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domingo, 13 de marzo de 2022

Buen Premio Herralde



Continúo con la lectura de la obra de este magnífico escritor colombiano que conocí hace apenas tres meses por su última novela y del que voy leyendo hacia atrás, algo por otra parte que me sucede muy a menudo.

En este caso se trata de la novela que ganó el Premio Herralde de Novela de 2010, un premio que, a medida que voy conociendo distintos textos ganadores, me voy dando cuenta de que lo suelen otorgar a muy buenos escritores, bastante jóvenes y que, además, suele tratarse de novelas bastante originales. Por ejemplo, la última que recuerdo es nada menos que Lectura fácil de Cristina Morales.

Aunque la editorial en la contraportada habla de un texto abierto a múltiples lecturas, a mí me parece que es un texto que, bajo la forma de thriller, hace una crítica despiadada de la política en un país imaginario, Miranda, que no es demasiado difícil de identificar. Es curioso que en las últimas páginas se reproducen unos correos que se cruzan personajes de la novela en el año 2021 y en ellos están tachados los nombres de los lugares, lo que indicaría la ocultación que se ha hecho anteriormente.

La historia es muy simple y curiosa. Se produce un atentado al principal dirigente de la oposición y futuro candidato a la presidencia. El narrador, alguien bastante anodino y solitario, al tener un gran parecido con el fallecido es elegido por el círculo de este para sustituirle y presentarlo a las elecciones. A partir de ahí se van a suceder multitud de momentos que construyen el relato tanto en la preparación del elegido como, sobre todo, porque este al final no resulta tan anodino como parecía. Se enamora perdidamente de la hija del médico del fallecido, mantiene una firme amistad con su guardaespaldas y, sobre todo, poco a poco los que lo apoyaban empiezan a dejar de hacerlo.

En todo este proceso Ungar aprovecha para hacer una crítica despiadada del poder en la que no faltan los militares, los medios de comunicación, la policía, los políticos o los Escuadrones de la Muerte. Y a la cabeza de todos el presidente Del Pito (ya el nombre tiene su guasa). En esta crítica no falta el sentido del humor ni la fina ironía. Así, por ejemplo, en el siguiente fragmento sobre un noticiario:

 

“La presentadora lo explica. Después suelta la lista habitual de noticias inocuas. El vicepresidente ha comprado una faja reductora de peso. Treinta y un campesinos de una zona petrolera han muerto, aparentemente en un suicidio ritual colectivo, cada uno de un tiro de rifle en la nuca. El supremo líder, en ataque de misericordia, se ha ofrecido a comprar a buen precio la tierra de las viudas y los huérfanos”. (p. 175)

 

En la misma línea me ha llamado la atención esta referencia al diario El País:

 

“Una periodista enviada por el diario El País de España a nuestra capital afirma que, gracias a las medidas económicas y de orden público emitidas por el serenísimo presidente Del Pito (…), la inversión extranjera se ha recuperado, el producto interno bruto ha subido y la moneda se ha fortalecido. Eso afirma el diario. Después demuestra que los cambios macroeconómicos se ven reflejados en la vida real de la gente, ejemplificando en tres personajes arquetípicos de la República: el taxista que llevó a la periodista del aeropuerto al mejor hotel, el vicepresidente (dueño además del diario más grande y de la mitad de la televisión, pero eso no lo sabe la enviada) y, quién si no, el minúsculo pujante, el inmenso Del Pino”. (p. 101-102)


Evidentemente, el autor no ha elegido por casualidad este diario si bien luego critica también a El Universo, un diario local.

La verdad es que como dice Ricardo Baixeras en la faja que pone la editorial: “Un escritor que vence al lector con ingenio, ritmo y humor. Un verdadero placer”. Reconozco que me costó un poco entrar en la historia, estuve unas páginas despistado porque no terminaba de meterme en la historia, pero luego he disfrutado con la capacidad de inventar de Ungar y con su buena escritura.

 

Antonio Ungar, Tres ataúdes blancos.

 

viernes, 14 de enero de 2022

La xenofobia como obsesión

Tras leer hace muy poco Eva y las fieras, la última novela de este escritor colombiano hasta ese momento desconocido para mí, me puse a buscar su obra anterior y encontré dos, uno que gano el Premio Herralde de Novela en 2010 y esta que ahora comento.

Es absolutamente diferente a la ya leída. Si aquella se basaba en hechos reales, en esta aunque sí aparecen unos hechos que tuvieron lugar en París, la historia no tiene nada de real en los hechos si bien sí refleja una forma de pensar de mucha gente. Además, si en la anterior aparecían bastantes personajes y alternaba espacios y momentos temporales, en esta hay un protagonismo casi exclusivo de un personaje tremendamente obsesivo y xenófobo, tanto que controla el tiempo permanentemente y lo mismo hace con sus vecinos, sobre todo con una familia de paraguayos.

La mayor parte de la novela describe las obsesiones y las fobias contra árabes, negros, sudamericanos, etc. A partir de un momento determinado se centra en la relación que establece con Irina, la hija de la familia de paraguayos, con la que se había ido obsesionando. Este cambio de perspectiva lleva aparejado también un cierto cambio en los temas de la narración que pasan a centrarse en la pareja y, sobre todo, en su relación física.

Todo esto está narrado por el protagonista que se lo cuenta a Eva, su hermana muerta. Un protagonista que, además,  está preparando alguna acción en línea con sus obsesiones.

A pesar de ser una novela relativamente corta, tiene 190 páginas, creo que la podría haber acortado un poco porque hay una cierta reiteración tanto en sus obsesiones como en algunos momentos de la relación con Irina. (Curiosamente en mi comentario a su otra novela decía que la podía haber alargado un poco más).

En todo caso es una historia inquietante, bastante absorbente y aleccionadora (nadie está libre de alguna tendencia xenófoba).

Hay una buena reseña de RicardoBaixeras en elperiodico.com

 

Antonio Ungar, Mírame.

 

 

jueves, 2 de diciembre de 2021

Otro buen descubrimiento de escritor "ñamericano"

Aunque tengo bastante abandonados a los escritores que escriben en castellano en España, no sucede lo mismo con los que lo hacen al otro lado del Atlántico, pero casi siempre centrándome en una serie de ellos: Roncagliolo, Vásquez, Neuman o Piñeiro, por mencionar solo a aquellos que más he leído. Sin embargo, este año está siendo un año de grandes descubrimientos como, por ejemplo, los de Fernanda Melchor, Alejandro Zambra y, ahora mismo, este Antonio Ungar que hoy comento.

Ungar ganó el premio Anagrama de novela en 2010 y a pesar de eso no conocía ni siquiera su existencia, Ese error acabo de empezar a subsanarlo y en poco tiempo lo haré totalmente (ya he encargado otros dos libros).

En este blog he defendido en más de una ocasión las novelas de no demasiada extensión e incluso, recientemente, al comentar alguna buena novela he dicho que le sobraban unas cuantas páginas.

Esta Eva y las fieras, tiene las páginas justas, 160, para contar una buena historia, hacerlo con varios personajes interesantes y dejar en el lector la sensación de que no hubiese estado mal un poco más de extensión.

Ungar se basa en unos hechos reales acaecidos en 1999 en un puerto de un afluente del río Orinoco, para contarnos la historia de varios personajes que allí viven y donde han llegado a través de peripecias vitales muy diferentes que iremos conociendo en lo fundamental a lo largo de la novela. Pero también aprovecha para dejar constancia de la terrible situación de esa zona (una zona que da la sensación que utiliza como alegoría del país) reflejando una realidad de indígenas muertos de hambre y con un alto grado de violencia y corrupción. Situación de la que son responsables tanto el gobierno como los grupos paramilitares y también la guerrilla de las FARC.

En la página con la que cierra el libro se puede leer lo siguiente:

“A partir de los años ochenta facciones principales del ejército nacional se aliaron con ejércitos paramilitares de extrema derecha, financiados por grandes grupos económicos, tanto legales como ilegales. La guerrilla a su vez usó para su abastecimiento el secuestro, el narcotráfico y el robo de gasolina, entre otros. (…) Los grupos que invirtieron su dinero en la guerra y el sistema político que lo promovió siguen intactos”. (p. 161) 

Toda una declaración que, de alguna manera, explica muchas de las cosas que hemos leído antes.

Además del interés que puedan tener estos aspectos de la obra, no quisiera cerrar el comentario sin destacar lo que me parece más relevante que es la forma en que está construida y escrita la novela, así como el magnífico tratamiento dado a los personajes. Estos son retratados con muy pocos rasgos, pero los suficientes para comprender su comportamiento. La novela empieza con la protagonista herida y agonizante y, a partir de ahí, nos irá mostrando cómo ha llegado hasta esa situación. Apenas hay diálogos y los pocos que hay son prácticamente monólogos destacados en letra cursiva.

Es uno de esos libros que se pueden leer de un tirón o, a lo sumo, de dos y, como decía antes, de los que el lector desearía que el autor continuase contándonos más cosas de la historia y sus protagonistas. No se me ocurre un mejor halago para un libro así.

 

Antonio Ungar, Eva y las fieras.