en 1926, terminó este libro poco antes de su muerte en 2007. Historiador y periodista fue editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung y escribió entre otros libros El hundimiento que dio lugar a la película homónima.
En este libro escribe sus memorias centrándose en sus años de infancia y juventud que son los que coinciden con la época de Hitler en el poder. Dedica también algún capítulo a su paso por el ejército y por los campos de detención del ejército estadounidense una vez terminada la guerra.
Tengo que reconocer que me costó entrar en estas memorias porque al principio relataba con demasiado detalle historias de sus antepasados más inmediatos, pero poco a poco me fui acostumbrando a su forma de narrar y el libro me ha terminado pareciendo bastante interesante. Lo mejor, aparte del personaje de su padre que luego comentaré, es ver la vida y los problemas de una familia alemana media que no compartía las ideas nazis y que lo hacía tan explícitamente que el padre fue relevado de sus funciones de director en un colegio y no pudo volver a encontrar un trabajo en su profesión.
Como decía antes, la figura del padre es el principal valor de este libro. Un padre defensor de los valores republicanos de Weimar militando en un partido de derechas y opuesto al régimen nazi sin hacer ninguna concesión a pesar de los ruegos de más de uno de sus familiares y amigos. Genio y figura se dice por aquí. A partir de esa vivencia paterna, el autor también se mantuvo al margen del régimen lo que le costó más de un disgusto en sus estudios.
Desde otro punto de vista hay algunas cosas de las que cuenta que me han llamado la atención y sorprendido. Así, me han parecido bastante inverosímiles algunos recuerdos como esas conversaciones en 1940 sobre la ópera Fidelio con el cura del pueblo de su tío; también que, como afirma hacia la mitad del libro, en 1944 no se hablara de la existencia de las cámaras de gas; y, finalmente, el nivel de conocimientos literarios y musicales de Fest a edades tempranas, tema al que por cierto dedica muchas páginas de estas memorias.
Un libro que tiene la ventaja de estar escrito desde una posición política que no suele ser la habitual en este tipo de textos y que además, dado el carácter de periodista de su autor, está escrito de forma bastante ágil.
Hay una buena reseña de RogelioLópez-Blanco en elcultural.com y un interesante texto del propio Fest en elpais.com.


Joachim Fest, Yo no. El rechazo del nazismo como actitud moral. Traducción Belén Bas Álvarez

jueves, 17 de agosto de 2017

Indagando en la historia familiar



Si tuviera que enmarcar esta novela lo haría dentro de la faction o autoficción y en lo mejor de la tradición que sobre todo autores franceses como Emmanuel Carrére o Javier Cercas aquí están construyendo en los últimos tiempos.
Trata Battahyany de indagar en algunos aspectos bastante lóbregos de su familia, sobre todo de su tía Margit von Thyssen (hermana del barón que tan conocido fue en España), y su posible participación en la matanza que menciona el título en su traducción (en el original el título es diferente). Una vez “resuelto” el caso se centra en la historia de su abuelo y su deportación al gulag en la que, para mí, es la parte más interesante de un libro que, en todo caso, lo es en todas sus páginas.
Reproduce la editorial en la solapa este fragmento de la crítica hecha en el Tages-Anzeiger: “Batthyany muestra en su obra un doble talento: fusionar a la perfección las virtudes periodísticas con las literarias, querer saber con exactitud, explicar los hechos de forma precisa y compleja.” 
Y es que., efectivamente, esa es la principal virtud de este magnífico libro, su precisión y complejidad. Para ello emplea diferentes técnicas narrativas todas muy bien adaptadas a lo que pretende contar en cada momento.
Indagación sobre la familia que es en el fondo una indagación sobre él mismo; tanto es así que comenta sesiones con su psicoanalista y dedica bastante espacio a tratar la relación que mantenía con su padre. 
Utiliza muy bien fragmentos de un diario de su abuela y de otro de una amiga judía de ella asesinada en Auschwitz.
En el tramo final hace interesantes reflexiones como por ejemplo la siguiente:

“Ellos no eran monstruos sanguinarios; mis parientes no torturaron, ni dispararon, ni causaron grandes sufrimientos. Se limitaron a mirar y a no hacer nada. Habían dejado de pensar y de existir como personas, aunque sabían todo lo ocurrido.” (p. 23

Un libro totalmente recomendable que, además, se lee prácticamente de un tirón por la agilidad con que está escrito y lo interesante de las historias que cuenta.
Hay dos buenas reseñas que explican más del contenido concreto del libro: entremontonesdelibros.blogspot.com y mislecturasderetos.blogspot.com.


Sacha Batthyany, La matanza de Rechnitz. Historia de mi familia. Traducción Fernando Aramburu

miércoles, 16 de agosto de 2017

Relatos sobre y desde Corea del Norte




Es curioso, pero también preocupante que sepamos tan poco de un país que está tantas veces en la primera página de los diarios y de los noticiarios en radio y televisión. He leído casi todo lo que se ha traducido sobre Corea del Norte y visto varios reportajes hechos para televisión. De todo ello se logra obtener una visión más o menos profunda sobre cómo es y qué pasa en ese cerrado país.
Llega ahora la primera obra de creación literaria escrita dentro del país por alguien que permanece en él (de ahí que se utilice el seudónimo de Bandi para no revelar el verdadero nombre del autor y evitar las ineludibles represalias que sufriría).
Se trata de un conjunto de ocho relatos escritos durante los años noventa (todos llevan la fecha incluso con el día). Predomina en ellos el estilo realista aunque también los hay que usan la alegoría o los símbolos aunque, eso sí, en todos los casos Bandi se dedica a hacer una crítica del régimen bajo el que vive sometido su país.
La crítica va dirigida a todos los aspectos desde la vida cotidiana y las numerosas carencias de productos hasta elementos más ideológicos como la ausencia de las más elementales libertades y derechos. Así, en uno de los relatos se muestran las penurias de una familia en las que una mujer prepara para ella una comida diferente, y muy inferior, a la de su marido por lo que es denunciada por el representante del partido en la comunidad; en otro, un hombre no puede ir a ver a su madre moribunda por no obtener la acreditación necesaria para viajar o, en otro, en el que manifiesta incluso un cierto sentido del humor, un niño se asusta al ver los retratos de K.Marx o Kim Il-sung.En los siguientes fragmentos se puede apreciar muy bien el carácter y la forma de las críticas:


”Aunque el abuelo de Min-hyeok hiciese algo tan terrible que le llevase a la muerte, ¿de qué pueden ser culpables sus hijos, que entonces tenían solo diez años? ¡La culpa afecta incluso a Min-hyeok, que ni tan siquiera conoció a su abuelo! (p. 33)


“(…) este país, que no es más que un desierto yermo y sin esperanza.” (p. 41)


“ -Ha sido porque a ti, y a mí, nos han embaucado con títulos y con eslóganes grandilocuentes como “Democracia”, “Igualdad, “El pueblo es el señor de la historia” o “Construimos el paraíso en la tierra”, cuando en realidad ocultaban lo que no es más que la opresión de una dictadura.” (p. 214)


Además, el libro está muy bien escrito y usa varias veces de una manera muy interesante la técnica del flash back para ampliar la información sobre los personajes.
En palabras de Margaret Atwood que la editorial ha reproducido en la contraportada:

“Una lectura imprescindible. El primer libro de ficción que sale (clandestinamente) de Corea del Norte. Fascinante y escalofriante. Sincero y desolador.”

Un texto muy recomendable desde cualquier punto de vista. También tiene la ventaja de haber sido traducido directamente de su idioma original.

  

Bandi, La acusación. Traducción Héctor Bofill y Hye Young Yu

lunes, 14 de agosto de 2017

Superficial análisis


Con tan pretencioso título y subtítulos, Javier Flores ha escrito un libro de algo más de 200 páginas tamaño bolsillo en el que da cuenta someramente de lo que ha sido la evolución de la izquierda solo europea, algo que no se advierte en ningún momento en el texto, a lo largo del siglo pasado y lo que llevamos del actual. 
Flores es profesor de Historia en un centro de educación secundaria y se nota por la claridad con la que está escrito el libro y su carácter que me atreverá a calificar de  pedagógico. Desde luego de lo que está no lejos, sino muy lejos es de constituir un “lúcido y profundo análisis de la continua evolución ideológica e intelectual de la izquierda” como se dice en la portada del libro seguramente por parte de la editorial.
El libro se compone de una Introducción y cuatro capítulos. En los capítulos del 2 al 4, Flores analiza la evolución de la economía y casi como consecuencia de la izquierda hasta la actualidad, para en del 5 y último dar su visión de lo que debería hacer hoy  con el “sugestivo” título de En busca de la izquierda conservadora.
Para un mayor detalle del contenido de cada uno de los capítulos remito a la reseña de Pedro Jiménez en campoabierto.com.
Por mi parte, solo quiero hacer algunos comentarios de índole muy diferente.
Por un lado, la bibliografía que utiliza es tremendamente limitada pues se centra casi exclusivamente en Hobsbawn y Judt que, aunque son dos extraordinarios historiadores (de hecho en este blog han aparecido entre mis autores favoritos), creo que no son suficientes para explicar qué ha pasado con la izquierda europea.
Habla también Flores de “particularismo identitario” para criticar el hecho nacional catalán, pero además incluye en esos particularismos a las ONG.
En el breve espacio que le dedica, califica a Podemos de leninista, postmoderno y sesentayochista. Sí, sin despeinarse. También hace una caricatura de la idea del “régimen de la Restauración” para luego criticarla con mayor facilidad.
Finalmente, no me atrevo a comentar el capítulo que dedica a dar su particular visión sobre lo que debería hacer hoy la izquierda.
Es cierto que es muy necesario analizar qué le está pasando hoy a la izquierda y que para ello puede resultar útil analizar cómo ha sido la evolución histórica, pero también que hay que hacerlo con más rigor, conocimiento y profundidad que como se hace en este libro que en ese sentido resulta absolutamente prescindible.  Sin embargo, como aproximación a lo que ha pasado en ese período puede ser interesante para quienes no lo conozcan porque, como advertía al principio, tiene la virtud de estar escrito de forma clara y amena.

 Javier Flores Fernández-Viagas, La izquierda. Utopía, praxis y colapso. Historia y evolución.

sábado, 12 de agosto de 2017

Retomando a Luis Sepúlveda


Desde la muy famosa Un viejo que leía novelas de amor tenía muy abandonado a este buen escritor. Apenas un par de libros y eso que ha llovido desde entonces y que ha publicado bastante. Tras la lectura de este que comento creo que tendré que remediar ese fallo.
Sepúlveda ha escrito un trhriller político o si se prefiere una novela policíaca con trasfondo político. La historia atraviesa buena parte del siglo XX pues hay sucesos en la Rusia de Trotsky o en la Alemania nazi. Una historia muy bien elaborada y construida con un personaje, Juan Belmonte, muy interesante que ya ha protagonizado alguna otra novela del autor y que seguramente volverá en otras porque es de los que da mucho juego. También Verónica, la compañera de Belmonte, es otra buena creación y la aprovecha muy bien Sepúlveda para mostrar el rostro de la dictadura de Pinochet y también para contraponerla con algunas traiciones de otros militantes de izquierda.
Aprecio en Sepúlveda un cierto, o un gran, desencanto con la situación política en la que ha quedado Chile tras la llegada de la democracia. Se nota en varias intervenciones de regresados del exilio y puede ser otro buen ejemplo el siguiente fragmento:

“Febrero se despedía, en pocos días se produciría el cambio de gobierno, Michelle Bachelet entregaría la banda tricolor de las promesas no cumplidas a Sebastián Piñera para que hiciera lo mismo (…)” (p.175)

Una novela que se lee de un tirón, de esas que cuesta dejar descansar un rato porque hay que hacer otra cosa; una novela que, como decía más arriba, anima a buscar otras anteriores del autor.

Luis Sepúlveda, El fin de la historia


viernes, 11 de agosto de 2017

Análisis crítico de Podemos




Como indica su título, el libro hace un repaso a la breve historia del partido y a sus cambios en las diferentes coyunturas. Es un repaso enormemente crítico, sobre todo con Pablo Iglesias y su grupo, hecho desde dentro pues utiliza a menudo el nosotros al referirse al partido.
Villacañas hace el análisis desde el punto de vista cronológico y por ello los 18 capítulos del libro tiene títulos como: Las elecciones andaluzas, Elecciones 26J o La hora de transformar Podemos.
Parte de lo que pudo significar Podemos al principio que se puede resumir muy bien en los siguientes fragmentos:

“Porque lo que estaba en marcha, eso nos parecía, era sencillamente la formación de un sentido común político forjado desde abajo, no desde la historia de ningún Maese Pedro.” (p. 36)

“Podemos nació para ofrecer una plataforma visible y organizada al servicio de la gente que piensa y trabaja, no para forjar un partido de cuadros a la caza de puestos.” (p. 65)

 Luego va analizando los cambios que se producen en la estrategia hasta terminar con la coalición electoral con IU de la que afirma:

 “A muchos nos parecía que hacía bien en no vincularse a IU. (…) ¿Quién desea seguir a un grupo de burócratas instalado en su cuota electoral y en sus maximalismos trasnochados? (…) La causa del desprestigio de IU es que todo el mundo ven que el fondo de armario del partido se sigue alimentando de los viejos dirigentes del PCE.” (p. 105)

 Finalmente, toma un claro partido por las tesis de Errejón:
 “¿Sería suficientemente transformador o consolatorio ostentar el título de primer partido de la izquierda, solo, sin que nadie te considere un socio leal, sin poder influir en nada?” (p. 168)

Evidentemente, en un libro de casi 300 páginas y tan pegado a la realidad hay cosas que son criticables. A mí me parece que personaliza demasiado tanto en Rajoy como en Pablo Iglesias (menos en Rivera) o que hace a veces afirmaciones y análisis un tanto aventurados por no estar suficientemente demostrados. Ahora bien, tengo que decir que en el núcleo fundamental de sus tesis estoy plenamente de acuerdo con el autor.
Es una pena que en un libro así se hayan colado erratas fácilmente subsanables como: José Carlos Monedero, IVEX 35, Xavier Tardà o Colin Powell como director del Instituto Elcano.
Creo que no será un libro con mucho recorrido puesto que a los que dirigen hoy el partido no les interesan este tipo de críticas y a los que “odian” a la formación no les parecerá suficiente con esas críticas puesto que, además, se hacen desde dentro y apoyando a una de las opciones. En todo caso es una lectura recomendable pues da elementos para repensar y debatir.

José Luis Villacañas, El lento aprendizaje de Podemos

jueves, 10 de agosto de 2017

Buen descubrimiento



En la literatura sobre la época nazi y la represión de los judíos hay una ingente cantidad de libros que en su mayoría abordan el tema con gran seriedad y rigor. También hay otros, pocos, entre los que se encuentra el que comento, que lo hacen aplicando también un cierto sentido del humor que, por otra parte, es algo típicamente judío.
Dice Philip Roth en el Prólogo que: “(…) más que un estilista sumido en la búsqueda implacable de la persuasión minimalista, Weil era un narrador coloquial nato.” 
Esta es la gran virtud de este libro, la enorme capacidad narradora y creadora de situaciones del autor.
No hay un protagonista ni una historia que vaya desde el principio hasta el final. En el libro hay muchas historias y muchos protagonistas que a veces poco tienen que ver con la anécdota que abre el libro y que le da el título; esa divertida historia de la orden de Heydrich de quitar una estatua del músico judío  Mendelssohn de la terraza de una sala de conciertos. A partir de ahí Weil nos irá mostrando cómo era la vida en la Praga ocupada por los nazis. Los protagonistas van apareciendo, y a veces desapareciendo,  en diferentes capítulos (el libro tiene XXII). Los principales son judíos, pero también es importante la presencia de nazis incluyendo a personajes reales como Heydrich y Speer.
El libro se lee con interés y con gusto a pesar de la dureza de algunas historias y algunos momentos quizá por esa mirada satírica que se menciona en la contraportada.
Hace poco he visto en las librerías otro libro de Weil publicado también por la misma editorial, Impedimenta, a la que hay que agradecer el cuidado con el que hace las ediciones así como los autores que está dando a conocer.
Hay una buena reseña en unlibroaldia.blogspot.com.


Jirí Weil, Mendelssohn en el tejado. Traducción Diana Bass

miércoles, 9 de agosto de 2017

Un escritor muy recomendable



Hace solo dos meses comentaba El regreso del mismo autor. Al comprarlo me di cuenta por lo que se decía en la solapa que desde Solo en el mundo, el primer libro de Matar traducido al castellano, se había publicado este que ahora comento. Como los dos leídos me habían gustado no he tardado en leer este que me faltaba.
Desde luego no me ha defraudado. En uno de los comentarios que la editorial ha puesto en la solapa del libro se dice: “Una novela llena de ternura, que alude a temas shakesperianos y que puede leerse como un relato profundamente personal de las pérdidas causadas por la tiranía y el exilio.” Times Literary Supplement. Un buen resumen de lo que es esta magnífica novela.
Aunque me ha gustado menos que las otras dos, Matar tiene la capacidad de tocar los temas con una delicadeza y, al mismo tiempo, con una fuerza que atrapan. Sus personajes son de carne y hueso (quizá en esta novela hay alguno que falla un poco y eso, creo, es lo que la hace algo inferior a las otras) y sus historias, en buena medida autobiográficas, interesan desde el principio hasta al final. Otra vez la figura del padre recorre todo el libro al igual que sucede en los otros dos. Es obvio que su real desaparición causó en Matar un impacto difícil de superar.
Escribe Rafal Narbona en la muy buena y muy completa reseña hecha en su blog: “Matar posee un estilo fluido, preciso, lírico o funcional conforme a las necesidades del relato, que consigue transmitir con credibilidad los conflictos de los personajes, divididos entre el anhelo de felicidad y el deseo de obrar éticamente. Sin necesidad de recurrir a grandes descripciones, las ciudades son algo más que un telón de fondo. Londres no es un lugar acogedor, sino una ciudad enferma que levanta muros de silencio entre sus habitantes. El Cairo no es el paraíso, pero los transeúntes, incluso en medio del hacinamiento y la confusión, no parecen tan desorientados.”
Creo que solo me queda añadir que me parece un libro muy recomendable como los son los otros dos de Matar, un escritor que por su edad seguramente nos ofrecerá más obras interesantes.


Hisham  Matar, Historia de una desaparición. Traducción Eduardo Iriarte Goñi