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martes, 16 de mayo de 2023

Otro registro de un gran escritor



Vaya por delante mi escaso interés por este tipo de procesos. No seguí el de los atentados de Atocha ni tampoco el que se produjo contra los independentistas catalanes más allá de las informaciones generales de algunos noticiarios, y ello  a pesar de que ambos procesos coparon la información durante meses. Sin embargo, cuando vi este libro de Carrère me lancé hacia él a pesar de que vi de qué se trataba. Sí, lo reconozco, soy un auténtico seguidor fanático de este escritor del que solo un libro, El Reino, me ha defraudado y del que he leído prácticamente todo desde que lo conocí por su libro El adversario.

De los fragmentos de diferentes críticas que la editorial reproduce en la contraportada me quedo con esta de Marc Bassets en El País:

 

“V13 es puro Carrère: el ritmo trepidante, la claridad expositiva, la exploración sin red de los recovecos humanos… Un esfuerzo notorio por ponerse en el lugar del otro. Pese a lo dramático del proceso, hay pocos sentimientos siniestros y mucha humanidad. Y trascendencia”.


La verdad es que es difícil decirlo mejor y con menos palabras. En este fragmento está todo lo que es esta extraordinaria crónica del juicio sobre los atentados en París de 2015 el principal de los cuales se produjo en la sala Bataclan. Un juicio en el que los inculpados fueron todos protagonistas secundarios ya que los principales murieron en el momento de los hechos.

El juicio se llevó a cabo durante nueve meses entre septiembre de 2021 y junio de 2022 y a él asistió el autor como cronista de L’Obs, unas crónicas limitadas a algo menos de 8.000 palabras y que son el origen de este libro que parte de ellas aunque ampliando algunos aspectos de forma que, como el propio Carrère comenta, ha ocupado un tercio más de espacio que los originales.

El libro se divide en tres grandes apartados: Las víctimas, Los acusados, El Tribunal. Estos enunciados ilustran perfectamente el contenido fundamental de cada parte.

Carrère da la palabra tanto a víctimas, como a acusados, abogados civiles (como llaman en Francia a los abogados de la acusación particular), abogados de la defensa y fiscales, pero, además, y sobre todo, cuenta cosas de la vida tanto de algunas víctimas como de algunos acusados y es aquí donde se puede percibir mejor esa “exploración de los recovecos humanos”  y la “mucha humanidad” que menciona Bassets.

Hay momentos impactantes pues, aunque no se regodea en ellos, sí que reproduce algunos fragmentos de declaraciones de víctimas que son difíciles de leer, como por ejemplo la siguiente:

 

“Percibí que la mejilla se me había desgajado entera y me colgaba por la cara. Metí la mano derecha dentro de la boca para recoger los dientes y evitar tragármelos, porque, si no, corría el riesgo de toser y llamar la atención de los terroristas” (Gaëlle)

 

Este apartado que tiene como protagonista a las víctimas es bastante sobrecogedor por lo que narra y por cómo lo hace. No en vano ya al final del libro comenta que nunca estuvo tentado de marcharse de la sala y que el juicio fue: “(…) una experiencia única de espanto, de piedad, de proximidad, de presencia. Tardé en darme cuenta de que la sala de juicio se parece a una iglesia moderna y de que en ella se ha celebrado algo sagrado”. (p. 250)

 

Hay también interesantes reflexiones en las que intenta comprender lo que ha pasado, el porqué ha pasado e, incluso, el contexto de los acusados y sus referencias a lo sucedido en Irak o en Siria.

Algo que me ha resultado muy curioso es el espacio que dedica a hablar del dinero del juicio, de la parte dedicada a indemnizaciones y de la dedicada a los abogados.

Para terminar he de reconocer que me ha resultado difícil seguir la trama en varias ocasiones. Me he perdido más de una vez con los nombres árabes, pero no importa porque no pretendía conocer a fondo lo sucedido sino disfrutar de la narración de un escritor que me parece un verdadero mago.

Evidentemente es un libro que recomiendo más allá del interés que pueda suscitar el tema.

 Emmanuel Carrère, V13 Crónica judicial. Traducción Jaime Zulaika.

sábado, 7 de agosto de 2021

Recuperando los inicios de Carrère


Lo que más me ha interesado y gustado en los últimos años desde que lo descubrí con esa maravilla que es El adversario. He leído prácticamente todo lo que la editorial Anagrama ha publicado y tengo que felicitar además a la editorial porque sigue poniendo a nuestro alcance obras anteriores a las que le hicieron más famoso. Reconozco que a mí personalmente el Carrère que más me gusta es el que practica la “literatura del yo” o la “no ficción”, pero su obra de mera ficción también tiene su interés.

Este Fuera de juego es una de sus primeras novelas. La escribió cuando tenía treinta años y solo tiene algo que ver con lo que vendría después en algunos pequeños detalles.

El libro cuenta la historia de Frédérique, una profesora de secundaria que trabaja a tiempo parcial, que mantiene una buena relación de amistad con Jean-Pierre, su exmarido con el que tiene un hijo, pero al mismo tiempo no está del todo satisfecha de la vida que lleva. En los primeros capítulos vemos diferentes momentos de esta relación y también con su hermana y su cuñado. En ellos están la mayor parte de las reflexiones que se hacen en el libro. Así, dedica un capítulo a una discusión sobre los nombres que se ponen a los niños que aprovecha para hacer sociología sobre la burguesía parisina; también hay otro en el que se centra principalmente en la educación y en el papel de alumnos y profesores. Ahora bien, a partir de un determinado momento, la protagonista empieza a jugar a la ruleta en los casinos y la novela se convierte en ver cómo la protagonista va cambiando radicalmente su vida.

Carrère demuestra una gran habilidad para mantener la atención del lector, incluso de alguien tan alejado del juego como yo, gracias a un cierto suspense por ver hacia dónde va a continuar la historia. Eso sí, se produce cierta desilusión con el final elegido.

El libro está bien escrito aunque, no sé si por estar así en el original o por la traducción, hay veces en que el uso de las subordinadas parte tanto la oración  principal que hay que leerla un par de veces.

Novela recomendable sobre todo para seguidores del autor. Para quien no lo conozca demasiado es mejor leer cualquiera de sus libros de los últimos años.

 

Emmanuel Carrère, Fuera de juego. Traducción Ana Mª Moix y Chantal Delmas.

 

miércoles, 31 de marzo de 2021

Un Carrère muy Carrère


Ver un libro de Carrère en las estanterías de una librería es una de las mayores alegrías que me puedo llevar en ese lugar. Es quizá el escritor que más me gusta en los últimos años, aquel cuyos libros, salvo El reino, más me han emocionado en unos casos e inquietado en otros.

No sabía qué podía encontrarme en un libro con un título tan concreto y específico; además, no había leído ni oído nada sobre él. Empecé la lectura y poco a poco me fui desilusionando porque, efectivamente, el libro iba sobre el yoga, la meditación y el taichí con mucha información y detalles que se me iban haciendo cada vez más aburridos (y eso que practiqué taichí hace unos años aunque de una escuela diferente), pero…esta es la gran ventaja de leer a alguien como Carrère: una vez que termina esta primera parte de las cinco en que está dividido el libro, entramos en otros territorios que resultan, por un lado, más interesantes hasta convertirse en muchos momentos en absorbentes; de hecho me he leído el libro en dos o tres sentadas a pesar del cansancio que últimamente me produce la lectura por un problema con las gafas. No en vano dice muy acertadamente Ana Fornaro al final de su extensa y muy completa reseña en pagina12.com.ar: “Yoga, que iba a ser un librito liviano pero profundo sobre los beneficios de la meditación, con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un artefacto complejo y peligroso como una bomba, una camisa de once varas fascinante en la que, a pesar de sus agujeros e imperfecciones, vale la pena meterse”. (Subrayado en el original).

En la segunda parte, Carrère habla sobre su amigo Bernard y su muerte en el atentado en la sede de Charlie Hebdo. Es una parte corta pero en la que  el autor hace algunas reflexiones interesantes.

Entra así de lleno, a lo largo de la tercera parte, que titula nada menos que Historia de mi locura, en lo más personal y absorbente del libro. Cuenta los meses que pasó internado y reproduce fragmentos de los diferentes diagnósticos que le hicieron y de las terapias que le aplicaron. Aquí está el Carrère más abierto, desnudo me atrevería a decir, que he leído nunca lo que es mucho decir de un autor que en sus libros se expone constantemente y que tiene a gala lo siguiente:

“Tengo una convicción, una sola, relativa a la literatura, bueno, al género de literatura que yo practico: es el lugar donde no se miente. Es el imperativo absoluto, todo lo demás es accesorio, y creo haberme atenido siempre a este imperativo. Lo que escribo es quizá narcisista y vanidoso, pero no miento.”. (p. 157)

Sinceridad de la que ya había hecho gala mucho antes afirmando: “Me gustaría  tener pensamientos más dignos, pensamientos de los que pudiera enorgullecerme, pensamientos altruistas, por ejemplo.  (…) Soy un hombre narcisista, inestable, lastrado por la obsesión de ser un gran escritor”. (p. 118)

Pasa a continuación, en la cuarta parte, Los chicos, a dar otra vuelta de tuerca al narrar su estancia en la isla griega de Leros colaborando con una peculiar profesora universitaria jubilada norteamericana, Frederica Mojave, en un taller de escritura con cuatro jóvenes de 15 y 16 años, tres afganos y un pakistaní, a lo que dedica la parte más extensa del libro. La inmigración como tema con momentos de mucha intensidad emocional sobre todo cuando transmite alguno de los escritos que hacen estos jóvenes.

Cierra el libro con una quinta parte cuyo título, Sigo sin morirme, ya es casi una declaración. Es bastante corta y enormemente positiva y hasta divertida con una anécdota sobre Alain  Finkielkraut o la explicación de cómo escribe a máquina con solo el dedo índice de la mano derecha incluso para el espaciador, hasta concluir con un verdadero happy end un libro que tiene muchos momentos muy desgraciados.

Hasta aquí algunas de las muchísimas cosas que se pueden decir sobre el contenido del libro, pero en Carrère también es muy importante la escritura. Si bien en la primera parte prima la descripción, eso sí, muy bien hecha como es habitual en él, a partir de ahí el Carrère más personal no solo lo es por los temas que aborda sino porque los aborda con un lenguaje también más intimista.

Una magnífico libro, una vez más, de un escritor realmente distinto y fascinante para todo aquel que se deje fascinar por sus temas y la forma de tratarlos, pero que entiendo que también pueda irritar y no interesar a un tipo de lector.

No obstante coincido con el autor cuando dice que De vidas ajenas “es con mucho mi preferido”. Lo he releído recientemente y me ha vuelto a emocionar como la primera vez o más. Espero que me pase también con este Yoga que, seguro, releeré antes de que pase mucho tiempo.

Además de la reseña mencionada, hay una buena entrevista de Andrés Seoane en elcultural.com.

Por cierto, muy buena la traducción, como siempre, de Zulaika.

¡Ah, se me olvidaba! Es rarísimo ver en un texto editado por Anagrama nada menos que cuatro erratas; en las páginas: 218, 220, 238 y 295.

 

Emmanuel Carrère, Yoga. Traducción Jaime Zulaika.

 


 

jueves, 24 de diciembre de 2020

Releyendo




 En esta nueva política de relectura que me he marcado, es lógico que sea este uno de los primeros libros que releo. Siento por el autor una especial debilidad porque, excepto El reino, todos sus libros me han gustado mucho. El que ahora comento es algo más, es uno de esos libros que marcan al lector y que incluso alguien tan desmemoriado como yo recuerda durante mucho tiempo.

Desde luego, ha sido un acierto terminar un año tan complicado con esta lectura.

Lo leí hace más de siete años y voy a reproducir el comentario que publiqué en el blog:

“En las setenta primeras páginas, una fuerte sensación de angustia; en las cincuenta últimas, un nudo en la garganta; en medio, un gran interés por conocer cómo trabajan algunos jueces en Francia. Otra vez una obra inclasificable de este autor.

Hace un par de semanas comentaba El adversario, novela-documento-reportaje, y lo que me había gustado. Ahora, otra vez ¿novela-documento?, en cualquier caso vida, contada sin tapujos, pero también sin concesiones al morbo; y muerte y enfermedad y amistad y amor.

Un libro inolvidable, diferente, dirigido a la mente y al espíritu. Desgarrador, conmovedor. No dejará indiferente a nadie, creo.

De la contraportada: “En un libro sobrecogedor…”, “El lector es arrastrado como por una enorme ola y depositado, al final del libro, emocionado, conmocionado, cambiado.” ”Una novela de la conciencia…”

Carrére cuenta dos historias de muerte reales de las que, en un corto espacio de tiempo, fue testigo. La forma de contarlas es lo importante con esa sensibilidad y esa capacidad para absorber al lector y no dejarle respirar.

Además, y como decía antes, me he enterado de una par de cosas muy interesantes sobre la actitud de algunos jueces en temas como la quiebra comercial y la comisión de sobreendeudamiento en los que utilizan todas las armas legales para favorecer a los desfavorecidos.

En fin, algo más que recomendable; imprescindible.”

Hoy no se me ocurre nada mejor que decir. No obstante, esta vez me he fijado en un par de momentos en los que Carrère demuestra que no solo es un buen escritor dotado, además, de una gran sensibilidad, sino que también es un escritor sincero. Reproduzco dos fragmentos que lo muestran:

“Soy ambicioso, inquieto, necesito creer que lo que escribo es excepcional, que será admirado, me exalto creyéndolo y me derrumbo cuando dejo de creerlo”. (p. 176)

"Me sentía brillante, importante, y aquella semicuñada cancerosa en su casita perdida en un pueblucho de provincias me daba pena, por supuesto, pero estaba lejos. Aquella vida que se apagaba no tenía nada que ver con la mía, en la que todo parecía abrirse, desplegarse. Lo que más me fastidiaba era que aquello socavaba a Hélène y reprimía un poco –muy poco,  a decir verdad- el impulso de dar rienda suelta a la euforia ligeramente megalómana que me invadió durante toda aquella primavera”. (p. 62)

(Hélène era su compañera en ese momento)

Si creo que toda la obra de Carrère es muy recomendable, este libro lo considero el más logrado y representativo del autor.

Hay una buena reseña, hecha en el momento de su publicación, de Francesc Bon en unlibrooaldia.blogspot.com.

 

Emmanuel Carrère, De vidas ajenas. Traducción Jaime Zulaika.

 

jueves, 15 de febrero de 2018

Mis autores favoritos XXVI: Emmanuel Carrère





En la ya larga lista de autores favoritos le toca hoy el turno al último llegado a mi biblioteca. Hasta hace unos cuatro años desconocía totalmente la existencia de Carrère. Fue un comentario en un programa de radio el que me llevó a leer El adversario,  y desde entonces he buscado sus otros libros ya publicados o he estado atento a las nuevas traducciones. Solo hay uno que no he podido conseguir, precisamente el único no publicado por la editorial Anagrama a la que hay que agradecer el esfuerzo de publicar la obra de este gran escritor francés.
Su obra se podría dividir en dos partes. En su primera época, que es la que se ha traducido en último lugar, escribía novelas más tradicionales aunque siempre con un toque diferente. Luego, se ha dedicado a lo que se suele denominar como la faction o, por aquí, no ficción. Tengo que decir que esta segunda parte es la que más me ha interesado del autor y donde creo que están sus mejores libros desde el ya citado a Limónov pasando por el que más me ha impresionado de todos, De vidas ajenas.
Hay que decir que estamos ante un gran contador de historias; un escritor que, además, sabe manejar muy bien los tiempos del relato y graduar la intensidad; y también alguien que elige extraordinariamente bien los temas.
De los nueve libros que aparecen en esta entrada solo me queda por leer Bravura que creo que es su primera novela. Por otra parte es un autor al que dentro de no mucho tiempo habrá que releer porque tengo la impresión de que alguno de sus libros, como el buen vino, incluso mejorarán con el tiempo.
No suelo hacerlo en las entradas de esta serie, pero por su interés dejo dos enlaces: el de Daniel Gascón en letraslibres.com porque hace un interesante recorrido por toda la trayectoria de Carrère,  y el de infobae.com porque recoge los cinco mejores libros con un breve comentario.
Solo me queda animar a la lectura de cualquiera de sus libros excepto quizá el único que no me ha gustado, El reino, pero en este caso soy un poco sospechoso por mi ateísmo y anticlericalismo.

jueves, 30 de noviembre de 2017

Para conocer mejor a E. Carrère


Desde que supe de la existencia de este libro en su original francés, esperaba la traducción y la edición por esta, por tantos conceptos,  gran editorial que es Anagrama. Ha llegado el momento y todas las expectativas han sido satisfechas.
Se recogen en el libro treinta y tres escritos de Carrère que abarcan un extenso período de tiempo, pues van desde 1990 a 2015. Hay crónicas periodísticas, crítica literaria,  prólogos de libros,  alguna conferencia y hasta un texto inédito. Los temas son muy variados y cubren desde la crónica negra, a una serie escrita para una revista italiana sobre sexo, pasando por textos sobre Daniel Defoe o Leo Perutz y, sobre todo, muchos escritos en los que ya aparecen las ideas que plasmará en muchos de sus libros.
A lo largo de sus más de 400 páginas vemos al mejor Carrère, a ese escritor capaz de contar historias de una forma original y en la que a la precisión se une una gran implicación personal que contagia al lector. En este aspecto el artículo La vida de Julie, publicado en 2011 y en el que incluye fotografías de la protagonista, me ha parecido realmente emocionante tanto por la tremenda historia que cuenta de la vida de esta politoxicómana, como por la forma en que lo hace.
Cualquier lector puede disfrutar con este libro, pero desde luego es imprescindible para los seguidores del autor porque podemos ver los antecedentes de varios de sus libros. Así hay más de un artículo sobre Romand, el protagonista de El adversario; también más de uno sobre Limónov, el protagonista del libro homónimo; referencias al cáncer que le llevó a escribir Vidas ajenas, su libro que más me ha emocionado; por supuesto, se habla en varios artículos de los viajes que terminaron en Una novela rusa; y hasta aparece algo de su última historia y, dicho sea de paso, la única que no me ha gustado, El Reino.
Pero por si esto no es bastante, también he logrado entender algo de la política actual en Rusia gracias al artículo Generación Bolotnaya; me he interesado por un par de libros de Orlando Figes sobre la revolución rusa; he tenido una visión más completa de la que se daba en la película Enigma sobre Alan Turing; y finalmente, en el capítulo con el que termina el libro, El hombre del dado, me he enterado de una curiosa historia de un libro y su autor, un británico que vive en Mallorca.
Todo ello, además, contado con el estilo característico  de Carrère en el que se aúnan la fluidez con la precisión y la profundidad y que le hacen ser, hoy por hoy, el mejor exponente de la literatura de non fiction, como el propio autor la define en una par de ocasiones, también llamada faction o ficción documental.
De la interesante reseña de Rafael Narbona en elcultural.com, destaco el siguiente fragmento que es una buena síntesis:

“Carrère no prolonga la tradición francesa de la prosa altamente elaborada y con resonancias filosóficas. Está más cerca del periodismo y lo estrictamente narrativo. Sus textos fluyen con enorme naturalidad, con una mezcla de sinceridad, ironía y compasión. Conviene tener un sitio adonde ir puede leerse como la crónica de una época dominada por el desengaño y la incertidumbre, pero que aún cree en las palabras como lugar de encuentro.”

También puede resultar útil leer la entrevista de Alex Vicente con el autor en elpais.com.
Aunque ya lo he dicho antes, quiero insistir en la recomendación de este magnífico libro para cualquier aficionado a la literatura.

Emmanuel Carrère, Conviene tener un sitio adonde ir. Traducción Jaime Zulaika.

domingo, 6 de marzo de 2016

Artículos interesantes

En estos tiempos tan convulsos y con tanta opinión muchas veces demasiado sesgada y poco fundamentada, la revista digital ctxt.es está ofreciendo artículos muy interesantes y visiones que se salen de las habituales en la prensa tanto en papel como digital. Pongo dos ejemplos.

Santiago Rico Alba hace un particular análisis de los modales y los discursos en el Parlamento. En él hace una fuerte defensa del discursos de Pablo Iglesias, pero lo más interesante es la parte podríamos decir teórica.

Miguel Pasquao Liaño plantea una hipótesis de por qué están pasando las cosas e incluso se atreve a ofrecer por dónde seguirán. Muy sugerente y además con la ventaja de que se podrá verificar pronto.

Saliendo del tema de los últimos tiempos es muy recomendable la entrevista que le hace Fabrice Arfi a Emmanuel Carrère en la revista de libros de infolibre.es. Aunque no la he leído completa todavía, no dudo de su enorme interés por la relevancia de este escritor que es uno de los que más me han gustado en los últimos años.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Sobre los orígenes del cristianismo


 
”Yo estaba terminando este libro y estaba, la verdad, bastante satisfecho. Me decía: he aprendido muchas cosas escribiéndolo, el que lo lea también aprenderá mucho y estas cosas le harán reflexionar; he hecho bien mi trabajo.” (p.507)
Desgraciadamente, tendría que decirle a Carrère, si tuviera la inmensa suerte de poder hablar con él, que no me ha hecho reflexionar y que tampoco he aprendido gran cosa o, por decirlo mejor, no he querido aprender. ¿Quiero negar con ello que el autor haya hecho, como afirma, bien su trabajo? En absoluto. El problema es mío y solamente mío. Desde que hace más de cuarenta años abandoné la religión, cada vez me ha ido pareciendo esta algo más perverso, y, claro, este es un libro sobre la religión; más en concreto sobre los orígenes del cristianismo.
Es Carrère quizá el autor con el que más he disfrutado en los últimos años. Desde que leí El adversario, no paré hasta leer el resto de su obra traducida. Ninguno de sus libros me ha defraudado aunque, evidentemente, unos me han llegado más que otros. (De vidas ajenas me parece un libro realmente extraordinario por muchos motivos). Su estilo, la forma en que aborda los temas, esa manera de mezclar la ficción con la realidad o la realidad con la ficción (suponiendo que en el fondo ambas palabras no quieran decir literariamente lo mismo), su compromiso e implicación personal con lo que escribe, su sinceridad brutal a veces; todo esto y más cosas hacen de él un escritor y un personaje diferente y enormemente atractivo.
Y sin embargo…
Este libro ha tenido unas críticas excelentes. Dejo constancia aquí de tres, hechas además por escritores en activo de muy diversa procedencia como son: Lorenzo Silva, Isaac Rosa y Manuel Hidalgo. Coincido con bastantes de las cosas que comentan.
A mí también me parecen magníficas las primeras 115 páginas; son el Carrère que me encanta: esa madrina, Jacqueline, que le muestra el catolicismo, esa au pair, Jamie, que le engaña  o ese amigo, Hervé, con el que pasará todos los fines del verano. También me parece que ha realizado una investigación apasionada y apasionante; y que lo cuenta como él sabe hacer, con esa capacidad de narrar y al mismo tiempo introducirse de vez en cuando en la historia. Todo eso y más, y sin embargo, (vuelvo con esta expresión), durante muchos momentos, a lo largo de bastantes páginas, me ha aburrido, ha hecho que me desconectase de lo que estaba leyendo, me ha parecido demasiado reiterativo e insistente y, aunque luego en otros momentos me volvía a interesar la historia, no ha sido suficiente para que pueda considerarlo el gran libro que comentan. Creo que le sobra erudición y le falta “carne”, emoción.
No obstante, tengo que insistir en que mi anticlericalismo y anticatolicismo pueden tener mucho que ver con las sensaciones que me ha dejado.
 
Emmanuel Carrère. El Reino

lunes, 9 de marzo de 2015

Una literatura diferente


 
 
En los dos últimos años he llevado a cabo dos recuperaciones, Marías y Chirbes, y tres grandes descubrimientos, Mauvignier, Fante y Carrère. Todos me han ofrecido obras para disfrutar y pensar, pero ha sido sobre todo el último el que me ha ofrecido la obra más original, imaginativa y personal.
Carrère es, desde luego, un escritor muy singular. En España se ha traducido su obra con un cierto desorden y así la he leído yo, pero no tiene ninguna importancia pues todos sus textos ofrecen perspectivas, temas y tratamientos parecidos pero al mismo tiempo  diferentes.
Una novela rusa sucede a El adversario y precede a De vidas ajenas y Limónov. Yo la he leído la última gracias a la reedición que acaba de hacer Anagrama porque estaba agotada. (No es del todo cierto puesto que existe la versión en catalán que, de hecho, compré hace poco pero he preferido esperar para leerla en castellano.)
Las cuatro novelas mencionadas tienen muchas cosas en común como: la presencia de Carrère como personaje, la mezcla de realidad -la mayoría de lo que se cuenta- y ficción, la escritura tan clara y al mismo tiempo tan profunda, la inmensa agilidad narrativa, en fin, todo lo que hace de este escritor uno de los grandes en la actualidad.
Una novela rusa creo que es su obra más personal o, por decirlo mejor, la obra en la que aparece permanentemente como protagonista junto a su compañera, Sophie; su madre, Hélène, y varios compañeros de trabajo tanto en Francia como en Rusia.
Digo que es la más personal y creo que me quedo muy corto. En algunos momentos parece que Carrère estuviera haciendo una terapia mediante la escritura. Hace confesiones difíciles de encontrar en un libro, reproduce un relato (parece ser que publicado en Le Monde) casi pornográfico con el que, además, monta una curiosísima historia con Sophie, habla de la complicada relación con su madre y siempre en primera persona y como protagonista absoluto.
Al mismo tiempo, le vemos trabajando en Rusia para hacer un documental del que no tiene ninguna idea previa salvo que lo hará en la pequeña población de Kolternich. El documental efectivamente se hizo y está editado.
En fin, se trata de un libro del que se pueden decir muchas cosas, pero creo que lo mejor es simplemente recomendarlo como una lectura apasionante y diferente. A mí es un escritor del que no pienso perderme nada de lo que publique o de lo que reediten.
Por cierto, cuando leo este tipo de libros me acuerdo de Cercas y su discusión sobre lo que es y no es una novela.
Dos breves muestras, no sé si demasiado bien escogidas, de sus “confesiones”:
 
 “(…) entrevemos una inquietud y una desconfianza de sí mismo que yo reconozco: son las mías” (p.66)
 
“No soporto ser un tipo receloso, cruel, a quien asaltan tales ráfagas de odio y de pánico que enloquece si te alejas un instante. No aguanto ser ese niño que está de morros y espera a que le consuelen, que juega a odiar porque le quieren, abandonar para que no le abandonen. No aguanto serlo, te reprocho haberme convertido en esto. Me compadezco, sollozo, me acaricias el pelo. Sufro, me odio, disfruto odiándome.” (p.246)
 
 Emmanuel Carrère, Una novela rusa

viernes, 10 de octubre de 2014

Siguiendo con Carrère


 
Parece que ser que fue la última obra de ficción que escribió Carrère, es de 1995, antes de dedicarse al tipo de literatura que le ha hecho famoso y que es la primera que se tradujo en España (bueno realmente este que comento se tradujo en 1996 pero sin gran repercusión).
Novela corta con ingredientes casi de thriller psicológico, con un niño como protagonista y con un desarrollo en el que apenas pasan cosas aunque sí sucedan en el interior del  protagonista.
De forma tensa y un tanto hipnótica (algo habitual en todos sus libros) la historia va avanzando paso a paso hacia un desagradable final.
Su siguiente libro fue El adversario y creo que, aunque pertenezcan a géneros diferentes, ya se aprecian en el que comento elementos que retomará en el siguiente. Si El adversario se llevó al cine (por cierto en una mala adaptación), Una semana en la nieve ofrece muchos elementos para hacer una buena película.
Sigue pareciéndome un autor especial por los temas que trata y por la forma de enfocarlos y desarrollarlos. Un grandísimo escritor del que espero la traducción de su próximo libro que ya está arrasando en Francia.
Dejo el enlace con un buen comentario y con una interesantísima y amplia entrevista.
Una curiosidad. En el libro de Piccolo que comenté hace unos días aparece citado este de Carrère como unos de los dos que había comprado tres veces sin darse cuenta.
 
Emmanuel Carrère, Una semana en la nieve

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El primer Carrère




Hace unos días aparecía Carrère en una nueva entrega de la serie de mis autores favoritos. Me encanta su forma de tratar literariamente asuntos reales tan diferentes como el de un asesino que mata a su familia, los padecimientos del cáncer o la biografía de un personaje ruso muy peculiar.
La editorial Anagrama ha publicado este mes dos libros muy anteriores a los que había leído. De hecho este que comento es de 1986 cuando el autor no había cumplido los treinta años. En este caso se trata de literatura sin relación con la realidad, si es que eso existe, pero en cualquier caso ficción e imaginación puestas al servicio de una historia mínima que mí me ha tenido desasosegado y nervioso durante toda la lectura.
Algunas frases de la contraportada:” He aquí una novela en la que parece que no sucede nada…Sin embargo, un centenar de páginas después, uno concluye su lectura con el estómago revuelto y un nudo en la garganta, tras un viaje alucinante y terrorífico a un infierno que uno percibe ahí, muy cerca, la alcance de la mano…”(Jean-Claude Lebrun, Révolution); o también: “Un relato entre el absurdo y el cuento filosófico, que hace reír y al mismo tiempo da miedo. ¡Dios, qué bueno es! (Jérôme Garcin)
Dejo el enlace del comentario hecho en el último Babelia.
Desde luego, recomiendo este libro, pero sobre todo, una vez más, cualquiera de este grandísimo creador.
 
Emmanuel Carrère, El bigote

martes, 26 de agosto de 2014

Mis autores favoritos XXI: Claudel, Carrére, Mauvignier




 
En esta entrega de mis autores favoritos rompo la tradición y destaco a tres en lugar de hacerlo solamente con uno. Hay una razón para ello: de cada uno he leído solo tres libros (la mayoría de los que se han traducido), pero todos me han impresionado por diferentes motivos y por eso los tengo entre mis autores favoritos de los que espero que se sigan traduciendo o reeditando alguna obra agotada.
 
De Philippe Claudel me gustó mucho en su día, es el primero que leí y hace ya unos años, su sensibilidad y su ambientación de las novelas.
 
Emmanuel Carrére es, quizá, el autor que más me ha emocionado y tenido pendiente de su lectura, tanto que una vez finalizada me dejaba una especie de  vacío que me duraba hasta que lograba concentrarme en otra historia. Es un escritor diferente a todo lo que conozco, tanto por su temática como por la manera de afrontarla. Para mí se trata de un grande entre los grandes y creo que su obra perdurará por mucho tiempo.
 
Laurent Mauvignier, el último que he conocido, es un estilista, alguien que es capaz de escribir una novela, corta claro, con una sola oración, y lograr que la sigas con atención e interés. También trata temas fuertes e interesantes, no solo es forma.
 
Si tuviera que destacar una novela de cada uno lo haría con: Almas grises, De vidas ajenas y Hombres, pero creo que cualquiera de ellas merece mucho la pena y, desde luego, que nadie debiera perderse la experiencia que supone la lectura de la segunda.

jueves, 20 de febrero de 2014

Entrevista con Emmanuel Carrére

Interesante entrevista con el autor que más me ha gustado en los últimos tiempos.

martes, 6 de agosto de 2013

Espléndido Carrére




 
“Limónov, en cambio, fue un gamberro en Ucrania; ídolo del underground soviético; mendigo y después ayuda de cámara de un multimillonario de Manhattan; escritor de moda en París; soldado perdido en los Balcanes; y ahora, en el inmenso desmadre del poscomunismo, viejo jefe carismático de un partido de jóvenes desesperados.” (p.30)
 
“-Es extraño de todos modos. ¿Por qué quiere escribir un libro sobre mí?
Me pilla desprevenido pero le respondo sinceramente: porque tiene -o porque ha tenido, ya no me acuerdo del tiempo del verbo que empleé- una vida apasionante. Una vida novelesca, peligrosa, una vida que ha arrostrado el riesgo de participar en la historia.
Y entonces él dice algo que me deja de una pieza. Con su risita seca, sin mirarme:
-Sí, una vida de mierda.” (p.392)
 
Basten estas dos citas del libro para explicar en qué consiste, aunque como siempre en Carrére esto no sea lo único importante. No tiene el dramatismo ni la emotividad de De vidas ajenas. Tampoco su estructura es tan original como la de El adversario. Limónov, el protagonista de esta historia, es lo suficientemente complejo y raro como para no despertar los mismos sentimientos de rechazo, ternura o compasión que los protagonistas de sus otros libros. Todo ello es cierto y, sin embargo, vuelve a tratarse de un texto que, en mi opinión, hay que leer por la maestría con que están contados los acontecimientos de la vida de tan original personaje, porque se obtiene una visión diferente de lo que era la URSS y, sobre todo, la Rusia poscomunista, porque es difícil soltarlo cuando se ha empezado gusten más o gusten menos las peripecias narradas, porque una vez más, y premios conseguidos aparte, Carrére demuestra que es uno de esos escritores que dejan huella en el lector lo que, en los tiempos que corren, no deja de ser algo muy importante.
Recomendación absoluta al igual que hice con los otros dos. El orden de su lectura da igual; lo importante es leerlos.
Por cierto, en YouTube hay un documental, Serbian epics, en el que se puede ver a Limónov en las colinas que rodean Sarajevo acompañando a dirigentes serbios.
 
Emmanuel Carrére, Limónov

lunes, 29 de abril de 2013

Conmovedora, emotiva, imprescindible



En las setenta primeras páginas, una fuerte sensación de angustia; en las cincuenta últimas, un nudo en la garganta; en medio, un gran interés por conocer cómo trabajan algunos jueces en Francia. Otra vez una obra inclasificable de este autor.
Hace un par de semanas comentaba El adversario, novela-documento-reportaje, y lo que me había gustado. Ahora, otra vez ¿novela-documento?, en cualquier caso vida, contada sin tapujos, pero también sin concesiones al morbo; y muerte y enfermedad y amistad y amor.
Un libro inolvidable, diferente, dirigido a la mente y al espíritu. Desgarrador, conmovedor. No dejará indiferente a nadie, creo.
De la contraportada: “En un libro sobrecogedor…”, “El lector es arrastrado como por una enorme ola y depositado, al final del libro, emocionado, conmocionado, cambiado.” ”Una novela de la conciencia…”
Carrére cuenta dos historias de muerte reales de las que, en un corto espacio de tiempo, fue testigo. La forma de contarlas es lo importante con esa sensibilidad y esa capacidad para absorber al lector y no dejarle respirar.
Además, y como decía antes, me he enterado de una par de cosas muy interesantes sobre la actitud de algunos jueces en temas como la quiebra comercial y la comisión de sobreendeudamiento en los que utilizan todas las armas legales para favorecer a los desfavorecidos.
En fin, algo más que recomendable; imprescindible.

Emmanuel Carrére, De vidas ajenas

martes, 9 de abril de 2013

Apasionante novela-reportaje

 
Aunque publicado por la misma editorial en su colección “Panorama de Narrativas” el año 2000, no tenía ninguna referencia del libro ni del autor a pesar de que, por aquellas fechas, compraba bastantes libros de la misma colección. Será seguramente que no reparé en él por tratarse de un autor francés. El caso es que Carlos Boyero recomendó en la radio el otro día, con encendidos elogios, otro libro de Carrère y, al día siguiente, me topé en una librería con El adversario cuya contraportada me llamó la atención. Cuento todo esto porque es curioso ver cómo llegan algunos libros a nuestras manos. En este momento, por lo que enseguida se verá, tengo encargados otros dos del autor.
Relato escalofriante, estupor, apasionante, espanto, retrato del monstruo,…son términos con los que algunos escritores definen el relato de Carrère. Hacía tiempo que no me metía tan a fondo en un escrito y que lo leía prácticamente de un tirón. Creo que se debe sobre todo a la forma en que el autor ha contado tan espeluznante, por usar otro término en la misma línea de los mencionados, historia. Un asesinato tan brutal, tan fuera de lo común; un personaje, el asesino, tan especial y con una vida tan construida desde la mentira; un relato que huye de lo morboso para centrarse en algunos aspectos de la vida e incluso del pensamiento del asesino. Todo ello en apenas 160 páginas que pasan como un suspiro, pero en las que hay que contener el aliento en más de una ocasión. Por cierto, el protagonista saldrá de prisión en 2015.
Un gran libro, mitad novela, mitad reportaje, mitad documental, pero todo él literatura de la buena.
Si hace un par de años descubrí a otro gran escritor francés, Romain Gary, hoy acabo de hacerlo con otro, lo que me lleva a pensar que a veces me cierro demasiado en mis preferencias.
El año 2002 se hizo, con guion del propio autor, la versión cinematográfica que estoy en proceso de conseguir.
 
Emmanuel Carrère, El adversario