lunes, 29 de agosto de 2022

ANDAMIO

No creo en la diferencia por estaciones ni para el cine ni para la literatura, pero me ha quedado una entrada muy “veraniega” en el sentido de que solo hay una serie realmente interesante a pesar de la variedad de orígenes y temas. Hacía tiempo que no hacía una entrada tan floja.

 

Películas

 

Tres pisos. Hacía mucho que no veía una película de Nanni Moretti y la verdad es que me ha dejado una sensación extraña. Por un lado, hay personajes y situaciones que me parecen muy logradas, pero hay otras que no me las creo. Está basada en una novela y quizá puedan ser más creíbles en ese formato, puede ser. En general es una película interesante que trata situaciones y conflictos habituales desde una perspectiva bastante dramática. Hay también alguna interpretación mejorable.

 

Arthur Rambo. Interesante película francesa sobre el problema de poner según qué tipo de tuits. Un joven francés de familia con origen en Argelia tiene un gran éxito por un libro que publica sobre le experiencia inmigratoria de su madre. A partir de ahí le sacan los tuits que publicó con el pseudónimo de Arthur Rambo en los que atacaba a judíos, mujeres, enanos o musulmanes entre otros. Lo mejor de la película es ver las reacciones de las distintas personas cercanas al autor y las dudas de este sobre cómo afrontar la situación porque da la impresión de que ni él mismo sabe muy bien por qué puso muchos de los tuits.

 

Series

 

El caso Oussekine. Miniserie francesa de 4 episodios de una hora. Basada en hechos reales. En diciembre de 1986 un joven francés de una familia de origen argelino murió por los golpes que recibió de la policía en un portal en el que se refugiaba aunque no había participado en la manifestación previa. El tema es muy interesante e importante si bien creo que ni la dirección ni las interpretaciones son demasiado buenas.

 

Reyka. Serie sudafricana de 8 episodios de 50 minutos. Es un típico thriller con una peculiar policía como protagonista, pero que tiene el gran aliciente del país que lo produce y en el que se rueda. Es la primera serie que veo de esta procedencia y me ha gustado sobre todo porque muestra realidades que no se conocen y personajes que no se suelen ver en las series habituales. Además, tiene un guion que está bastante bien construido y resulta muy entretenida.

 

Intimidad. Serie española de 8 episodios de 50 minutos. Con un buen guion y unas magníficas interpretaciones nos cuenta dos casos de atentado a la intimidad a dos mujeres, una concejala en el ayuntamiento de Bilbao y otra trabajadora en una empresa del metal, a partir de la publicación en las redes de imágenes sexuales grabadas haciendo uso de su libertad en la vida privada. Muy bien planteado el problema y los efectos que tiene para ambas. No obstante, me quedo con los seis primeros capítulos porque en los dos últimos, en los que se resuelven los casos, hay demasiada grandilocuencia y moralina. La mera exposición basta para sacar las conclusiones pertinentes. Desde luego hay sectores que no salen muy bien parados como, por ejemplo, los empresarios vascos, los políticos y los mismos trabajadores incluyendo a sus representantes sindicales.

 

A la caza del asesino. Miniserie estadounidense de 4 episodios de 45 minutos. Serie documental en la que se revisan tres casos de asesinos en serie de los 80 contados por los profesionales que se encargaron en su día. Hay algunas sorpresas y “giros de guion”. Entretenida y bien hecha aunque, claro, lejos de las grandes series sobre crímenes. Un fallo importante, sobre todo en alguno de los casos, es que ni doblan ni subtitulan los interrogatorios y solo te enteras de la idea general por lo que narran los profesionales.

 

Guilt. Miniserie británica de 4 episodios de 50 minutos. Curiosa serie sobre un crimen casual que va dando lugar a un conjunto de conexiones entre personajes de tal forma que se tiene la sensación de que en Edimburgo, lugar en el que se desarrolla, todo el mundo se conoce. Un guion bien construido y buenas interpretaciones.

 

Barry. Segunda temporada con 8 episodios de 30 minutos. Pensaba que no daría para más tras ver la primera temporada, pero los guionistas son capaces de todo. En esta se mantiene el humor negro y hay cambios significativos hasta cierto punto. Sigue siendo entretenida. Final abierto para continuar.

 

Clickbait. Serie estadounidense de 8 capítulos de 45 minutos. Un thriller que tiene la originalidad de utilizar un perspectivismo en forma progresiva, esto es, cada capítulo está narrado desde un personaje pero retomando la historia donde la dejó el anterior. Tiene un primer capítulo impactante que promete más de lo que luego es la serie pues esta se convierte en un thriller más típico. En todo caso resulta bastante entretenida.

 

The Split. Tercera, y creo que última temporada, de esta serie británica de seis episodios de 50 minutos. Acabo de leer lo que puse de la segunda temporada y no tengo más que abundar en lo dicho: muy buenas interpretaciones para una serie que se repite demasiado, que va decayendo a medida que avanza y que termina siendo lacrimógena en exceso.

domingo, 28 de agosto de 2022

Otro buen descubrimiento de escritora mexicana


Aguilar se une a los casos de Fernanda Melchor y Brenda Navarro, otras dos magníficas y muy interesantes escritoras mexicanas que he descubierto en el último año. Las tres tienen en común un par de rasgos: por un lado, una preocupación por el lenguaje y un uso del mismo perfectamente adaptado a los personajes y, por otro lado, tratan siempre los temas desde una visión crítica de su país.

Esta novela de Aguilar desarrolla tres historias, a partir de tres narradoras distintas,  en capítulos alternos.

La primera tiene como protagonista a Alicia, una joven abandonada y recogida por una mujer que se dedica a la limpieza y que complementa su sustento acudiendo a un basural. Posteriormente también será abandonada por ella y se convertirá en dirigente de las gentes que viven de esa basura.

En la segunda, Griselda, una doctora que vive en El Paso, es la narradora y está realizando un estudio sobre la salud y la vida de los que viven de la basura. Vive con una tía que tiene Alzheimer.

Finalmente, en la tercera, narrada por La Reyna, una trans que dirige un grupo que se dedica a la prostitución, vemos cómo va recibiendo a diferentes personajes para iniciarlos en la profesión. Antes fue Raymundo que trabajó para la tía de Griselda.

Con estos moldes, la autora va contando las diferentes historias y dejando constancia de la pobreza, la discriminación, los abusos, el abandono, los problemas de la maternidad, y en el fondo de la violencia existente. Además, y esta es una seña de identidad, tal y como mencionaba al principio, cada personaje tiene su propia voz y su propia forma de expresión. Destacaría el lenguaje que utiliza tanto La Reyna como los personajes que aparecen en sus historias.

Son historias llenas de sensibilidad en su tratamiento y que llevan al lector a emocionarse en muchos momentos e incluso a sonreír en otros pues no falta un cierto sentido del humor a pesar de las circunstancias que rodean a los personajes.

Otro gran ejemplo de cómo con poco más de 200 páginas se pueden contar historias interesantes.

Por lo que he visto solo hay otra novela publicada por la autora que habrá que leer lo antes posible porque promete.

 

 

Sylvia Aguilar Zéleny, Basura.

 

 

sábado, 27 de agosto de 2022

El peligro de Facebook

 

Hace muchos años que tengo mi perfil en Facebook. Hoy tengo 150 “amigos” y nunca he pasado más allá de los 200. Lo he utilizado para saber cómo les estaba yendo a exalumnos, la mayoría de los amigos lo son, y también a otro grupo de amigos. Pocas veces lo he utilizado para mostrar ideas políticas y, desde luego, de eso hace ya tiempo. Ahora me limito a dejar constancia de las entradas que hago en el blog y a poner alguna foto de vez en cuando.

Con estos antecedentes se entiende que mi interés por este libro no viene de mi uso de esta red social, sino de lo mucho que se ha hablado de ella, y de sus posibles manipulaciones, en los últimos años. Como afirma Ramón González Férriz en su reseña del libro en elconfidencial.com:

 

“Pero el libro de Frenkel y Kang se centra más en las numerosas ocasiones en que Zuckerberg y Sheryl Sandberg, su número dos y la mujer que lleva el día a día de la compañía, han metido la pata de manera catastrófica, provocando problemas de seguridad nacional o brechas en la privacidad que probablemente fueron delictivas, potenciado las amenazas de genocidio en un país como Birmania o poniendo en riesgo la salud mental de sus miles de millones de usuarios”.

(Subrayado en el original.)

 

A lo largo de los 14 capítulos en los que haa dividido el texto y sus 332 páginas, las autoras, dos periodistas de The New York Times, basándose en más de mil horas de entrevistas y en correos electrónicos, informes y documentos técnicos de altos cargos, cuentan desde los orígenes de esta red, en un capítulo muy resumido pero muy interesante, hasta la actualidad centrándose en los aspectos más discutibles de su actividad. Así: la penetración de piratas rusos en la campaña electoral, el asunto de Cambridge Analytica, la terrible actuación en Birmania que tuvo como consecuencia la pérdida de gran número de vidas humanas, la pasividad ante la existencia de un vídeo falso de Nancy Pelosi o las controvertidas compras de Instagram y WathsApp. Esto es, han elegido los temas que han generado más polémica y que han llevado a que Zuckerberg haya tenido que intervenir en alguna comisión del congreso para explicar determinadas actuaciones.

No se puede decir que la red salga muy bien parada de este repaso. Sin menospreciar los aspectos positivos que pueda tener, las reporteras se centran en los más negativos porque resultan realmente peligrosos tal y como cuentan lo que ha estado sucediendo.

Un ejemplo lo tenemos en la siguiente respuesta de Sheryl Sandberg:

 

“Cuando algo sea desinformación, es decir, cuando algo sea falso, no lo eliminaremos –dijo con semblante monótono-, porque consideramos que la libre expresión exige que la única manera de combatir la mala información es una buena información”. (p. 274)

 

En esta frase está una de las claves de alguno de los problemas. Me refiero a la insistencia en la libertad de expresión, algo muy loable pero siempre que no se le otorgue el carácter casi absoluto que parece deducirse de esas palabras de la mano derecha del fundador de la red.

Por otra parte, cuando explican lo sucedido en Birmania con los ataque a la minoría musulmana queda al descubierto lo nefasto de esta idea si no se aplica correctamente. Además, en ese caso ni siquiera contaba Facebook con moderadores que conocieran el idioma porque, otra de las sorpresas de la lectura del libro, es ver cómo Facebook desconoce la realidad de la mayoría de los países en los que se implanta.

Por todo lo visto en el texto las autoras concluyen en el penúltimo fragmento del libro:

 

“A lo largo de los diecisiete años de historia de Facebook, las enormes ganancias de la red social se han gestado repetidamente a expensas de la privacidad y seguridad del consumidor y la integridad de los sistemas democráticos. Y, sin embargo, nunca se han interpuesto en el camino de su éxito. Zuckerberg y Sandberg crearon un negocio que se ha convertido en una máquina imparable de generar beneficios y que podría resultar demasiado poderosa para disolverla”. (p. 332)

 

Un libro muy interesante aunque es demasiado prolijo en sus informaciones sobre todo para un lector español que desconoce la mayoría de los personajes que en él aparecen mencionados. Hay que tener un poco de paciencia y centrarse en los momentos y en los temas que más puedan interesar. A mí, por ejemplo, los orígenes, lo sucedido en Birmania o los diferentes momentos en los que se habla de las polémicas con Trump, son los aspectos que más me han interesado, aunque el resto también merezca la pena.

 

Sheera Frebkel y Cecilia Kang, Manipulados. La batalla de Facebook por la dominación mundial. Traducción Juan Rabaseda Gascón, Teófilo de Lozoya y Efrén del Valle Peñamil.

 

viernes, 26 de agosto de 2022

El inicio de una buena carrera



Continúo con este cuarto libro la desordenada lectura de la obra de este excelente escritor estadounidense. En este caso se trata del primer libro que publicó, en concreto en 1992, cuando tenía treinta y pocos años. En un interesante Epílogo explica muy bien el contexto del momento de sus inicios en la escritura y más en concreto el de estos relatos. En él afirma:

“Mi objetivo era brindar un libro a la gente de casa, un libro sobre “nosotros”, no sobre “ellos”, un libro en el que los lectores de las montañas pudiesen por fin reconocer su cultura sobre el papel, con un lenguaje que pudiesen entender, sin condescendencia”. (p. 176)

No tengo ni idea de si se cumplió ese deseo, lo que sí puedo decir es que alguien tan alejado como yo de esa cultura y de ese espacio ha disfrutado, y de qué manera, leyéndolos.

Por lo que voy conociendo de la obra de Offutt, hay varios elementos que están siempre presentes: por un lado, el espacio en el que se desarrollan que se corresponde con el lugar en el que nació y vivió de joven el autor; una zona de los Apalaches que en su día fue zona minera y en la que hay extensos y profundos bosques, de ahí la permanente presencia e importancia de la naturaleza y, por otro lado, la magnífica creación de personajes que con unos pocos rasgos se hacen perfectamente reconocibles. Personajes típicos del lugar que seguramente se identifican muy bien con ese “nosotros”. En los nueve relatos que contiene este libro hay una buena muestra de ello, desde un niño narrador en el que quizá sea el mejor del libro, Blue Lick, hasta un abuelo, pasando por el resto de las edades; eso sí, mayoritariamente personajes masculinos.

Hay también bastante pobreza, pero llevada siempre de forma digna. En varios aparece mencionada VISTA, un programa antipobreza creado en 1964. Y también muchas alusiones a las serpientes, dando la impresión de que se trata de una de las pesadillas del autor.

Diálogos creíbles; una partida de póker magníficamente narrada; la recreación de la reproducción de una cinta grabada unos años antes que es tremendamente visual; la aparición de los Melungeon, ese extraño grupo humano que luego utilizará en otros relatos, o la historia de una especie de embrujo, todo ello y más forman este pequeño mundo del que, por cierto, Offutt nos ofrece un mapa en el que están los diferentes lugares en los que se desarrollan las historias.

Del autor ya he leído dos libros de relatos, una novela y uno de sus libros de memorias, todos espléndidos y lo mejor es que aún me quedan varios.

Hay una reseña muy buena y completa de Juan G.B. en unlibroaldia.com

 

Chris Offutt, Kentucky seco. Traducción Javier Lucini.

 

 

lunes, 15 de agosto de 2022

Algo más que memorias

Con este autor me está sucediendo lo mismo que me pasó hace unos años con  John Fante, otro gran autor norteamericano, y es que en muy poco tiempo estoy leyendo todo lo que se ha traducido de él. Como me pasa con otros autores, esta lectura la hago de forma totalmente desordenada y así el que hoy comento es el último libro de memorias que ha escrito hasta ahora y, sin embargo, es el primero que leo, si bien es verdad que es también el primero que se ha traducido. Eso sí, ya tengo encargado el primero que dedicó a este tema.

En este libro combina muy bien la autobiografía con la biografía de su padre tanto en lo personal como, sobre todo, en su faceta de escritor. Un padre muy peculiar con el que tenía una relación complicada; algunos ejemplos: “Papá nunca hizo que nos sintiéramos bienvenidos y le traía sin cuidado la presencia de nietos”. (p. 36) “Papá tenía poco tacto y ningún sentido de la diplomacia, pero era capaz de entablar conversación con cualquiera”. (p.40) “Ningún miembro de su familia asistió al oficio”. (p 40) (Se refiere al que se hizo en la funeraria tras su muerte). “Partir maderos era la única actividad que puedo atestiguar que mi padre realizara al aire libre…”. (p. 80) “Años más tarde papá recordó con cariño que Billy, el defensor fue la última película que vimos juntos. No tuve ánimos para decirle que fue la única”. (p. 85) “El problema surgía cuando alguien no compartía la fascinación de papá consigo mismo. La única percepción correcta de cualquier situación era la suya”. (p 112)

Y así podría seguir reproduciendo frases en la misma línea. Pero ese padre, a los treinta y seis años hizo algo poco habitual como fue dejar un buen y productivo trabajo para encerrarse a escribir libros de ciencia ficción por un lado y, sobre todo, de pornografía. Escribirlos y lograr publicarlos hasta llegar incluso, después de muchos años, a escribir de forma personalizada según el gusto y las necesidades del cliente.

Offutt nos cuenta esta faceta de su padre a partir sobre todo de la mitad del libro. El padre muere en 2013 y deja en herencia a Chris: un escritorio, un rifle y ochocientos kilos de porno. A partir de ese momento nuestro autor se pone la tarea de revisar y ordenar todo ese material, labor en la que va descubriendo aspectos inéditos de su padre que ahora no descubriré.

Esa muerte pone al descubierto, si es que se puede decir así, la existencia de la madre, alguien que estuvo toda su vida detrás y al lado de su marido, de hecho era quien pasaba a máquina los manuscritos. Dice Offutt “Jamás los oí discutir, ni siquiera discrepar”. (p.88) Eso sí, tras su muerte apareció una nueva persona.

A Chris la lectura del material heredado le mostró cómo era realmente su padre porque además de los libros, tanto escritos por él como los que acumuló de otros, había miles y miles de cartas que se cruzó con otros escritores y con clientes. A partir de este material nos pone en contacto con una realidad que incluso él desconocía.

El libro es una especia de tributo, pues como él mismo afirma: “No echo de menos a mi padre, pero sin el forcejeo con sus grilletes el mundo es aterrador e inmenso. He perdido una especie de propósito, una razón para demostrar quién soy”. (p. 182)

Offutt no solo escribe muy bien, sino que es capaz de transmitir sus sentimientos y sensaciones con decisión y claridad. Como dice Michael Chabon en el fragmento que la editorial reproduce en la contraportada: “Capaz de transmitir la realidad más dura sin inmutarse, la prosa de Chris Offutt es una de las mejores de la actualidad…”. Poco más puedo añadir. Solo recomendar la lectura de cualquiera de los libros del autor. Yo tengo la suerte de que aún me quedan tres por conocer.

 

Chris Offutt, Mi padre el pornógrafo. Traducción Ce Santiago.

 

 

viernes, 12 de agosto de 2022

Buen descubrimiento


Creo que es el primer escritor mozambiqueño que conozco, más allá del gran Henning Mankell que, obviamente, no lo era aunque pasó allí muchos años y escribió más de un libro que se desarrollaba por esa zona.

De Couto he visto bastantes veces en las librerías su Trilogía de Mozambique, pero me asustaba el tamaño. Ahora, tras esta lectura me voy a animar con él y seguramente con algún otro de los varios publicados por la misma editorial, Alfaguara.

El libro que ahora comento recibió el Premio Literario Manuel de Boaventura cuyo jurado dijo de él: “Una narrativa de elevada madurez literaria que, con una sensibilidad particular, consigue cruzar  distintas épocas de la realidad mozambiqueña, ofreciendo al lector una expresiva representación del país en los periodos colonial y poscolonial”. (Fragmento reproducido por la editorial en la contraportada del libro.)

Esas épocas son dos: 2019, momento en el que el protagonista, Diogo Santiago, acude a su ciudad natal para recibir un homenaje, y 1973, en plena guerra, en el que fue con su padre a un viaje en busca de un primo desaparecido.

El narrador, el propio Diogo para todo lo sucedido en1973 se vale de un conjunto de documentos que le facilita una mujer y en el que se incluyen desde archivos de la PIDE (la policía política portuguesa) a diarios del mismo Diogo y de su padre, así como una correspondencia muy variada. De esta manera vamos conociendo, en capítulos alternos y siguiendo siempre un orden cronológico en cada uno de ellos, una serie de historias de un variado conjunto de interesantes personajes.

Por momentos la novela se convierte en una especia de thriller por las implicaciones que va teniendo la búsqueda del familiar, pero siempre está detrás la intención crítica de Couto de toda la época colonial y con algún apunte también a los momentos posteriores a la independencia.

Un fragmento como ejemplo:

 

“Maltratáis a vuestras mujeres en casa y abusáis de las de fuera. Aquí, en Inhaminga, hace mucho que se mata a las mujeres. Y a los niños. Esto no es una guerra, Virginia. Ni nosotros somos soldados. Solo somos el gatillo vivo de los mandamases sin rostro”. (p. 131)

 

Couto es un gran narrador, hace que la historia fluya a buen ritmo y construye unos magníficos personajes. Más de una vez mientras leía el libro tenía la sensación de estar leyendo a un escritor sudamericano tanto por la atmósfera como por algunos de los personajes que, además, tienen nombres muy parecidos a los que se usan al otro lado del Atlántico, a lo que hay que añadir que hay un par de momentos en los que apunta el  “realismo mágico”.

Además, por si todo esto fuera poco, se dice en la Nota del autor que: “Esta narración de ficción está inspirada en personas y episodios reales”. (Concretamente en su padre.)

Una buena novela que anima a seguir conociendo la obra de Couto.

 

Mia Couto, El mapeador de ausencias. Traducción Rosa Martínez-Alfaro.

 

 

miércoles, 10 de agosto de 2022

Buena combinación de lo personal y lo sociológico


Que a estas alturas alguien se “atreva” a poner en el título de un libro la expresión “clase obrera” ya tiene mérito. Desde el Chavs de Owen Jones no lo había vuelto a ver, salvo, claro, en los casos de libros de historia.

Maestre ya se atrevió en su anterior libro, Franquismo S.A., a meterse nada menos que con la oligarquía de esa época y, lo que es más importante, sobre cómo se reconvirtió para mantenerse en el nuevo régimen que se abrió con la muerte del dictador.

Ahora se enfrenta a otro tema relevante: la situación de la clase obrera, su vida cotidiana y las posibilidades que tiene para mejorar su posición en la sociedad e incluso para ascender socialmente. No creo hacer un spoiler demasiado grande si anticipo que para el autor estas son muy pocas y que, incluso, ni siquiera son muy positivas si para lo que sirven es para desclasar a quienes lo logren. Porque esta es una de las ideas fuerza del libro: uno tiene que estar orgullosos de pertenecer a esa clase.

Maestre utiliza en el libro una doble perspectiva en su análisis. Por un lado, de forma autobiográfica, describe aspectos de su historia personal y familiar, una familia que es un claro ejemplo de miembro de la clase obrera. Pero no se limita a eso porque, por otra parte, hace un trabajo muy sociológico basándose en estudios y trabajos de otros para ampliar el foco.

El libro está dividido en cinco grandes apartados: La educación, El espacio, El trabajo, La cultura y El futuro que, como se ve, abarcan los grandes temas de la vida de una persona.

Por concretar algunas de las cosas que más me han llamado la atención: el magnífico análisis que hace del papel social de la familia; los significativos ejemplos que pone sobre la oferta que hay en Madrid del Grado Medio de Peluquería: los tiempos empleados en el transporte público; los casos de segregación e independencia locales por parte de las élites; el  análisis del posfordismo (del que me hubiera gustado más información); la contraposición entre cultura del esfuerzo y herencia o el curioso análisis del bar. Esto por citar solo alguna de las muchas cosas que contiene este libro.

Ahora quisiera centrarme en dos puntos que trata Maestre que me parecen especialmente importantes.

El primero, en el capítulo de la educación, es el de la movilidad social. Maestre niega que esta exista y tiene toda la razón pues es algo que está ampliamente estudiado y documentado. Quizá el estudio pionero fue el de los sociólogos franceses Baudelot y Establet que ya en los setenta la negaron tras estudiar a un conjunto de personas y ver cómo había sido su evolución desde puntos de partida diferentes, pasando por un sistema educativo igualitario, para terminar en puntos de llegada también diferentes: elevados cuando partían de ahí y bajos cuando ese era el punto de partida. En España fue Julio Carabaña quien realizó bastantes años después el mismo análisis con resultados similares. Todo esto viene muy a cuento hoy en día con esas falsas polémicas sobre la meritocracia.

El otro tema es el del llamado dumping social al que tan aficionados son algunos de los detractores de la globalización desde la izquierda. En este sentido me ha gustado el siguiente fragmento: “Pero no podemos idealizar como solución querer hacer acopio de unos trabajos a costa de dejar a otros sin ellos. Porque todos somos de la misma clase social, sin importar dónde esté” (p. 202). Efectivamente, la clase obrera, la pertenencia a ella para ser más exactos, está por encima de las fronteras. Hace mucho tiempo que vengo manteniendo la idea de que la tarta de la economía mundial hay que repartirla mejor y que para ello, desgraciadamente, unos tienen que perder parte de su porción para que otros puedan aumentarla, más allá de que la tarta pueda crecer algo.

En fin, un libro muy interesante tanto en la parte personal como en la más analítica. Sería mejor que todos se pusieran a trabajar en el análisis de la realidad y la elaboración de alternativas concretas y realizables en lugar de entrar en polémicas improductivas que solo sirven para generar tensiones y malos rollos.

Sé que Maestre es hoy por hoy un personaje controvertido, pero sería bueno que sus oponentes leyeran este libro y lo discutieran en lugar de hacerlo con sus tuits, alguno ciertamente mejorable,  o con su forma de ganarse el cocido.

(Por cierto, quien ha escrito estas líneas nació en el barrio de Chamberí y estudió en el colegio de los maristas del mismo nombre).

Antonio Maestre, Los rotos. Las costuras abiertas de la clase obrera.

 

 

lunes, 8 de agosto de 2022

Primera obra traducida del autor


No son muchos los escritores que conozco de una literatura que, como la checa, seguro que tiene muchos y muy buenos representantes. Por eso me interesó enseguida este libro que ya en el título indica su procedencia.

Es una curiosa novela compuesta por más de treinta capítulos que no dejan de ser relatos con el mismo protagonista, Steiner, el narrador, que cuenta diferentes momentos de su vida. Al principio se ajusta algo más a un orden cronológico que va abandonando a medida que avanza el libro.

Por sus páginas desfilan miembros de su familia con su padre a la cabeza como auténtico coprotagonista que fue jugador de fútbol siempre con el número siete jugase en el club que fuese, pero también su abuelo, su abuela y, ya al final, su madre. Además, sus amigos y una novia.

Se desarrolla en una ciudad cercana a la frontera polaca y aproximadamente en los treinta años finales del siglo pasado. El carácter fronterizo es interesante por la forma en que Fahrner alude al momento de la invasión soviética de 1968 de una manera muy sugerente y sutil.

En algunos momentos la historia me ha recordado a otro autor checo, Bohumil Hrabal y su libro Trenes rigurosamente vigilados, porque hay una fuerte presencia de los trenes y se crea una atmósfera parecida.

Tratándose de esa época no podía faltar alguna referencia al régimen comunista. Evidentemente lo hace de forma crítica, pero tampoco insiste en ello. Son más bien pequeños detalles que incluyen también la favorable posición de algunos dirigentes tras la “revolución de terciopelo” que supuso el cambio de régimen.

Un libro muy entretenido, escrito con mucho sentido del humor y que tiene la pinta de ser bastante autobiográfico sobre todo por el amor entre el narrador y su padre que tiene momentos de gran ternura.


Martin Fahrner, Steiner o las cosas que hacíamos en Checoslovaquia. Traducción Enrique Ruiz Rubio. 

Otra forma de investigar un tema crucial



Otro libro más que leo para encogerme el ánimo y ponerme los pelos de punta viendo el auge de la extrema derecha, en este caso en los Estados Unidos.

Hace poco más de un año que leí el magnífico libro Antisocial de Andrew Marantz sobre el mismo tema. Este de Lavin tiene el mismo objeto de estudio, pero distinto método de investigación. Esta periodista, también de origen judío como Marantz, se introdujo creando perfiles falsos en diferentes medios que usan los miembros de la extrema derecha para comunicarse, desde chats y webs a canales de Telegram. De esta forma fue conociendo cómo se crea y se va fomentando el odio desde el supremacismo blanco hacia los judíos, las mujeres, los musulmanes, los negros, etc.

A lo largo de los diez capítulos en los que ha dividido el texto, Lavin va comentando y explicando cómo y dónde se introdujo y qué informaciones obtuvo a lo que añade también algunos de los atentados más conocidos de miembros de estos grupos. El conjunto resulta un verdadero relato del horror.

Dentro del mundo del supremacismo hay también tendencias de las que la más extrema es la del “aceleracionsimo” de la que dice la autora:

“Una facción mucho mayor ha adoptado una filosofía conocida como “aceleracionismo”, la noción de que las cosas deben empeorar mucho, mucho, lo más rápido posible y que esto al final acarreará la deseada guerra racial, que ocasionará una purga de los untermenschen, los “subhumanos” -judíos, gente de color-, y nos traerá una república blanca como la nieve, étnicamente limpia” (p. 70)

Creo que en conjunto se obtiene una visión más completa del libro de Marantz ya mencionado, pero hay en el de Lavin también algunos temas que son especialmente interesantes como:  la explicación sobre el  antisemitismo en USA; las relaciones entre la extrema derecha y Trump;  la existencia de un grupo como los “involuntariamente célibes” que practican, obviamente, una fuerte misoginia; la existencia de una página para citas exclusivamente de los supremacistas blancos o el auge del culto al panteón nórdico por ser, según ellos, el  único no contaminado por otras “razas”.

Por otra parte, la autora es bastante crítica con las empresas tecnológicas porque no se preocupan de los contenidos. Así 

“Un puñado de tecnológicas es responsable de haber convertido a la supremacía blanca en un movimiento internacionalista blanco y de la coordinación de los fascistas entre sí a nivel nacional y global. Estas empresas -Google, Facebook, Twitter, Telegram- no han sido votadas por nadie, son muy rentables y escapan a rendir cuentas a aquellas comunidades que sufren el azote de las ideologías que permiten difundir.” (p. 185)

También hay que destacar lo que dice sobre las fuerzas policiales:

“Cabe apuntar que en Estados Unidos las fuerzas policiales están casi uniformemente alineadas con la derecha política y que esta, a su vez, ha adoptado como parte de su ideario la “protección” y el “respeto” de las fuerzas policiales.” (p. 230)

Sobre este aspecto da varias informaciones de hechos concretos que ponen de manifiesto este alineamiento del que, por cierto, también tenemos buenos ejemplos en nuestro país.

En fin, estamos ante un libro que da muchas informaciones sobre un fenómeno muy preocupante porque, además, también se está extendiendo por Europa aunque no sea siempre exactamente con los mismos contenidos (por aquí no se utiliza normalmente la idea supremacista aunque está detrás de muchos comportamientos y actitudes).

Quizá los únicos reproches que le haría a la autora son que apenas mencione el rechazo de los negros o los musulmanes y vea sobre todo el de los judíos o que a lo mejor tome demasiado en serio a algún personaje o grupúsculo que más parecen unos frikis marginados y marginales que otra cosa, claro que esto no es más que una impresión ya que ella es la que realmente conoce el tema.

Otro interesantísimo libro de la editorial Capitán Swing cuyo catálogo está lleno de ellos.


Talia Lavin, La cultura del odio. Un periplo por la dark web de la supremacía blanca. Traducción Íñigo García Ureta.

 

 

 


Buen conjunto de relatos


En estos últimos tiempos he pasado de no leer apenas nada de literatura estadounidense a todo lo contrario. Las entradas recientes del blog así lo confirman.

En este caso se trata de un autor ya conocido del que leí una novela magnífica. Esta vez se trata de un conjunto de ocho relatos que trascurren en su inmensa mayoría en Kentuky, territorio en el que pasó el autor su infancia y juventud y en el que desarrolla casi toda su obra.

Estos relatos tienen en común un par de cosas. Por un lado, sus protagonistas son siempre personajes curiosos que podríamos enmarcar dentro del mundo de la marginalidad o, al menos, de los que no llevan una vida normal y corriente. Por otro lado, creo que menos en dos en el resto siempre hay un muerto en algún momento del relato. Así, en el primero alguien va a recoger a su cuñado que está muerto; en otro un hijo mata a su padre o, en uno realmente original, desentierran los cadáveres de un lugar por el que va a pasar una autopista para enterrarlos en otro.

Son todas historias cortas, el libro tiene solo 128 páginas, pero Offutt es capaz de que lo que sucede tenga sentido. Además, crea unos personajes siempre interesantes y los retrata con unos pocos pero suficientes rasgos. También destacaría el buen uso que hace de los diálogos muy adaptados al tipo de personajes.

Todos me han gustado, pero en el titulado Todo inundado Offutt hace una gran creación de la atmósfera tras una inundación.

Al igual que el anterior libro que leí del autor, este sirve también para penetrar en la forma de vida y en las formas de ser de la llamada “América profunda”, un territorio que no suele ser el habitual en las series y la literatura que más se traduce y publica en nuestro país.

Un libro recomendable porque, además de estar bien escrito, nos pone en contacto con ese mundo más desconocido.

Chris Offutt, Lejos del bosque. Traducción Javier Lucini.

 

 

domingo, 7 de agosto de 2022

Entretenimiento de calidad


Apenas han pasado tres semanas desde que hice una entrada sobre el primer libro que leía de este escritor y ya estoy con la segunda. Esto quiere decir ni más ni menos que me ha gustado y que las historias que cuenta me interesan y entretienen.

En este extenso libro, tiene más de 500 páginas, Hannah, la narradora y protagonista absoluta, nos cuenta los dos momentos más importantes de su  vida. El primero se desarrolla entre 1966 y 1973 y se corresponde con su juventud, nace en 1950, matrimonio y primer hijo. Cuenta la relación con sus padres: muy buena con él, profesor universitario y combativo militante contra la guerra de Vietnam, y bastante mala con ella. También las dificultades para organizar la vida de recién casada y con los primeros trabajos. El segundo momento está centrado en 2003. Han pasado treinta años, se ha estabilizado lsu situación profesional y económica. Se ha ampliado la familia con una niña que ahora ya es una joven con un buen y rentable trabajo pero… (no puedo hacer spoiler). El hijo se ha hecho ultraconservador y casado con una ferviente militante antiabortista.

Con los miembros de esta familia, Hannah y su marido, sus padres y sus hijos, más una amiga de ella, Kennedy narra una historia en la que aprovecha también para tocar temas importantes de la vida actual y para, desde su posición liberal (en el sentido que se da a este concepto en ese país), criticar de forma bastante feroz en muchos momentos a los movimientos ultra tanto en religión como en política. También se despacha a gusto con determinados medios de comunicación de carácter sensacionalista unos y muy politizados otros.

Entre los temas que aborda están la eutanasia, la enfermedad de Alzheimer o la presión social en las pequeñas comunidades rurales. Para un lector español seguro que llama la atención la facilidad que se refleja en la novela con la que la gente joven se muda de un lugar a otro según el trabajo, aunque creo que aquí también empieza a pasar algo parecido.

Además de los temas mencionados, la novela tiene también el interés de ver cómo se producen los conflictos en el seno de esas familias y cómo van evolucionando las relaciones y la situación de cada uno de sus miembros.

Kennedy es un magnífico contador de historias y también un buen creador de personajes. No estamos ante un libro que pasará a la historia de la literatura, pero sí ante un buen libro, enormemente entretenido y que, por qué no decirlo, nos pone ante situaciones que podemos haber vivido. Desde luego a mí me ha tenido enganchado un par de días aunque no es el tipo de novelas que suelo leer.

 

 

Douglas Kennedy, El discreto encanto de la vida conyugal. Traducción Esther Roig.

 

Inagotable


 

Camilleri ya ha aparecido más de una docena de veces en este blog, y yo me atrevería a decir que no están comentados todos los libros que he leído de él Siempre me ha gustado su forma de escribir y de contar las historias además de su capacidad dar vida a los personajes.

De todas formas, hacía ya un cierto tiempo que había dejado de leerlo porque me parecía que Montalbano, su gran creación, estaba ya agotado. Creo que es así, pero quien tuvo retuvo y cuando pasa un cierto tiempo gusta volver a esos personajes tan conocidos de las novelas de esta serie, cómo se comportan como ya sabemos y también la capacidad de Camilleri para inventarse una historia. En este caso un poco más rebuscada de lo habitual (él comenta a final del libro que le pidieron un guion para una película italoamericana que luego no se hizo y aprovechó la historia para esta novela) y con algunos aspectos que resuelve de una forma excesivamente rápida.

No faltan en el libro ni el sentido del humor, ni los platos típicos que alimentan a Montalbano (¡esos salmonetes!), ni los buenos y rápidos diálogos, ni por supuesto algún elemento de crítica social. En fin, está todo Camilleri y se lee de un tirón. Qué más se puede pedir.

 

Andrea Camilleri, El cocinero del Alcyon. Traducción Carlos Mayor